Otra de las grandes películas de Tony Scott, al que se
empieza a reivindicar desde ciertos lugares tras ser sistemáticamente denostado
por la crítica, que infravaloró su obra por zambullirse sin prejuicios en el
cine de entretenimiento, el thriller de acción, el militarismo y el esteticismo
que comandó su hermano Ridley, asumiendo por fin su talento. Sin alcanzar las
cotas de genialidad que logró su hermano con sus mejores títulos, sí se ha
mostrado mucho más regular que aquel, manteniendo una línea más que notable que
le ha granjeado un buen número de fans.
Tony Scott se suicidó en agosto de 2012. Otro buen momento
para rendirle tributo.
Exitazos y grandes títulos como “Top Gun” (1986), "Superdetective en
Hollywood II" (1987), “El último Boy Scout” (1991), “Revenge" (1990), “Amor a quemarropa” (1993), “Días de
trueno” (1990), que forjó la pareja Cruise-Kidman, “Marea roja” (1995), “Enemigo, público" (1998),
“Spy game” (2001), “Domino” (2005), “Déjà Vu” (2006), “Asalto al tren Pelham 123” (2009), “Imparable” (2010)… dan
buen ejemplo de su talento y estilo.
Adaptación de la novela de A. J. Quinnell basada en hechos
reales, “El fuego de la venganza” cuenta la historia de Joyhn W. Creasy, un ex
agente del gobierno con problemas con la bebida que decide aceptar ser el
guardaespaldas de una adinerada familia en México, con la misión especial de
proteger a la hija de un posible secuestro, algo frecuente allí, donde las
familias ricas son víctimas propiciatorias. Se forjará un vínculo fuerte entre
guardaespaldas y niña que desembocará en una despiadada venganza. Remake de la
cinta francesa “Bala blindada” (Elie Chouraqui, 1987).
Secuestros cada 60 minutos en Latinoamérica, donde el 70% no
sobrevive. Ese es el caldo del cultivo en el que se circunscribe la narración.
Una historia que originariamente estaba ambientada en Italia, pero se rectificó
al haber bajado el índice de secuestros en aquel país, por lo que se eligió
México.
Tony Scott siempre ha apostado por looks visuales modernos y
montajes ágiles, pero aquí es uno de los aspectos que más me incomodan y que
restan fuerza por su artificio al drama y la narración. Un montaje videoclipero
y efectista, con mucha distorsión de imagen y panorámicas difusas, del que se
abusa en exceso… Así se presentan los procedimientos de extorsión de los
secuestradores y el chantaje.
En ciertos momentos, todos estos recursos se ligan a la
visión y perspectiva perturbada y distorsionada del protagonista, pero se no
mantiene un rigor ni una constancia como para sostener tal idea, ya que en
momentos donde no está Creasy también se usan y en su evolución y desarrollo
estos elementos no varían o desaparecen… Un ejemplo lo tenemos en la borrachera
e intento de suicidio de Creasy, que también tiene ese montaje de imágenes
distorsionadas.
En el tiroteo del secuestro de la niña también tendremos
mucho efecto visual y de montaje, con lo que se pueden reinterpretar las
intenciones de Scott, que parece usar especialmente estos recursos en momentos
sórdidos (el comienzo, el intento de suicidio, la negociación en el secuestro
en entornos cotidianos, el secuestro en sí, diversas escenas de acción…). En esos
montajes sincopados y saturados, hay planos que remiten al futuro
(flashforward), tanto como al pasado (flashback).
Un barbado y desaliñado Denzel Washington es presentado tras
cristales, con su inseparable petaca y gafas de sol. El ser a redimir.
Aquí comienza una relación entre actor y director bastante prolífica, aunque antes coincidieron en "Marea roja".
Las dos tramas que se unirán se plantean con primeros planos
y dúos de personajes. Washington
con Christopher Walken y Marc Anthony con Mickey Rourke. Los primeros son dos amigos, donde el segundo le conseguirá trabajo al primero. Los otros dos son
el abogado (Rourke) que aconseja un guardaespaldas al padre de familia
adinerado al ser de los pocos desprotegidos con su estatus. La demanda ya está
creada.
