20.000 dólares, unos 3 millones de pesetas, costó esta obra
maestra, una película de culto que consigue que todas sus dificultades y
limitaciones se conviertan en virtud.
Englobada en la “serie B”, término ya superado, por su escaso presupuesto, “El desvío” no oculta su humildad de medios con escenarios pequeños, múltiples escenas en coches, uso de transparencias y actores poco conocidos, pero tampoco oculta una fuerza, potencia visual y determinación en lo que cuenta que la acaban convirtiendo en una obra maestra de la serie B, A o Z.
Un músico decide ir a buscar a su novia a Hollywood, para lo
que hará autostop debido a su falta de medios. Por el camino de esta road movie
pesadillesca, turbadora, ambigua, ensoñada, le surgirán problemas cada vez más
extraños que parecen conducirle a un destino fatal.
Edgar G. Ulmer, discípulo de Murnau, el gran maestro del
expresionismo alemán, no disimula sus influencias y suple su falta de medios
con una fuerza visual basada en una fotografía brillantísima de contrastes muy
marcados, de claroscuros, sombras, juegos de luces y toda la estética
expresionista tan ligada al género negro.
“El desvío” se inicia con la llegada a un bar de un hombre en apariencia torturado por algo, tenso, irascible y al cual perturba una melodía que escucha, lo que le lleva a recordar la historia que le llevó a ese lugar y a esa situación. Para hacer el flashback el recurso usado es un cambio de luces, expresionista al máximo, sin ocultar su artificiosidad. Así vamos conociendo la historia y a un personaje que es sumamente pasivo, pesimista, falto de iniciativa, influenciable, gris… En el primer plano de Tom Neal tocando el piano en el bar me recordó a Kurt Russell. El personaje dice añorar esa época antes de introducirnos en el flashback, pero conforme vemos el mismo las sensaciones no se corresponden con las que él tenía en aquel tiempo. Esto resulta ambiguo ya que puede deberse a una reinterpretación del personaje de la realidad o, simplemente, esa añoranza sea producto de ver cómo ha empeorado su situación desde entonces.
Posteriormente, la voz en off elogia su trabajo y llega a calificar su situación como “trabajar en el cielo” al compartir trabajo con Sue (Claudia Drake), su novia, pero en contraste, cuando toman la palabra los personajes del flashback, su espíritu no es el mismo: su novia le dice que no se amargue y él dice que no tiene esperanza de algo mejor, saliendo del local con la frase “salgamos de esta jaula”. Ante la noticia de que su novia se va a Hollywood, Al, el protagonista, se siente decepcionado y se pierde en la niebla en un plano sumamente metafórico, alimentando esa estética onírica, como si fuera ensoñada.
El hecho de que todo esté contado desde el punto de vista del protagonista,
punto de vista que se respeta con gran rigor, y el mismo reconocimiento de
posible manipulación, precisamente por esa circunstancia, del relato que se nos
cuenta, dota a la historia de una ambigüedad extraordinaria, no sabiendo si lo
que se nos cuenta es verdadero o inventado.
Vemos una conversación entre Sue, que ya se fue a Hollywood,
y Al, que se quedó en Nueva York. En ella sólo vemos hablar a Al y tan solo se
nos inserta un plano de Sue al otro lado del teléfono, pero donde no dice nada.
Tras esto, Al se pone en marcha para ir a Hollywood haciendo autostop. Es
recogido por un dicharachero conductor que dice ser corredor de apuestas, que le
habla de una chica que le arañó en la mano cuando la recogió también haciendo autostop
y que, posteriormente, la bajó del coche al no aceptar sus proposiciones.
