Zemeckis a lo Hitchcock.
Robert Zemeckis es uno de los mejores realizadores modernos.
Un director que maneja el encuadre y la puesta en escena como pocos, que sabe
colocar la cámara en el mejor sitio posible, algo que sólo logran los grandes
talentos. Nunca ha buscado ser un autor, aunque tiene interesantes constantes
en su obra, pero sí un artesano excelso.
Esa brillantez técnica lo entronca con el gran realizador de
todos los tiempos, Alfred Hitchcock, al que homenajea cada vez que puede, aun
sin ser un cineasta de género. Zemeckis se ha prodigado en muchos y variados
géneros, desde la ciencia ficción al drama, pasando por el thriller o las
aventuras… pero en todo momento se aprecia un gusto por el suspense y el punto
de vista que nos remite al maestro inglés inequívocamente.
Son innumerables los detalles de puesta en escena, técnicos,
que nos remiten a Hitchcock en la película (qué decir de la filmografía, donde
en “Lo que la verdad esconde” (2000) rindió un sentido y notable homenaje al
cine del maestro), pero no sólo se centran en el aspecto técnico sus homenajes
hitchcockianos, también en sus ideas, sexualidad y humor soterrados, aunque
mucho más ligeros y menos oscuros y perturbadores que los del genio inglés.
-El primer ejemplo hitchcockiano de puesta en escena que nos
deja la película es la primera secuencia, una genialidad de plano inicial que
nos recuerda al de “La ventana indiscreta" (Alfred Hitchcock, 1954), cuando el maestro
hace pasear la cámara por la estancia de James Stewart, mostrándonos unas fotos
y su estado, describiendo con ese sencillo recurso, en silencio, lo que le ha
ocurrido al personaje, su profesión y rasgos de su carácter… Sencillamente
magistral.
Zemeckis hace aquí lo mismo. Unos movimientos de cámara que
vagan por la estancia, el laboratorio de Doc, y nos describen el recinto, la
dedicación del propio Doc, su excentricidad, su trabajo e, incluso, insinúa sus
investigaciones recientes con ese plutonio y esos relojes por todas partes;
acto seguido nos describe al protagonista, Marty, entrando allí, sin mostrar su
rostro, su carácter intrépido, travieso, juguetón y… rockero. Una maravilla.
“¡Es un voyeur!”. Sexo, hormonas y prismáticos.
-Un aspecto que entronca de manera inequívoca con Hitchcock
es el morbo y sexo soterrado, mucho más infantil y menos oscuro que en el
maestro británico, pero presente. Supone uno de los hallazgos y detalles
maestros de la película.
Son muchos detalles, no ya por esa insinuada relación
incestuosa entre madre e hijo, sino, por ejemplo, en esa lasciva mirada que
Marty lanza al pelo de Jennifer cuando ésta le está poniendo el número de
teléfono de la casa de su abuela en la octavilla que le acaban de dar. También
esa mirada de nuestro protagonista a esas chicas que se cruzan con él nada más
salir de su audición, vestidas con leggins y preparadas para el gimnasio,
delante de su novia, que no se lo toma mal…
-Toda la historia de atracción sexual entre la joven madre y
su hijo es absolutamente memorable. La lasciva mirada, deseosa de lanzarse a la
boca de Marty, de Lorraine en cada escena juntos resulta tan transgresora como
lúcida. Dejarle en calzoncillos, sentarse con él en su cama, meterle mano bajo
la mesa y proponerle pasar la noche en su casa debido al accidente con oscuras
intenciones… son detalles que no tienen precio. Es lo que hubiera hecho
Hitchcock de haberla dirigido, seguro.
“Mamá” “Pues ahora vuelves a estar a salvo en 1955”. “Si,
pero estás…estás tan… tan… delgada”. “Levis Strauss. Seguro que te llaman Lev”.
“Esto es más grave de lo que pensaba, creo que tu madre se
siente amorosamente atraída por ti y no por tu padre”.
