Aquí traigo un desconocido título de la primera época de uno
de los más grandes directores clásicos de todos los tiempos, un indiscutible
Top 10. Rey del drama, la comedia y el musical, uno de los mejores directores
de actores y, sobre todo, actrices, que ha dado el celuloide.
No es una de sus grandes obras, ni siquiera se acerca, esta
aproximación al mundo de Hollywood donde una camarera es descubierta por un
director alcohólico y un millonario productor para ir subiendo escalones en sus
propósitos interpretativos. No es una de sus grandes obras pero sí pionera.
Es una especie de esbozo de lo que sería “Ha nacido una
estrella”, esquemático y simple, tópico, poco original, pero que se adelantó a
la primera versión de aquella que rodó William Wellman en 1937, de la que el
propio Cukor hizo un excelente remake en 1954. De hecho, las posteriores “Ha
nacido una estrella” podrían ser consideradas tranquilamente remakes de esta
que aquí analizo, ya que las claves y elementos básicos de la trama son los
mismos: Camarera que conoce a una gran estrella y cuando su carrera sube como
la espuma la de su pareja mengua, llevándole a la autodestrucción.
Cukor apuesta por el dinamismo en la puesta en escena, con
un ritmo de comedia y mucho movimiento dentro de los encuadres, tanto desde la
planificación vertebrada en el montaje, como en la del plano secuencia con los
actores moviéndose con libertad.
Maneja con una solvencia extraordinaria la puesta en escena,
dotándola de un ritmo endiablado, cualidad por la que puede contar todo lo que
cuenta en un metraje que no llega a la hora y media. Ejemplos los tenemos con la
primera secuencia en el bar donde trabaja Mary, en la conflictiva cena con el playboy
millonario o en la boda.
Uno de los recursos más usados dentro del plano general es el
caos donde un grupo habla a la vez, con diálogos muy rápidos, que no dan
descanso al espectador. Un ejemplo: la discusión en la piscina con el grupo
creativo…
La picardía y la sutileza también priman. Me hizo especial
gracia la escena del primer encuentro en el partido de polo entre el galán y la
actriz, cuando él dice que imagina un montón de cosas placenteras y ella
responde pidiendo un cigarrillo. Maravilloso.
El estilo es invisible, sobrio y bastante depurado, sin
excesos ni una brillantez reseñable, donde el plano general se utiliza para
presentar la escena y los planos y contraplanos se suceden con rigor en las
conversaciones. Cukor gusta del plano general o el medio para que los actores
se desenvuelvan como buenamente crean, logrando esa fluidez y ese dinamismo
comentados.
El retrato de una joven que sueña ser estrella es fácil que
identifique a millones de chicas y chicos, que imitan los ademanes de sus
ídolos, copian sus looks y peinados y en soledad reviven el dulce néctar de la
fama a través de revistas y espejos. Esa foto de Clark Gable en una revista...
Una presentación perfecta de la discreta vida de la chica,
una trabajadora, camarera, que vive en un pequeño cuarto con cama plegable.
Trabaja en un restaurante que frecuenta mucha gente relacionada con el cine,
lo que posibilita una oportunidad.
Todo esto contrastará con la vida de Max Carey (Lowell Sherman), famoso
director, que vive en una lujosa mansión y no escatima en absolutamente nada.
Cukor retrata con acierto ese ajetreo con diversos ejemplos: productores, los bocazas fanfarrones, ex taquilleros, presuntuosos chantajistas
y alguna que otra verdadera estrella.
Max Carey, borracho y excéntrico director, va por la vida con
pose de estrella, como debe ser. Tiene una borrachera divertida. No tardará en
hacer buenas migas con esa camarera que no duda en pelotearle para trepar,
aunque él parece hacer buenas migas con todo el mundo. Ella es una chica
decidida, nada remilgada, que hará lo que tenga que hacer, acosando a ese
director, para llegar al estrellato, algo que le costará poco gracias a su
belleza… y talento.
Carey pone el toque de comedia en este desenfadado título en el que se va inmiscuyendo el drama poco a poco, pero no termina de encajar nunca
bien.
Asistiremos a estrenos, esas masivas presentaciones, los
cotilleos de la prensa, curiosearemos por los estudios y los decorados,
vagaremos entre bambalinas observando el desarrollo de algunos rodajes, la sala
de proyecciones… mientras seguimos el periplo de Mary Evans (Constance Bennett).
