Un miembro del jurado de un concurso literario organizado
por una conocida página cultural de internet, leía los relatos presentados sobre
historias de terror que debía valorar. Los había buenos, regulares y malos,
pero se aplicaba tenazmente a su labor una vez hubo tomado una frugal cena.
Un nuevo Henry James, H.P Lovecraft o Bram Stoker, una nueva
Mary Shelly o un creador de la talla de Poe o Bécquer podían estar en sus
manos, bromeaba irónicamente para sí mismo en su cabeza cuando se dispersaba y
distraía a la cálida luz de su flexo.
El jurado estaba compuesto por tres personas, amigos
íntimos apasionados de la cultura que habían puesto en marcha el proyecto de
esa revista cultural con un sorprendente éxito que les había reportado enormes
beneficios.
Una copa y un cigarro daban ambiente a la estancia y hacían
más amena la labor, cuando uno de los relatos perturbó al jurado número 1
inusualmente. No se trataba del típico relato, no tenía nada que ver con los
demás. Estaba dirigido a él y a sus otros dos compañeros del jurado, pero no
como una simple apelación, sino como una velada amenaza que daba datos
personales de todos ellos, datos especialmente privados y angustiosos, que sólo
conocían algunos íntimos, al menos en su caso. Leyó con avidez y agitación y
buscó el nombre del autor, que firmaba con pseudónimo. Cthulhu.
¡Esto tiene que ser una broma! -trató de convencerse, y
llamó a otro de los miembros del jurado para preguntarle si lo había leído ya.
El jurado número 2 lo saludó con alegría. Parecía algo
aburrido, con lo que la llamada le pareció un incentivo atractivo. No había
leído el texto, así que una vez colgó lo buscó, y cuando terminó de leerlo
llamó a su compañero, desconcertado.
-¡Habla de nosotros tres y cuenta cosas que pocos saben! Que
yo sepa no tenemos amigos en común al que hayamos hecho estas confidencias…
-No sabría decirte, creo que no. Quizá deberíamos pasarlo
por alto y hacer como que no lo hemos leído. Tampoco sé qué pretende. Ganar el
premio, supongo.
En el relato se mezclaban aspectos reales de la vida de los
tres jurados con otros en apariencia inventados, sutilmente novelados, con lo
que empezaron, cada uno por su lado, a analizar con detenimiento esos otros
datos introducidos sin aparente base real. Aspectos que mencionaban lugares de
sus casas, pero generales, la nevera, un armario… A su vez, trataron de
localizar al tercer miembro del jurado, pero no contestaba y tenía el móvil
apagado.
Pasó media hora, el jurado número 1 subrayó todos los
aspectos que le parecieron significativos buscando una pista, un indicio que le
indicara qué significaba aquello o quién podía ser el bromista. Debió dejarlo
pasar, pero se había obsesionado absolutamente. El estruendo de su teléfono lo
sacó de su ensimismamiento.
-Tío, estoy asustado. He recibido un mail. Es del tipo del
relato. Explica que nos conoce y nos vigila, que sólo quiere el premio, que
así… nada pasará. Ha firmado como Polidori ¿De qué va esto?
-¿Un mail? -el jurado número 1 se lanzó hacia su ordenador y
revisó su correo. El mismo mail apareció en su bandeja de entrada-. Dame un
minuto y ahora te llamó, he estado anotando cosas y quiero consultarlas
contigo.
A los pocos segundos de colgar el sonido de un mensaje de
whatssapp volvió a romper el silencio. Un número desconocido había escrito:
“Nunca más”.
Su pulso iba desbocado, como sus pensamientos, que se
agolpaban sin sentido alguno. Buscaba posibles enemigos, intentaba recordar
algún hecho de su pasado que viniera ahora a importunarle, pero ¿por qué a sus
amigos también? ¿Quizá algún escritor frustrado y perturbado que se hubiera
empapado de información sobre ellos? No era la primera vez que hacía de jurado…
Sí, podría ser eso.
Revisó sus notas. Cthulhu comparaba el armario de la
habitación de su casa con una guarida de monstruos, un símil siniestro.
Temeroso, se levantó, encendió todas las luces en su camino y se adentró en su
habitación con la intención de encarar el armario. Lo abrió con tiento, aunque
la razón le indicara que allí no podía haber nada. Cuando la puerta quedó
abierta dio un respingo que lo llevó a caer en la cama que estaba detrás. Su
ropa colgada había desaparecido y, al fondo, una enorme careta de Frankenstein
aparecía sonriente.
Salió despavorido hacía la puerta de entrada comprobando que
estaba cerrada, cogió la llave y dio más vueltas a la cerradura, revisó el
resto de estancias y buscó histérico el teléfono.
-¡Ha estado en mi casa! ¡Tiene nuestros mails, nuestros
teléfonos y acceso a nuestras casas! Revisa la tuya y abre el congelador, que
lo citaba en su texto -chilló al jurado número 2.
Espero ansioso a que su amigo volviera de su expedición, y
cuando escuchó su voz agitada supo que algo había pasado.
-¡He encontrado un volumen de “El gran dios Pan”, la novelita
de Machen, en el congelador! ¡Ha estado aquí también!
-¿De qué va esto? ¿Una fanático del terror quiere matarnos o
qué?
Un nuevo mail apareció en la bandeja de entrada. De nuevo
Polidori. Dudó. Avisó a su amigo, al cual también le había llegado el correo.
Con el auricular aún en la mano se acercó al ratón y pulsó el botón. Entre
admiraciones y en mayúsculas apareció el mensaje.
“¡Abre la puerta a la Criatura!”
Justo en ese momento sonaron tres fuertes golpes en la
puerta. El auricular se le cayó del susto, dio media vuelta y, acongojado, se
acercó dando pequeños y sigilosos pasos hacia el origen de los golpes, con el
miedo agarrándole las piernas, inquieto por si hacia algún ruido que lo
delatase. Cuando estaba a un palmo del pomo pensó que debería llamar a la
policía, pero en ese momento una voz gritó desde el otro lado.
¡Abre ya! -dijo el jurado número 3 -Tío, ¡eres el sueño de
todo bromista! -Y una carcajada se filtró desde el auricular caído.
JAJAJAJAJA!!!
ResponderEliminarA los jurados les hará gracia!!!
Me ha sorprendido el final!!!
Bss
Un guiño simpático, metalingüístico y acorde con la idea del concurso. Era la intención! Jajajaja
EliminarGracias, Reina. Besos.
JAJAJAJAJA CHULO, PERO ME LO ESTABA IMAGINANDO, PERO COMO SIEMPRE DA GUSTO LEERTE MR. (PADAWAN)
ResponderEliminarMe alegra que te gustara!!! Un beso!
EliminarEl terror, el terror... Nadie escapa de él, MrSambo.
ResponderEliminarNi en su propia casa.
Muy bueno, y mejor ambientado.
Un saludo!!
Gracias Herep! Un fatal enemigo, bien es cierto.
EliminarUn saludo!