Esta comedia romántica ochentera y juvenil sería uno de esos
placeres culpables que todos tenemos. O quizá no, porque en realidad yo la
reivindico con orgullo, porque es una de las comedias juveniles ochenteras que más me gusta… Desde luego no es la típica película de la que un cinéfilo
presuma, pero todo tiene su momento y su punto, y su nivel dentro de su género.
“Admiradora secreta” tiene aspectos que no contienen las
películas de su estilo en la actualidad, ni siquiera en aquella época. Un punto
de autenticidad y transgresión en su retrato del mundo juvenil que logra que
muchos la recordemos especialmente.
Y eso me pasó a mí, recordaba haberla visto, recordaba que
me había gustado, pero como la vi de pequeño no recordaba su título, perdido en
el olvido y entre otras muchas comedias del estilo, pero la fortuna me sonrió e
internet hizo el resto... La encontré, la volví a ver y me volvió a gustar…
Años después me veo ante la hoja en blanco acometiendo un análisis que tenía
que llegar.
La cosa fue que siempre recordaba dos escenas como mínimo:
al bueno de C. Thomas Howell corriendo desesperadamente tras un coche para
decirle a Toni que la quiere, y el polvo frustrado y torpe en el cumpleaños del
propio Michael en una escena que me resultó atrevida y realista en su tiempo.
Y es que no recuerdo una comedia juvenil que supere o tan
siquiera iguale a esta. En su descaro encuentra el punto justo de transgresión,
tocando temas como el sexo, las relaciones, las infidelidades… de una manera plena
de naturalidad, frescura, atrevimiento e ingenio, llena de momentos francamente
divertidos sin necesidad de resultar estrafalario gracias a acertados enredos a
los que se les saca un gran partido.
Una comedia que presenta situaciones realistas, en las que
cualquier adolescente puede identificarse, desmitificando las relaciones
sexuales y el puritanismo reinante en los 80 en los Estados Unidos, aunque
finalmente, siendo fiel a las convenciones del género, apueste por el final
didáctico y feliz, que en absoluto es un lastre en este caso ni en este título.
Seguramente es mi favorita de aquellas, al menos de lo que recuerdo y por las
sensaciones que tengo. Debo reivindicar también la aceptable “No puedes comprar
mi amor” (Steve Rash, 1987). Hay otras como “La chica de rosa” (Howard Deutch,
1986), “Dieciséis velas” (John Hughes, 1986)… No incluyo “El club de los cinco”
(John Hughes, 1985) porque la considero otro rollo, con más drama, más madura.
Uno estaba acostumbrado a comedias mucho más moderadas, que
trataban con una excesiva sutileza, o donde se evitaban directamente, temas como
el sexo o las infidelidades, presentando a los adolescentes asexuados o
artificiosamente románticos. No, esto tampoco es “Porky’s” (Bob Clark, 1982),
ni apuesta por desfases estrafalarios donde todo orbita alrededor del sexo, es
una mirada mucho más amplia. Dentro de las convenciones de la comedia romántica
juvenil resulta muy auténtica.
Todo ello no evita la candidez y cierta ingenuidad, pero
esta variación de “Cyrano de Bergerac” triunfa donde fracasan la gran mayoría
gracias a su desparpajo desprejuiciado y perfectamente medido, su agilidad, sus
enredos imaginativos y unos personajes que desde sus definidos clichés logran
humanizarse y que te identifiques con ellos.
No es raro, teniendo esto en cuenta, que todo aquel que ha
visto la película, diga que el personaje de Toni (Lori Loughlin) es esa amiga
que todos querríamos tener. Es imposible no quererla y enamorarte de ella.
Además es fan de “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942)...
El retrato de la vida de instituto, de la importancia de la
popularidad y la ceguera que procura, de la desviación que propicia dicha
popularidad y éxito, de la superficialidad que subyace en ello, de la inmadurez
en las decisiones, de la apariencia por encima de los sentimientos… está
realmente conseguido. Las pandillas, la importancia de los coches y la edad,
las fiestas de instituto, la pérdida de la virginidad antes de la universidad…
Además es una excelente reflexión sobre la amistad sincera,
capaz de anteponerse al amor por ese amor al otro precisamente, de la lealtad
y la fidelidad, algo que personifica en su máximo esplendor el ya reseñado
personaje de Toni.