Las primeras pruebas, el vestuario, la dirección, las primeras decepciones, los
ensayos para mejorar… La veremos de estrella, con números musicales para su
lucimiento, entrevistas periodísticas… El Oscar…
La fase de planteamiento es trepidante y eficaz, a pesar de
su esquematismo, pero una vez se sitúa a la chica en el estrellato y con el
desarrollo dramático de las historias de amor, la cosa decae. El encuentro con
el jugador de polo, Lonny Borden (Neil Hamilton), es artificial, aunque la
escena de la cena, digresión para el desarrollo de esa relación, es divertida.
Al final todo acaba rápidamente en boda estelar, por lo que el gran defecto
vuelve a ser el esquematismo.
Mary Evans se presenta como una caprichosa a la que la fama
no tarda en subírsele a la cabeza, aunque su retrato es errático.
-¿Qué no durará?
-Mi hígado… y el matrimonio de las estrellas.
La película carece de conflicto y también de intensidad
dramática. El conflicto se empieza a sugerir en el último tercio, cuando la
estrella Mary se obnubila con su marido, comprometiendo su trabajo para pesar
de su director.
Se le entiende más al pobre hombre cuando Carey irrumpe en
su casa a molestar con sus borracheras, pero sorprende la poca paciencia… El
citado esquematismo provoca que no se entiendan bien las relaciones ni los insinuados
conflictos ni sacrificios que unos personajes hacen por otros, que se tenga que
dar todo por supuesto. Se entiende, pero carece de entidad dramática.
Es por ello que tras una discusión se divorciarán, lo que se
hace francamente incomprensible visto lo visto, esas reacciones y decisiones,
culpa del esquematismo.
Además, llegada esta parte, poco nos importa la relación
amorosa de la pareja, lo mismo que las circunstancias del borracho director y
sus injerencias en la vida de la actriz, que sigue sacándole las castañas del
fuego.
Dicho esto, el personaje más interesante, quizá el único, es
el director borracho que toca fondo. Lo toca desde la cima, pero al que el giro
dramático y resolución tan negra, el suicidio, tan drástica, no le beneficia, encaja mal con el
tono general de la película.
Es interesante el plano en eco que define la decisión de
Carey, ante un espejo. El primero es al inicio de la película, el día que
conoció a Mary, en tono jovial. El segundo será en ese final, tras salir de la
cárcel y haber llegado al fondo del abismo, al no reconocerse, o al reconocerse
como alguien tóxico, sobre todo para su adorada amiga.
La resolución es tan repentina y gratuita como buena parte
de los hechos importantes que acontecen durante la narración, todo para llegar
a un final feliz muy forzado de nuevo.
La fugacidad y fragilidad de la fama, su vacuidad, expuestas en una historia que tiene esas mismas características. Una fama ante la que es
fácil sucumbir.
Tiene muchos defectos, pero es innegable la influencia, poco
reconocida, de esta película en cintas posteriores, que la mejoraron
indudablemente.
Pues no será una gran cinta, pero resulta francamente agradable ver la elegancia del vestuario, ese aire retro (con ojos actuales) y muy interesante constatar q en ese ambiente cinematográfico, los conflictos q se derivan o incluso la marcha del entorno de esa profesión es muy parecida (salvando las distancias) al de la actualidad…
ResponderEliminarMe gustan mucho las pelis metalingüísticas del cine, con sus diversos aspectos, q ha dado grandes títulos. Y siempre me vienen a la cabeza pelis como El crepúsculo de los Dioses, aparte de las q mencionas, q han tenido mil adaptaciones. No hizo una de ellas Barbra Streissand? Tb recuerdo The Artist, q me encantó ver después de leerte, pudiendo disfrutar de los detalles…
Mil gracias!
Bss
Sí, Barbra hizo una en 1976 de Ha Nacido Una Estrella. Y se habla de una nueva versión con Clint Eastwood y Benyoncé que no sé si sigue en marcha... ¡Un no parar!
EliminarBesos, Reina.
Por lo que parece Eastwood se habría caído y retomaría su labor Bradley Cooper en la dirección.
EliminarMarededéusantíssima. Ora pro nobis.
ResponderEliminarJajaja
Un remake cada 5 años va a tener este título jaja
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