Más que aceptable película de Danny Boyle con guión de Aaron
Sorkin, uno de los actuales genios televisivos, aunque no fue todo
lo bien recibida que cabía esperar, en unos casos porque esperaban una especie
de “Ciudadano Kane” informático y en otros por la manera de retratar a ese otro
genio que fue Steve Jobs, con sus grises, sus blancos y sus negros.
Lo más destacado de la película de Boyle está en su texto,
aunque posiblemente también en la estructura de guión se encuentren sus mayores
debilidades. Tanto el texto, con brillantísimos diálogos, de esos que cuesta
encontrar ahora en la gran pantalla, como el montaje y las interpretaciones,
son los grandes alicientes de la película para elevarse por encima de la media.
En cambio, la estructura en actos, al estilo del teatro griego, aristotélico, definiendo
al personaje y su obra a través de tres presentaciones de sus productos con
pequeñas transiciones informativas, obliga a aglutinar información y usar muchos
trucos para que no se escape nada, por lo que en muchas ocasiones los temas que
se tratan o sacan no están integrados con naturalidad, se antojan evidentemente
forzados por esas limitaciones estructurales. Los actores sacan todo el partido
a esos brillantes diálogos recitándolos con pasión y dinamismo, con gran ritmo.
Sorkin lo escenifica todo como si de una obra en tres actos
se tratara, entre bambalinas, antes de la actuación, literalmente.
Comenzaremos con una introducción en la que se nos anuncia
el futuro, la sociedad con computadoras personales, la información al alcance
de la mano con internet, la interactuación de millones de personas en todo el
mundo, el acceso a todo el ocio y a toda gestión o trabajo desde casa, desde
nuestro Pc, para dar un salto hasta 1984, a una presentación de Apple de la
mano de Steve Jobs.
Un personaje excepcional.
Lo que más me satisface del relato es que Jobs jamás se
muestra fanático. Defiende con dureza y pasión sus argumentos e ideas, pero
tras el debate, si considera que lo que le replican es justo, cederá, como
comprobaremos en muchas ocasiones, especialmente en los asuntos concernientes a
su hija. Del mismo modo, se impondrá en otro buen número de ocasiones… pero lo
que engrandece al personaje son sus motivaciones ocultas, ligadas a su corazón
y emociones, a su ambición y su hija. En este sentido, el final de la cinta es
una maravilla emotiva.
El retrato de Jobs es excelente en el transitar de estos
tres actos, el camino de una redención. Si en un principio lo vemos obstinado,
frío, cínico, un ser casi sin escrúpulos en lo más alto de la ola de su ego,
poco a poco esto se irá matizando. Un retrato realmente rico. No sé hasta qué
punto es fidedigno, ¿quién lo sabe?, pero es indiscutible que es un personaje
rico y fascinante, de extraordinarias facultades y virtudes, pero también con
lados oscuros. Ese icono de la modernidad y la tecnología que es Steve Jobs.
Su seguridad, su obstinación, su carácter inflexible, que
explica sus logros, se exponen desde el mismo inicio, con su pertinaz decisión
de que el ordenador que va a presentar diga “Hola”, a pesar de la imposibilidad
anunciada de los técnicos, concretamente de su compañero Andy Hertzfeld (Michael
Stuhlbarg).
“¿Quieres intentar ser razonable, sólo… no sé… para ver qué
se siente?” “No venderemos un millón en los primeros 90 días".
“… porque aún tenemos media hora. Podemos rediseñarlo”. “Tú
mírales las caras cuando vean lo que es”. “No sabrán qué están viendo ni por
qué les gusta, pero sabrán que quieren uno”.
“Cuando el público escuchó La Consagración de la Primavera,
arrancó los asientos del teatro, pero no compró el disco”.
“Nadie ve el mundo como lo ves tú”.
Un hombre que teme mostrar debilidad, y para ello no duda en
ser cruel o drástico. No es maldad, es liderazgo en la mayor parte de las
ocasiones, salvo en lo personal, con su hija, donde sí llega a serlo por
cobardía o culpa. Su carácter, finalmente, logra sacar lo mejor de los que le
rodean, su máximo rendimiento. A pesar de ese carácter tan particular, logrará
conservar y reconducir grandes amistades.
“Es una
coincidencia”.
Jobs (Michael Fassbender) vive atormentado por su origen, su adopción, que él
interpreta como rechazo, en vez de valorar la elección de sus padres adoptivos.
En el acto final volveremos al pasado, a una cena junto a Sculley en el
restaurante del padre biológico. Es interesante, porque se hablará de Sculley (Jeff Daniels) como una especie de figura paterna para Jobs, que se sentirá traicionado.
