Una de esas
películas que gusta a casi todo el mundo que la ve. Pequeña, auténtica,
sincera, sin pretensiones, hermosa… Un canto al amor, la amistad y la música de
un director con una sensibilidad exquisita que promete grandes momentos cinéfilos.
“Once” es el
germen de la posterior “Begin Again” (2013), otra de esas películas que ha gustado a
todo el que la ha visto. Más pequeña, con menos presupuesto, menos medios,
menos perfecta, pero más fresca y natural aún que la protagonizada por Keira
Knightley y Mark Ruffalo.
John Carney
es un reivindicador de las transiciones, porque para él es ahí donde la vida es
más pura, donde se vive de verdad, donde somos nosotros mismos de una forma más
intensa. Es en esas etapas donde encuentra la belleza mas desgarrada, el
sentimiento, la autenticidad más exacerbada y los momentos determinantes de la
vida. Donde se crece, madura y evoluciona. Carney se centra en esos momentos de
crisis, de recomposición, de transición, de pausa vital, porque los
considera claves para evolucionar y definirnos. Las etapas entre épocas
estables, acomodadas, que son las que no le interesan. Encuentra la vida más
pura en esas transiciones porque se renace desde la basura, se vuelve a sentir
como si fuera la primera vez, lo que lo hace genuino, limpio e inocente. La
vida que cuenta, la que se siente, está en esos momentos. Así lo ha demostrado
en esta cinta que nos ocupa, y lo veremos en “Begin again” y otros títulos de
su filmografía como “November afternoon” (1996) o “Viviendo al límite” (2001), algo que me fascina como propuesta.
Ve estas
etapas como la música, que adquiere todo su potencial en el dolor, en la
evasión, en la soledad, en la reflexión, la pausa y el descanso de la rutina
vital diaria, la calma de cuando estamos
fuera del circuito cotidiano y del resto de la humanidad. Las etapas de
normalidad no interesan a Carney, porque sólo nos planteamos la rutina y damos
casi todo por hecho, sin acabar de sentir, moviéndonos como programados,
anestesiando el sentimiento en muchos casos. La música como algo íntimo, aunque
lo compartamos.
El director
gusta de retratar soledades urbanas y seres rotos que se unen para superar
baches y crisis, redimirse. Lo vemos en esta “Once”, lo tendremos también en su
hermana rica, “Begin again”. La ajenidad de los personajes de Carney es una de sus
características predominantes, hallan su camino manteniéndose alejados del
circuito cotidiano, del resto de la humanidad, sólo hay que recordar la escena
de “Begin again” con
los protagonistas escuchando su propia música en el interior de una discoteca
rodeados de gente. Aquí ocurre lo mismo: dos solitarios, dos seres derrumbados
que han roto con sus parejas a los que une el puro azar… y los hilos invisibles
de la música.
En “Once” no
pasa nada, la trama no puede ser más vaga, pero se escenifican sentimientos
sinceros con una frescura y naturalidad extraordinarias, desarrollando los
sentimientos y las emociones de los
personajes a través de sus encuentros, de sus canciones.
Carney
apuesta por una dirección casi documental, donde lo que más destaca es la
naturalidad de todo, con planos generales y una cámara inestable escrutadora,
cotilla. Esa cámara inestable, espía, al hombro, deja momentos sensacionales.
Por ejemplo cuando la vemos indagando en la intimidad de la pareja en su
conversación en un café, tras cristales, discreta, oculta, como tímida, pero
sin poder evitar curiosear aunque sea a distancia, inquieta, entrometida e
inquisitiva ante esa incipiente relación.
Cuando los
momentos se hagan más íntimos, así como cuando la relación avance en confianza
y complicidad, los planos serán más cercanos, acariciarán sus rostros.
La
naturalidad, casi naturalismo, deja ejemplos contantes durante la narración,
con las mencionadas interpretaciones, pero también con secuencias cotidianas.
Por ejemplo en la cena informal de Glen en casa de Marketa junto a la madre y la
hija de ésta. Una escena cotidiana, cálida, hospitalaria, pero donde la pareja
carecerá de intimidad, como es lógico, en un lugar tan pequeño y donde los
vecinos entran para ver la televisión sin complejo alguno, al ser el único
aparato del edificio, en un simpático detalle.
La música es
la columna vertebral de la narración, no en balde Carney fue músico, ex bajista
de The Frames. Así dará inicio a su narración, con naturalidad y música.
Glen Hansard
(solista y guitarrista de The Frames, grupo en el que estuvo el propio Carney)
es un músico callejero que también arregla aspiradoras. Está en crisis porque
le dejó su novia. Su talento no parece interesar a nadie salvo a una joven,
Marketa, que queda fascinada por sus temas originales. Ella vende flores, como
la protagonista de “Luces de la cuidad” (Charles Chaplin, 1931), y limpia casas.
Juntos comenzarán una bonita y musical amistad.
Glen es visceral,
emotivo, directo, emocional. Un romántico que se niega a reconocer el dolor de
su pérdida, al menos a Marketa en un principio. Marketa es sensible, tímida,
inquisitiva, tiene un marido lejos con el que siente que no la une nada. Dos seres
rotos en fase de transición.
Se retrata
un mundo underground sano y auténtico, donde las casas no son nada lujosas y
todos los decorados escenifican la precariedad de los entornos donde se mueven
nuestros protagonistas. Él vive con su padre, ella con su madre y su pequeña
hija. Lo callejero, lo libre, lo independiente, lo informal, adquiere un
sentido especial junto a estos dos personajes.
Música.
Desde la
primera escena la música estará presente. Una música que se utiliza como
expresión de los sentimientos de los personajes. Música, corazones rotos,
corazones recomponiéndose, etapas de transición y vínculos de hilos invisibles
e irrompibles.
