Un aspecto que debo resaltar con vehemencia antes de nada es
el extraordinario cutis que tiene
Angelina Jolie, una piel limpia, sana, hidratada y que se ve fresca, por lo que
recomendar que uséis cremitas, que son muy buenas para ello. Dicho esto, pasemos
a la película.
Trepidante y entretenido thriller de intensa y retorcida
trama repleta de giros argumentales en la mejor tradición del serial clásico,
protagonizada por Angelina Jolie, la gran heroína femenina de los últimos años.
Un desertor acusará a la agente de la CIA Evelyn Salt de
ser una espía rusa. Una acusación que provocará su huida, en la que tendrá que
recurrir a toda su competencia y recursos para evitar ser capturada, en una
carrera llena de secretos, ocultaciones y sorpresas.
Una dura tortura en Corea del Norte inicia la película. Una
tortura a alguien que dice ser una turista normal, pero que en su
comportamiento insinúa algo más. Sí, parece una agente. Su novio la rescatará
del suplicio y una elipsis nos situará dos años después de aquello.
Una fase de exposición intrigante y bien ejecutada antes de
dispararse la trepidante acción. Un novio biólogo (aracnólogo, de los mejores
del mundo), un aniversario a celebrar por la pareja y la confirmación de Salt
como agente de la CIA.
El interrogatorio que servirá de pistoletazo de salida a la
trama va de planos cortos a generales, pero luego hacen el camino inverso sin
un sentido o rigor concretos, cambiando la planificación de manera gratuita,
puramente esteticista, buscando una agilidad en escenas de conversación que no
resulta necesaria, aunque todo está realizado con sobriedad, no hay excesos.
Un interrogatorio que se convierte en flashback y da algunas
interesantes claves. La historia sobre un luchador ajedrecista que tiene
bastante sentido metalingüístico con respecto a la trama, con ese terrorista
inteligente que lo tiene todo bien planificado.
Un niño robado por un maquiavélico espía, un anillo de un
maestro de espías (cebo que confirmará que el extraño ruso interrogado es ese
espía), Lee Harvey Oswald como espía ruso, un ejército de espías suplantadores,
niños programados…
Diversos flashbacks trufarán la narración, donde veremos
cómo Salt confiesa a su chico que es agente de la CIA, recuerdos amorosos junto
a su pareja, su infancia, el cambio de rostro y posterior huida…
Una serie de elementos intrigantes que convierten a todos
los personajes en sospechosos. A la vez empiezan las incoherencias, como cuando
vemos a ese grueso espía ruso, sin esposar a pesar de su supuesta peligrosidad,
cargándose a los dos agentes que lo custodian en un ascensor y largándose del
edificio con paso lento y tranquilo sin mayor problema… ¿Cómo es posible que un
asesino ruso escape de un lugar de máxima seguridad, y tras haberle visto matar
a dos agentes? ¡Y saliendo por la puerta!
Tras acusar a Salt de ser una agente rusa, aseveración que
pasa el “polígrafo”, los compañeros de la agente dejarán repentinamente de confiar
en ella. Así de fácil. Tanto que se olvidarán del ruso, que como digo escapa
andando, para centrarse en la evasión de nuestra protagonista.
Aquí debo hacer un inciso para destacar que Salt escapará
sin bragas, literalmente, lo que me parece un detalle a tener en cuenta.
Desde aquí todo el planteamiento inicial en este juego de
mascaradas se tambalea para el espectador, que comprueba cómo lo que creía
seguro no lo es, algo que se pretenderá mantener durante toda la narración. A
cada paso que sigáis leyendo, un spoiler. Así, ese amado novio sólo parece
haber sido usado como tapadera para su misión, la agente en realidad sí parece
una espía rusa, el villano desconocido en realidad es aliado de Salt… Así
descubriremos vínculos de Salt con Rusia poco a poco, como que sus padres
murieron en un accidente de coche en 1988 allí.
“Salt” logra atrapar al espectador e interesar desde el inicio, aunque su desarrollo, atractivo y absorbente, también va pareciendo cada vez más absurdo.
La agente Salt es como una MacGyver femenina, llena de
recursos para huir y alcanzar sus objetivos. Cualquier objeto le sirve de algo…
incluso sus bragas. También tiene un entrañable perro al que sólo le falta
hablar. Flashes del pasado o supuestos sucesos se nos escenificarán, aunque no
sabemos si filtrados través de la mente de Salt o reales.
Salt es la versión femenina de los Bond, Bourne o Ethan
Hunt, un tremendo agente secreto de espectacular físico e infinitos recursos.
Observen como le sienta a la Jolie el abrigo que roba al azar y distraídamente
mientras pasea por la calle. Ojo al pedazo de suite que se busca, justo
enfrente de la iglesia donde tendrá lugar el funeral de estado donde pretende
asesinar al presidente ruso; al pedazo de arsenal que consigue; al pedazo de
tinte que se pone y al pedazo de araña con veneno que utiliza… Un agente
especial de la leche que se carga a tíos musculados con la facilidad con la que
ustedes o yo nos abrochamos un botón de una prenda que nos queda holgada, aunque
en realidad no los mata…
Mueve con acierto la cámara Phillip Noyce, buenos
travellings siguiendo a personajes por pasillos (Jolie, Ejiofor). Con todo, no
es la película de acción mejor rodada, precisamente, con un montaje escapista y
confuso, sin dejar ver bien toda la acción y donde faltan planos de reacción y
generales, abusando de los cortos.