Un personaje bien definido y desarrollado.
El personaje que interpreta Denzel Washington debe transitar
un camino de redención, algo que queda claro casi desde el primer plano. Su
desarrollo es excelente. Un personaje en continua progresión que se va
definiendo durante la misma, con flashback que nos llevan a sucesos traumáticos
de su pasado y pequeños detalles que van mostrando esa evolución.
Desde el inicio vemos interesantes apuntes de su evolución,
unas veces formal, otras obligado, unas veces psicológica y otras sincera y
verdadera. De su desaliñado aspecto pasaremos a verle aseado y centrado. De
pasajero pasará a ser chófer. Primero será seco y borde, sin interés alguno en
crear lazos afectivos, pero veremos cómo sus barreras irán cayendo
paulatinamente.
Demostrará total competencia en su labor con un currículum
excelente, pero con el hándicap de la bebida (aceptará la que le ofrece el
anfitrión de la casa). Dirá que no sabe qué música le gusta, pero acto seguido
comprará un disco de Linda Ronstadt y lo escuchará en la intimidad de su
habitación. Siempre en conversación con Lupita.
Creasy es un ángel caído, un creyente que piensa que está perdido, condenado y sin posible redención.
El personaje cambiará radicalmente por un acto que él
considera divino. Un intento de suicidio que no se consuma porque su arma no se
dispara. A partir de ahí él cambia, y con él su relación con Lupita, vertebrada
simbólicamente en las figuras de animales y el agua. La ayudará a mejorar su
estilo de natación y la salida, entrenando y rompiendo todas las barreras que
impedían el acercamiento y la complicidad. Bromas, ratos con amigos con la niña
integrada, sonrisas cómplices, ayuda con los deberes…
Tras el intento de suicidio comienza el vínculo entre el
guardaespaldas y la cría. Lupita está algo desatendida por sus padres,
demasiado ocupados con sus negocios y riquezas, es por ello que ella y Creasy
se complementan mutuamente. Él es un desarraigado. Ella lo adquiere como figura
paterna y él como la hija que no tiene.
“Hoy es usted su padre”.
Con todo, la madre mantiene un estrecho vínculo con su hija
y terminará siendo cómplice, en cierta medida, de Creasy, una vez se entienden
mutuamente. Tendrá una primera discusión conflictiva acerca de Lupita y la
obcecación de Creasy en no crear vínculos, siendo un borde. Una conversación
donde los contraplanos de ella se reflejan en un espejo.
“Pero me pagan para protegerla, no para que sea su amigo,
¿no? Así que…”
El paso definitivo en su vínculo estará cuando su proyecto
conjunto, el entrenamiento de natación, dé sus frutos y Lupita logre vencer en
el campeonato. Emociona verla ganar y verlos fundirse en un abrazo.
Con cámaras lentas Scott subraya momentos que definen la
transformación de Creasy (Denzel Washington), así lo vemos con la bala que no
se disparó o cuando da la mano a Lupita en la piscina, inicio de su relación
paterno-filial. En la salida de la carrera de natación en la que Lupita
vencerá, tendremos más. En el plano final de la escena donde Pita obsequia a
Creasy con una medalla de San Judas, también habrá una imagen ralentizada.
Otra cámara lenta: En la mirada de despedida del padre a
Lupita cuando se van en viaje de trabajo.
Scott demuestra su potencia visual, además de con los
recursos citados en trucos de montaje y distorsiones, en las escenas de
acción, aumentando y creando situaciones tensas y de buen suspense. Un ejemplo
lo tenemos en ese viaje en coche de vuelta del colegio mientras Creasy y la
cría conversan y todo alrededor del automóvil parece amenazante.
Las luces filtradas, el agua, la lluvia, las mangueras, la
noche… convierten “El fuego de la venganza” en una estupenda cinta visualmente
hablando, y muy típica del estilo de los hermanos Scott.
Animales.
Hay muchos animales reales o figurados que adquieren sentido
metafórico, en algunos casos muy manidos, como el pájaro enjaulado que luego
será liberado por Creasy (Denzel Wahington) e identificado con él mismo, atado
a sus adicciones y su traumático pasado, liberado por su relación con la niña.
