lunes, 8 de abril de 2013

Crítica: EL GENERAL DE LA ROVERE (1959) -Parte 1/2-

ROBERTO ROSSELLINI








Una de las últimas grandes películas que el gran Roberto Rossellini regaló al cine. Una cinta que mezcla perfectamente su gusto por la ficción con su gusto por el neorrealismo, estilo del que fue principal precursor y exponente. Una cinta de encargo, que no interesaba al director, ya que pensaba que había tratado temas similares en obras anteriores y a la que consideró como un título alimenticio, pero que está dentro de las más destacadas de la filmografía del gran maestro italiano. Lástima que el gran Rossellini encauzara sus pasos poco después hacia la televisión.


Como en “Roma, ciudad abierta” (1945) y “Alemania, año cero” (1948), Rossellini vuelve a la II Guerra Mundial con una cinta menos desnuda que las mencionadas y donde la intriga y la ficción quizá tienen más importancia, la historia del general de la Rovere está basada en una novela del periodista Indro Montanelli, que en sus predecesoras, más preocupadas por retratar un momento y una sociedad al desnudo que en otras circunstancias. Quizá para Rossellini todo esto quedaba algo lejos, la II Guerra Mundial, ya había contado todo lo que tenía que contar y las inquietudes que impulsaron las dos obras maestras mencionadas ahora quizá no se tenían. Lo curioso es que el talento no conoce de impulsos o motivaciones y cuando la historia es buena y la cuenta un buen director siempre saldrá una buena película, aunque sea de encargo. Una excelente película, como es el caso.


El general de la Rovere” es una gran fusión y un juego de contrastes que evolucionan. Vemos al nuevo Rossellini alejado del neorrealismo combinado con el antiguo estilo neorrealista del director, vemos una primera parte de comedia que se va convirtiendo en tragedia en la segunda, vemos a un personaje mezquino y cobarde que pasa a ser un héroe…


Emanuele Bardone, un pícaro que sobrevive diciéndole a todo el mundo lo que quiere oír, sacando el dinero a los pobres desamparados en una situación límite como es la ocupación alemana en Italia para gastárselo en el juego, que no duda en ponerse al lado de los nazis si considera que es lo que más le conviene, es arrestado y obligado a hacerse pasar por un general antifascista, el general de la Rovere. Gracias a sus dotes para la mentira y su falta de escrúpulos, los alemanes ven en él a la persona adecuada para localizar a un líder de la Resistencia que permanece anónimo entre los presos. La estancia en prisión y el contacto con los presos transformará a Bardone.


El personaje que interpreta excepcionalmente Vittorio De Sica es casi metalingüístico, un humorista pícaro que acaba adquiriendo consciencia de la cruda realidad, aspectos ambos que trató en su filmografía como director, desde la comedia desenfada al neorrealismo más duro.


Camisas negras cantando, carteles de pena de muerte, descripción de la miseria reinante, escombros, bombardeos, una cuidad casi destruida, toque de queda, estado militar… así inicia la película Rossellini y en este contexto presentará a su protagonista, que deambula como ajeno a todo ello, Bardone (Vittorio De Sica). El uso de los travelling de Rossellini es magistral, veremos muchos durante la cinta para nuestro deleite, como un primer ejemplo tenemos ese en la presentación de De Sica que lo sigue atento para abandonarlo ante una pintada en la pared que reza “Vincere”. Que De Sica pase al lado de este cartel sin prestarle atención y que Rossellini interrumpa su seguimiento ante él, es una declaración de intenciones del director y el comienzo de esa travesía que el personaje de Bardone hará durante la narración, ahora ajeno, al final completamente entregado a la causa.





Iremos descubriendo la verdadera cara de Bardone cuando ayude a unos oficiales alemanes con su pinchazo, es un “bienqueda”, sabrá tratar al coronel alemán hasta el punto de entablar una buena relación con él. Se lamentará de la hostilidad italiana ante los alemanes y dará su apoyo a éstos… No sabemos hasta qué punto es cierto lo que dice y no deja de ser comprensible en esa situación, mera supervivencia, pero poco a poco descubriremos que Bardone tiene cualquier cosa menos escrúpulos y que creer no cree en nada más que en sí mismo y en el dinero que pueda conseguir para saciar su ludopatía. Es capaz de renunciar a su origen y realizar el saludo nazi sin que se le mueva un solo pelo de la cabeza. Al bueno de Bardone todo el mundo le conoce como “El Coronel”, un título autoimpuesto.

Este pícaro, característica muy dada y de gran tradición aquí en España también, se dedica a sacar el dinero de los pobres desgraciados que confían en él para que gestione a favor de sus parientes presos, como el abogado Borgesio, por ejemplo, hace para que libere a su hijo, y así poder gastárselo jugando, su gran afición. Bardone es carismático, charlatán, mentiroso, con don de gentes, manipulador, embaucador, seductor… así se entiende que tenga en su cama a la voluptuosa Valeria (Sandra Milo).





Veremos a Bardone comer un caramelo en varias ocasiones, lo vimos al inicio, en el travelling de su presentación y luego cuando la buena de Valeria lo abandone y no crea sus idílicas promesas. Caramelo tentador que le ofreció a la chica, como la serpiente en el paraíso. Toda esta escena, donde intentará que su amante le dé sus joyas para empeñarlas y así pagar sus deudas, al final sólo tendrá un anillo falso que regaló a Valeria haciéndolo pasar por una joya valiosísima, un zafiro oriental, está rodada en un solo plano. El talento, la seguridad narrativa y de puesta en escena de los grandes maestros clásicos.