Los animales e insectos tendrán cierto protagonismo,
sirviendo de cebo y ecos en algunas ocasiones. El citado perro, las arañas, las
mariposas… Un tipo de araña fue descubierta, precisamente, por el novio de
Salt, con nombre puesto en honor al batería anterior a Ringo en Los Beatles,
Peter Best, y tendrá posteriormente su utilidad.
La acción se dispara, una persecución constante de aquí al
final, con evasiones imposibles, como esa en la que Salt se lanza a un remolque.
Una Jolie que salta sobre camiones como si fuera Mario Bros, y un Ejiofor que
tiene vista de lince. En otros casos, como su huida del piso, extraña que el
policía no la vea… En la persecución por carretera, extraña también que Salt tarde
tanto en escapar yendo en moto, más rápida y con más facilidades de huir en un
atasco por el tamaño del automóvil…
Sí, a Salt le gusta saltar desde puentes, así tras tirarse a un camión que pasaba bajo uno, se lanzará con temeridad con un coche desde otro para escapar de la policía tras entregarse… Saldrá tan pancha, no os preocupéis.
La trama, que es como niebla espesa que se va aclarando, lo
que la hace especialmente atractiva, define un maquiavélico propósito
internacional. Ante las buenas relaciones entre Rusia y Estados Unidos,
nuestros villanos pretenden un asesinato al presidente ruso en Estados Unidos
para terminar así con ese statu quo, destruir esa alianza. Ese es el motivo por
el que el ruso del interrogatorio inicial, Orlov (Daniel Olbrychski), activó a
Salt.
Rusia se encenderá con el suceso, atacando a diplomáticos americanos, calentando un posible conflicto mundial.
En este juego de máscaras y engaños, escenificado con los
planos de Salt ante el espejo tiñéndose, sabemos que no nos podemos creer lo
que vemos. Esto hace previsible algunos giros. Por ejemplo, la supuesta muerte
del presidente ruso. Una vez vemos la araña, que va a usarla y que se deja
capturar, todo resulta sospechoso, y es fácil tener la certeza o la sensación
al menos, de que en realidad no lo ha matado. Y es que Salt no tiene pinta de
traidora, parece querer a su marido, como indican los flashbacks, y desmantelar
a los rusos, para los que parece trabajar ahora. Por tanto, la intriga pasa a
ser qué ha llevado a Salt a hacer todo aquello, qué es lo que oculta, qué la
hizo cambiar… Hay momentos donde el espectador puede dudar, por ejemplo cuando
observa con absoluta frialdad la muerte de su pareja, obligada para no morir si
muestra algún signo de debilidad, pero finalmente todo esto resulta previsible
(es una escena cruel y potente). Así se confirma cuando mate a todos los del
barco con concienzuda competencia.
Cuando, en otro giro, vemos que Salt se dirige amenazante
hacia el presidente de los Estados Unidos, con confusas intenciones, ya que se
plantea todo como que busca matarle, aunque visto lo visto tendría poco sentido
(sumado a que no mata a ningún guardia de seguridad, los deja inconscientes,
muy inconscientes, ya que ninguno se despierta nunca luego…), entendemos que
nos pretenden engañar y que en realidad debe buscar otra cosa, quizá impedirlo y
descubrir al verdadero asesino, otro agente ruso activo… Que Salt logre llegar
hasta el presidente, salvando todos los medios de seguridad y vigilancia de la
Casa Blanca, es de aquellas cosas que tienes que aceptar en su absoluta
incongruencia. Con ello se lograría un gran conflicto mundial, es de esperar.
Y es que resulta que en la Casa Blanca y rodeando el
presidente la mitad de los agentes son malvados rusos. Así Salt entrará con uno
que atentará contra él inmolándose; descubriremos que el aparentemente
bondadoso agente Ted Winter (Liev Schreiber) es el verdadero villano, en otro
giro que se veía venir en cierta medida viendo los comportamientos de cada uno; y que la propia Salt también era una tapada…
Ese es el giro final. Salt parece buena en principio, pero
luego mala, para finalmente ser buena. Winter era bueno para que descubramos al
final que era malo. Winter sí cumplirá su propósito y matará al presidente, en
un buen detalle de guión que no atempera la situación.
Salt solucionará todos los problemas en un buen clímax de
aceptable pulso narrativo y tensión, salvando al mundo de un ataque nuclear
selectivo, ese anhelo de todos los villanos de thrillers de este tipo… Además
convencerá a Peabody (Chiwetel Ejiofor) para que la deje escapar y de opción a
más entregas, que no han llegado…
Es un entretenidísimo thriller lleno de giros argumentales,
la mayoría predecibles y con poco sentido, pero que posiblemente sorprendan al
público medio, por lo que sin ser nada del otro mundo es una opción loable para
una tarde de evasión poco exigente.
Dedicada a Yessy, confiando en que sea de su agrado.
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