Thelma Ritter es la que mejor conoce a Margo. Mencionará a
la madre de Hamlet para hacerla ver su impostura en su trato con la recién
llegada Eva. Margo, que es pura autenticidad, se muestra en exceso amable lo
que hace gracia a Birdie (Ritter), que no entiende su actitud. Margo no puede
engañar a Birdie, en realidad no puede engañar a nadie en la vida real.
Veremos a Margo, en esta escena, desmaquillándose ante un
espejo, quitándose los adornos, la máscara, mostrándose tal y como es. Siempre
con un imprescindible cigarrillo.
En este preciso momento, cuando estamos asistiendo a una
seducción en primer plano, Mankiewicz nos deja uno de esos momentos de
antología, sólo digno de los más grandes, de los talentos tocados por la
varita.
Cuando más embelesados estamos con esa inocente y sencilla
chica, dispuestos a escuchar el inicio del relato de su vida, Birdie irrumpe
interrumpiendo el momento. Se produce una pausa donde Ritter, violenta, ve que
está molestando, fastidiando la especie de clímax emocional que las palabras de
Eva habían creado. En este momento el director nos sitúa ¡en una
representación! Birdie se siente como ese espectador que llega tarde y hace
ruido molestando a platea y actores. Eva es la protagonista de esa función, así
que Birdie cruzará el camerino para situarse detrás de sus amigos y contemplar
la misma. Mankiewicz entonces pondrá la cámara tras ella, junto a Margo, Lloyd
y Karen, observando como un espectador más a la estrella, en el centro del
encuadre. Eva.
Es su actuación determinante.
Esta interrupción que rompe con la seducción momentáneamente,
es usada por Mankiewicz para decirnos que estamos ante una farsa, una forma
encubierta de decirnos que lo que vemos es pura mentira, actuación… aunque de
esto sólo nos daremos cuenta más adelante.
Mankiewicz no hace trampas. Pero sí pura magia.
Eva, redundando en lo comentado, nos hablará de lo que
supone para ella la interpretación y el teatro. Dirá: “Tenía mucha imaginación
de niña, fingía toda suerte de cosas, lo que fuera no me importaba. Poco a poco
lo de fingir y disimular empezó a llenar mi vida más y más, tanto que llegue a
no distinguir lo verdadero de lo irreal, salvo que lo irreal me parecía más
verdadero”. La naturaleza de la ficción. Una vez más un maestro reflexionando
sobre los límites de la realidad, de su falta de contenido. Así es Eva.
Lloyd, el autor, la animará a seguir cuando Eva se
interrumpa al creer que está diciendo tonterías, una evidente forma de comprobar
la atención de su público. Margo se mostrará encantada. Mankiewicz rueda esto
en primeros planos, sobre todo de Eva, con pequeños insertos de su “público”.
“Cuando se es cajera de una cervecería es muy difícil
imaginar que se es otra cosa. Todo huele a cerveza”.
Los contraplanos son fraccionados, Margo, el matrimonio,
pero nunca todos juntos, una forma de subrayar la emoción que el relato de Eva
está provocando en estos ilustres espectadores. Los individualiza. Como ejemplo
veremos que cuando Eva habla de su fingimiento y gran imaginación se hará un
inserto sobre el rostro de Margo. Ilustrativo, de actriz a actriz.
Mankiewicz logra de la forma más sencilla posible, con el
speech de Eva, tirar por tierra el concepto de “realidad” fundiendo vida y arte
en la interpretación de Baxter/Eva. Una historia fingida y perfectamente
modulada y recitada, de forma casi literaria, para emocionar, algo que por
supuesto logra. Todos quedan prendados menos Ritter, que definirá la historia
como un melodrama, la espectadora que interrumpió la actuación momentos antes
es la única que parece darse cuenta de la naturaleza de lo narrado por Eva.
Margo, en cambio, se enfrentará a su ayuda de cámara y
reprochará su falta de sentimiento. Mankiewicz no sólo deslumbra con los
diálogos también va definiendo de forma asombrosa a sus personajes, todos ellos
de una complejidad extraordinaria. Así Margo se nos muestra como alguien que es
pura fuerza, visceralidad, pero también alguien extremadamente sensible,
hipersensible. Margo, emocionada, aludirá a la autenticidad de la vida fuera
del teatro.
Esta idea del teatro como un mundo artificial, donde el
fingir es la norma, confunde ingenuamente a Margo, que piensa que fuera de él
no puede existir el fingimiento. Margo se disculpará por ella pero Birdie se
dará a valer, se disculpará dando la cara y se reivindicará recordando su
pasado como actriz. 10 años como 1ª actriz.
Birdie dará un portazo y acto seguido se abrirá otra puerta.
Mutis por el foro. Un recurso totalmente teatral que Mankiewicz usará en
multitud de ocasiones durante la película, reforzando el artificio. Además el
uso de las puertas, como en este ejemplo, nos recuerdan a Lubitsch, no en balde
el genio de la comedia fue su maestro.
Mankiewicz muestra, como Shakespeare, de manera continua que
el mundo es un inmenso escenario.