En la casa de los ancianos desde donde dispara contra el
agente corrupto de policía con un bazuca, volveremos a tener periquitos
enjaulados, en un claro simbolismo de la vuelta atrás del personaje.
Casi todos están relacionados con Creasy y representan
valores que éste demuestra. El perro que le regalan a Lupita (Dakota Fanning)
simboliza la lealtad de nuestro protagonista; el osito de peluche es comparado
con él directamente, y se vincula a su tristeza, la amargura con la que carga…
Las mariposas pintadas en la habitación de Lupita vuelven a
tener sentido y relación con Creasy, con ese proceso de transformación que va
sufriendo y que evoluciona en esa conversación a través de las ventanas que
tienen ambos acerca del loro, precisamente, que liberó Creasy. Acto seguido
Lupita besará su osito de peluche, o sea a Creasy… La madre se abrazará a ese
osito cuando secuestren a Lupita.
Otro osito, regalo de Lupita a Creasy, esconde una medalla
de San Judas, patrón de las causas perdidas, en otro perfecto símbolo.
Una cebra preside la habitación donde la policía gestiona el
secuestro, dando al traste con el trato requerido. Es irónico y escalofriante
observar al secuestrador en su entono familiar chantajeando delante de sus
pequeñas hijas…
La habitación de la niña secuestrada se convertirá en un
reducto para el recuerdo, de comunión con el lado humano. Allí Creasy y la
madre de Lupita, Lisa Ramos (Radha Mitchell), se recrearán con el diario de la
niña, con sus pinturas y sus objetos, con los animales mencionados que la
vinculan al guardaespaldas. Por eso, tras besar al osito de peluche, la madre
besará, castamente, también a Creasy. En ese diario obtendrá una pista, la
matrícula del coche que les siguió en uno de sus viajes al colegio.
Religión.
La religión es importante en la cinta, allí todos son
creyentes y se hace referencia constante a Dios, aunque la mayoría no predique
con el ejemplo. La virgen de Guadalupe, el colegio religioso al que va la niña
y donde tendremos algunos buenos diálogos entre Creasy y la monja directora del
centro, la Biblia que lee y sabe de memoria el protagonista… En la mayoría de casas veremos crucifijos. La religión y México siempre ligados.
“¿Crees que Dios nos
perdonará lo que hemos hecho?”
En el intento de suicidio de Creasy, el arma fallará, lo que
será interpretado por el personaje como un mensaje divino, una revelación.
Creasy rechazará la bebida a cambio de la Biblia una vez el
vínculo con Pita ha madurado. Una Biblia que seguía en su mundo pero a la que
había dado de lado.
Hay algo determinista en ese duelo de actividades. Natación
contra piano. Pita quiere nadar, no tocar el piano, quiere la actividad que le une a Creasy, mientras que la musical será la causa de su secuestro. Es como si
la negación a los pasos del destino, un destino fijado por la divinidad,
deviniera en tragedia.
Creasy mantendrá al margen a Dios en su venganza, asumiendo
su carácter de ángel caído, exterminador y, finalmente, redentor.
-Anciano: La Iglesia dice que hay que perdonar.
-Creasy: El perdón es entre ellos y Dios. Yo les facilito la
entrevista.
La flor que regala Lupita a Creasy, que se suma a la cadena
que cuelga del cuello del guardaespaldas, supone la antesala al golpe de efecto
de la película. El secuestro.
Es de resaltar además que un piano sonaba en la escena del
intento de suicidio, cuando el arma no se disparó, como si Pita sobrevolase la
escena.
El agua será un elemento simbólico, purificador. Bajo la
lluvia confirmará su creencia de un mensaje divino tras su intento frustrado de
suicido. Un fenómeno climatológico adecuado al momento emocional. El agua
será primordial en el vínculo y relación entre Lupita y Creasy, cuando él ayude
a la niña con las carreras de natación. Agua purificadora siempre.
Una vez Lupita sea secuestrada, Scott recurrirá a
transiciones donde la piscina estará muy presente. De nuevo purificadora,
justificadora y vinculadora.
