sábado, 12 de noviembre de 2016

Crítica SALT (2010)

PHILLIP NOYCE










Un aspecto que debo resaltar con vehemencia antes de nada es el extraordinario cutis que tiene Angelina Jolie, una piel limpia, sana, hidratada y que se ve fresca, por lo que recomendar que uséis cremitas, que son muy buenas para ello. Dicho esto, pasemos a la película.

Trepidante y entretenido thriller de intensa y retorcida trama repleta de giros argumentales en la mejor tradición del serial clásico, protagonizada por Angelina Jolie, la gran heroína femenina de los últimos años.



Un desertor acusará a la agente de la CIA Evelyn Salt de ser una espía rusa. Una acusación que provocará su huida, en la que tendrá que recurrir a toda su competencia y recursos para evitar ser capturada, en una carrera llena de secretos, ocultaciones y sorpresas.

Una dura tortura en Corea del Norte inicia la película. Una tortura a alguien que dice ser una turista normal, pero que en su comportamiento insinúa algo más. Sí, parece una agente. Su novio la rescatará del suplicio y una elipsis nos situará dos años después de aquello.




Una fase de exposición intrigante y bien ejecutada antes de dispararse la trepidante acción. Un novio biólogo (aracnólogo, de los mejores del mundo), un aniversario a celebrar por la pareja y la confirmación de Salt como agente de la CIA.




El interrogatorio que servirá de pistoletazo de salida a la trama va de planos cortos a generales, pero luego hacen el camino inverso sin un sentido o rigor concretos, cambiando la planificación de manera gratuita, puramente esteticista, buscando una agilidad en escenas de conversación que no resulta necesaria, aunque todo está realizado con sobriedad, no hay excesos.



Un interrogatorio que se convierte en flashback y da algunas interesantes claves. La historia sobre un luchador ajedrecista que tiene bastante sentido metalingüístico con respecto a la trama, con ese terrorista inteligente que lo tiene todo bien planificado.

Un niño robado por un maquiavélico espía, un anillo de un maestro de espías (cebo que confirmará que el extraño ruso interrogado es ese espía), Lee Harvey Oswald como espía ruso, un ejército de espías suplantadores, niños programados…



Diversos flashbacks trufarán la narración, donde veremos cómo Salt confiesa a su chico que es agente de la CIA, recuerdos amorosos junto a su pareja, su infancia, el cambio de rostro y posterior huida…




Una serie de elementos intrigantes que convierten a todos los personajes en sospechosos. A la vez empiezan las incoherencias, como cuando vemos a ese grueso espía ruso, sin esposar a pesar de su supuesta peligrosidad, cargándose a los dos agentes que lo custodian en un ascensor y largándose del edificio con paso lento y tranquilo sin mayor problema… ¿Cómo es posible que un asesino ruso escape de un lugar de máxima seguridad, y tras haberle visto matar a dos agentes? ¡Y saliendo por la puerta!




Tras acusar a Salt de ser una agente rusa, aseveración que pasa el “polígrafo”, los compañeros de la agente dejarán repentinamente de confiar en ella. Así de fácil. Tanto que se olvidarán del ruso, que como digo escapa andando, para centrarse en la evasión de nuestra protagonista.

Aquí debo hacer un inciso para destacar que Salt escapará sin bragas, literalmente, lo que me parece un detalle a tener en cuenta.

Desde aquí todo el planteamiento inicial en este juego de mascaradas se tambalea para el espectador, que comprueba cómo lo que creía seguro no lo es, algo que se pretenderá mantener durante toda la narración. A cada paso que sigáis leyendo, un spoiler. Así, ese amado novio sólo parece haber sido usado como tapadera para su misión, la agente en realidad sí parece una espía rusa, el villano desconocido en realidad es aliado de Salt… Así descubriremos vínculos de Salt con Rusia poco a poco, como que sus padres murieron en un accidente de coche en 1988 allí.









Salt” logra atrapar al espectador e interesar desde el inicio, aunque su desarrollo, atractivo y absorbente, también va pareciendo cada vez más absurdo.

La agente Salt es como una MacGyver femenina, llena de recursos para huir y alcanzar sus objetivos. Cualquier objeto le sirve de algo… incluso sus bragas. También tiene un entrañable perro al que sólo le falta hablar. Flashes del pasado o supuestos sucesos se nos escenificarán, aunque no sabemos si filtrados través de la mente de Salt o reales.




Salt es la versión femenina de los Bond, Bourne o Ethan Hunt, un tremendo agente secreto de espectacular físico e infinitos recursos. Observen como le sienta a la Jolie el abrigo que roba al azar y distraídamente mientras pasea por la calle. Ojo al pedazo de suite que se busca, justo enfrente de la iglesia donde tendrá lugar el funeral de estado donde pretende asesinar al presidente ruso; al pedazo de arsenal que consigue; al pedazo de tinte que se pone y al pedazo de araña con veneno que utiliza… Un agente especial de la leche que se carga a tíos musculados con la facilidad con la que ustedes o yo nos abrochamos un botón de una prenda que nos queda holgada, aunque en realidad no los mata…




Mueve con acierto la cámara Phillip Noyce, buenos travellings siguiendo a personajes por pasillos (Jolie, Ejiofor). Con todo, no es la película de acción mejor rodada, precisamente, con un montaje escapista y confuso, sin dejar ver bien toda la acción y donde faltan planos de reacción y generales, abusando de los cortos.