Glen tocando
su música para ganarse unos euros y un divertido robo que parecía destinado a
sufrir, inician la narración. "And The Healing Has Begun" de Van Morrison.
En “Once”
todos los personajes son bondadosos. La bondad es uno de los rasgos más
significativos en las películas de Carney. El robo es buen ejemplo, su
resolución, con el ladrón pidiendo disculpas y devolviendo el dinero que
intentó llevarse. Vamos, que el ladrón te tiene
que caer bien obligadamente.
Lo mismo
podemos decir del padre de Glen, absolutamente encantador y comprensivo, que
arreglará, y cobrará el arreglo, la aspiradora de Marketa. La relación entre
Glen y su padre es preciosa y llena de amor y comprensión en pequeños esbozos.
También podemos ver bondad en el que lleva el estudio de sonido e incluso en el
prestamista.
-El segundo
tema que escuchamos es sencillamente sensacional, de un feeling extraordinario.
Un plano general frontal sin corte que llega al primer plano de Glen para la
actuación que generará el vínculo entre la pareja. Amor desgarrado, roto,
doloroso. Una actuación con una solitaria espectadora que la premiará con 10
céntimos. "Say It To Me Now".
Ella es
curiosa y preguntará a Glen de dónde procede el profundo dolor que inspira su
canción, el sentimiento que desprende su tema. El abandono de un amor.
-La tercera
canción que oímos es de añoranza. Entenderemos los sentimientos amorosos del
chico, abandonado por su novia. Recuerdos, fotos y una llamada delatan la
dolorosa relación. "All The Way Down".
-El cuarto
tema es uno de los momentos más sublimes de la película. Además esa canción
logró el Oscar a la mejor canción original en su año. Una escena que comienza
con un plano que aísla a Glen oyendo tocar a Marketa el piano, a Mendelson, un
plano que entenderá todo apasionado de la música, porque retrata uno de esos
instantes que trascienden el tiempo, donde te olvidas de todo, vagas flotando en
notas, viajando por tu mente mientras los segundos pasan como horas. La canción
a dúo posterior es francamente preciosa. Magia y complicidad. Es una
maravilla ver como van acompasándose, fusionándose desde la nada, bajo la
composición de Glen. Es un momento sensacional y una canción bellísima. “Falling slowly”. Sellando el vínculo. Sentir la música.
-La quinta,
en el autobús, es un popurrí para corazones rotos.
-El sexto tema
es uno de los más destacados. Se inicia con un bello momento íntimo de la
pareja en una escalera en la calle. Marketa escucha un tema compuesto por Glen
con los auriculares, casi sordo para nosotros. Entre los temas que escucha hay
una canción sin letra, por lo que se pondrá, con permiso de Glen, manos a la
obra para crear una. En su viaje a comprar pilas escucharemos el resultado
final de la canción. Un paseo solitario y musical. Un tema sobre la añoranza y
la lejanía. "If you want me".
“Gracias por
tu compañía, la necesitaba”.
El tema
concluye con un montaje paralelo de ambos personajes, cada uno por separado. Él
en su casa junto a su padre, ella limpiando una casa.
- Acto
seguido llega el séptimo tema, que vemos ir componiendo a Glen mirando videos
de su novia. La añoranza y el desamor de nuevo. Un tema que crece, arreglos que
suben y a los que se añaden coros femeninos. “Lies”, “Mentiras”, un título
significativo lleno de dolor.
-El octavo
tema será en una fiesta musical y cervecera. Un mundo underground, esencia Folk
y mucho sentimiento. La mirada ensimismada de ella denota amor y cariño. "Gold".
-Otro temita
en un ensayo en la habitación de Glen, el noveno que escucharemos, con la banda
reclutada al completo. "Trying To Pull Myself Away".
-En el
estudio tendremos otro portentoso tema. Ensayos y grabación. Un auténtico
temazo que hará cambiar de opinión al ingeniero de sonido, que pasará de su
cínico escepticismo al entusiasmo una vez les escuche tocar. "When Your Mind's Made Up".
“No, ahora
no puedo. Estoy liado en el estudio con una pandilla de frikis”.
-El
siguiente temita será con sintetizador, sumando temas a la maqueta. Una canción para los momentos lúdicos de la grabación. "Fallen From The Sky".
-En el coche
y con un montaje caleidoscópico, volvemos a escuchar el primer tema que oímos
en el estudio, pero esta vez al aire libre, rodeados de naturaleza, liberados.
La música saliendo, expandiéndose por el mundo, adquiriendo libertad, su
verdadera esencia, como la que vemos a los personajes por la playa.
Por supuesto
habrá menciones y pósters de muchos músicos, desde Hendrix hasta Phil Lynott,
del que veremos una estatua incluso, líder de los Thin Lizzy, mítico grupo
irlandés, como la película. Versiones de Thin Lizzy harán los músicos que Glen
reclutará para completar su grupo y grabar sus canciones con calidad de
estudio.
Uno de los
mayores problemas de la película, consciente con todo, tiene que ver
precisamente con algunos de los números musicales. Muchos momentos parecen
meros videoclips insertados en la narración de la película, episodios musicales
que describen sentimientos, más o menos relacionados con la trama, que explican
algo que ya se aprecia. Los temas son bonitos, pero muchos de estos momentos no
se integran bien en un sentido narrativo. Se hace evidente en la escena del
piano que nos deleita con “Falling slowly”, la grabación en estudio o, sobre
todo, el paseo de Marketa cantando la canción a la que acaba de poner letra.
La intimidad más íntima es sentirse uno, sabiéndose dos.
ResponderEliminarLa música lo consigue muchas veces.
Delicada primera parte.
Gracias.
Bss
Muchas gracias, Reina!
EliminarBesos.