Después de comer, Al conduce un rato pero se ve obligado a parar cuando comienza a llover para poner la capota al coche. Mientras está haciéndolo se da cuenta de que su acompañante no estaba dormido sino muerto. Se hace pasar por él justificando todos sus actos exponiendo que no podía hacer otra cosa y la sensación de extrañeza y ambigüedad va aumentando por momentos. No sabemos qué ha pasado, si la muerte fue natural como nos cuenta o ha sido un homicidio. En el viaje, cuando aún no sabe que su acompañante ha muerto, Al sueña con el éxito de Sue. A partir de aquí se producen un cúmulo de coincidencias difíciles de creer, como el propio protagonista dice, y es que resulta que tiene cierto parecido con el muerto, lo que hace que no le reconozcan a simple vista, para acabar recogiendo a la chica que su acompañante había subido a su coche con anterioridad, la chica que le produjo los arañazos.
Vera (Ann Savage), la chica que recoge, es lo opuesto a él: dominante, decidida, agresiva, la femme fatale de la película. Vera se duerme
en el coche, y ahí tenemos un plano realmente escalofriante, por su minimalismo
y sencillez, en esos ojos que se abren de la chica para observar como Al la
estaba mirando justo antes de reconocerle, de descubrir que él no es el que dice
ser ya que fue a ella a la que montó en su coche. Este hecho provoca que Al se
vea sometido a un chantaje del que nunca parece poder salir. Ambos planean deshacerse del coche y conseguir un
dinero que les vendría bien para luego irse cada uno por su lado, pero todo
parece destinado a que eso no suceda. Vera se insinúa varias veces a Al y éste
la rechaza. Los elementos eróticos de la novela se han eliminado.
Una noticia en el periódico y la dificultad para deshacerse del coche vuelven a impedir que la pareja se separe. La noticia no es otra que al estar el padre de Haskell (el conductor muerto interpretado por Edmund MacDonald), a punto de morir se estaba buscando a su hijo, lo cual podría suponer grandes beneficios para la pareja si Al se hacía pasar por él, ya que como Haskell hacía mucho tiempo que desapareció nadie le reconocería. Al se niega, y esta disparidad de pareceres desemboca en la muerte accidental de Vera, ya que al intentar cortar el cable del teléfono Al la estrangula sin querer. El apartamento en el que se alojan es diminuto, opresivo y subraya esa sensación de pesadilla, de ensoñación, de irrealidad que se acentúa aún más en la escena del asesinato involuntario con los sucesivos enfoques y desenfoques en varios objetos de la habitación en el travelling que vemos posterior a la muerte. Además el cadáver nos es mostrado a través de un espejo.
En la conclusión siempre quedará la ambigüedad de si todo lo que se nos ha contado es verdadero, producto de un autoengaño o simplemente de un engaño a nosotros. Es llamativo que la voz over hable de un futuro hipotético que vemos suceder en ese mismo momento (el plano final).
Así tenemos dos opciones: o un caso de fatalidad del destino que se ceba con el pobre Al o una invención para no asumir sus culpas, culpas que pueden ir desde la muerte de las personas que vemos en la película hasta la de su propia novia…
Aprovecho la generosidad del anfitrión para colgar una entrevistilla a mi hermano. Se trata de una revista digital argentina. No es tan larga como las de Jot Down, pero está interesante. La excusa es que aparece un enlace al corto que rodó hace ya unos años. :)
ResponderEliminarhttp://www.pisotrece.com.ar/index.php/entrevistas/287-entrevista-juan-gonzalez-mesa
Creo que estruvisteis hablando estos días de 'Eva al desnudo'. Fallece Celeste Holm a los 95 años.
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/elmundo/2012/07/15/cultura/1342378938.html
muchas gracias Osiris, veré la entrevista ahora mismo.
ResponderEliminarSí, terminé la crítica de EVA AL DESNUDO el otro día, mira por donde, parezco gafe, acabé la de GRUPO SALVAJE y murió Ernest Borgnine...
Así de un vistazo, he repasado una película que me gustó bastante.
ResponderEliminarUna película fatal, turbadora, otra vez fatal, más turbadora,....
fatalidad también la de Tom Neal)
Molartes, me alegra que le guste la película, una joya, sin duda.
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