Otra lluvia decorará las gestiones policiales y las
discusiones con Mickey Rourke como protagonista. Ahí se hace evidente que el
secuestro estaba planificado, al ser precisamente en la casa del profesor de
piano, al que iban por primera vez…
Del mismo modo que los simbolismos, Scott utiliza también
bien los ecos durante la narración. Un ejemplo, el disparo al aire de Creasy en
la escena del secuestro, que remite a las carreras de natación que tanto les
vincularon. La incisiva periodista que termina ayudando a Creasy la vimos en la
televisión anteriormente, en otro eco.
Con el secuestro la película da un giro completo,
convirtiéndose en una ansiosa búsqueda de venganza, dilapidando la redención
conseguida hasta un final donde esta será completa.
Creasy acomete un concienzudo plan de venganza sin medias
tintas. Una violencia estética donde volverá a matar, torturará y degustará
cada muerte de todos los involucrados en el secuestro, donde recatará a una
niña secuestrada que no es Lupita… Sacará información uno a uno y no se
escatimará en pirotecnia.
“El arte de Creasy es la muerte, y está a punto de pintar su
obra maestra”.
Una vez Creasy va cumpliendo venganza, es cierto que hay
muertes más retorcidas y sofisticadas (la bomba en el culo del agente de
policía corrupto) y sobrias desde la dirección, sobre todo con respecto a esos
recursos estilísticos de montaje e imagen mencionados con anterioridad. Esos
recursos quedan limitados a los flashbacks que se insertan durante la escena y
que nos llevarán a Jordan Kalfus (Mickey Rourke), cómplice en el secuestro que
parece se quedó con la mayor parte del dinero del rescate, siete millones y
medio de los diez. Un Kalfus que aparece muerto en su piscina, decapitado con
una catana. En cualquier caso, la sobrecarga estilística se mantiene. En esa
escena, Washington es retratado en sombras, vemos su silueta, como el ángel
exterminador en que se ha convertido.
La película dará su giro final con el descubrimiento de la
implicación del propio padre, Samuel (Marc Anthony), en el secuestro de su
propia hija. Un sacrificio casi ritual con el suicidio de éste ante al altar religioso
con una pistola que contiene la bala que no se le disparó a Creasy, rubrica ese
destino determinista y esencia religiosa que recorre la película.
Todo esto escenifica la podredumbre moral de un país
corrupto hasta las entrañas, donde todos los estamentos parecen estar podridos.
Una guerra interna y soterrada donde no parece haber más que la ley del más
fuerte.
Con el caso resuelto, con ecos para el recuerdo de la niña
que todos creen muerta (el diario, la piscina, un reflejo distorsionado…), llegará
el último giro, el último paso en la misión. El rescate de Lupita, que en
realidad sigue viva.
La parte final, con el asumido sacrificio de Creasy, no acaba
de resultar convincente del todo debido al aura mítica con la que se había
dotado al protagonista, que si bien logra el rescate de la niña lo hace a costa
de su propia vida. Cosas de la narrativa.
Se trata de un notable título de Tony Scott, lastrado por
una sobrecarga estilística que resta fuerza al conjunto, especialmente en sus
momentos más intensos, pero sale a flote gracias a una historia potente, bien
narrada y muy bien interpretada por todo el reparto, donde sobresalen Denzel
Washington y Dakota Fanning con su entrañable relación.
Una muy buena opción.
Excelente análisis, MrSambo, como todos los tuyos.
ResponderEliminarLa película me gustó, y sigue gustándome cada vez que la reponen, que no es poco. Denzer hace creíble todo lo que toca, y la relación con la pequeña Dakota refuerza el drama alrededor del que gira la película. La banda sonora también tiene su punto.
A modo de anécdota, comentar cómo mi animadversión por el fulano Marc Anthony, nacida a raíz de su romance con JLo, aumentó de manera exponencial a medida que avanzaba la película.
Un saludo.
Jajajaja grande Herep. La primera vez que vi a Marc Anthony, que lo vendían como un sex symbol, me quedé estupefacto, con ese aspecto enfermizo que tiene el pobre. La verdad es que hay que reconocerle el valor de elegir un papel tan desagradable e incómodo para un estrellica de la música jaja.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Un estupenda película. Un saludo!