martes, 21 de agosto de 2012

Crítica: EVA AL DESNUDO (1950) -Parte 2/5-

JOSEPH L. MANKIEWICZ









Thelma Ritter es la que mejor conoce a Margo. Mencionará a la madre de Hamlet para hacerla ver su impostura en su trato con la recién llegada Eva. Margo, que es pura autenticidad, se muestra en exceso amable lo que hace gracia a Birdie (Ritter), que no entiende su actitud. Margo no puede engañar a Birdie, en realidad no puede engañar a nadie en la vida real.

Veremos a Margo, en esta escena, desmaquillándose ante un espejo, quitándose los adornos, la máscara, mostrándose tal y como es. Siempre con un imprescindible cigarrillo.


Eva hablará de su absoluta idolatría hacia Margo, ésta se sentirá halagada ante las palabras de esa aparentemente desvalida e inofensiva joven. El relato de Eva es arrebatador, te seduce y envuelve, te convence y fascina, te quedas embobado sin lograr distinguir el paso del tiempo. Su candidez se convierte en determinación cuando habla de Margo y su admiración hacia ella. Una chica sin amigos ni familia que encuentra en el teatro un refugio, una evasión para su triste realidad, una de las muchas cualidades del teatro y el arte.

En este preciso momento, cuando estamos asistiendo a una seducción en primer plano, Mankiewicz nos deja uno de esos momentos de antología, sólo digno de los más grandes, de los talentos tocados por la varita.

Cuando más embelesados estamos con esa inocente y sencilla chica, dispuestos a escuchar el inicio del relato de su vida, Birdie irrumpe interrumpiendo el momento. Se produce una pausa donde Ritter, violenta, ve que está molestando, fastidiando la especie de clímax emocional que las palabras de Eva habían creado. En este momento el director nos sitúa ¡en una representación! Birdie se siente como ese espectador que llega tarde y hace ruido molestando a platea y actores. Eva es la protagonista de esa función, así que Birdie cruzará el camerino para situarse detrás de sus amigos y contemplar la misma. Mankiewicz entonces pondrá la cámara tras ella, junto a Margo, Lloyd y Karen, observando como un espectador más a la estrella, en el centro del encuadre. Eva.

Es su actuación determinante.

Esta interrupción que rompe con la seducción momentáneamente, es usada por Mankiewicz para decirnos que estamos ante una farsa, una forma encubierta de decirnos que lo que vemos es pura mentira, actuación… aunque de esto sólo nos daremos cuenta más adelante.

Mankiewicz no hace trampas. Pero sí pura magia.

Eva, redundando en lo comentado, nos hablará de lo que supone para ella la interpretación y el teatro. Dirá: “Tenía mucha imaginación de niña, fingía toda suerte de cosas, lo que fuera no me importaba. Poco a poco lo de fingir y disimular empezó a llenar mi vida más y más, tanto que llegue a no distinguir lo verdadero de lo irreal, salvo que lo irreal me parecía más verdadero”. La naturaleza de la ficción. Una vez más un maestro reflexionando sobre los límites de la realidad, de su falta de contenido. Así es Eva.

Lloyd, el autor, la animará a seguir cuando Eva se interrumpa al creer que está diciendo tonterías, una evidente forma de comprobar la atención de su público. Margo se mostrará encantada. Mankiewicz rueda esto en primeros planos, sobre todo de Eva, con pequeños insertos de su “público”.

Cuando se es cajera de una cervecería es muy difícil imaginar que se es otra cosa. Todo huele a cerveza”.

Los contraplanos son fraccionados, Margo, el matrimonio, pero nunca todos juntos, una forma de subrayar la emoción que el relato de Eva está provocando en estos ilustres espectadores. Los individualiza. Como ejemplo veremos que cuando Eva habla de su fingimiento y gran imaginación se hará un inserto sobre el rostro de Margo. Ilustrativo, de actriz a actriz.