El primer encuentro madre e hijo en 1955 será con Lorraine
actuando como madre, cuidando al accidentado Marty, por el cual comenzará a
sentir una atracción irrefrenable, tanto que incluso le ha desnudado y dejado
en calzoncillos.
Esta escena es algo tramposa en la versión doblada, ya que
el tono de voz de Lorraine cambia a mitad de la misma, pasando del tono más grave
y maternal con la luz apagada, insinuando que lo que vimos pudo ser una
ensoñación, ya que Marty aparece durmiendo en varias ocasiones, para
convertirse en más aguda una vez se hace la luz. Una simpática escena
ambiguo-onírica.
El rápido enamoramiento de Lorraine es comprensible y está
justificado por la época. Además hay que recordar que ella se enamoró de George
en las mismas circunstancias, por tanto… Creíble.
Una Lorraine que ignorará al pobre George mientras va
quedando cada vez más prendada de ese misterioso chico del futuro, que la
defiende de matones como Biff y hace virguerías con el monopatín, que él mismo
acaba de “inventar” allí mismo ante todos.
Marty no defiende a una chica cualquiera, está defendiendo a
su madre, pero ella lo entiende, lógicamente, de otro modo. Es de reseñar que
las palabras de Biff son tremendamente insultantes para Lorraine.
Lorraine valorará dos cosas algo contradictorias en Marty
cuando se le declara, le pide ir con ella al baile. Una, el carácter
vulnerable, que es lo que le atrajo en su momento de George y también del
propio Marty en un principio. La segunda, la valentía para dar la cara, que le
fascinó al verle enfrentarse a Biff.
Marty subestima a su madre, creerá que propasándose con ella
provocará una reacción, pero será ella la que se abalance sobre él.
-La escena en el coche, aparcados antes de entrar en el
baile, es una de las escenas de amor, ambigüedad moral, fetichismo y morbo
adolescente y transgresor más brillantes del cine mainstream de todos los
tiempos. Tan divertida como provocativa.
Las caras de perturbada sorpresa y estupor de Marty,
absolutamente superado por la situación y las impactantes revelaciones,
entendiendo que su madre también fue joven y tuvo las hormonas a todo tren, sus
incontenibles miradas al escote de Lorraine (Lea Thompson), la lascivia
incontrolada de ella abalanzándose sobre su hijo y besándolo… son momentos impagables.
Una secuencia con una puesta en escena de una sutileza y
perversión tan fresca, natural y divertida, que se digiere como si nada, sin el
menor atisbo de malicia. Ni ofende ni perturba, sólo divierte.
-Lorraine: Algo no va bien… Yo no sé que es, pero al besarte
ha sido como si besara… a mi hermano. Supongo que no tiene sentido, ¿verdad?
-En los aspectos técnicos, el uso del montaje y los segundos
planos, de los encuadres, que analizo en los rasgos estilísticos, son
profundamente hitchcockianos, pero habrá determinadas secuencias donde el uso
del punto de vista entronca de lleno con el maestro inglés e incluso Brian De
Palma.
Humor.
El humor se vertebra básicamente, o tiene su fundamento más
importante, en el conflicto y el impacto del futuro, representado por Marty, en
el pasado, los años 50. Un tronchante impacto.
No sólo radica aquí la brillantez: El suspense cómico, la
frescura de las peripecias, los diálogos y gags visuales… están igualmente
inspirados, convirtiendo también a “Regreso al futuro” en una magistral
comedia.
Es un humor tan moderno, tan clásico, tan conseguido y
brillante, que provoca las mismas risas ahora que el día de su estreno y que
seguirá provocándolas dentro de otros 30 años. Todas las bromas y todos los
recursos funcionan.
-La relación y bromas sexuales entre madre e hijo, los diálogos,
los gestos, las situaciones, son realmente encantadoras y muy divertidas. La
primera escena entre ambos, en la habitación de Lorraine y con Marty en calzoncillos
nada más recobrar la consciencia, es impagable. Una madre muy lasciva en su
juventud.
