Viajando en el tiempo.
“Regreso al futuro”, toda la trilogía, pero especialmente la
primera, es el referente absoluto de las películas sobre viajes en el tiempo.
En el caso de esta película que nos ocupa, la primera, en su vertiente más
sencilla, con una sola línea temporal, donde todo lo que se cambie en el pasado
tendrá influencia directa en el futuro y el presente que conocieron los
protagonistas, cambiándolos en consecuencia.
En “Regreso al futuro” hay una concepción reflexiva y
moralizadora, redentora, una idea que interesa mucho más que las cuestiones
científicas y las paradojas temporales que puedan sacarse de la propuesta.
El cine, como el teatro o la literatura, la dramaturgia, son
artes que pueden viajar en el tiempo desde cualquier época. El cine además
tiene la cualidad de poder plasmar universos enteros ya inexistentes, hacerlos
revivir para mostrárnoslos, para que volvamos a sentirlos y vivirlos. Permiten visitar y recrear tiempos que ninguno vivimos, permiten que nos sumerjamos en
la época de los dinosaurios, en la prehistoria, en la antigua Roma, en la Edad
Media, en la época victoriana... que vivamos sus costumbres, que apreciemos sus
construcciones, sus vestuarios, que todo se visualice ante nuestros ojos
mientras se nos cuenta una historia. El cine es lo más parecido a una máquina
del tiempo.
Todas las artes han viajado en el tiempo o han recurrido a
la idea de viaje en el tiempo, de manera directa o indirecta. Entronca con esa
fascinación que logra el cine, la dramaturgia: crear y visitar mundos pasados,
incluso futuros posibles… Muchos autores clásicos como Isaac Asimov con “El
fin de la eternidad”, Jorge
Luis Borges en varios relatos, Charles Dickens en “Cuento
de Navidad”, Mark Tawin con
“Un yanqui en la corte del Rey Arturo”
o, como no, H. G. Wells y
“La máquina del tiempo” han
jugado con esa idea. Y es que a todo amante de la ciencia ficción suelen
apasionarle los relatos sobre viajes en el tiempo, incluso a los que no son
amantes.
El cine no podía ser menos. Innumerables películas han
recurrido a la idea del viaje en el tiempo para sus tramas, honrando la
imaginación de H.G Wells.
Las películas que pretenden un enfoque más científico, jugando con las paradojas temporales o los universos alternativos, menos centradas en lo humano en ocasiones. El fascinante mediometraje “El muelle” (Chris Marker, 1962), que inspiró “12 monos”. “Terminator” (James Cameron, 1984) y “Terminator 2” (James Cameron, 1992), así como el resto de la saga, que ya tiene cinco títulos. La primera secuela de “Regreso al futuro”, realizada en 1989, que juega más con las paradojas temporales y los universos paralelos y alernativos. La irónica “12 monos” (Terry Gilliam, 1995), donde nuestra desesperada lucha por corregir o evitar errores en realidad los acaba provocando, donde nuestros sueños premonitorios en realidad son recordatorios (o una advertencia contra nosotros mismos), donde nuestra falta de discernimiento para diferenciar la verdad nos acaba condenando. “Paycheck” (John Woo, 2003). La compleja “Primer” (Shane Carruth, 2004). “El efecto mariposa” (Eric Bress y J. Mackye Gruber, 2004). “Déjà vu” (Tony Scott, 2006). “Los cronocrímenes” (Nacho Vigalondo, 2007). La sugestiva e intrigante “Donnie Darko” (Richard Kelly, 2001). “Código fuente” (Duncan Jones, 2011). “A thousand kisses deep” (Dana Lustig, 2011), en una historia que reflexiona sobre la obsesión y el destino. “Looper” (Rian Johnson, 2012). “Predestination” (Michael Spierig y Peter Spierig, 2014), posiblemente la película más bizarra sobre la idea de los viajes en el tiempo. “Interstellar” (Christopher Nolan, 2014).
Las hay que siendo sobre viajes en el tiempo, dentro de la
trama, no lo son en sí mismas, sino ensoñaciones, sueños o imaginaciones de los
personajes, o un recurso mágico. “Escándalos romanos” (Frank Tuttle, 1933)
iría en esa onda, un sueño que lleva al protagonista a la antigua Roma.
“¿Adónde vamos ahora?” (Gregory Ratoff y George Seaton, 1945), un sinsentido
con genio de la lámpara incluido. “Un yanqui en la corte del rey Arturo” (Tay
Garnett, 1949). La curiosa “Viaje a la prehistoria” (Karel Zeman y Fred Ladd,
1955). “En algún lugar del tiempo” (Jeannot Szward, 1980), con un viaje
hipnótico y romántico al pasado. “Midnight in Paris” (Woody Allen, 2011)…
Incluso alguna de la saga de Harry Potter también juega con
este tema. Series como la clásica “El
túnel del tiempo”, las distintas que se han hecho sobre el “Doctor Who”, tanto en cine como en televisión... En “Mitfist” también se ha
tocado el tema, en “Lost”, de
hecho J.J. Abrams es
muy fan de este tema (“Fringe”)…
Así como en infinidad de series de todo tipo. "El ministerio del tiempo" es un notable ejemplo entre nuestras series.