La puerta que se abre nos presenta, por fin, al chico de
Margo, al prestigioso director de la obra, a Bill Simpson. Los diálogos entre
Margo y Bill son chispeantes, puro talento, ironía e inteligencia. Dentro de la
increíble calidad del texto los diálogos de la pareja son especialmente
brillantes. Una cosa asombrosa.
La actuación de Eva da sus frutos, le piden que se quede y
los acompañe, que salga con ellos. Bill mostrará su humildad como director
cuando despide al matrimonio, momento en el que la voz over cambia.
El manejo de la voz over es simplemente memorable. Karen se
va, era nuestra narradora, por tanto lo que vemos ahora sin su presencia sería
un error de punto de vista, pero Mankiewicz no da puntada sin hilo y cuando
Karen se despida también lo hará su voz over.
“Yo tampoco la olvidaré. ¿A dónde íbamos esa noche Lloyd y
yo? Es curioso como recuerda una ciertas cosas y otras no”.
Pero aunque Karen no lo recuerde, no puede recordarlo,
Mankiewicz no parará la narración, ahora se convierte en objetiva, es el único
momento donde no estamos bajo la narración o los recuerdos de alguien (salvando
una pequeña escena hacia el final que mencionaré), y donde veremos a una Eva
distinta al hablar con Bill.
Una voz over tan brillante e innovadora como la de “Carta a
tres esposas”. No hay errores de punto de vista por tanto. Mucho cuidado y
rigor.
Bill reflexionará sobre el teatro y la ficción, sus
distintas capas y niveles, una apología del arte en general donde pretende
criticar la hipocresía y pedantería, el esnobismo, la pretenciosidad del mundo
del teatro que mira por encima del hombro. Todo es teatro, un circo de pulgas,
unas marionetas, una ópera… “Donde haya
magia, ficción y un auditorio, allí hay teatro…”.
El teatro no es exclusivo, quizá no nos gusten todos los
tipos, o sólo apreciemos algunas de estas cosas o algunos de los nombres que se
dedican a ello, pero es para todos, no para unos cuantos en exclusiva.
“Quizá no sea su teatro pero es el teatro de alguien en
algún sitio”.
Bill manifiesta muchas de las contradicciones en las que se
veía envuelto e identificado Mankiewicz, un director que tiene mucho de gran
parte de los personajes de ”Eva al desnudo”, de Bill, de Margo, pero también de
Eva. Un Mankiewicz que siempre manifestó la superioridad del teatro sobre el
cine pero que en cambio se vio seducido por Hollywood, al que entregó su
talento. Bill realiza un magnífico discurso para justificar su marcha a Hollywood.
En este diálogo metalingüístico constate que es la película,
ese juego interno y con el espectador, Mankiewicz se permite bromear con el
viaje de Bill a Hollywood, donde Darryl F. Zanuck le presiona para que vaya a
rodar su película, un Zanuck que no es otro que el productor de la misma “Eva
al desnudo”.
Eva por el contrario parece concebir, como tantos en el
teatro, a Hollywood como algo frívolo, vulgar, de menor nivel en todos los
sentidos, una especie de Mefistófeles que seduce y tienta y te quita la
integridad. Esta concepción será la que provocará el discurso de Bill. Aquí se
mencionará a DeWitt, ella parece influida por sus postulados.
Una vez sale Margo los diálogos chispeantes de la pareja
vuelen a escena. Bromas sobre pendientes y diamantes en una peluca, las piernas
como “columnas salomónicas” de Margo y Byron… Todo a ritmo de vértigo.
Mankiewicz tiñe de comedia, de alta comedia, su película con
estos diálogos tan divertidos, además maneja los tempos dramáticos de forma
espectacular, así del soberbio y memorable discurso sobre la pedantería del
teatro, de gran seriedad y trascendencia, pasamos a estos diálogos ágiles,
divertidos y frescos… Un director que no parece tener límites en el dominio de
la palabra y la dramaturgia.
Mankiewicz, como dije, siempre consideró al teatro superior
en todos los sentidos al cine. El director que presumía de hacer “teatro
filmado” tenía una visión contradictoria, lo consideraba inferior, frívolo,
pero a la vez seductor. Curiosamente acabó perteneciendo al sistema de forma
total, cayendo y entregándose a esa tentación de forma irremediable. Las
palabras de Bill en “Eva al desnudo” tienen mucho de ese sentimiento, pero
también la visión de Eva. Eva no acaba de pertenecer al teatro en ningún
momento, como Mankiewicz, lo desea pero su incursión es dolorosa, para lograrlo
debe anularse a sí misma. Sus palabras despreciativas contra Hollywood acaban
siendo vacuas cuando en el momento en que el éxito llama a su puerta comienza a
entrevistarse con gente del mismo Hollywood, está destinada a irse, a marcharse a otro
lugar que la acepte mejor. Cuando gane el premio Sarah Siddons comentará que va
a Hollywood a rodar una película y posteriormente Phoebe, esa otra Eva, le
comentará al ver los preparativos para el viaje que “por el equipaje que lleva
debe pensar quedarse mucho tiempo”. Eva contestará con un lacónico “tal vez”.
