Clark investiga sus límites y Lois investiga su rastro. De
la chica que trabajó con Clark en un bar, pasando por Pete Ross, ya adulto y
trabajando en un restaurante, hasta llegar a los Kent. Pete Ross aparece
durante la narración de forma intermitente, sin apenas texto, una presencia
recurrente. Lo volveremos a ver al paso de las naves de Zod y luego cuando
Superman y Faora-Ul (Antje Traue) irrumpen en su restaurante en plena pelea.
“A medida que te remontas en el tiempo las historias comienzan
a seguir un patrón”.
De nuevo el pasado vinculándose con el futuro, así llegará
Lois a Clark. En este encuentro Snyder, en el cementerio y ante la tumba de
Jonathan, dará paso a un nuevo flashbacks, en él veremos el día de la muerte de
Jonathan Kent. En este flashback, mal planificado, queda la duda de por qué Clark no actúa, no sirve la justificación de que hizo caso a su padre para no
descubrir sus poderes porque tiene tiempo y momentos para hacer algo sin que
esto suceda. Queda algo impostada la forma en la que todo sucede. A pesar de
ello la muerte de Jonathan (Kevin Costner) es poética y muy similar a la que
vimos de la madre de Kal-El en Krypton, arrasados por la destrucción.
En esta escena seremos testigos de una bronca entre Jonathan
y Clark, poco antes del trágico suceso, algo que se asemeja a lo que ocurre con
Peter Parker y su tío en “Spiderman”. Palabras feas pero no sentidas.
“Dejé morir a mi padre porque confiaba en él. Porque él
estaba convencido de que yo tenía que esperar. De que el mundo no estaba
preparado”.
Aquí Clark confirma la influencia de su padre y además que
tiene claro que no puede negar su ser y lo que siente como una responsabilidad.
El pasado y el flashback.
He comentado la insistencia en la idea del vínculo entre el
pasado y el futuro, pretendida justificación para la estructura basada en
flashbacks. John Ford y Howard Hawks eran poco amigos de los flashbacks y
otros artificios de este tipo, aunque los usaran en alguna ocasión. Ellos
decían que había que procurar evitarlo, precisamente por el artificio que
supone, coherente con su concepción clásica de dirección y ver el cine, salvo
que no hubiera más remedio. Al final todo queda en una cuestión de elección, si
bien es cierto que los flashbacks provocan esa sensación de artificio, ahora
poco molesta por la costumbre y el ansia de los directores por dejarse notar,
y pueden ralentizar el ritmo, sobre todo intercalados.
Aquí es la opción que se elige para mostrar el vínculo
temporal mencionado, pero resulta incómodo en muchos momentos, no había
necesidad alguna que justifique esos flashbacks ni esa estructura, todas las
ideas comentadas quedarían perfectamente claras sin ellos. No eran necesarios.
Nolan demostró un gran uso del flashback en su joya “Memento” (2000), pero no
siempre resulta igual.
Clark hará una promesa que no podrá cumplir a su madre. “No
voy a ir a ningún sitio, mamá. Te lo prometo”. El bueno de Clark se pasará la
vida volando.
A partir de aquí comienza a gestarse el clímax y la
explicación de por qué Clark no podrá cumplir su promesa a su madre.
El mensaje del general Zod y los suyos a la humanidad, “no
estáis solos”, nos remite al “Poltergeist” (1982) de Tobe Hooper. La aparición
del mismo en las televisiones es realmente impactante, sobretodo en la casa de los
Kent, donde vemos el gusto de Clark por el fútbol americano.
La nave y la amenaza dan el pistoletazo de salida al clímax,
donde Clark Kent deberá convertirse en Superman y dejarse ver ante todos. La
concepción e idea de extraterrestre de Superman está mucho más marcada en esta
cinta.
