Todos los amantes del celuloide y del thriller, del cine
negro, tienen cariño a ese subgénero que es el cine de robos. Y deben tenerlo,
porque son numerosas las obras maestras que nos ha regalado y más numerosos aún
los títulos que cuanto menos son entretenidos.
Siempre es un aliciente ver como un hombre o un grupo intenta
hacerse con un bien ajeno para uso propio, por obligación o por las
circunstancias. Los amigos de lo ajeno son, con toda seguridad, uno de los
tipos de delincuente más entrañable y simpático que podemos tener en una
pantalla, y de los que más consiguen la complicidad y la identificación del
espectador.
Sí, no se hagan los dignos y los despistados que bien saben
que es así. O no les caía bien “El Gato” que interpretó Cary Grant en “Atrapa a
un ladrón” (Alfred Hitchcock, 1955), por ejemplo. No les voy a decir nada de
los dos atractivos protagonistas de “El golpe” (George Roy Hill, 1973), o lo
desolados que nos quedamos cuando el retrato es de ladrones perdedores, gloria
del Séptimo Arte y figura muy socorrida y habitual, como en “Atraco Perfecto”
(Stanley Kubrick, 1956) o “La jungla de asfalto” (John Huston, 1950).
No, no insistan, no voy a decir más, porque ya habrá tiempo
para hablar del cine de robos y atracos largo y tendido. ¡La riqueza del cine
negro! Sólo comparable a la del western.
Aquí tenemos una entretenidísima película de robos Pop, con
una estética colorista y psicodélica, llena de filtros caleidoscópicos y
efectos ópticos, realizada por el magnífico director americano Jules Dassin, un
realizador que he tocado varias veces en el blog y que seguirá apareciendo,
especialmente cuando publique una de las primeras críticas que hice, “Rififi”
(1955), que es una de las tres mejores cintas de robos de todos los tiempos,
precisamente.
Dassin se entrega a un frenesí visual de estética Pop
psicodélica y sesentera desde la misma introducción. Una feria, con sus
lucecitas y sus atracciones, donde se destaca una daga. El objeto del deseo.
Una fotografía de Henri Alekan, que vista ahora resulta bastante kitsch y
hortera.
Estamos en Turquía, en Estambul, y Elizabeth Lipp (Melina
Mercouri) nos hablará a cámara de sus ambiciones y planes, de su deseo de robar
esa valiosa daga que nos presentará a continuación en el lugar que está
resguardada, “El palacio Topkapi”, convertido en museo. Una daga con cuatro esmeraldas que provoca una
orgásmica agonía en la ladrona.
Una película muy esteticista con muchas tonalidades
distintas, aunque prima el colorido y la luminosidad.
-Un ejemplo de esa constante aspiración estética lo tenemos
en la presentación de Walter Harper (Maximilian Schell) al ser captado por
Elizabeth (Melina Mercouri), en la niebla y mientras amenaza a un caballero con
su arma. Una escena que sugiere un pasado juntos, difuso y turbio, donde la comprensión,
la aceptación y la frivolidad priman, aunque no eviten ciertos reproches. Una
entrañable relación la de ambos. Harper va muy sobrado por la vida. Elizabeth
posee una falsificación de la daga, que para eso es falsificadora, su
habilidad.
-Otro ejemplo de escena esteticista lo tenemos en el
expresionista interrogatorio de los turcos al desconcertado Simpson (Peter
Ustinov), en la frontera. Allí conoceremos a un agente bien caracterizado con
gafas de sol.
-Una escena en rojo, una escena íntima ambientada colocando
un pañuelo de ese color en una lámpara, será espiada por Simpson, aunque no se
entiende muy bien el propósito más allá de conocer la lascivia de Elisabeth.
Narrativamente absurda, ya que sale a espiar sin descubrir nada. No llega ni a
suspense.
Otro espionaje tendrá un brillante recurso estilístico,
panorámicas encadenadas sobre el sigiloso Simpson. Con todo, es algo
artificioso porque lo que oye resulta ambiguo y oportuno. Unos ladrones poco
cuidadosos sabiendo que allí hay al menos un par de personajes ajenos al plan,
hablando en alto de él, una actitud tan poco precavida que parece un truco.
