Abel Ferrara dota de un ritmo lento y pausado a la cinta,
lógico, ya que apuesta por la introspección de los personajes, no por su
actuación. Un ritmo parejo al de “El Padrino”. Esto le permite detenerse en los
detalles, cómo adecentan el cadáver de Johnny, los preparativos con flores…
todo ello con una atmósfera de tensión contenida, latente, que se entrevé en
los rostros. Todo parece a punto de estallar a cada momento, cualquier cosa
parece que puede hacer saltar la chispa, la entrega de unas flores, por
ejemplo.
Ferrara se deleita con las trastiendas, lo que se esconde
detrás de la parafernalia mafiosa, los sentimientos y recuerdos de los
despiadados criminales, las conversaciones en la cocina, las ocupaciones de las
mujeres, lo cotidiano. Un travelling en plano general nos llevará de la cocina,
iluminada, a la tenebrosa sala donde está el féretro, velado por la novia de
Johnny, las mujeres, en la parte de atrás, ocupándose del cuidado y los
sentimientos. Siempre en segundo plano, como una cuña que hace soportable ese
infierno.
Las panorámicas generales, sin aparente contenido, como desorientadas,
son muy usadas por Ferrara, como resaltando el desconcierto que la muerte de
Johnny provoca en su familia. De igual manera dejará en soledad en muchas
ocasiones a los personajes, con lo que logra transmitir el desamparo, la
mencionada soledad y la gestación y desarrollo de su conflicto interno (un
vigilante, la novia de Johnny, Jean, Ray, Chez, Clara…). Los planos en soledad
predominan.
Panorámicas y travellings calmados se amoldan a la
perfección a la cadencia y ritmo de la cinta. Un gran ejemplo lo tenemos en un
travelling que muestra a las mujeres rezando y velando el cadáver, travelling
que nos lleva hasta Chez (Chris Penn), que abandonará la sala para tomar el
fresco, para que el travelling regrese, sin corte, por donde ha venido hasta
el rostro de Helen (Gretchen Mol), la novia de Johnny. Un velatorio donde todo
son mujeres, salvo un crío, un mundo más auténtico que no juega a las
apariencias como el masculino. La escena concluye con el rostro del difunto que
da paso a un largo flashback. El flashback como resurrección, mostrando la vida
de un muerto.
Una despreocupada conversación entre dos de los vigilantes es
otro detalle de lo cotidiano, que además sirve de aviso y presentación para el
personaje de Chez, que llegará poco después.
Las mujeres.
El mundo femenino, como he comentado, tiene bastante
presencia en la familia, especialmente con el personaje de Jean (Annabella
Sciorra). Unas mujeres que se mantienen siempre en segundo plano, ocupándose de
la casa o de aliviar al guerrero en su descanso, mujeres que son más
importantes de lo que parece porque son mediadoras, el corazón y el sentimiento
de una familia donde la falta de sentimientos y escrúpulos es la norma. La
mujer está obligada a sufrir en ese entorno, sólo tiene las palabras, el tacto y
la inteligencia para intentar dominar la violencia. En ella radica la
posibilidad de redención, son las que escuchan y siente, tienen una mirada
global, por ello el cura hablará con Jean, intentará hacerla comprender y
pondrá el dedo en la llaga.
Jean siempre intentará mediar, conversará con su marido y le
pedirá que olvide la venganza y la violencia, aunque es consciente de que sus
peticiones caerán en saco roto.
Esto no significa que los hombres no sientan, sino que están
esclavizados por unas normas, costumbres y tradiciones que les atan, les
impulsa a lo visceral. Deben vengar, sin mirar a quién. Sienten dolor y la
violencia es su única salida, están a años luz de la empatía de las mujeres.
El cura también tendrá conversaciones con Clara (Isabella
Rossellini), en este caso cotidianas, sobre comida, son la paz, la normalidad
en un mundo anormal y nada pacífico. Con Clara la conversación es más
intrascendente porque Clara es más sumisa que Jean, es el perfecto exponente
de mujer del mafioso, atemorizada por un marido violento y asumiendo su sumisión.
La conversación que mantiene Jean con Helen en la cocina,
después de haber hablado con su marido sobre su ridícula postura ante Dios y la
venganza, es de una lucidez y autenticidad extrema, perfecta muestra de los
magníficos diálogos que tiene la cinta. Hará primero un deslumbrante
diagnóstico sobre la familia y luego se lamentará de cómo ésta ha repercutido
en su vida, y la ha arruinado en gran parte. Es escalofriante el presagio de
Jean acerca de Chez, que acabará, efectivamente, con los sesos desparramados
por la pared. Annabella Sciorra está inconmensurable en esta escena y en la
película en general.
“Tengo recuerdos… y tengo ideales…”
A las mujeres las veremos en la cocina, rezar, velar al
muerto, preocuparse, intentar hacer entrar en razón a los hombres, cuidar de
los niños, sufrir, llorar…
Flashbacks, el pasado y el presente.
Los flashback nos muestran la vida de Johnny, pero también habrá otros, más cortos, que
nos enseñan momentos capitales o influyentes en la vida de los hermanos. El de
Ray será el mencionado flashback que enseña su iniciación en la infancia. El de
Chez será más reciente, un recuerdo de una fiesta donde era feliz cantando con
sus hermanos, un recuerdo que le atormenta en soledad, nuevamente, y acaba
desencadenando la tragedia, al no poder gestionar ni digerir su conflicto
interno. Curiosamente el de Chez parece en la misma fiesta donde se comete un
asesinato, como si Chez fuera inconsciente de lo que se gesta en realidad, tras
sus momentos de felicidad. Habrá otro breve flashback para el funeral del padre
de los hermanos Tempio.