Los animales e insectos tendrán cierto protagonismo, sirviendo de cebo y ecos en algunas ocasiones. El citado perro, las arañas, las mariposas… Un tipo de araña fue descubierta, precisamente, por el novio de Salt, con nombre puesto en honor al batería anterior a Ringo en Los Beatles, Peter Best, y tendrá posteriormente su utilidad.






La acción se dispara, una persecución constante de aquí al final, con evasiones imposibles, como esa en la que Salt se lanza a un remolque. Una Jolie que salta sobre camiones como si fuera Mario Bros, y un Ejiofor que tiene vista de lince. En otros casos, como su huida del piso, extraña que el policía no la vea… En la persecución por carretera, extraña también que Salt tarde tanto en escapar yendo en moto, más rápida y con más facilidades de huir en un atasco por el tamaño del automóvil…






Sí, a Salt le gusta saltar desde puentes, así tras tirarse a un camión que pasaba bajo uno, se lanzará con temeridad con un coche desde otro para escapar de la policía tras entregarse… Saldrá tan pancha, no os preocupéis.

La trama, que es como niebla espesa que se va aclarando, lo que la hace especialmente atractiva, define un maquiavélico propósito internacional. Ante las buenas relaciones entre Rusia y Estados Unidos, nuestros villanos pretenden un asesinato al presidente ruso en Estados Unidos para terminar así con ese statu quo, destruir esa alianza. Ese es el motivo por el que el ruso del interrogatorio inicial, Orlov (Daniel Olbrychski), activó a Salt.







Rusia se encenderá con el suceso, atacando a diplomáticos americanos, calentando un posible conflicto mundial.

En este juego de máscaras y engaños, escenificado con los planos de Salt ante el espejo tiñéndose, sabemos que no nos podemos creer lo que vemos. Esto hace previsible algunos giros. Por ejemplo, la supuesta muerte del presidente ruso. Una vez vemos la araña, que va a usarla y que se deja capturar, todo resulta sospechoso, y es fácil tener la certeza o la sensación al menos, de que en realidad no lo ha matado. Y es que Salt no tiene pinta de traidora, parece querer a su marido, como indican los flashbacks, y desmantelar a los rusos, para los que parece trabajar ahora. Por tanto, la intriga pasa a ser qué ha llevado a Salt a hacer todo aquello, qué es lo que oculta, qué la hizo cambiar… Hay momentos donde el espectador puede dudar, por ejemplo cuando observa con absoluta frialdad la muerte de su pareja, obligada para no morir si muestra algún signo de debilidad, pero finalmente todo esto resulta previsible (es una escena cruel y potente). Así se confirma cuando mate a todos los del barco con concienzuda competencia.





Cuando, en otro giro, vemos que Salt se dirige amenazante hacia el presidente de los Estados Unidos, con confusas intenciones, ya que se plantea todo como que busca matarle, aunque visto lo visto tendría poco sentido (sumado a que no mata a ningún guardia de seguridad, los deja inconscientes, muy inconscientes, ya que ninguno se despierta nunca luego…), entendemos que nos pretenden engañar y que en realidad debe buscar otra cosa, quizá impedirlo y descubrir al verdadero asesino, otro agente ruso activo… Que Salt logre llegar hasta el presidente, salvando todos los medios de seguridad y vigilancia de la Casa Blanca, es de aquellas cosas que tienes que aceptar en su absoluta incongruencia. Con ello se lograría un gran conflicto mundial, es de esperar.


Y es que resulta que en la Casa Blanca y rodeando el presidente la mitad de los agentes son malvados rusos. Así Salt entrará con uno que atentará contra él inmolándose; descubriremos que el aparentemente bondadoso agente Ted Winter (Liev Schreiber) es el verdadero villano, en otro giro que se veía venir en cierta medida viendo los comportamientos de cada uno; y que la propia Salt también era una tapada…



Ese es el giro final. Salt parece buena en principio, pero luego mala, para finalmente ser buena. Winter era bueno para que descubramos al final que era malo. Winter sí cumplirá su propósito y matará al presidente, en un buen detalle de guión que no atempera la situación.






Salt solucionará todos los problemas en un buen clímax de aceptable pulso narrativo y tensión, salvando al mundo de un ataque nuclear selectivo, ese anhelo de todos los villanos de thrillers de este tipo… Además convencerá a Peabody (Chiwetel Ejiofor) para que la deje escapar y de opción a más entregas, que no han llegado…




Escrita por Kurt Wimmer, director de la interesante “Equilibrium” (2002).






Es un entretenidísimo thriller lleno de giros argumentales, la mayoría predecibles y con poco sentido, pero que posiblemente sorprendan al público medio, por lo que sin ser nada del otro mundo es una opción loable para una tarde de evasión poco exigente.






Dedicada a Yessy, confiando en que sea de su agrado.

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