Una gran cantidad de escenas están vertebradas en tratos y
negociaciones, en muchos casos donde pende la vida de un hilo. Dentro del grupo
vimos la tensión por cómo estaba estipulado el reparto, se negociará para
aceptar el trabajo encomendado por Mapache, también para salvar a Ángel en
varias ocasiones, o entre el propio Ángel y Pike para quedarse con una caja de
armas… La escena del pago es otra buena muestra de ello.
El plano del reflejo en el agua ensangrentada antes de ver el rostro de Mapache nos anticipa, de alguna forma, la desgracia.
El idealismo de Ángel (Jaime Sánchez, que está espléndido), no evita
que mire con avaricia el dinero del pago recibido y que a él no le corresponde,
ya que renunció por la caja de armas a su pueblo. Peckinpah está a todo,
enriqueciendo a sus personajes con estos sutiles matices.
La ametralladora es otro instrumento de progreso, otro
símbolo de ese nuevo mundo que no acepta ya hombres como Pike y los suyos.
Un extraño fallo estratégico, el hecho de que Ángel vaya a
hacer la última entrega provoca que éste sea hecho prisionero por Mapache. Esto
es excesivamente previsible en una licencia de guión poco cuidada. Dutch se
verá obligado a abandonar a su suerte a Ángel, no puede hacer otra cosa sin
comprometer su vida. Ángel víctima de otra traición, la de la madre de la chica
que mató.
Los barridos son un recurso que Peckinpah usará en
ocasiones, aquí muestran la desolación y aturdimiento ante lo que pasa de
Ángel.
Enfrentamiento entre Dutch y Pike acerca de la lealtad. Pike
siente un respeto y cariño indudable por Thorton, lo justifica por dar su
palabra aunque vaya contra ellos, en cambio Dutch no ve en ello justificación.
Pike: ¡Es su palabra!
Dutch: ¡Eso no importa, lo que cuenta es a quién se le da!
La mala conciencia impulsa al grupo a intentar negociar por
el rescate de Ángel, otra negociación, pero no lo logran. La crueldad con el
joven mejicano es tremenda, lo arrastran por todo el pueblo con el automóvil
ante el jolgorio de todos, especialmente de los niños.
Sykes es herido por el grupo de Thorton y parece que
detenido por unos mejicanos.
Esta negativa los lleva a un nuevo ritual de purificación,
una “antipurificación”, con el sexo y el alcohol como protagonistas, de la misma
forma que vimos anteriormente. El grupo, de alguna manera, sabe que no hay
vuelta atrás, no pueden renunciar a su decisión. Una vez aceptan la invitación
de Mapache saben que se van a sacrificar por un ideal, por una misión
imposible, un sacrifico mítico asumido. Se dan un último homenaje antes de
asumir un destino al que se entregan ya voluntariamente. Patetismo, exotismo,
erotismo…
En estas escenas Peckinpah demuestra que además de
regodearse en la violencia es capaz de hacerlo en las miradas, su cine está
lleno de silencios y miradas significativas, como ejemplo las miradas de Pike a
la prostituta antes de irse. Ante el lloro de un niño, como no podía ser de
otra forma.
El pajarito con el que jugaba Ben Johnson acaba agonizante
en clara referencia a lo que va a acontecer. Otro uso de un animal como
metáfora, al estilo Buñuel por ejemplo, como la que vimos al inicio con los
escorpiones y las hormigas.
Otro juego de miradas magnífico, el de todos ellos aceptando
su último viaje, sonrientes incluso, sin necesidad de decirse nada.
Este paseo es otro momento eterno, el paseo hacía su
destino. Una presentación de los cuatro amigos, William Holden, Ernest
Borgnine, Ben Johnson y Warren Oates, o lo que es lo mismo, Pike, Dutch, Tector
y Lyle. Un presentación, primero cogidos desde la espalda como aquel plano
discreto y solidario con Pike que Peckinpah le dedicó tras caer por culpa del
estribo, y luego con los cuatro caminando hacia cámara, uno al lado del otro,
que ha sido imitada hasta la saciedad, por ejemplo por Tarantino. La mitología
perdida del western recuperada de otra manera. Cuatro gringos contra cientos de
mejicanos para realizar el rescate imposible de Ángel, otro mejicano. Todo ello
con redobles de tambor. La referencia a Las Termópilas no es gratuita en esta
escena final.
Cabe preguntarse por qué se sacrifican por Ángel cuando han
dejado morir, incluso han matado por estar heridos, a muchos compañeros por el
camino. ¿Qué les impulsa? La respuesta es ese carácter idealista del chico así
como el paso por su pueblo, desde ese momento el Grupo Salvaje no será el
mismo.
La pausa tras la muerte de Mapache y el impacto de la de Ángel son otros dos momentos de una lucidez magnífica.