Una de las escenas más brillantes, sobre todo técnicamente, la tenemos en ese otro travelling que sigue a De Sica en su entrada en la comandancia alemana en Génova que va retratando el entorno y lo que allí sucede. Las espera, la burocracia alemana, los casos de las mujeres que preguntan por sus maridos, una de ellas de especial importancia en la trama… Un largo y magistral travelling.





Bardone seguirá con su hipocresía habitual, su papelón, su fingimiento para sacar beneficio. Intentará colocar el anillo falso al teniente con el que tiene amistad, se ofrecerá a ayudar a la visceral mujer que pide por su marido militar, no a la anterior porque no era tan atractiva, nuestro protagonista es un mujeriego empedernido. Su captación de “clientes” no cesa nunca, así que dará rienda suelta a su verborrea y actuación con esa mujer y su madre, dándoles falsas esperanzas de poder liberar a su marido. Otro gran detalle de puesta en escena lo tenemos cuando interrumpa su actuación para salir a hablar con el abogado Borgesio (para intentar colocarle el anillo también), lo que veremos también en un solo plano desde el punto de vista de las mujeres. Estos detalles crueles y con humor casi remiten al esperpento valleinclanesco.



Otro de los ejemplos del enorme talento que tiene Rossellini y del que podemos disfrutar en la cinta está en los expresivos y adecuados primeros planos. Al comentar la joven esposa que en su casa siempre se bebe café auténtico, un lujo en esos tiempos, tendremos un primer plano de De Sica repleto de significación, un simple primer plano que nos dice a la perfección cómo es esa persona, qué piensa y qué significa lo que ha dicho la mujer. Es una familia adinerada, como dirá poco después ella misma, y nuestro protagonista huele carnaza. Mientras su gestión con las notables damas da sus frutos deberá intentar colocar su falso zafiro, lo que no será fácil hasta encontrarse con Olga (Giovanna Ralli), otra de sus amantes, ésta desgraciadamente enamorada de él y que trabaja en un burdel, que le dará todos sus ahorros con tal de que no vuelva a verla. La aceptación de ese dinero de Bardone define al personaje una vez más, a pesar de su gesto de abatimiento, que parece más consecuencia de verse descubierto que por el hecho en sí. No es capaz de la empatía nuestro mujeriego y seductor amigo. Es viejo conocido del burdel. Con todo, el gesto de rechazar el cheque de Olga muestra unos peculiares y particulares principios en Bardone.





A veces arriba y a veces abajo.”

No tardará en dilapidar las 30 mil liras en el juego. La adicción, la irresponsabilidad. Un dechado de cualidades, un antihéroe total que en realidad ahora es un simple villano de tres al cuarto.Un personaje del hampa más, lo que lo emparenta con Valle-Inclán de nuevo.

El bombardeo y la muerte del general de la Rovere darán un giro a la trama, hasta ahora centrada en la picaresca y el mundo del hampa en el que se maneja Bardone. La historia cogerá por otros derroteros de intriga bélica.



He comentado esa mezcla que hace Rossellini en esta película, esa fusión de retrato realista con la intriga de ficción, esto se recalca de forma extraordinaria en el manejo de los planos y escenas documentales que además acentúan la plena coherencia con la trama y el personaje principal, un “actor” a tiempo completo. Dos escenas son representativas de esto, una donde se nos muestran imágenes documentales de las consecuencias del bombardeo y se mezclan con decorados en Cinecitta, donde aparecerá Bardone (De Sica), para entrevistarse con la adinerada y joven esposa del militar detenido. La otra, aún más clarificadora, cuando vemos más imágenes documentales de paisajes nevados, retratos costumbristas y cotidianos, desoladores también, paseos, mal tiempo, limpiando la nieve a paladas… para descubrir acto seguido que son transparencias al ver a un sospechoso personaje, miembro de la Resistencia, aparecer por delante de dichas imágenes. La fusión perfecta entre el realismo y la representación, la ficción. Perfecto uso del metalenguaje, un diálogo entre la realidad y la representación. Esto entronca, como explico, con el personaje principal, que ha hecho de su vida una farsa, una actuación, pura y dura representación, que cuando la encauce como es debido, paradójicamente, lo redimirá.






Bardone seguirá explotando su faceta de actor para intentar sacar todo el dinero posible a la joven esposa del militar una vez perdió el dinero conseguido jugando. Esto le reportará, momentáneamente, 100 mil liras. Con ese dinero, por supuesto, no hará nada en favor de la desdichada mujer, pero gracias a su vis cómica y talento interpretativo sí conseguirá que el hijo del abogado Borgesio no sea trasladado, beneficiándose de la simpatía que despierta en el coronel alemán con el que se encontró al inicio en la escena del pinchazo y que hará las gestiones pertinentes. El travelling que se acerca al rostro del teniente parece indicar sospecha, pero eso no irá a ningún lado, por lo que seguramente la intención es transmitir cierto desapego y celos al verse sustituido por su superior en las atenciones y peticiones de Bardone.



El concepto mencionado de “interpretación”, para la forma de moverse de Bardone, se hace aún más patente con detalles como repetir las mismas frases que el coronel le dijo a él en la escena anterior, cuando habla con el abogado Borgesio. Un actor con una evidente comicidad.

No me gustan los agradecimientos ni las bendiciones”.


 


Dedicada a Juan Manuel Rodríguez, un honor leerte todos los días






2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho.
    Tremendo neorealismo, eh? Siempre me ha costado ver esas pelis.
    Es el b/n más descarnado.

    Gracias sensei! Esperando la segunda parte!!

    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre se disfruta del blanco y negro, ¿verdad? Cierto que el juego que se le saca a algo tan aparentemente limitado como el blanco y negro es fascinante, lo distinto que es.

      Un beso, Reina.

      Eliminar