La soledad, que se puede llegar a sentir de manera
especialmente aguda en el instituto, también está bien retratada, aunque más
desde un punto de vista romántico. Ese plano de Toni en soledad en el parque
donde se reúnen las parejas, donde Michael llevará a Deborah, es tremendamente
cruel.
Uno ve las cintas juveniles que triunfan ahora, llenas de
heroínas “salvamundos” o héroes “matazombies”, de comedias insulsas de “radiofórmula”, y cae rendido ante pequeñas joyas despreciadas como esta que, si bien no
ofrecieron, ni lo pretendían, revolucionarias propuestas, cumplían a la
perfección con su propósito y objetivo, resultando francamente notables en su
ejecución.
Los diálogos son ágiles y a menudo acertados. La dirección también es sumamente ágil y no
se complica la vida, con un más que aceptable uso del plano general incluyendo
a varios personajes en cuadro, y prescindiendo del montaje salvo necesidad en las
conversaciones o lógicas circunstancias de puesta en escena y punto de vista.
-Michael: ¡Esa mano debía ser mía!
El juego con esas románticas cartas sin firma que la
romántica Toni escribe para su íntimo amigo Michael (C. Thomas Howell) sin que
éste lo sepa es una auténtica gozada, especialmente si te metes en él y adaptas
a las vivencias y recuerdos de aquellos tiempos y en aquellas edades.
El padre de Michael, George, (Cliff De Young), también leerá
la carta y creerá que se la ha entregado Elizabeth (Leigh Taylor-Young), la
madre de Deborah (Kelly Preston).
El padre de Deborah, Lou (Fred Ward), leerá la segunda carta
escrita por Toni, creyendo que se la han escrito a su mujer. Acto seguido la
leerá su esposa, creyendo que la escribió George, el padre de Michael… Así se
lían los dos matrimonios confundidos. Por supuesto, la sangre no llegará al
río, y todo se aclarará para que haya paz. Los diálogos equívocos para
complicar las relaciones, tan ingenuos y artificiales como divertidos.
Toni llegará a reescribir la desastrosa carta que Michael
dedica a Deborah haciéndole un favor, convertida en una Cyrana adolescente de abnegada entrega hacia su amigo. En ella lo de “en el amor y en la guerra todo
vale” no tiene cabida. Un bello momento, escribiendo una carta inspirándose en
su amor, del que tiene una foto enfrente, que condena su relación con él… Luego
descubriremos que Michael tiene una foto de ella.
Cartas de amor no correspondido, la necesaria expresión de
esos ocultos sentimientos en una época donde no existían los whatsapps ni las
redes sociales, fugaz y efímero alivio que son pequeñas tiritas para la
soledad, la angustia y el desamor. Hay algo de trampa en la primera entrega de
carta, ya que vemos a una chica introducirla en una taquilla, que es Toni, mientras al poco
tiempo aparece Michael, la saca de la taquilla y, tras darse una veloz carrera
por todo el campus, aterriza en la otra punta, justo cuando salen Deborah y…
Toni.
Toda la consciencia y profundidad que vemos en Toni se convierte en cegada frivolidad y superficialidad en Michael, su íntimo amigo y del que está enamorada, interpretado por un atlético C. Thomas Howell, que se pasa buena parte de la película saltando, corriendo y brincando descamisado. Las cuidadas cartas que ella mete en secreto en su taquilla son ignoradas por él en su desorden y despreocupación, sin maldad alguna, completamente despistado y con las miras puestas en las exuberantes formas de la maciza Kelly Preston, que aquí interpreta a Deborah Anne Fimple, obnubilado por la chica popular, la apariencia y la popularidad de instituto.
Cierto es que Michael se muestra en todo momento
absolutamente respetuoso con su amiga Toni, de la que nunca busca aprovecharse
en otros terrenos, respetando su amistad, aunque comportándose con crueldad,
unas veces involuntariamente y otras producto de su obsesiva ceguera. Toni es
irónica y bromea sobre su relación con Michael, que la ve como una amiga pura,
por lo que nunca se plantearía salir con ella.