El clímax final no puede hacer más honor a su nombre, cinco
minutos de disparos, sangre, cuerpos retorciéndose, violencia extrema,
sublimación de la lealtad, el sacrificio y la amistad, espectáculo, barbarie…
De todo, con la original forma de rodar la violencia y la acción de Peckinpah,
con sus zooms, cámaras lentas, movimientos de cámara nerviosos, un montaje
trepidante y desordenado…
Los seres ”despreciables” sacrificándose y definiendo en grado sumo la lealtad, amistad y el honor. El romanticismo, la poesía de lo imposible, tras la brutalidad.
Balas por doquier, muertes a mansalva, cuatro jabatos
acabando con centenares de soldados en un atroz canto del cisne. No hacen falta
apenas palabras.
“Pike, Pike…Pike”.
Morir junto a un amigo.
La muerte de Pike usando la ametralladora no puede ser más
simbólica, muerto al lado de ese atroz artefacto, símbolo de la modernidad
que los dejó fuera de lugar. Además será sorprendido por detrás por el niño que
miraba fascinado a su héroe Mapache, ese niño que mamó violencia y que cierra
el círculo de todos esos niños que hemos venido viendo a lo largo del metraje.
Una idea soberbia.
Los buitres no tardan en aparecer para darse su banquete, nuevo
uso de los animales por parte de Peckinpah para subrayar lo ocurrido, de igual
forma que los cazarrecompensas se lo darán con lo que puedan robar a esos
cadáveres.
El contraste sublime de esta película que supone la
desmitificación de lo anterior, al menos en apariencia, y una nueva y original
mitificación se manifiesta con la frase que dice uno de los cazarrecompensas
cuando ve el cadáver de Pike: “Ahora no es usted gran cosa, señor Pike”.
La amistad entre Thorton y Pike, ésta mantenida en la
distancia, también tendrá un cierre con ese bonito gesto de Thorton cogiendo
con respeto el revólver de ese hombre al que admiraba.
Thorton tendrá la satisfacción de oír en off, pero esta vez
no por respeto sino para lograr un mayor impacto, los disparos que matarán a
los cazarrecompensas que lo acompañaban. Sykes y otros mejicanos del pueblo de
Ángel fueron los ejecutores, con ellos Thorton alcanza su redención… Ahora toca
seguir haciendo lo de siempre. No hay desgracia que no alivien unas risas con
los amigos.
Los maravillosos planos finales son otros de los momentos
inolvidables de la cinta. Peckinpah rindiendo homenaje a esos personajes que no
sabían hacer otra cosa que robar y matar, es lo que han hecho siempre, lo único
que aprendieron, pero que fueron capaces de dejar su vida de una forma sublime,
mítica, donde la amistad y la lealtad serán su mensaje eterno. Planos que nos
los recuerdan sonrientes y alegres, y si es al son de “La golondrina” mejor.
Muy violenta y demás pero este final no puede ser más bello.
He escrito la palabra mítico varias veces con intención para
subrayar esa idea de nueva mitología que se crea, y casi se acaba, con
Peckinpah en este western. Los héroes ya no son lo que eran, los tiempos han
cambiado… pero sigue habiendo sitio para la lírica.
Una obra maestra pesimista, con lealtades traicionadas y
mantenidas, sobre la amistad, el orgullo y el honor… sobre tantas cosas… Una
obra maestra que recoge cosas de Ford, de Ray, de Hawks, de Leone... con una
violencia que vista ahora, evidentemente, no es para tanto, pero que en su día
es lógico que impactase, donde los manchurrones y salpicones de sangre
perturbarían al espectador poco acostumbrado a esos realismos, donde las cámaras
lentas que también llamaron tanto a la atención, así como los zooms, ahora
tampoco nos parecen tantos ni tan significativos, una cámara lenta de segura
influencia en Kurosawa que la usó en “Los siete samuráis” (1954), otro cineasta
que influyó en la generación de Peckinpah profundamente. Una obra maestra que
perdura y a buen seguro perdurará en la memoria de todo buen cinéfilo.
Imprescindible para cualquier seguidor del western y para el
que quiera conocer y entender la evolución del género.
Uno de los grandes western de la historia. Una de las
grandes películas de la historia.
Dedicada a Kufisto y Rústico como apoteosis final.
Joder, estoy emborrachado de calidad, de majestuosidad en la sencillez con que viven y mueren...preciosa. En mi Olimpo particular, para siempre.
ResponderEliminarUn gran abrazo y come, bebe y haz pipí a discreción, porque te has quedado a gusto, cabrito.
Jajaja menuda paliza te has dado Rústico. Me alegra que te haya gustado. Muchísimas gracias por el esfuerzo. Sobre PROMETHEUS mejor no hablamos jajajaja
ResponderEliminarA mi la escena de los niños con los alacranes, hormigas y fuego me recuerda el final de La caidad de los dioses de Visconti. Esa orgia de violencia que acaba quemando a todos.
ResponderEliminarMe ha sorprendido la continua presencia de mujeres en la pelicula: en la liga antialcoholica, la madre de Angel, las chicas de Aguaverde (le da un clavel a uno una de ellas al marcharse), la novia de Angel, la prostituta que aparece en pantalla dando el pecho a su niño, todas las que aparecen en el entierro de la novia de Angel. Me impresiono sobre todo la señora mayor de cara cobriza y arrugada..