FRITZ LANG

La carrera por el ansiado puesto parece llegar a su fin, el
bueno de
Loving lo da por hecho. Veremos planos de los tres rivales y del propio
Walter Kyne usando los teléfonos, el uso que
Lang da a la televisión y los
teléfonos con fines narrativos es excepcional. Mientras,
Nancy sigue ignorando
las llamadas de
Mobley.

La mujer de
Kyne,
Dorothy, siegue siendo mostrada de forma
distorsionada, ya la vimos en un espejo, ahora veremos su sombra, que no
presagia nada bueno, mientras se ejercita. En esta escena veremos a
Kyne
jugando al golf ante su sexy esposa que se ejercita en bikini, aquí tenemos una
posible broma de
Lang, una metáfora sobre la impotencia del personaje que
interpreta
Vincent Price cuando vemos sus errores al intentar embocar las bolas
con su palo de golf, un largo símbolo fálico.
Ed Mobley seguirá, tenaz, negando su infidelidad. Conflictos
de pareja.

Más detalles maestros del genio de
Fritz Lang en la sutil
puesta en escena y movimientos de cámara justificados.
Mobley,
Burt y
Nancy se
reunirán para tratar distintos temas.
Lang situará la cámara ligeramente en
diagonal respeto a sus personajes, dando más importancia de esta forma a la
pareja que a
Burt, que quedaría en un segundo plano, mientras estos discuten.
Cuando
Burt interrumpa la conversación para tratar lo que le interesa,
Lang
hará una pequeña panorámica con travelling que centrará el encuadre igualando
la jerarquía de los allí reunidos.

Como es comprensible
Nancy no parará de lanzar puyas a su
novio hasta que todo desemboca en un enfado y separación de la pareja, con ella
saliendo del restaurante. Así veremos cómo nuestro asesino está espiándoles.
Seguirá a su víctima e intentará atacarla a plena luz del día, variando su
modus operandi hasta ese momento, atacar de noche.
Mobley tendrá uno de sus
arranques de lucidez y correrá junto a
Burt para intentar proteger a su enfada
chica.Otra excesiva coincidencia.

En el edificio donde reside
Nancy volveremos a ver la
escalera… y al asesino salir de ella. De la nada. Estaba allí esperando, la
escalera parece su hábitat natural. Cuando el guardaespaldas abandone
brevemente su puesto para comer, él aprovechará para intentar cometer su crimen.
No lo logrará gracias a un repentino ataque de dignidad de la chica, pero
tendrá otra ocasión con su vecina,
Dorothy, a la que vio a través de un espejo.
Esta escena del intento de asesinato a la mujer de
Kyne es de gran suspense y
fisicidad. Muy notable toda la secuencia.

La aparición del asesino, cuando parecía haber huido, surgiendo
del piso de abajo para atacar a
Dorothy es un gran momento de suspense. La
escalera de nuevo un lugar de violencia, contenedor de muerte y tensión, amenaza.
Tendremos otro ejemplo poco después.

Magníficos planos generales en la evasión del asesino, una
evasión que nos llevará hasta el metro. Un lugar simbólico. Como ocurriera en
“
M, el vampiro de Düsseldorf” (1931), se usará un escenario oscuro, oculto, tenebroso,
bajo tierra, para resolver el conflicto. En esta ocasión el metro. Allí
Mobley
y el asesino pelearán pero la huida del criminal terminará en otras escaleras,
las que lo llevarían a la calle desde el subterráneo. Una vez más una escalera
clave. Fin de su trayecto. Esta captura se asemejará a un parto, una salida a la luz de la realidad donde los policías sacarán al asesino, niño mimado, de su complejo materno, del oscuro metro, a través del agujero de una alcantarilla, a la luz por los "médicos-policías". Un maravilloso detalle de puesta en escena.
Lang deja en cada plano muestras de maestría y minimalismo
genial en la puesta en escena. Un ejemplo más, el momento en el que
Griffith
(
Thomas Mitchell) recibe la confirmación de la detención del asesino por parte
de
Mobley (
Dana Andrews), en ese instante manifestará con total determinación
su decisión de no ceder a nadie, como hizo con anterioridad, la información. En
ese preciso momento la cámara se alejará del personaje mostrando cierta
desaprobación, aunque se parará a poca distancia. Se respeta al personaje
pero no se aprueban todos sus comportamientos.