Mankiewicz logra de la forma más sencilla posible, con el speech de Eva, tirar por tierra el concepto de “realidad” fundiendo vida y arte en la interpretación de Baxter/Eva. Una historia fingida y perfectamente modulada y recitada, de forma casi literaria, para emocionar, algo que por supuesto logra. Todos quedan prendados menos Ritter, que definirá la historia como un melodrama, la espectadora que interrumpió la actuación momentos antes es la única que parece darse cuenta de la naturaleza de lo narrado por Eva.

Margo, en cambio, se enfrentará a su ayuda de cámara y reprochará su falta de sentimiento. Mankiewicz no sólo deslumbra con los diálogos también va definiendo de forma asombrosa a sus personajes, todos ellos de una complejidad extraordinaria. Así Margo se nos muestra como alguien que es pura fuerza, visceralidad, pero también alguien extremadamente sensible, hipersensible. Margo, emocionada, aludirá a la autenticidad de la vida fuera del teatro.

Esta idea del teatro como un mundo artificial, donde el fingir es la norma, confunde ingenuamente a Margo, que piensa que fuera de él no puede existir el fingimiento. Margo se disculpará por ella pero Birdie se dará a valer, se disculpará dando la cara y se reivindicará recordando su pasado como actriz. 10 años como 1ª actriz.

Birdie dará un portazo y acto seguido se abrirá otra puerta. Mutis por el foro. Un recurso totalmente teatral que Mankiewicz usará en multitud de ocasiones durante la película, reforzando el artificio. Además el uso de las puertas, como en este ejemplo, nos recuerdan a Lubitsch, no en balde el genio de la comedia fue su maestro.

Mankiewicz muestra, como Shakespeare, de manera continua que el mundo es un inmenso escenario.

La puerta que se abre nos presenta, por fin, al chico de Margo, al prestigioso director de la obra, a Bill Simpson. Los diálogos entre Margo y Bill son chispeantes, puro talento, ironía e inteligencia. Dentro de la increíble calidad del texto los diálogos de la pareja son especialmente brillantes. Una cosa asombrosa.

La actuación de Eva da sus frutos, le piden que se quede y los acompañe, que salga con ellos. Bill mostrará su humildad como director cuando despide al matrimonio, momento en el que la voz over cambia.

El manejo de la voz over es simplemente memorable. Karen se va, era nuestra narradora, por tanto lo que vemos ahora sin su presencia sería un error de punto de vista, pero Mankiewicz no da puntada sin hilo y cuando Karen se despida también lo hará su voz over.

Yo tampoco la olvidaré. ¿A dónde íbamos esa noche Lloyd y yo? Es curioso como recuerda una ciertas cosas y otras no”.

Pero aunque Karen no lo recuerde, no puede recordarlo, Mankiewicz no parará la narración, ahora se convierte en objetiva, es el único momento donde no estamos bajo la narración o los recuerdos de alguien (salvando una pequeña escena hacia el final que mencionaré), y donde veremos a una Eva distinta al hablar con Bill.

Una voz over tan brillante e innovadora como la de “Carta a tres esposas”. No hay errores de punto de vista por tanto. Mucho cuidado y rigor.

Bill reflexionará sobre el teatro y la ficción, sus distintas capas y niveles, una apología del arte en general donde pretende criticar la hipocresía y pedantería, el esnobismo, la pretenciosidad del mundo del teatro que mira por encima del hombro. Todo es teatro, un circo de pulgas, unas marionetas, una ópera…  “Donde haya magia, ficción y un auditorio, allí hay teatro…”.

El teatro no es exclusivo, quizá no nos gusten todos los tipos, o sólo apreciemos algunas de estas cosas o algunos de los nombres que se dedican a ello, pero es para todos, no para unos cuantos en exclusiva.

Quizá no sea su teatro pero es el teatro de alguien en algún sitio”.