Michael comprenderá sus propios sentimientos ante la pérdida
y tras caer en la tentación. Desde el guión se avanza que Toni se marchará a
estudiar a otro lado, alejándose de él. Será cuando ella se vaya cuando el
chico reaccione y cobre conciencia de todo… como tantas veces. Esta retratada con sencillez y eficacia la diferencia entre las relaciones que Michael mantiene
con las dos chicas. Con Deborah sólo hablará de frivolidades cuando empiece a
salir con ella, de compras y ropa y donde no podrá meter apenas baza, ella se
siente el centro de la relación; con Toni, en cambio, hablan de sentimientos y de
aspectos más profundos, donde todo rezuma confianza.
Cuando hablen de “Doctor Zhivago” (David Lean, 1965), él
querrá destacar una escena romántica (antes había hablado de otras cintas u
obras románticas como “Tierna es la noche” o “Tal como éramos”), pero Deborah se
centrará en los vestidos de Julie Christie, en otro simpático diálogo.
Así lo vemos en la primera escena, cuando este ligón se hace
el encontradizo con las dos amigas, que también son íntimas (más o menos), para
sólo mirar a la rubia, que parece ignorarle. Bromas sobre homosexuales y la
masculinidad suman al asunto. Michael sufre el mismo rechazo por Deborah que
Toni por él, si bien su actitud es más activa que la de la chica. Deborah es
consciente del interés del chico, pero prefiere al musculoso y automovilizado
Steve Powers (Scott McGinnis), que además es más mayor.
Homosexuales; pajas; infidelidades en esos puritanos 80
donde los matrimonios parecen estar esperando la más mínima oportunidad para
poder echar una canita al aire; fanfarroneos sobre polvos juveniles que jamás
existieron para desconsuelo de sus respectivas virginidades; los magníficos
pechos de Kelly Preston, que podemos disfrutar en todo su esplendor (también da
gusto verla comer helado, por cierto); píldoras o preservativos; la escena en
el mirador donde se bromea con el sexo oral entre los dos padres, Lou y Connie;
polvos torpes…
“¡Madre mía! ¡Eres una virgen con dos narices!”
“Tienes un brazo muy fuerte, debe ser de lo mucho que te la
machacas, ¿verdad?”
Los tíos en la película son retratados como auténticos
garrulos, y lo cierto es que la mayoría a esas edades no difieren mucho de ese
retrato. Comen, beben, eructan y piensan en fiestas y sexo. No hay mucho más. Se
burlarán de la madura y sensata Toni, que no sé vosotros, pero yo la veo muy
guapa como para que pase desapercibida de esa manera…
El mundo femenino es más complejo y rico, hay de todo, desde
la frivolidad y el egoísmo de Deborah a la madurez y lealtad de Toni…
La relación entre Toni y Michael es encantadora, una
complicidad auténtica y sincera, pero focalizada de distinta manera por la
ceguera de él. Sus íntimas conversaciones, su confianza absoluta, sus gestos
altruistas y desinteresados, su continua defensa mutua… bueno, más de ella que
de él… funcionan a la perfección. Es tan tierno como divertido oír como Michael
le dice a Toni que la carta que leyó es lo más bonito que ha leído. Suponemos
que no ha leído mucho y le vemos más bien “garrulesco”, pero se ve que tiene un
alma sensible que va lenta en esto del amor. Por supuesto no sabe que la carta
es de su amiga…
La conversación de ambos en la noche, tras la fiesta, donde
Toni debe soportar los elogios efusivos de su enamorado hacia Deborah, está
rodada en planos escindidos una vez se tumban, escenificando la ocultación de
ella del autor de la carta. Una bonita escena con ellos abrazados. Cuando
Michael dé las gracias a Toni, la cámara los capturará a los dos juntos, en una
mirada cómplice y una caricia amistosa.
Tal es la devoción por su enamorado, que Toni lo protegerá y
salvará de varias palizas, incluso coqueteando con Steve para lograrlo. Un
Steve que tendrá su redención cuando le diga a Toni que no deben llegar a más y
que está enamorado de Deborah, aunque nadie le escuchará…
Es una escena tremendamente cruel, habida cuenta de que
antes habían confesado su virginidad, por lo que ceder tu casa para la fiesta
de cumpleaños y que el chico que amas se acueste con tu amiga allí, en el
dormitorio de tus padres, es forzar la situación emocional al límite. Ese polvo
que acaba en desastre, desmitifica el sexo perfecto y lucido de sábanas mecidas
por el viento y perfección coreografiada, en lo que es una estupenda escena que
retrata ese momento de una manera muy realista.