Estos espionajes no llevan a nada, ya que la propia banda
confesará sus planes a Simpson cuando Hans se accidente.
-La feria será un festival de color, una orgía kitsch, así
como todas las reuniones lúdicas que visite el grupo. Globos de colores,
vestuarios llamativos, lucecitas… En la feria tendrán un contacto al que
veremos ocasionalmente.
“Topkapi” es una película tremendamente chillona y algo estrafalaria,
incluso en su estilo de dirección, aparte de ese colorismo y trucos visuales,
donde los recursos narrativos que destacan, como el montaje, también terminan
subrayando este aspecto.
-Detalles de dirección como esos planos del revés, para
presentar al equilibrista miembro del grupo de ladrones de interpreta Guilles
Ségal, son más ejemplos. Otros planos usan filtros, como ese donde vemos a
Elizabeth en una terraza tras unas cortinas.
-Los encuadres que van de un plano corto a otro general son
también muy usados por Dassin. También tenemos zooms y muchas escenas rodadas por las calles, un
buen aliciente.
-Magnífica es esa escena en un solo plano con una grúa
siguiendo las elucubraciones de Walter, un intenso Maximilian Schell.
Rehaciendo el plan. Un momento donde llegamos a sentir cómo piensa el
personaje.
-El juego con los segundos planos, pero sobre todo con los
planos generales y la profundidad de foco, es muy bueno, especialmente para los
momentos de suspense. Avisos desde lejanas ventanas, descripciones de entornos,
suspenses, seguimientos…
Robos y tecnología.
“Topkapi” es una película que ha sido muy imitada y
referenciada, aunque pueda no resultar muy conocida en la actualidad. Los robos
con el uso de tecnología tienen aquí un gran referente, así como la manera de
ejecutar los robos, que ha inspirado muchas escenas de películas modernas.
El ingenio y la precisa planificación siempre han sido
claves para acometer los robos, y a estos se fueron añadiendo sofisticados
gadgets. Aquí serán pieza clave, moderna tecnología que sirve para superar las
dificultades que plantea el lugar de acceso y sus métodos de protección.
Aquí esto se centrará en un experto en alarmas y un aficionado a los juguetes, que crearán los dispositivos necesarios para acometer el plan. Esta tecnología, de última moda en la época, casi de ciencia ficción, resulta ahora antigua y casi ingenua, como esos sensores de peso o térmicos, el uso de poleas o las grabadoras…
Películas como “Misión imposible” y el robo con poleas
(Brian De Palma, 1996), “La trampa” y su escena inicial (Jon Amiel, 1999) u
“Ocean’s Eleven” (Steven Soderbergh, 2001) y el acróbata, entre otras, han
cogido elementos de esta “Topkapi”.
Del mismo modo, hubo un auge de películas de robos
coloristas en estos años. A la anterior y ya mencionada “Atrapa un ladrón”,
debo añadir las similares y posteriores a “Topkapi”, “Cómo robar un millón y…”
(William Wyler, 1966), “Ladrona por amor” (Ronald Neame, 1966) o "Un trabajo en Italia" (Peter Collinson, 1969).
Estructura clásica de reclutamiento.
En las películas de misiones o peripecias, es fácil que se
recurra a una estructura de reclutamiento. Es decir, uno o dos personajes, los
protagonistas, van reclutando a gente, un equipo, para llevar a cabo la misión
correspondiente. Un modo de estructura tipo.
Este tipo presenta ciertos problemas si no se hace bien, como
es la reiteración, la repetición de escenas. Por ello en muchas ocasiones de
alteran aspectos (reclutando dos a la vez o que uno de los elegidos se caiga
para que llegue otro repentinamente, por ejemplo), para así romper el ritmo
regular de ese reclutamiento y evitar que se haga previsible. Una vez el
grupo está formado, la tensión dramática se vertebrará en los conflictos
internos que surjan en dicho grupo.