Bill manifiesta muchas de las contradicciones en las que se veía envuelto e identificado Mankiewicz, un director que tiene mucho de gran parte de los personajes de ”Eva al desnudo”, de Bill, de Margo, pero también de Eva. Un Mankiewicz que siempre manifestó la superioridad del teatro sobre el cine pero que en cambio se vio seducido por Hollywood, al que entregó su talento. Bill realiza un magnífico discurso para justificar su marcha a Hollywood.

En este diálogo metalingüístico constate que es la película, ese juego interno y con el espectador, Mankiewicz se permite bromear con el viaje de Bill a Hollywood, donde Darryl F. Zanuck le presiona para que vaya a rodar su película, un Zanuck que no es otro que el productor de la misma “Eva al desnudo”.

Eva por el contrario parece concebir, como tantos en el teatro, a Hollywood como algo frívolo, vulgar, de menor nivel en todos los sentidos, una especie de Mefistófeles que seduce y tienta y te quita la integridad. Esta concepción será la que provocará el discurso de Bill. Aquí se mencionará a DeWitt, ella parece influida por sus postulados.

Una vez sale Margo los diálogos chispeantes de la pareja vuelen a escena. Bromas sobre pendientes y diamantes en una peluca, las piernas como “columnas salomónicas” de Margo y Byron… Todo a ritmo de vértigo.

Mankiewicz tiñe de comedia, de alta comedia, su película con estos diálogos tan divertidos, además maneja los tempos dramáticos de forma espectacular, así del soberbio y memorable discurso sobre la pedantería del teatro, de gran seriedad y trascendencia, pasamos a estos diálogos ágiles, divertidos y frescos… Un director que no parece tener límites en el dominio de la palabra y la dramaturgia.



Mankiewicz, como dije, siempre consideró al teatro superior en todos los sentidos al cine. El director que presumía de hacer “teatro filmado” tenía una visión contradictoria, lo consideraba inferior, frívolo, pero a la vez seductor. Curiosamente acabó perteneciendo al sistema de forma total, cayendo y entregándose a esa tentación de forma irremediable. Las palabras de Bill en “Eva al desnudo” tienen mucho de ese sentimiento, pero también la visión de Eva. Eva no acaba de pertenecer al teatro en ningún momento, como Mankiewicz, lo desea pero su incursión es dolorosa, para lograrlo debe anularse a sí misma. Sus palabras despreciativas contra Hollywood acaban siendo vacuas cuando en el momento en que el éxito llama a su puerta comienza a entrevistarse con gente del mismo Hollywood, está destinada a irse, a marcharse a otro lugar que la acepte mejor. Cuando gane el premio Sarah Siddons comentará que va a Hollywood a rodar una película y posteriormente Phoebe, esa otra Eva, le comentará al ver los preparativos para el viaje que “por el equipaje que lleva debe pensar quedarse mucho tiempo”. Eva contestará con un lacónico “tal vez”. Eva es consciente de que molesta, de que ese no es su mundo, es el propio Mankiewicz luchando por ser alguien en el teatro y asumiendo su fracaso. Eva es la pulsión interna del director y Bill la cerebral, con su discurso Bill racionaliza el tema, un tema que obsesiona a Mankiewicz y para el que se debe convencer.

Es Broadway obsesionado con Hollywood, y acomplejado por él, de tal forma que lo oculta en una máscara de superioridad moral.

Birdie, y su arisco carácter, es la cuidadora de todos ellos, una persona que los conoce y a la que todos respetan y quieren. Un personaje a la medida de Ritter. Tyrone Power será objeto de una broma de la estupenda actriz.

Los diálogos deslumbrantes se suceden casi continuamente, Margo se referirá al teatro como religión y a ellos como sus dioses. Es de reseñar que Margo se referirá en un principio a Eva con apelativos de animales “pajarillo”, “corderillo relamido”… luego esto se mantendrá pero variará el tono o le “pondrá colmillos”.

