martes, 8 de octubre de 2013

Crítica: EL FUNERAL (1996) -Parte 2/3-

ABEL FERRARA










Abel Ferrara dota de un ritmo lento y pausado a la cinta, lógico, ya que apuesta por la introspección de los personajes, no por su actuación. Un ritmo parejo al de “El Padrino”. Esto le permite detenerse en los detalles, cómo adecentan el cadáver de Johnny, los preparativos con flores… todo ello con una atmósfera de tensión contenida, latente, que se entrevé en los rostros. Todo parece a punto de estallar a cada momento, cualquier cosa parece que puede hacer saltar la chispa, la entrega de unas flores, por ejemplo.


Ferrara se deleita con las trastiendas, lo que se esconde detrás de la parafernalia mafiosa, los sentimientos y recuerdos de los despiadados criminales, las conversaciones en la cocina, las ocupaciones de las mujeres, lo cotidiano. Un travelling en plano general nos llevará de la cocina, iluminada, a la tenebrosa sala donde está el féretro, velado por la novia de Johnny, las mujeres, en la parte de atrás, ocupándose del cuidado y los sentimientos. Siempre en segundo plano, como una cuña que hace soportable ese infierno.


Las panorámicas generales, sin aparente contenido, como desorientadas, son muy usadas por Ferrara, como resaltando el desconcierto que la muerte de Johnny provoca en su familia. De igual manera dejará en soledad en muchas ocasiones a los personajes, con lo que logra transmitir el desamparo, la mencionada soledad y la gestación y desarrollo de su conflicto interno (un vigilante, la novia de Johnny, Jean, Ray, Chez, Clara…). Los planos en soledad predominan.


Panorámicas y travellings calmados se amoldan a la perfección a la cadencia y ritmo de la cinta. Un gran ejemplo lo tenemos en un travelling que muestra a las mujeres rezando y velando el cadáver, travelling que nos lleva hasta Chez (Chris Penn), que abandonará la sala para tomar el fresco, para que el travelling regrese, sin corte, por donde ha venido hasta el rostro de Helen (Gretchen Mol), la novia de Johnny. Un velatorio donde todo son mujeres, salvo un crío, un mundo más auténtico que no juega a las apariencias como el masculino. La escena concluye con el rostro del difunto que da paso a un largo flashback. El flashback como resurrección, mostrando la vida de un muerto.



Una despreocupada conversación entre dos de los vigilantes es otro detalle de lo cotidiano, que además sirve de aviso y presentación para el personaje de Chez, que llegará poco después.

Las mujeres.

El mundo femenino, como he comentado, tiene bastante presencia en la familia, especialmente con el personaje de Jean (Annabella Sciorra). Unas mujeres que se mantienen siempre en segundo plano, ocupándose de la casa o de aliviar al guerrero en su descanso, mujeres que son más importantes de lo que parece porque son mediadoras, el corazón y el sentimiento de una familia donde la falta de sentimientos y escrúpulos es la norma. La mujer está obligada a sufrir en ese entorno, sólo tiene las palabras, el tacto y la inteligencia para intentar dominar la violencia. En ella radica la posibilidad de redención, son las que escuchan y siente, tienen una mirada global, por ello el cura hablará con Jean, intentará hacerla comprender y pondrá el dedo en la llaga.


Jean siempre intentará mediar, conversará con su marido y le pedirá que olvide la venganza y la violencia, aunque es consciente de que sus peticiones caerán en saco roto. 

Esto no significa que los hombres no sientan, sino que están esclavizados por unas normas, costumbres y tradiciones que les atan, les impulsa a lo visceral. Deben vengar, sin mirar a quién. Sienten dolor y la violencia es su única salida, están a años luz de la empatía de las mujeres.

El cura también tendrá conversaciones con Clara (Isabella Rossellini), en este caso cotidianas, sobre comida, son la paz, la normalidad en un mundo anormal y nada pacífico. Con Clara la conversación es más intrascendente porque Clara es más sumisa que Jean, es el perfecto exponente de mujer del mafioso, atemorizada por un marido violento y asumiendo su sumisión.


La conversación que mantiene Jean con Helen en la cocina, después de haber hablado con su marido sobre su ridícula postura ante Dios y la venganza, es de una lucidez y autenticidad extrema, perfecta muestra de los magníficos diálogos que tiene la cinta. Hará primero un deslumbrante diagnóstico sobre la familia y luego se lamentará de cómo ésta ha repercutido en su vida, y la ha arruinado en gran parte. Es escalofriante el presagio de Jean acerca de Chez, que acabará, efectivamente, con los sesos desparramados por la pared. Annabella Sciorra está inconmensurable en esta escena y en la película en general.


Los Tempio pasan por ser unos duros y curtidos individualistas, pero son unos criminales”.

Tengo recuerdos… y tengo ideales…”

A las mujeres las veremos en la cocina, rezar, velar al muerto, preocuparse, intentar hacer entrar en razón a los hombres, cuidar de los niños, sufrir, llorar…

Flashbacks, el pasado y el presente.

Los flashback nos muestran la vida de Johnny, pero también habrá otros, más cortos, que nos enseñan momentos capitales o influyentes en la vida de los hermanos. El de Ray será el mencionado flashback que enseña su iniciación en la infancia. El de Chez será más reciente, un recuerdo de una fiesta donde era feliz cantando con sus hermanos, un recuerdo que le atormenta en soledad, nuevamente, y acaba desencadenando la tragedia, al no poder gestionar ni digerir su conflicto interno. Curiosamente el de Chez parece en la misma fiesta donde se comete un asesinato, como si Chez fuera inconsciente de lo que se gesta en realidad, tras sus momentos de felicidad. Habrá otro breve flashback para el funeral del padre de los hermanos Tempio.



