Pues este estupendo canadiense, muy reivindicado en este
blog, ha logrado con “La llegada” lo que no consiguió Christopher Nolan con
“Interstellar” (2014), el reconocimiento de la Academia, al menos en forma de
nominaciones. Hasta ocho ha tenido su película, la que más junto a “Moonlight”
(Barry Jenkins, 2016) y sólo detrás de la inalcanzable “La La Land” (Damien
Chazelle, 2016).
“La llegada” es un éxito de la atmósfera, la estética, el
tempo, donde Denis Villeneuve triunfa siempre, pero, ¿qué hay del resto?
Villeneuve logra inquietar siempre que se lo propone, aunque
aún puede depurar más su estilo narrativo. Aquí transcurrirá más de la mitad de
película sin que apenas pase nada, y lo extraordinario es que mantiene el
interés, como ocurría con “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott,
1982). Una inquietud latente, una tensión creciente, con la llegada de esos
visitantes, esos coches que chocan, con los disturbios que van aconteciendo por
el mundo y que se relatan desde las noticias, el encuentro con los militares
encabezados por el coronel Weber (Forest Whitaker) y su grabación, con el
acercamiento de la protagonista a esa nave, los efectos secundarios de las
vacunas, la entrada a la nave cada 18 horas, la particular gravedad, el miedo
ante la primera aparición…
Un virtuosismo estético que nos remite especialmente a su
excelente y extraña “Enemy” (2013). “Enemy” mezclada con “Encuentros en la
tercera fase” (Steven Spielberg, 1977).
Sobre la comunicación. El amor y la pérdida.
Desde el mismo inicio se indaga en la noción de nacimiento y
pérdida, inicios y finales, un ciclo circular que tendrá pleno sentido en
muchos aspectos de la trama. La voz over de la lingüista Louise Banks nos lo
explicará con planos de ella junto a su hija, unos pocos planos para una vida
fugaz, donde se nos hace creer que su reflexión se refiere a la pérdida de su
pequeña. Planos que también inciden en el anillo de casada, un marido que se
nos oculta.
“Vuelve conmigo”. “Humanos”.
Se abre un interesante debate entre la lengua y la ciencia
con la aparición del otro protagonista (es generoso, ya que la única
protagonista es Amy Adams), Ian Donnelly (Jeremy Renner), que se compenetrará a la perfección con Louise. ¿Es la lengua o la ciencia la piedra angular de la
civilización?
Esa especie de duelo se resuelve con su colaboración e
integración, simbolizada en la propia relación de los dos personajes, Louise e
Ian, que tendrán alguna escena de complicidad para desarrollar su historia.
La comunicación como pieza fundamental para el progreso, el
entendimiento y el acuerdo, contra la violencia y la guerra. Esa es una de las
tesis de la película, y aunque en algunos momentos pueda parecer que cae en lo vulgarmente didáctico nunca es así, desarrollándose reflexiones agudas y
acertadas.
Louise dará una didáctica y académica clase sobre la esencia
y la complejidad de la comunicación, del lenguaje, definiendo paulatinamente una de las tesis
del film. Los mecanismos comunicativos, su complejidad, sus matices y riquezas
que pueden llevar a confusiones (como ocurre con el término arma y los chinos)
y decisiones apresuradas conforma la idea. La necesidad de ese lenguaje, en una
apología de la sintaxis, del acento, de la gramática, de la dicción, de la
pronunciación, del vocabulario, para el pleno conocimiento y mejor
entendimiento. Hablando con heptápodos de escritura semasiográfica, es decir,
no lineal. De cómo el lenguaje y su estructura pueden alterar tu forma de ver
las cosas, de pensar…
“Créeme, puedes saber comunicarte y acabar soltero”. “Ofrecer
arma”.
Y es que esa idea, la dificultad para comunicarse, es una de
las claves del film. Una dificultad técnica con los alienígenas, pero que se
extiende al mundo, donde los países no se ponen de acuerdo. Incluso hablando el mismo idioma o conociéndolo a la perfección. Esgrime así su gran
tesis y crítica Villeneuve, a esa renuncia al diálogo y el entendimiento,
apoderados por el miedo, el ego y las soberanías… Conocer el idioma, saber
hablarlo, no implica entenderse. De ese esfuerzo comunicativo va “La llegada”,
de la comunicación en toda su extensión, del entendimiento global. La voluntad
de entendimiento.