-La apurada cara de George cuando se le pregunta por lo que
hacía en medio de la calle el día que fue atropellado es tronchante.
-Ese momento antes del viaje en el tiempo donde Marty se
aleja instintivamente de Doc y de la trayectoria del coche antes de que este
comience su carrera, recriminado sin palabras por la entusiasta mirada del científico…
Son esos detalles que hacen de esta película una de las más frescas de la
historia del cine. Lo que sí es cierto es que el riesgo es bastante absurdo,
ponerse enfrente del coche que se acerca a 140 kilómetros por hora no era
necesario.
-El trabajo físico de Michael J. Fox es sencillamente
esplendoroso. Su postura al dormir, sus continuas caídas y golpes, que
seguramente inspiraron a “Chicho Terremoto” y tantos otros (o al revés), sus gestos
en los momentos de apuro, redondean una interpretación cómica de primer orden.
Deja momentos de comedia de una hilaridad inolvidable.
Se tropezará por dos veces en el granero nada más llegar al
pasado; la caída de la cama en la habitación de su madre es memorable, y luego
se volverá a caer al intentar ponerse los pantalones; en la escena final tiene
una de las caídas más divertidas, de la nada al ver a sus “nuevos” padres y su
look… Calcado a los dibujos orientales…
-Un humor sublime que toca todos los puntos. Gags físicos,
diálogos delirantes, sutilezas, ironías y surrealismo. No se me ocurre nada
mejor que un grupo terrorista de nacionalistas libios buscando su plutonio para
forzar la apresurada salida de Marty McFly hacia el pasado…
-El plano donde se ve aparecer a Marty desde el perfil de su
padre en 1955, reconociéndolo, es realmente descacharrante.
-La cena en casa de sus abuelos deja otros detalles de un
humor sutil maravilloso. Esa anonadada mirada a todos los comensales, en
silencio, esos familiares rejuvenecidos que hacen sentir a Marty como en un
cuento de Kafka. Mención especial para cuando su abuela le dice lo familiar que
le resulta, preguntándole si conoce a su madre…“Sí, es posible que
sí”-responde, mirando de reojo a su joven madre.
Esto llega a su momento sublime cuando Lorraine mete mano a
Marty bajo la mesa. Es magnífico. La reacción de Marty, casi entrando en
pánico, al oír a su madre pedir a sus padres que se quede a dormir en su
habitación es graciosísima. La enamorada mirada de Lorraine al marcharse su
hijo lo dice todo.
“Todos han sido fantásticos. Les veré más tarde… mucho más
tarde”.
“¡Un estudio de televisión portátil! No me extraña que tu
presidente sea un actor. Debe dar bien en televisión”.
-Tan hilarante o más resulta el momento en el que Doc
escucha la cantidad de energía necesaria para hacer funcionar la máquina del
tiempo… con los dos corriendo sin sentido por el garaje…
-Doc: ¡1, 21 gigovatios!
-Doc disculpándose con Marty tras mostrarnos su impecable y
asombrosa maqueta de la plaza donde caerá el rayo… por no haberla pintado…
Todas las bromas son de un ingenio inusitado.
El laboratorio está impecablemente mostrado en plano
general, como impecable es la descripción y explicación del plan que llevarán a
cabo, con planos generales y planos detalle e insertos en los momentos
necesarios… Es evidente que el coche de juguete no iba a viajar al futuro… lo
digo porque quedan algo decepcionados…
Llega el momento de viajar en el tiempo. Marty llegará
puntual, a la 1 y 16 minutos, para presentarnos al resto de personajes, como el
perro Einstein, que es en sí mismo un homenaje a la perra Laika, ya que será el
primer viajero en el tiempo: “Buen viaje, Einstein”.
Pero sobre todo tendremos la presentación de “El Delorean”
con sus puertas que se abren hacia arriba y su matrícula “OUTATIME”, que se ha
convertido por derecho propio en la máquina del tiempo por antonomasia. Un
megacoche teledirigido. “¿Tienes eso conectado al coche?”