Ferrara hilvana los flashback con el presente con elementos comunes, vinculando pasado y presente de forma continua, uno es consecuencia del otro. Por ello veremos, al volver del flashback donde vemos a Johnny en el cine, a Chez pasar por la misma zona, o como al volver del breve flashback del funeral del padre de los Tempio, Ray inicia la escena repitiendo las últimas palabras que se dijeron en dicho flashback (“¡qué desgracia!”), como ejemplos.


El de Johnny se desarrolla más, nos explican sus inquietudes, perteneciente al partido comunista, sindicalista, alberga también las contradicciones y conflictos de sus hermanos, un crucifijo en el pecho y una asociación que se dice atea. Lo veremos asistiendo a mítines de perorata anticapitalista, actuando como sindicalista violento y sin contemplaciones, defensor del proletariado, reivindicativo en medio de un polvo junto a un amigo y mientras se vincula el compromiso comunista con la cultura (libros, radio, cine)... Parece pretenderse la relación Cristianismo-Comunismo.


“¿Crees que la vida tiene mucho sentido sin las películas?”

Unas escenas importantes, que parece ser nos llevarán hacia la explicación y causa de su muerte, las tenemos en el bar que regenta Chez. Primero con una reunión entre los hermanos Tempio, Gaspare (Benicio del Toro), líder de una familia rival y el dueño de Capital Radio. Allí debatirán sobre el conflicto entre los empresarios, el dueño de Capital Radio y los sindicalistas que se dedican a sabotearlo.


Gaspare centrará el contexto, la crisis, seis años desde la gran depresión, por lo que debemos estar en 1936, ya que coincidiría con la fecha del estreno de “El bosque petrificado” (Archie Mayo, 1936), y el problema económico que genera en Capital Radio, con despidos numerosos incluidos. La defensa de Gaspare del empresario se entiende porque es uno de los suyos, evidentemente.

El alegato del empresario no tiene fisuras, armado de razones y con todos los argumentos, él da trabajo, si no lo diera todos estarían en paro, esos trabajadores pueden irse a otro sitio si gustan… El argumentario se le viene abajo cuando ofrece dinero para que cesen las extorsiones. 

Si tanto te preocupan los trabajadores diles que es mejor algo de trabajo que nada”.




En una fiesta, también en el bar de Chez, la tensión crecerá, muy bien manejada con pulso firme por Ferrara. Allí, entre bailes, menciones a Hoover y su ideología republicana y actitudes provocadoras, se masca la violencia. Gaspare (Benicio del Toro) tiene ganas de marcha, provocando a un amigo de Johnny que entra al trapo relativamente. Todo con ritmo firme, la música atronadora, las miradas, Johnny tranquilo y conteniéndose… hasta que en un lúgubre callejón Gaspare se sacude toda esta tensión acuchillando al amigo de Johnny. La violencia en lugares lúgubres es común hasta ese momento, vemos el ataque sindicalista nocturno, esta misma escena y la iniciación en la infancia de Ray como ejemplos. Aquí vemos a un Chez pacífico, que procura divertirse y evitar los conflictos.


Todavía habrá más tensión con Johnny como protagonista y generador de ella, cuando lleva a la mujer de Gaspare a la casa de su hermano Chez para pavonearse. Aquí volveremos a ver un cambio radical en Chez, un personaje que va creciendo y cogiendo fuerza con los minutos, una soberbia interpretación de Chris Penn, quizá el más destacado del sobresaliente reparto. Con todo, pueden parecer algo forzadas sus reacciones hacia su mujer, pero la forma en la que se va calentando ante las bravuconadas y reproches de su hermano es magnífica. Por supuesto Ferrara modulará perfectamente la tensión antes de otro estallido de violencia, la paliza de Chez a su hermano una vez llegó al límite. Esta escena entre hermanos es pura naturalidad, se aprecia claramente que el director dejó sueltos a los actores para que lo improvisaran.




Este arranque de violencia nos trae de regreso del flashback, recordemos que el rostro de Johnny (Vincent Gallo) dio paso a dicho flashback, será el rostro de Chez (Chris Penn) el que nos reciba de vuelta del mismo.

La muerte sobrevuela sobre los personajes de forma continua, de una u otra forma. Vimos a Ray de niño matar, veremos cómo lo hace de nuevo de adulto, Gaspare hará lo propio, cada uno de los hermanos acabará muriendo y las reflexiones sobre la muerte o el asesinato serán habituales. Un marcado tono fatalista, trágico, lúgubre, que parece llevarnos a la muerte y hasta que no se consiga el cadáver de Johnny no descansará en paz. Un ejemplo de reflexiones sobre la muerte lo tenemos en el monólogo de Ray ante su difunto hermano Johnny, palpando los agujeros de bala de su cuerpo, como si fueran la llagas de Cristo, ya que dicho monólogo tratará sobre la incredulidad que le produce la muerte, como si debiera verlo para creerlo, como Santo Tomás.


Su lamento viene por la gran consideración y vida que podría haber llevado su hermano, y porque ahora su muerte le impulsa a la venganza, como si tuviera la obligación de ella. Aquí Ray vuelve a mostrar sus contradicciones, adalid de la libertad de elección y esclavizado por la tradición mamada desde pequeño. Estas palabras darán paso a un  breve flashback de Johnny saliendo del cine que será testigo de su muerte, un breve flash que tampoco era necesario y que parece más un recurso esteticista del montaje para hilarlo con el paseo en coche de Chez.

Lo que te pasó el otro día fue algo bueno”.


 


Dedicada a J. J. Jacobo, fan de esta película







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