Acto seguido tenemos otra escena de desbordante naturalidad
en el comportamiento sigiloso de
Mitchell, que trata de avisar, insistentemente,
a un subordinado que no se entera de primeras. De igual forma corregirá sus
andares apresurados al percatarse de que podrían resultar sospechosos para
hacer las gestiones correspondientes.
Mildred (Ida Lupino) olerá en Griffith a un triunfador y se
apuntará a caballo ganador traicionando sin reparos a su amante, Loving. Ella
hará una entrevista a la chica que sufrió el ataque, descubriendo que es la
mujer de Kyne y que además le acompaña su amante, Kritzer. Todo ello lo
descubrirá en nuestra escalera predilecta, omnipresente en los descubrimientos
y situaciones más tensas.

En la redacción veremos como muchos de los personajes deben
abrir varias puertas para acceder a los distintos habitáculos, con ello se
muestra y marca a la perfección las diferencias entre los distintos
competidores, todo lo que les aleja y separa. De hecho la redacción entera, con
ese placentero sonido de las teclas de las máquinas de escribir de fondo, es un ejemplo
perfecto de manejo de la arquitectura y estilo geométrico.

El supuesto éxito de
Griffith y
Mobley se ve truncado. La
decepción de
Mobley es por partida doble, a nivel profesional y a nivel
personal, ya que
Nancy parece decidida a no volver con él. Todo este drama y la
evolución de los personajes con respecto a él tendrá su deslumbrante clímax en
la escena del bar, donde se reunirán varios de los personajes,
Mobley,
Griffith,
Nancy,
Kyne… Una escena que es puro magisterio de la dirección
cinematográfica.
Lang se mostrará solidario con
Nancy en su entrada al bar. Tras un plano frontal donde
Mobley y
Griffith se lamentan, la seguirá con un
travelling hasta el lugar que ocupará para tomar su cena. Es la honesta y pura
del grupo. En este sentido debo señalar otro sutil detalle que diferencia, dibuja y desarrolla personajes.
Nancy beberá sana leche, como veremos en esta escena, mientras que
Mildred le dará más al licor, una es rubia y otra morena, la virgen y la prostituta, la pura y la pervertida.
Mobley reflexionará, ante la atenta mirada de su chica que
escucha alejada, sobre la cruda realidad de los hechos. Ni el trabajo ni el
sacrificio parecen dar frutos (aunque se usen artimañas), en la lucha
competitiva, no reciben recompensa. Es
Kritzer, el personaje que no hizo
absolutamente nada más allá de beneficiarse a la mujer de
Kyne, el que se
llevará todo el pastel. El uso de las influencias, los chantajes y el venderse
al mejor postor encontrándose un premio sin mérito alguno son los valores que
se tienen en cuenta, por ello
Kritzer y
Mildred, que se beneficia por fortuna
del trabajo de otros, parece ser que serán los recompensados.