Por supuesto también tendremos la presentación de uno de los
grandes personajes del cine de los 80. El doctor Emmett Brown, “Doc”. Él es el
paradigma del científico loco. Mezcla de Albert Einstein y el director de
orquesta Leopold Stokowski. Es su presentación visual, porque ya le oímos
hablar por teléfono.
Estamos a 26 de octubre de 1985. Y son la 1:18 de la
madrugada. A la 1:20 tendremos al primer viajero en el tiempo. Un perro.
“Si mis cálculos son correctos, cuando esa belleza llegue a
140 kilómetros por hora… vas a ver algo acojonante”.
-Marty: Entonces, ¿dónde demonios están?
-Doc: La pregunta apropiada es: ¿cuándo demonios están?
“Lo he enviado al futuro”.
-Marty: Un momento. Un momento, Doc. Oye, ¿me estás diciendo
que has construido una máquina del tiempo… con un Delorean?
-Doc: Yo creo que si vas a construir una máquina del tiempo
en un coche ¡por qué no hacerlo con clase!
Un viaje en el tiempo de un minuto para un perro que resulta
un éxito, como demostrará el cronómetro que llevaba Einstein, retrasado un
minuto.
Doc nos explicará el funcionamiento del coche-máquina del
tiempo. “Los circuitos de tiempo”, los visores que indican dónde vas, dónde
estás y dónde has estado… Las múltiples posibilidades (ver la firma de la
Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 o el nacimiento de Cristo
el 25 de diciembre del año 0…). Incluso el 5 de noviembre de 1955, que introducirá Doc en el visor rememorando el día que inventó el viaje en el tiempo, un truco de guión
magistral para insertar de forma natural la fecha -coincidencias aparte con
todo lo que nos han estado contando-. Una idea que le surgió al golpearse con
un lavabo mientras colocaba un reloj (brillante detalle de guión de nuevo) en
el baño. Es ahí cuando se le ocurrió la idea del “Condensador de Fluzo”, que en
realidad es de “Flujo”.
“Ese fue el día que inventé el viaje en el tiempo”.
Ambos actores están sublimes en sus respectivos roles.
Fijaos en un detalle en esta escena. El susto de ambos cuando cae la barra de
plutonio en el interior del coche, recargándolo para un nuevo viaje. Ni
siquiera se les ve los rostros, pero su reacción es natural.
La llegada de los terroristas obliga a Marty a huir, tras el
impacto de ver morir a Doc (impacto remediable al tener una máquina del
tiempo), y como la fecha señalada fue la que colocó Doc recordando el día que
inventó el viaje en el tiempo… allí irá.
Los libios son un desastre y Marty será afortunado, ya que
una ametralladora de uno de los terroristas se encasquillará cuando lo tenía a
su merced. Eso sí, se nota el doble que conduce el coche por Marty.
El momento del viaje en el tiempo de Marty en cuestión es
hilarante una vez más. Los libios sacando hasta un bazuca y Zemeckis recalcando
en pequeños planos la fecha a la que va a viajar nuestro protagonista al
acelerar. Queda claro además que no podrá volver inmediatamente porque ya no
hay plutonio…
Posteriormente, en 1955, Doc marcará la regla esencial de
comportamiento de Marty allí: No debe inmiscuirse en el pasado porque
repercutiría en el futuro… Pero para su desgracia ya lo hizo… Si sus padres no
se conocen, y Marty lo impidió al salvar a George de ser atropellado, ni él ni
sus hermanos nacerán.
Entusiasmada!!!! Como conozco bien la peli, q he visto tantas veces, saborearla minuciosamente está resultando un placer!!!
ResponderEliminarMil gracias!!
Bss
Cuánto me alegra! Hay trabajo detrás jejeje.
EliminarBesos!
El detalle de que tiene que ser un De Lorean porque es de acero inoxidable y produjo la dispersión del fluzo ,simplemente convincente.
ResponderEliminarEn esto no sabría decirte!
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