Porque entre confusiones y errores, siempre nos mostramos
dispuestos a la destrucción, embargados por el miedo, y lo que es un regalo se
entiende como un arma, lo que se entiende como un arma destructiva es en
realidad un arma para abrir el tiempo (regalo no altruista, ya que los
alienígenas explican que necesitarán la ayuda terrestre dentro de 3000 años)…
China, Rusia, Sudán pondrán sus armas a punto…
Esto lleva a una conclusión que puede ser tachada de
ingenua, aunque es precisamente la apología que pretende el film. Una
ingenuidad lógica para el mensaje que quiere transmitir… El entendimiento de la
lengua “heptápoda” propiciará la comunicación entre las distintas naciones, que
olvidan sus codificaciones y compartirán sus secretos para evitar el conflicto…
Una vez las naciones parecen ponerse de acuerdo y compartir sus secretos, las
naves parecen desaparecer.
Es interesante la idea de que para hacer avanzar la
comunicación se busque la individualidad. Los humanos acuden como una masa informe para hablar con los extraterrestres, vestidos todos iguales, con sus trajes anti radiación, por lo que
Louise se lo quietará e individualizará, dejando ver su rostro. De ahí se
procederá a los nombres… Nosotros somos tan brumosos y desconocidos para ellos
como ellos lo son para nosotros.
Uno de los aliens, al que bautizan como “Abbott”, intentará
comunicarse con Louise e Ian para avisar del peligro que corren dando golpes a
la especie de cristal que los separa. Es otra forma de comunicación.
Aquí hay otro aspecto cuestionable en el rigor interno. Más
allá de la cortesía al anfitrión, resulta extraño y cuestionable que seamos
nosotros quienes llevemos la voz cantante explicativa y comunicativa. Lo lógico
es buscar la practicidad, el entendimiento mutuo, lo más rápido posible, por
tanto la civilización más avanzada e inteligente debería poder llevar mejor ese
proceso…
Villeneuve deja sutiles pinceladas críticas para reforzar su
reflexión sobre la comunicación. Por ejemplo, esos noticiarios y ecologistas que
crean un exagerado alarmismo, dos gremios a los que no deja muy bien parados,
en los que predominan el prejuicio y la falta de comunicación, precisamente,
para tener el conocimiento adecuado antes de emitir juicios.
Louise Banks es lingüista, una obsesa de la lengua, pero
sobre todo de la comunicación. La veremos en sus clases, hablando del portugués, ante unos pocos alumnos, siete, como ajena a lo que se está
mascando. Será en clase donde se enterará de la llegada de los extraterrestres.
En su segunda aparición en clase se agudizará la sensación de su soledad cuando
no haya alumnos a los que enseñar. La insistencia en la posterior conversación
con su madre acerca de su estado de ánimo, vuelve a insinuar y a manipular al
espectador para que piense que perdió a su hija. Un personaje muy en la línea
de los de Villeneuve, obsesivo, tenaz, curioso, como los de “Prisioneros”
(2013), “Sicario” (2015), “Enemy” (2013), “Incendies” (2010)…
Es inteligente, se agarrará a un truco para demostrar su
competencia por encima de la del resto de candidatos una vez se juega el puesto. “Guerra
en sánscrito”.
En esta línea irá su metáfora sobre James Cook, Australia y
el bautizo de los canguros. Un nuevo truco para salirse con la suya, ganar
tiempo e imponer sus argumentos.
Y unido a esta idea de comunicación subyace la otra gran
idea y tesis del film, una agudísima reflexión sobre el amor y la pérdida.
Villeneuve elige el amor a pesar del dolor, porque el dolor es vida también, y
es inevitable. La protagonista preferirá vivir la breve historia junto a su hija
a pesar del dolor que sufrirá, porque la idea es clara: para esto venimos aquí,
para esto vivimos, para amar, aunque sea por un corto espacio de tiempo.