Ante el anuncio de Zod, Clark será más místico que nunca,
entrevistándose con un cura, como ya comenté, una escena que recalca el aspecto
religioso de la cinta pero no aporta nada a nivel narrativo. En cualquier caso
tiene su interés que una especie de dios se entreviste con un representante de
Dios en la Tierra. Recibirá su consejo. En el flashback que sucede en esta
escena Clark recordará otro momento clave, otra enseñanza de su padre. Su
contención ante la agresión será un gran valor y aprendizaje. La educación de
los Kent es fundamental para el desarrollo de nuestro extraterrestre.
Haciendo caso al cura, Clark hará su acto de fe y se
mostrará y “entregará” a la humanidad, mostrándose como Superman, confiando en
ser aceptado.
El humor es algo que brilla por su ausencia durante la
película, siempre con un tono excesivamente trascendido. Tan solo tendremos un
par de apuntes en este sentido, la escena de las esposas y un comentario de una
militar al final de la película, que produce cierto bochorno, por otro lado. En
cambio hay un momento de humor involuntario con la frase de Lois “Debería
entrar hasta el fondo”, una frase algo porno poco antes de su primer beso con
Superman.
En esta escena Superman hará exhibición de habilidades y
poder, haciéndoles entender a todos su superioridad y buena voluntad, todo
reflejándose en un espejo que subraya su sinceridad en esa aceptación y
decisión de entregarse.
Los elementos románticos también están muy minimizados, todo
muy básico y sutil, basado en la evidente fascinación que produce un ser como
Superman en una mujer, la comprensión que ésta muestra en las cavilaciones de
él y una atracción y vínculo producto de la aventura conjunta. La confianza y
los gestos demostrados como vehículo del enamoramiento, algo coherente con el
personaje principal en esa búsqueda de fe y deseo de que se tenga en él.
También veremos como la subcomandante Faora-Ul (Antje
Traue), una de los fieles de Zod, se come con los ojos a Kal-El.
Una vez subamos a la nave de Zod, con los problemas de
inadaptación a la atmósfera de dicha nave por parte de Superman, asistiremos a
otra recreación, más realista, aunque también con elementos metafóricos (las
calaveras en las que se hunde Superman), donde Zod pretende reclutar a Kal-El
para su causa. Allí contará su historia e intentará justificar su actuación. Esta recreación también contendrá un nuevo flashbacks, donde se
muestra cómo y por qué Zod y los suyos quedaron liberados de su prisión.
Superman es débil en la nave por su adaptación a la Tierra.
La adaptación fortalecedora.
Un último tercio tan trepidante como polémico.
Jor-El (Russell Crowe) ayudará a Lois (Amy Adams) y a su
propio hijo, pistoletazo de salida para el largo, descomunal y destructivo
clímax final.
Este tercio final ha sido el más cuestionado de la cinta,
una orgía destructiva que contrasta con la seriedad, rigor y pretendido
realismo del planteamiento inicial. Cierto es que el comienzo en Krypton ya
avisa elementos fantásticos y excesos visuales, bastantes gustosos en su
referencialidad. Además el exceso no es incoherente, guste más o guste menos,
sature más o sature menos, los poderes de Superman son capaces de provocar una
enorme destrucción, si a eso añadimos a otros personajes con los mismos poderes
en una batalla radical y sin concesiones no podemos extrañarnos ni nos debe
resultar raro. En este clímax tenemos un brillantísimo espectáculo visual,
de primer nivel, de gran calidad, al que hay que reconocerle
muchos momentos brillantes, pero también ciertas debilidades y otros bastante
prescindibles o poco inspirados. Un clímax irregular, como la película en sí.
Así tras el rescate a Lois, y alguna mirada romántica, la
pirotecnia se disparará en una eterna lucha entre el trío comandado por Zod y
Superman.
Entre los aciertos tenemos las increíbles y exageradas peleas
individuales de Superman con sus rivales, escenas con planos muy sostenidos y
derroche de efectos especiales, donde se aprecia muy bien la contundencia del
poder de los contendientes. Ahora Clark no debe contenerse y puede pegar a los
abusones extraterrestres. Un primer asalto donde Zod se libra por los pelos,
rescatado in extremis, entre otras cosas por no estar adaptado a la Tierra y a
sus recién adquiridos poderes. El segundo asalto con Superman enfrentándose a
Faora-Ul y Tor-An (Richard Cetrone) acaba de forma similar, con los villanos
salvados por la cobertura aérea y la poderosa chica malherida. Peleas bestiales
y muy destructivas.