Ferrara hilvana los flashback con el presente con elementos
comunes, vinculando pasado y presente de forma continua, uno es consecuencia
del otro. Por ello veremos, al volver del flashback donde vemos a Johnny en el
cine, a Chez pasar por la misma zona, o como al volver del breve flashback del
funeral del padre de los Tempio, Ray inicia la escena repitiendo las últimas
palabras que se dijeron en dicho flashback (“¡qué desgracia!”), como ejemplos.
El de Johnny se desarrolla más, nos explican sus
inquietudes, perteneciente al partido comunista, sindicalista, alberga también las
contradicciones y conflictos de sus hermanos, un crucifijo en el pecho y una
asociación que se dice atea. Lo veremos asistiendo a mítines de perorata
anticapitalista, actuando como sindicalista violento y sin contemplaciones,
defensor del proletariado, reivindicativo en medio de un polvo junto a un amigo
y mientras se vincula el compromiso comunista con la cultura (libros, radio,
cine)... Parece pretenderse la relación Cristianismo-Comunismo.
Unas escenas importantes, que parece ser nos llevarán hacia
la explicación y causa de su muerte, las tenemos en el bar que regenta Chez.
Primero con una reunión entre los hermanos Tempio, Gaspare (Benicio del Toro),
líder de una familia rival y el dueño de Capital Radio. Allí debatirán sobre el
conflicto entre los empresarios, el dueño de Capital Radio y los sindicalistas
que se dedican a sabotearlo.
Gaspare centrará el contexto, la crisis, seis años desde la
gran depresión, por lo que debemos estar en 1936, ya que coincidiría con la
fecha del estreno de “El bosque petrificado” (Archie Mayo, 1936), y el problema
económico que genera en Capital Radio, con despidos numerosos incluidos. La
defensa de Gaspare del empresario se entiende porque es uno de los suyos,
evidentemente.
El alegato del empresario no tiene fisuras, armado de
razones y con todos los argumentos, él da trabajo, si no lo diera todos estarían en paro,
esos trabajadores pueden irse a otro sitio si gustan… El argumentario se le
viene abajo cuando ofrece dinero para que cesen las extorsiones.
En una fiesta, también en el bar de Chez, la tensión crecerá,
muy bien manejada con pulso firme por Ferrara. Allí, entre bailes, menciones a
Hoover y su ideología republicana y actitudes provocadoras, se masca la
violencia. Gaspare (Benicio del Toro) tiene ganas de marcha, provocando a un
amigo de Johnny que entra al trapo relativamente. Todo con ritmo firme, la
música atronadora, las miradas, Johnny tranquilo y conteniéndose… hasta que en
un lúgubre callejón Gaspare se sacude toda esta tensión acuchillando al amigo
de Johnny. La violencia en lugares lúgubres es común hasta ese momento, vemos
el ataque sindicalista nocturno, esta misma escena y la iniciación en la
infancia de Ray como ejemplos. Aquí vemos a un Chez pacífico, que procura
divertirse y evitar los conflictos.
Todavía habrá más tensión con Johnny como protagonista y generador de ella, cuando lleva a la mujer de Gaspare a la casa de su hermano Chez para pavonearse. Aquí volveremos a ver un cambio radical en Chez, un personaje que va creciendo y cogiendo fuerza con los minutos, una soberbia interpretación de Chris Penn, quizá el más destacado del sobresaliente reparto. Con todo, pueden parecer algo forzadas sus reacciones hacia su mujer, pero la forma en la que se va calentando ante las bravuconadas y reproches de su hermano es magnífica. Por supuesto Ferrara modulará perfectamente la tensión antes de otro estallido de violencia, la paliza de Chez a su hermano una vez llegó al límite. Esta escena entre hermanos es pura naturalidad, se aprecia claramente que el director dejó sueltos a los actores para que lo improvisaran.
Este arranque de violencia nos trae de regreso del
flashback, recordemos que el rostro de Johnny (Vincent Gallo) dio paso a dicho
flashback, será el rostro de Chez (Chris Penn) el que nos reciba de vuelta del
mismo.
La muerte sobrevuela sobre los personajes de forma continua,
de una u otra forma. Vimos a Ray de niño matar, veremos cómo lo hace de nuevo
de adulto, Gaspare hará lo propio, cada uno de los hermanos acabará muriendo y
las reflexiones sobre la muerte o el asesinato serán habituales. Un marcado tono fatalista, trágico, lúgubre, que parece llevarnos a la muerte y
hasta que no se consiga el cadáver de Johnny no descansará en paz. Un ejemplo de
reflexiones sobre la muerte lo tenemos en el monólogo de Ray ante su difunto
hermano Johnny, palpando los agujeros de bala de su cuerpo, como si fueran la
llagas de Cristo, ya que dicho monólogo tratará sobre la incredulidad que le produce
la muerte, como si debiera verlo para creerlo, como Santo Tomás.
Su lamento viene por la gran consideración y vida que podría
haber llevado su hermano, y porque ahora su muerte le impulsa a la venganza,
como si tuviera la obligación de ella. Aquí Ray vuelve a mostrar sus
contradicciones, adalid de la libertad de elección y esclavizado por la
tradición mamada desde pequeño. Estas palabras darán paso a un breve flashback de Johnny saliendo del cine
que será testigo de su muerte, un breve flash que tampoco era necesario y
que parece más un recurso esteticista del montaje para hilarlo con el paseo en
coche de Chez.
“Lo que te pasó el otro día fue algo bueno”.
Dedicada a J. J. Jacobo, fan de esta película.
Gran desarrollo del papel de la mujer!! :-)))
ResponderEliminarGuapísima Sciorra…
Parece que no ha quedado mal jaja
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