Las relaciones de mentor y alumna, paternales o al estilo de Pigmalión, suelen aparecer en muchas de las películas de Mankiewicz. Aquí Margo manifestará el instinto maternal que le ha surgido con respecto a Eva y, posteriormente, Addison DeWitt someterá a la propia Eva para qué dependa de él enteramente. Con respecto a Addison DeWitt eso será una constante, ya que le vemos guiar los pasos de una jovencita Marilyn Monroe en uno de sus primeros papeles en el cine.

Bill también es engañado por Eva, le convenció su “falta de pretensiones”, un público entregado a esa falsa humilde. También mencionará a Gregory Peck en esa constante y obsesiva referencia al cine que muestran todos ellos. Una despedida en el aeropuerto a lo “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942). Parece ser el comienzo de una buena amistad…

Eva se hace imprescindible para Margo hasta el punto de casi anular a Birdie. La voz over ha pasado casi sin solución de continuidad a Margo. Tras seguir los pasos marcados por Karen, y que ésta nos abandonase, es Margo la que retoma el hilo de la narración sobre sus recuerdos con Eva. Margo vivirá una luna de miel, “Cenicienta en el último acto”. Mientras Margo nos cuenta esto veremos con sencillas escenas como Eva se anticipa a Birdie en cualquier tarea que pueda realizarse.


Un telón se eleva, Eva se emociona. Ha pasado un mes. Vemos la emoción en el rostro de Eva, pero la vemos en el momento del aplauso, del éxito, de las “oleadas de amor” que vienen del público, mucho más que de la interpretación de Margo.

Margo: Me has comprado la faja de una talla menor. Está estrecha.

Birdie: También es posible que hayas engordado.



La riqueza y cantidad de matices en “Eva al desnudo” es casi inabarcable, como en todas las obras maestras. Como ejemplo de la increíble sutileza en la puesta en escena veremos cómo Eva muestra ya gestos de cierta presunción, querrá un cumplido por las cortinas que ha puesto y se mirará al espejo para retocarse el cabello, esto supone un anticipo del momento que seguirá poco después cuando con la excusa de llevar un vestido al guardarropas Margo la descubra mirándose al espejo con él. Uno de los momentos más recodados de la película.

Eva se mostrará sorprendida pero ante la actitud amable de Margo se recompondrá enseguida.

El exceso de celo de Eva será usado irónicamente por Birdie en otra magnífica línea de diálogo.

Tenemos todo lo que hace falta en un camerino, menos un póster de baloncesto”.

En esta escena volvemos a ver a Margo, como en la anterior escena en el camerino, desmaquillándose ante un espejo. Los espejos son imprescindibles en una película donde las mentiras, las traiciones y las falsas apariencias están a la orden del día.

Mankiewicz no se olvida de nada, ni de los sindicatos en el teatro.

Un punto de inflexión.

Una llamada a medianoche de Bill hace tambalear toda la confianza que Margo había depositado en Eva. El bonito detalle de acordarse del cumpleaños del director, que se le había pasado a la propia Margo, que tiene Eva comienza a tensar la cuerda, pero cuando se entera de que además ésta ha estado escribiéndole, toda su inseguridad sale a borbotones. La visceralidad de Margo, su impulsividad, su falta de control con respecto a sus sentimientos hacen de ella una persona sin medida. Su inseguridad no tiene que ver con Eva, sino con ella misma y su complejo con la edad, su incapacidad para detener el tiempo. Bill es más joven que ella y su consciencia de que se hace mayor la atormenta, como buena estrella que es. La atormenta en todos los sentidos, tanto en el trabajo como en su vida personal. Un gesto nimio que saca a la luz la inseguridad de la gran estrella.
Obsesionada comenzará a sospechar del “corderillo desvalido”, sondeará a Birdie, que nunca la tragó y se mostrará cada vez más irascible e irónica con Eva.

La conversación en la cama es puro glamur, en sombras y con esa M en el camisón de Margo.

La ironía de todo esto es que al final su obsesión acaba acertando.



Dedicada a Rústico, que fue de los primeros en hacer su petición y he tardado una eternidad. Espero que mereciera la pena.


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