El reclutamiento lo comenzará Elisabeth, que captará a
nuestro otro protagonista, Walter Harper (Maximilian Schell), que será quien
continuará dicho reclutamiento para formar su equipo, ya que será el director
de operaciones. Querrá contar con aficionados porque no están fichados por la
policía.
Cada miembro del equipo posee una habilidad. Walter es la
cabeza pensante, el que tiene todos los detalles, todo el plan en la cabeza, el
que es capaz de resolver cualquier imprevisto y variar el plan si es necesario,
improvisar. Elizabeth es la falsificadora...y seductora. Sus discursos hablando mientras mira fijamente convencen a todos. Muy aceptable en su papel. Cedric Page (Robert
Morley) es aficionado a los juguetes…y los gadgets. Experto en alarmas, suyos
serán los objetos de distracción y los mecanismos para desactivar los
dispositivos que alerten del robo.
Los otros dos miembros del equipo serán un forzudo (Jess
Hahn) y un acróbata mudo (Guilles Ségal).
El último miembro del equipo será el más interesante e imprevisto.
Un miembro en principio inconsciente, Arthur Simon Simpson (Peter Ustinov), un
timador al que encontrarán en la luminosa Grecia. Él será el ingenuo
suministrador de armas. Su presentación será con planos muy sostenidos,
travellings de ida y vuelta para sus intentos de venta de falsas antigüedades.
“¡Ay! Es una golfa, pero me quiere tanto…”
Simpson no es miembro real del grupo, captado para un falso
trabajo, desconocedor del verdadero encargo que está acometiendo, por lo que
pasará de un bando a otro sin comerlo ni beberlo. No se le da mal lo de espía,
lanzando paquetes de tabaco vacíos para comunicarse, aunque tampoco debe
pedírsele milagros. Su renuncia a colaborar con los turcos quedará simbolizada
en el hecho de tirar el paquete de tabaco a un váter.
Un accidente en las manos de Hans (Jess Hahn) provocará que
el grupo desvele sus secretos a Simpson. La escena donde prueban su fuerza es
realmente divertida gracias a Ustinov y sus satisfechos y egocéntricos gestos.
El actor inglés está soberbio y muy gracioso. Un buen Oscar a mejor actor secundario
conquistó por este papel. Vulnerable, temeroso, valeroso, dudoso, inquieto,
expresivo…
Él mismo se descubrirá, descubrirá su fachada y que estaba
trabajando para los turcos, pero pronto será convencido por el grupo. Ese
desliz es coherente con su falta de profesionalidad. Con todo, es posible que
resulte algo forzado o poco creíble. Las argucias y seducciones de Elizabeth
decidirán al bueno de Simpson. Hasta en dos ocasiones logrará infundir valor a
ese hombre que teme las alturas.
Aparte de todos ellos debo destacar al borracho cocinero
griego (Akim Tamiroff), que atiende al grupo en la lujosa casa donde se hospedan, y el divertido doblaje que tiene.
Te doy la razón en lo del kitsch del colorido (te la doy en todo, as usual, pero ese color llama mucho la atención, para mal!). Q cara tan difícil tiene la pobre Melina…q será lasciva, pero da un poco de miedete.
ResponderEliminarRecuerdo la peli…haberla visto de jovencita en una sesión de esas de cine d vacaciones en verano de la tele, pero la vi en B/N…
Estambul es estupendo como marco…
Los personajes han sido copiadísimos posteriormente: el listo, la estafadora ladrina, el forzudo, el friki de la técnica, el acróbata…de hecho, hay una serie actual en la tele q repite esas premisas: Leverage (aquí, Las reglas del juego).
Me gustan las pelis de robos y he visto casi todas las q mencionas.
Gracias por traerla hoy!!
Espero las siguientes entradas!!
Bss
En B/N, resultaría raro, ya que se basa todo en el color. Es bastante hortera, pero no es mala peli. Como dices ha sido muy copiada. No conozco lo serie, pero por lo que comentas es otro ejemplo más!
EliminarMañana más. Besos!