Las historias de viajes en el tiempo sirven, a través del
contraste, para valorar las ventajas que tenemos actualmente y echar de menos
conceptos e ideas que parecen perdidas, para advertirnos de los peligros en los
que podemos caer si elegimos mal, para desarrollar toda una reflexión
metafísica sobre la importancia del pasado, de los actos del presente, de lo
importante que es cada momento, así como ofrecer un paseo completo por toda la
cultura, la mítica, la idiosincrasia (americana en el caso que nos ocupa) más
pura y genuina en épocas de esplendor o decadencia; como reflexiones filosóficas sobre el tiempo
con aires románticos, valorar también el presente o reivindicar las segundas
oportunidades… En definitiva, para multitud de ideas, a menudo interesantes y
sugerentes.
Ciencia ficción.
La ciencia ficción tiene mucha presencia en “Regreso al
futuro”, pero no porque la película se englobe en el género simplemente, sino
porque actúa de manera referencial y se juega con la evolución y sentido que ha
tenido la misma con el paso del tiempo, esos años que abarca la película.
Ver a Marty McFly llegar al pasado con ese coche tan
particular, que perfectamente puede ser visto como una especie de nave espacial
por los de 1955, desde el futuro y con un traje anti-radiactivo, que bien
parece el de un astronauta, del cual vemos como el casco le cae en la cabeza a
Marty mientras intenta evitar espantapájaros y graneros al cambiar
repentinamente de escenario (los citados terrenos del viejo Peabody), gritando
atemorizado, supone un impacto increíble que sólo puede llevar a una mala
interpretación… Una ciencia ficción que estaba en boga en esos años 50, donde
se usaba el género como uno de los más lúdicos entretenimientos o para lanzar
mensajes soterrados contra la amenaza nuclear o comunista.
El espantapájaros que nos recibe en el pasado, nada más
llegar, nos remite a “El Mago de Oz”. Otro brillante referente usado de forma
magistral.
La familia de granjeros que lo ven, sólo pueden
interpretarlo como un ser llegado del espacio, sobre todo cuando el niño saca
un tebeo de ciencia ficción (creado expresamente para la película), de nuevo
presente, “Cuentos del espacio”, con una portada donde la nave y su tripulante
son calcados al Delorean y Marty con su traje…
“Parece un avión… sin alas”. “Se ha mutado en forma humana.
¡Dispárale!”
“¡Toma, mutante hijo de puta!” “¡Mi pino! ¡Lo ha destrozado!
¡Maldito cerdo espacial! ¡Acabaré contigo!”
La gran escena con la ciencia ficción como protagonista de
forma metalingüística, la tenemos con el shock que Marty pretende provocar en
su padre mientras está dormido. George dirá: “… y ni tú ni nadie de este
planeta me hará cambiar de parecer”… Con esa frase y el conocimiento adquirido,
la afición de George a las historias de ciencia ficción, Marty tendrá una
brillante idea. Se colocará su traje anti-radiación y pondrá unos auriculares
en los oídos de su padre dormido...
Una suave panorámica nos enseña la mesilla de George, un
reloj que marca la 1:20 pasadas, más o menos la misma hora a la que Marty llegó
a 1955; unos tebeos de ciencia ficción y el silencio. Cuando Marty apriete el
“play” de su walkman y un riff de Eddie Van Halen atruene en los oídos de
George, el impacto está logrado. Marty mencionará en un divertidísimo popurrí a
Darth Vader, Vulcano, y hará el saludo trekkie (saludo Vulcano)…
En un cine vemos anunciada “The Atomic Kid” (Leslie H.
Martinson, 1954), una desconocida comedia de ciencia ficción.
Hay más referencias culturales, musicales, cinematográficas
o televisivas. Oiremos el Mr. Sandman; veremos anunciada la película “La reina de
Montana” (Allan Dwan, 1954), interpretada por Ronald Reagan, que volverá a
aparecer en un estupendo diálogo, y Barbara Stanwyck. Más sobre música: “La
balada de Davy Crockett”, Patti Page, Nat King Cole, Eydie y su “Eydie in
Dixieland”, aunque según parece al menos el álbum fue publicado en 1959… Es uno
de los muchos pequeños anacronismos que tiene la película (objetos o palabras
que son utilizados en la película, 1955, pero que se fabricaron o usaron
posteriormente a esa fecha).
“¿Ronald Reagan? ¿El actor? ¡JA! ¿Y quién es el
vicepresidente, Jerry Lewis? Supongo que Jane Wyman es la primera dama. Y John
Wayne es el secretario de defensa…”
En la habitación de Lorraine en 1955 hay fotos de actores de
la época, la típica habitación de una joven. James Dean, Gary Cooper…
Ualaaaa!! Menuda documentacionnnnn!!
ResponderEliminarEs de tesis doctoral!!!
Gracias!!
Bss
Jajajajaja las hay menos completas, creo.
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