Es egocéntrico y cínico, provocador y prepotente. Tozudo,
concienzudo. Brillante, exigente. Consciente de su talento. Todo esto se
escenifica en esa escena donde exige una camisa blanca con bolsillo para poder
meter un disco en él (lo tiene todo pensado, hasta el más mínimo detalle, o con
ocurrencias repentinas). Por supuesto, lo conseguirá. Como conseguirá que el ordenador
diga “Hola”, aunque tenga truco.
“No quiero caerle mal a la gente. Me es indiferente si le
caigo mal”.
La relación con su hija y la madre de la chica es muy
interesante. Una madre que viene a quejarse de la poca ayuda que recibe de él a
pesar de los millones que tiene, una madre que descuida a la chica y vive del
cuento.
-Hertzfeld: Pues tendrás que contarnos cómo lo hiciste.
“Lisa ha hecho un dibujo en el Mac”.
En la segunda presentación constatamos que sigue teniendo
relación con su hija, aunque manteniendo la distancia, petulante y
prepotente, ante las preguntas curiosas de la niña, que pretende llamar su
atención. Escena ante espejos, como en la primera presentación. La barrera de cinismo y ego que ha
creado se va derrumbando.
Se produce aquí un interesante vuelco, una evolución, cuando
recrimine a la madre, que cada vez parece más una caradura, su comportamiento
irresponsable con Lisa, su hija. La amenazará de muerte, incluso, si asusta a la
niña. Una hija que aparece pululando constantemente por los alrededores. El
interés de Jobs por Lisa es creciente en este segundo acto, preguntando a
Joanna por los comportamientos de la cría. Eso sí, aún es timorato, como si no
quisiera reconocerlo plenamente.
“Ella es una cría y la asustas. Yo soy un hombre adulto y me
asustas”. “Tendrás más dinero en la cuenta al final del día”.
“No hay razón alguna en este mundo para que sea buena
persona… pero lo es”.
Un Jobs más moderado, más maduro, algo resignado en cierta
medida en esa presentación, más comedido y precavido que en la primera, donde
era una tempestad andante… pero sin merma alguna en los grandes y más
destacados activos de su personalidad.
Las prioridades de Jobs han cambiado en esta última parte.
Su hija se filtra con más intensidad (recursos de montaje que analizaré
posteriormente), está más presente y le da más importancia que a lo
profesional, incluso estará dispuesto a empezar con retraso por ella, lo que
era una “línea roja” en las anteriores presentaciones. Su hija se impone
finalmente a todo lo demás… quizá porque el éxito ya está en la mano…
Sí, la figura de su hija, que se va abriendo camino en sus
pensamientos según avanza el film, acaba por eclipsarlo todo en la última
presentación, con el Jobs más maduro y menos impetuoso, sin perder su fuerza
jamás. Un hombre orgulloso pero tradicional en el fondo, que se expresa con lo
que mejor sabe hacer.
Y es que lo interesante del personaje son sus matices, su
complejidad, sus grises, cómo desde su exigencia y obstinación siempre es capaz
de escuchar, rectificar, asumir errores. Así lo hará al ver el dibujo que su
hija hará en el Mac, cuando enternecido acceda a ingresar dinero en la cuenta
de la madre y comprarle una casa cerca de un buen colegio. Un ordenador que se ve constantemente en plano.
Jobs se presenta como un orgulloso egocéntrico, pero que en
el fondo es más tradicional, humano y responsable de lo que deja ver en la
batalla profesional.
Joanna Hoffman, interpretada estupendamente por Kate
Winslet, será la voz de la conciencia y guía personal del genio. Ella encauzará
su desorientación, sobre todo en lo personal, recriminando y reprendiendo su
actitud con su hija cuando es menester, dando las claves para entenderla mejor
cuando se encuentre perdido. Se acercará a su hija siguiendo los consejos de
Joanna. Una fidelidad a prueba de bombas.
Es un personaje encantador, y desprende inteligencia y
sensibilidad, la que le falta a Jobs, pero de alguna manera la forma en que
incluye a la hija en determinadas conversaciones, cómo la introduce, se antoja forzada. Le afecta de una forma extrañamente intensa la relación de Jobs con su
hija y no elige los mejores momentos para tratar el tema (antes de una
presentación). Insistirá en que haga las paces con ella en sus enfados y dará continuos consejos, hasta llegar a un clímax donde lo
zarandeará para que reaccione. ¿Instinto maternal?
“Soy tu esposa en el trabajo... a tiempo completo”.
Ella es la que mejor conoce a Jobs, sus virtudes y defectos,
lo que se esconde tras su pose, sabe que es capaz de rectificar, recapacitar y
reconocer un error.
“Me gusta que no te importe nada lo que gana una persona,
que te importe más lo que logra”.
“Si discutes con Lisa no intentes ganar. Admite que te
equivocaste”.
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