Villeneuve pretende, como hiciera en “Enemy”, adentrarse en la psique cambiante de su protagonista, por tanto es su punto de vista constantemente el que vemos, asistiendo a una especie de fusión entre “E.T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982) y el vínculo entre alien y humano, y la propia “Enemy”, al adentrarnos en la cabeza perturbada Louise, además de ese sugerente plano del extraterrestre sin bruma en el cuarto de ella apareciendo repentinamente, un eco a los planos finales de la cinta del director canadiense de 2013. Podemos fusionar estas dos cintas con algunas más. “Contact” (Robert Zemeckis, 1997), “2001: Una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968), “Encuentros en la tercera fase” (Steven Spielberg, 1977), la atmósfera a lo “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979)... también son reconocibles. Un minimalista viaje por lo mejor de la ciencia ficción moderna, el cine de Kubrick, Spielberg, Scott, Zemeckis…
Amy Adams hace un gran trabajo, tanto que ha habido
protestas por la indiferencia de la Academia en las nominaciones de este año.
No sé si es para tanto, pero la talentosa Adams hace una estupenda encarnación
de la lingüista Louise Banks en su proceso de entendimiento y adaptación a una
evolución personal a través del lenguaje. La veremos taciturna y triste de
inicio, miedosa e insegura después, soportando los efectos secundarios de las
vacunas, para ir recobrando la entereza y seguridad que manifestaba al comienzo en su labor con los aliens. Se palpa su creciente confianza. Toda la película
está sustentada en ella y en el excelente trabajo de Villeneuve con la
atmósfera y el tono. La película, en sus grises, reluce a través de Adams.
Jeremy Renner es matemático. En sus reflexiones también hará
hincapié a aspectos de la comunicación, a las incógnitas que trae el
comportamiento de los visitantes, sus intenciones, características, si vienen
como turistas o como científicos, al por qué no emiten nada ni se comunican
entre ellos, al por qué han aterrizado donde lo han hecho…
El universo militar es mostrado procurando alejarse del
tópico. Lo encabeza el coronel Weber, que presentará una grabación con sonidos
extraterrestres a Louise para lograr su colaboración, eso sí, con tono
autoritario de militar para que se sepa quién manda. Es inteligente, sabedor
del interés que el tema puede suscitar en una reputada lingüista. En cambio, el
funcionario interpretado por Michael Stuhlbarg, el agente Halpern, representa
la figura negativa, el habitual toca narices…
Me encantan tus reflexiones respecto al lenguaje, la comunicación, la razón d existir.
ResponderEliminarSiempre lo digo: aparte de tu maestría analítica, q es mucha y de lujo, esas reflexiones, en un modo más filosófico, aunq partan de la explicación de tesis de las pelis, son excelentes.
Y la comunicación y el lenguaje son totems en mi vida.
Veré la peli, y encima lo haré con tu apoyo.
Qué bien!
Esperando la 2/2!!
Bss!!!
Muchas gracias, Reina. Siempre satisface mucho que te valoren estos aspectos.
EliminarA ver que tal la segunda. Menuda paliza!
Besos.
Soy Eddie79,
ResponderEliminarno me atrevo a ver la película, me da que va a ser desesperadamente lenta, pero un día de estos probaré...
Sobre lo que comentas en el primer párrafo de Interstellar y Nolan, de traca... que el viaje en el tiempo mejor filmado y mejor argumentado científicamente de la Historia del cine, no tuviera el reconocimiento de la Academia, es uno más dentro de los gravísimos errores de ésta.
Sí, porque esta no es mejor película que aquella en realidad, siendo Villeneuve un gran director también. Se valoró ORIGEN, que sí tuvo nominaciones, pero la Academia, espero que no sea por las ideas que subyacen en la obra de Nolan, parece no quererlo mucho por ahora.
EliminarA Villeneuve le empezaré a conocer con Blade Runner 2049, espero que se gane mis respetos, porque si no, me convertiré en un maldito hater.. ;-)
ResponderEliminarY DUNE, que cito en la siguiente parte, que también va a dirigirla, por lo que acerté de nuevo con la referencia a Lynch. Jajaja.
EliminarSe lo pones difícil al pobre Villeneuve, regalo envenenado. Ya ha entregado varias películas muy notables. No hay que odiarle jajajaja