Ante este panorama mezquino y desolador
Mobley decidirá
irse. En el momento que lo diga en voz alta
Lang insertará un plano de
Nancy,
que no es indiferente a su amado novio. Tenemos que recordar que en el
travelling anterior
Lang se solidarizó con ella, así que el siguiente plano,
donde oiremos las circunstancias que expone
Mobley para su abandono y que la
carta de dimisión ya la tiene
Kyne, será desde el punto de vista de la chica, con
Mobley y
Griffith al final de la barra empequeñecidos. Aquí, aunque están
lejanos, marcando la distancia que separa a
Nancy de su prometido,
Lang ya
genera un vínculo de unión entre ellos, es el punto de vista de
Nancy el que
nos dirige la mirada hacia
Mobley. Se reconoce así, además, la dignidad por el
acto del personaje interpretado por
Dana Andrews.
Walter Kyne aparecerá repentinamente en el bar, justo cuando
Mobley estaba despellejándolo, se interrumpirá pero el heredero del emporio
Kyne le instará a que siga, con lo que
Mobley no tendrá piedad. En pleno
alegato
Lang hará un travelling de retroceso hasta incluir a
Nancy en el
encuadre, el mismo travelling que vimos al entrar la chica. Al hacer esto
Lang
vincula definitivamente a la pareja,
Mobley y
Nancy, que por supuesto, acto
seguido y cuando nuestro protagonista termine su discurso, se marcharán juntos
por la imprescindible escalera del bar (por la que vimos bajar a todos los
personajes, incluidos
Nancy y
Kyne en esta misma secuencia).

De alguna manera este último travelling reseñado también
marca cierta distancia hacia
Mobley, en el sentido de que, quizá producto de
ese discurso,
Walter Kyne no hará nada de lo que él pensaba. Acabará premiando
y siendo justo con el periodista de raza,
Griffith, y despedirá a su infiel
amigo,
Kritzer.
Kyne incluso mejorará el puesto que tenía
Mobley, haciéndole
director del periódico, el puesto que deja vacante
Griffith, y que éste parece
no ser capaz de rechazar. Después de todo
Mobley parece que también tenía
intereses y ante el ataque de dignidad de su jefe no rehusará ese estupendo
puesto.

En este final feliz, la recién casada parejita pasará su luna
de miel y en el último plano
Mobley usará su sombrero para tapar el
omnipresente teléfono que empieza a sonar. todo visto mediante una panorámica.
Por primera vez parece dar prioridad a su chica. Puede que a algunos les pueda
parecer en exceso complaciente o idealista el final, pero en realidad no tiene
por qué serlo. La decisión de
Kyne es coherente y perfectamente lógica.

En medio de toda esta trama de ambiciones y mezquindades,
Lang insertará buenos toques de humor que lo aliviarán todo un poco, matizando
la tremenda oscuridad de todos estos personajes.
Todo esto redime de alguna forma a Kyne, matizando también su imagen
insustancial e insignificante.
“Mientras Nueva York duerme” adapta la novela de Charles
Einstein “The Bloody Spur”.

No hace falta decir, aunque lo digo, que el descomunal reparto
está esplendoroso, incluido el psicópata
John Drew Barrymore, miembro de la
dinastía de actores
Barrymore, hijo de
John Barrymore y sobrino de
Lionel y
Ethel. Además es padre de la conocida
Drew Barrymore, la encantadora
Gertie de
“
E.T. El extraterrestre” (
Steven Spielberg, 1982) o una de los
Ángeles de
Charlie.
Dana Andrews está magnífico y con el perfecto grado de ambigüedad,
Sanders en su brillante línea,
Lupino una madura totalmente seductora,
Mitchell
espectacular, como acostumbraba, y el resto a la altura completamente.
Fritz Lang, que era un perfeccionista y trabajador obsesivo
y sumamente profesional, fue el que sugirió la idea de los mensajes dejados por
el asesino, basándose en una historia real donde el asesino pedía que se le
detuviera antes de cometer otro asesinato. Lo cierto es que salvo apuntes
Lang
no muestra una especial atención por la descripción del villano, cosa que en
absoluto es negativa.
Es alucinante la cantidad de obras maestras de este
director, esta es una más, especialmente valorada por él y de la que cuesta no
enamorarse. No puede uno parar de escribir aspectos interesantes de casi
ninguna de sus cintas.
Si aún no la habéis visto y os gusta el cine de verdad, aquí
tenéis una obra indispensable.
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