
La escena inicial marca el tono de la película, una pareja de ladrones intenta robar un coche pero su chapucero proceder y su incompetencia dará al traste con sus propósitos.
Una banda de ladrones de medio pelo planea un golpe, que en teoría les hará ricos, a las oficinas del Monte de Piedad. En principio nada podría fallar aunque su incompetencia no deja de ser un obstáculo, a pesar de todo contarán con la ayuda de un ladrón retirado.
“Rufufú” es un ejemplo de lo grande que puede llegar a ser la comedia, compleja y tratando con aparente ligereza los más variados y difíciles temas. Aquí se hace un retrato social sin complejos y a la vez con una mirada entrañable hacia esos personajes que vagan por la ciudad buscándose la vida, delinquiendo por vocación, no hay el más mínimo remilgo en mostrar su miseria moral pero tampoco en humanizarles y ver sus aspectos más entrañables. En definitiva personajes bien construidos, humanos. Estos personajes son auténticos pillos, algo que aquí nos pilla muy de cerca gracias a nuestra tradición picaresca, y dedican su vida al trapicheo y el engaño, pero por vocación y por ganarse la vida, ya que decididamente no están dispuestos a ganársela de forma honrada, aunque pudieran. Espíritus libres. No existen límites con respecto a las víctimas de sus habilidades, la lealtad no es un valor que consideren en lo más mínimo, lo primero es el propio beneficio, y sus relaciones las guiarán esos beneficios que puedan obtener.



El personaje de Capannelle (Carlo Pisacane), es, sin duda, el más fiel, hizo de “primo” en tres ocasiones y siempre está dispuesto a prestar su ayuda. Mario es un joven con cierto aire romántico que se enamora de Carmelina y que tiene una relación fraternal con unas trabajadoras que le cuidaron en el orfanato, que son como sus madres. Un chaval de buen corazón dedicado a robar objetos por los que le pagan en el contrabando. Ferribotte es estricto y de la vieja escuela. Tiberio (Marcello Mastroianni), es un padre responsable y algo calzonazos, miedoso e indeciso, un personaje muy divertido realmente. La miseria en la que viven y sus trapicheos son mostrados con naturalidad y con gran profusión de detalles y matices (las dificultades de Mastroianni en el cuidado de su hijo, el robo de carricoches de niños o de paraguas, los decorados en las casas, con ropas tendidas en cualquier lado, un fotógrafo que tiene que vender su cámara, el final donde la decepción del atraco frustrado se desvanece ante un buen potaje…).

Mario Monicelli, el director, se vale de la parodia de las películas de robos, de la cual “Rififí” es uno de sus principales referentes, para crear un fresco social repleto de personajes entrañables, divertidos y sin vergüenzas. Todo está cuidado al detalle, con una puesta en escena, como comenté antes, muy detallista, un montaje que acentúa los gags, todos ellos excelentes, y unas interpretaciones en estado de gracia, un humor que combina la ironía con el absurdo y la crítica social de manera natural y fresca. La cámara se mueve con soltura y los exteriores son mostrados también con detallismo, siempre zonas pobres, los barrios más bajos y los sitios más abandonados, el caldo de cultivo, supuestamente, para el robo y el pillaje.




Tal es la cantidad de gags memorables que casi se siente uno mal por no mencionarlos todos, como las escenas de Cósimo, todas ellas, una vez ha salido de la cárcel, son tronchantes, incluida, o en especial, la de su muerte. O esa escena en el funeral donde los personajes dicen todas las frases tópicas que nos podamos imaginar y unos diálogos absolutamente memorables, como esa réplica en la que sabiendo que Cosimo ha muerto atropellado por un tranvía, el personaje de Capannelle dice “pobre, hace tiempo que se encontraba mal”.
Más ejemplos de la mezcla de humor costumbrista, ciertos toques de esperpento y retrato social lo tenemos en la escena de Tiberio (Mastroianni) en la cárcel dejando a su hijo con la madre. Por no mencionar la memorable escena final con el robo de un potaje cuando el golpe resultó un fracaso. Impagable. Como lo es ver a Marcello Mastroianni con su brazo escayolado.
Mario se redime al abandonar el robo por amor. Ferribotte lo acepta. Antecedentes de la escena final, el desastroso robo sin desperdicio, imprescindible.
De ahí llegamos al epílogo mencionado al comienzo de este análisis y la memorable frase que dice Capannele a Peppe: “No seas loco que te van a hacer trabajar”. No se puede con menos destrozar unos postulados que tanto daño han hecho.
El director Mario Monicelli nos regala una incuestionable obra maestra de la comedia de la que también es guionista, sin el más mínimo altibajo y de una inteligencia y precisión, en lo que pretende, francamente sobresalientes. Su obra maestra sin lugar a dudas.
Una película que mezclando neorrealismo, comedia típicamente italiana, capacidad para parodiar películas y géneros de prestigio y el humor latino, realiza una serie de reflexiones sobre la naturaleza humana y su capacidad de supervivencia francamente notables, sobre su individualidad y capacidad para lo bueno y lo malo, un conocimiento, en definitiva, preclaro, como en toda gran obra, del ser humano, que en las peores circunstancias es capaz de lo mejor y en las mejores capaz de lo peor.
Mr Sambo, muchísimas gracias por tu dedicatoria.
ResponderEliminarCiertamente es una de mis pelis de cualquier género, más querida y que he visto infinidad de veces.
Gracias de nuevo y un abrazo.
No hay de qué, siempre la habías mencionado. Un placer. Un abrazo.
ResponderEliminarFeliz despedida de año, cambio de año y año entrante a los lectores de este blog y muy en particular a su hacedor, un fenómeno en forma y contenido.
ResponderEliminarChin-chin, a la manera de William Powell y Myrna Loy.
Muchas gracias Percival, Feliz Navidad y entrada y salida de año para ti también. Para el blog y su hacedor es un honor que participes, leas y comentes en él. Eres un grande. Un abrazo.
ResponderEliminarthanks you 4 information sir
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