Eva es consciente de que molesta, de que ese no es su mundo, es el propio
Mankiewicz luchando por ser alguien en el teatro y asumiendo su fracaso. Eva es
la pulsión interna del director y Bill la cerebral, con su discurso Bill racionaliza
el tema, un tema que obsesiona a Mankiewicz y para el que se debe convencer.
Es Broadway obsesionado con Hollywood, y acomplejado por él,
de tal forma que lo oculta en una máscara de superioridad moral.
Birdie, y su arisco carácter, es la cuidadora de todos
ellos, una persona que los conoce y a la que todos respetan y quieren. Un
personaje a la medida de Ritter. Tyrone Power será objeto de una broma de la
estupenda actriz.
Los diálogos deslumbrantes se suceden casi continuamente,
Margo se referirá al teatro como religión y a ellos como sus dioses. Es de
reseñar que Margo se referirá en un principio a Eva con apelativos de animales
“pajarillo”, “corderillo relamido”… luego esto se mantendrá pero variará el
tono o le “pondrá colmillos”.
Las relaciones de mentor y alumna, paternales o al estilo de
Pigmalión, suelen aparecer en muchas de las películas de Mankiewicz. Aquí Margo
manifestará el instinto maternal que le ha surgido con respecto a Eva y, posteriormente,
Addison DeWitt someterá a la propia Eva para qué dependa de él enteramente. Con
respecto a Addison DeWitt eso será una constante, ya que le vemos guiar los
pasos de una jovencita Marilyn Monroe en uno de sus primeros papeles en el
cine.
Bill también es engañado por Eva, le convenció su “falta de
pretensiones”, un público entregado a esa falsa humilde. También mencionará a
Gregory Peck en esa constante y obsesiva referencia al cine que muestran todos
ellos. Una despedida en el aeropuerto a lo “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942).
Parece ser el comienzo de una buena amistad…
Eva se hace imprescindible para Margo hasta el punto de casi
anular a Birdie. La voz over ha pasado casi sin solución de continuidad a
Margo. Tras seguir los pasos marcados por Karen, y que ésta nos abandonase, es
Margo la que retoma el hilo de la narración sobre sus recuerdos con Eva. Margo
vivirá una luna de miel, “Cenicienta en el último acto”. Mientras Margo nos
cuenta esto veremos con sencillas escenas como Eva se anticipa a Birdie en
cualquier tarea que pueda realizarse.
Margo: Me has comprado la faja de una talla menor. Está
estrecha.
Birdie: También es posible que hayas engordado.
La riqueza y cantidad de matices en “Eva al desnudo” es casi
inabarcable, como en todas las obras maestras. Como ejemplo de la increíble
sutileza en la puesta en escena veremos cómo Eva muestra ya gestos de cierta
presunción, querrá un cumplido por las cortinas que ha puesto y se mirará al
espejo para retocarse el cabello, esto supone un anticipo del momento que seguirá
poco después cuando con la excusa de llevar un vestido al guardarropas Margo la
descubra mirándose al espejo con él. Uno de los momentos más recodados de la
película.
Eva se mostrará sorprendida pero ante la actitud amable de
Margo se recompondrá enseguida.
El exceso de celo de Eva será usado irónicamente por Birdie
en otra magnífica línea de diálogo.
“Tenemos todo lo que hace falta en un camerino, menos un
póster de baloncesto”.
En esta escena volvemos a ver a Margo, como en la anterior
escena en el camerino, desmaquillándose ante un espejo. Los espejos son
imprescindibles en una película donde las mentiras, las traiciones y las falsas
apariencias están a la orden del día.
Mankiewicz no se olvida de nada, ni de los sindicatos en el
teatro.
Un punto de inflexión.
Una llamada a medianoche de Bill hace tambalear toda la
confianza que Margo había depositado en Eva. El bonito detalle de acordarse del
cumpleaños del director, que se le había pasado a la propia Margo, que tiene
Eva comienza a tensar la cuerda, pero cuando se entera de que además ésta ha
estado escribiéndole, toda su inseguridad sale a borbotones. La visceralidad de
Margo, su impulsividad, su falta de control con respecto a sus sentimientos
hacen de ella una persona sin medida. Su inseguridad no tiene que ver con Eva,
sino con ella misma y su complejo con la edad, su incapacidad para detener el
tiempo. Bill es más joven que ella y su consciencia de que se hace mayor la
atormenta, como buena estrella que es. La atormenta en todos los sentidos,
tanto en el trabajo como en su vida personal. Un gesto nimio que saca a la luz
la inseguridad de la gran estrella.
Obsesionada comenzará a sospechar del “corderillo
desvalido”, sondeará a Birdie, que nunca la tragó y se mostrará cada vez más
irascible e irónica con Eva.
La conversación en la cama es puro glamur, en sombras y con
esa M en el camisón de Margo.
La ironía de todo esto es que al final su obsesión acaba
acertando.
Dedicada a Rústico, que fue de los primeros en hacer su petición y he tardado una eternidad. Espero que mereciera la pena.
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