En ningún momento se menciona Smallville, aunque veremos
algún cartel de pasada, un buen detalle. En este sentido debo mencionar que la
primera vez que se dice “Superman” es en esta parte final, cuando un soldado se
refiere a nuestro protagonista así. Anteriormente vimos como Lois, en la escena
de la entrega voluntaria, está a punto de decirlo, pero es interrumpida, en un
simpático detalle.
Superman no parece tener rival en el enfrentamiento
individual, pero también se defiende bien en los enfrentamientos ante dos.
En cambio, los ataques a aviones y el exceso de explosiones
distraen y hacen perder algo de fuerza al clímax, que además carece de la
sensación de amenaza e imprevisibilidad que tenían, por ejemplo, los Batman de
Christopher Nolan.
Hay detalles francamente brillantes, muy conseguidos, como
la escena donde el heroico coronel Nathan Hardy (Christopher Meloni) se
enfrenta a Faora-Ul, donde pocas se veces se ha sentido una pistola tan
vulnerable. También son muy vistosos, además de dotar de carisma, los planos de
la capa de Superman. Muy buenos.
Las mencionadas contradicciones de la película se
ejemplifican en algunos planos de forma significativa, esas estampas cotidianas
contrastando y compartiendo plano con las asombrosas, como el momento donde
vemos un pescador y acto seguido una nave…
También es sobresaliente el detalle en el que se vuelve a vincular pasado y futuro de forma natural, cuando la madre de Clark (Diane Lane) busca rescatar en su destruida casa las fotos familiares, única cosa de importancia para ella.
En esta parte final, donde Superman debe destruir las
máquinas que pretenden transformar la Tierra, su lucha con un gusano metálico y
la destrucción de Metrópolis, es donde encontramos los aspectos menos
interesantes del clímax. El suspense con el rescate que pretende Perry White
(Laurence Fishburne), a su empleada resulta forzado, gratuito y no aporta nada…
Nada impactante, aunque tendremos un momento de referencialidad mitológica en
el plano de Superman aguantando la presión de la máquina, como un Heracles con
el peso de la humanidad, o el cielo, sobre sus hombros, como hizo éste sustituyendo a
Atlas.
El duelo definitivo e íntimo entre Zod y Superman llega por
fin, un entorno apocalíptico es testigo de la espectacular y exagerada pelea,
especialmente brillante en su duelo aéreo. Otros momentos vuelven a resultar
forzados, como el choque con el satélite o el encuentro final con Lois, cuando
Superman mata a Zod, porque Superman, al contrario que el Batman de Nolan, sí
mata.
Incluso en estos momentos Snyder incluirá un flashback,
donde poéticamente se pretende mostrar la consciencia de Jonathan Kent sobre lo
que haría y sería su hijo.
“El hombre de acero” no sería una visión completa de Superman sin la llegada de Clark
Kent al Planet, con las míticas gafas que, se supone, ocultan la
verdadera identidad de Superman.
Henry Cavill encarna sobresalientemente al héroe y Amy Adams
está tan encantadora como siempre, una debilidad. El resto del reparto,
Costner, Crowe, Lane… hacen unas interpretaciones solventes.
Una película irregular, brillante, dispersa, espectacular,
difusa, inteligente, desequilibrada, interesante, poco cohesionada, densa,
contradictoria, donde se disfruta de los aciertos y sufre con sus defectos,
aunque uno apuesta por quedarse más con los primeros ya que como espectáculo es
plenamente disfrutable, lo que no es poco, y además contiene interesantes
reflexiones. Así que sin ser esa película definitiva que pretendía, el
resultado final no es para nada negativo, sólo algo decepcionante.