Michael confesará la verdad del polvo frustrado e intentará,
sincerándose en un bonito momento, que Toni salga con él, pero la cosa no será
tan fácil y deberá luchar un poco más. Finalmente, en un pequeño truco de
guión, Michael podrá comprobar que la letra de la carta que recibió, coincide
con las que le llegaron a Deborah, concluyendo que la autora fue Toni.
Son muchas las escenas divertidas, desde los intentos de
ligue de Michael con Deborah a la huida en furgoneta de la pandilla de los
protagonistas de la persecución de los universitarios. La bronca de Michael al
cartero. Tonterías como la cena que pide Michael al camarero. Toni destrozando
con un bate la furgoneta de Roger tras enterarse de que mintió diciendo que
había tenido sexo con ella. El hilarante momento en el mirador, con las dos
parejas de padres infieles descubriendo a sus hijos liándose en el coche que
está a su lado. La partida de bridge de los cuatro padres…
Sin duda, la película tiene muchos defectos.
Cinematográficamente es simplemente correcta, se abusa de los trucos de guión y
los artificios, además de que las digresiones y subtramas no aportan nada a la
principal, pero a pesar de todo el conjunto tiene un indiscutible encanto que
sedujo a mucha gente, que aún la recuerda…
Las interpretaciones son más que correctas, divertidamente
desfasadas en algunos casos, como en el del protagonista C. Thomas Howell, que
se lo pasa pipa fardando.
Los que me conocen creerán que mi pasión por ella procede de
la banda sonora, aorera al 100%, pero lo cierto es que fui consciente en la
revisión, cuando la encontré años después tras buscarla con denuedo. Flipé,
bien es cierto, con el hecho de que un grupo como Van Stephenson, que no conoceréis la mayoría,
dejara aquí su temazo “No secrets“ de su
discazo, que recomiendo con entusiasmo, “Suspicious Heart” (1986), pero sólo
fue un punto más a su favor en mi ya firme devoción. También suena “You’ve been lied before” de Van Stephenson, tema del disco “Righteous Anger” (1984). Además
tenemos algunos temas de Autograph, Tony Carey, Kim Wilde, Don Felder
(guitarrista de los Eagles), Nik Keshaw o Timothy B. Schmit (bajista de los
Eagles) entre otros.
No es una gran película, pero sí una película con encanto,
superior a muchas de su género en su época, que si la ves sin prejuicios estoy
seguro te seducirá, si no, no pasará de un ejercicio de nostalgia y de su tiempo.
La tengo un gran cariño.
recuerdo cuando la vi por aquel 85,que uno desde el principio de la pelicula sabes quien es ....cuando entrega la carta la muestran una falda con unos bolsillos caracteristicos,que a los 5 minutos ella sale de la escuela y lleva esa falda y sabes quien es la dicha admiradora secreta
ResponderEliminarSí, se le ve el reloj y la ropa, pero resulta raro que le dé tiempo a llegar andando al mismo sitio que al otro corriendo jaja
EliminarJajajaja!!! Aaaay los enamoramientos de los amigos!! Problemónnnn!!!
ResponderEliminarNo la he visto y, hombre, la lista q tgo es muy larga como para darle prioridad, pero me alegra q la hayas traído. Entre otras cosas, lo q más m gusta de esta tu casa es la ausencia de prejuicios, la verdad q se destila en los análisis, sin tener en cta el dominio de los mismos, cosa q he glosado millones d veces.
Cuando lo cool y lo q prima x ahí es señalar títulos por dárselas d cinéfilo, y calzar rollos infumables al respecto, saltas tú, con naturalidad, para poner el foco en cintas curiosas.
No recuerdo pelis de esa franja de edad ahora…a no ser q sean dramones…desde luego, 30 años supondrían una mirada absolutamente distinta…
Gracias x traerla!!
Bss
Sí, el dogmatismo genérico, en una u otra dirección, es absurdo y fácil de desmontar, por eso soy tan defensor del individuo jaja. Hay cosas buenas y malas en todos los géneros y épocas.
EliminarPara pasar un rato es ideal y divertida, aleja preocupaciones jajaja.
Gracias a ti, Reina.