Sylvester Stallone interpreta por primera vez a Rocky en un
rol secundario. Un papel crepuscular que podría darle su primer Oscar, en lo que
sería un bonito premio a una carrera llena de éxitos por parte del actor, director
y guionista, en el que ya no le veremos en el ring sino de entrenador de una futura
estrella, hijo del que fue amigo suyo, Apollo Creed. Stallone es uno de los actores más inteligentes de Hollywood, literalmente, ya que según se dice tiene un cociente intelectual de 160...
El chico, buscando su origen, llegará a Rocky, como no podía ser de otra forma, y ahí empezará todo. El Adrian’s Restaurant, en honor a la inmortal mujer de Rocky, será el escenario de la presentación del personaje.
El chico, buscando su origen, llegará a Rocky, como no podía ser de otra forma, y ahí empezará todo. El Adrian’s Restaurant, en honor a la inmortal mujer de Rocky, será el escenario de la presentación del personaje.
Se minimiza en cierta medida a Rocky Balboa. Es cierto que
se le ve como una leyenda, conserva su estatua y todo el mundo parece conocerle
y valorarle, pero de alguna manera queda en segundo plano con respecto al
recuerdo de Apollo.
El siempre bondadoso Rocky, interpretado por un entrañable, sobrio y acertado Stallone, sigue tan transparente y luminoso como siempre. Es ingenuo y puro, no rehúye nunca el combate, ya sea vital, boxístico o verbal. En esta conversación inicial con Adonis, se balancea ante él, como el luchador que es, en sus momentos incómodos, en sus dudas, como evitando posibles golpes, buscando puntos débiles. Esos incontenibles gestos de boxeador en sus andares callejeros, su clásico juego con la pelota negra, son otros rasgos característicos del personaje que apreciamos mientras la complicidad con Adonis aumenta.
Hablarán del tercer combate que ganó Apollo y declinará la
petición de Adonis de que le entrene. Sorprende el asombroso cuello/espalda,
todo uno, de Stallone.
La evolución y progresión de la relación entre Rocky y
Adonis vertebra el grueso dramático de “Creed”. Una relación paterno filial
disfuncional donde Adonis busca una figura paterna y Rocky recuperar un hijo a
quien cuidar y a quien legar su saber (se menciona a su hijo ausente). Una
relación que va de la amistad al cariño absoluto. El primer paso será dar
algunos ejercicios a Adonis para que mejore (aunque negándose a entrenarlo y
con problemas con la gramática, en otro estupendo detalle).
Modula con sabiduría los tempos el señor Stallone. Se beneficia de su veterano
rostro y su aire crepuscular.
El siguiente paso será acceder a entrenarle y acogerle en su
casa, con imitación previa al Marlon Brando de “El padrino” (Francis Ford
Coppola, 1972), rompiendo sus soledades con contundencia.
“Paulie era mi mejor amigo, aunque no era muy amigable”.
En esa escena donde Rocky accede a darle unas pautas y
Adonis descarga su furgoneta de comida, hay una simpática broma sobre internet
y “la nube” que marca el auge de los nuevos tiempos y define a Rocky como un
ser del pasado, pero al cual se acude para adquirir sabiduría. Un Rocky
dicharachero y simpático.
A Sylvester Stallone dan ganas de achucharle en la película,
en realidad a Rocky, como digo, siempre han dado ganas de achucharle en su
carácter afable, ingenuo, simple y sencillo. Verle en la escena del cementerio
cogiendo su silla oculta en un árbol y hablando cotidianamente con las tumbas
de Paulie y Adrian sobre las incidencias del día, es maravilloso. Retrato de
ese tono crepuscular del personaje. Una escena desenfadada porque se siente
cotidiana, informal, habitual. Leer el periódico junto a tus seres queridos
mientras comentas tus cosas. Una de las escenas por las que merece la pena la
película.
“¿Sabes, Adrian? Cada vez me cuesta más subir la cuesta.
¿Por qué será?” “Tarde o temprano la edad no perdona”.
Con todo, esa escena golpea a Rocky, que siente la soledad,
la falta de una réplica, lo que le impulsará a volver al gimnasio de Mick y
entrenar a ese joven que apareció en su vida. Un gimnasio muy mejorado a la
vista de Rocky.
Rocky es consciente de sus limitaciones y del paso del
tiempo, lo manifiesta en varias ocasiones, incluso cuando entrena con su
equipo.
El aire distraído, juguetón, disperso incluso, de Rocky en
varias escenas, define muy bien a ese personaje transparente y honesto. Por
ejemplo a su llegada al gimnasio, buscando poco disimuladamente a Adonis. Hay
otra escena similar, en la habitación de un hotel en la previa al combate,
mirando a una puerta que espera toque Bianca. Un celestino que provoca la
reunión.
Las escenas de entrenamiento son estupendas, uno de los
clásicos de la saga “Rocky”. También dejan momentos divertidos, ya sea en el
gimnasio, al aire libre a la vieja usanza o en el hospital. Perseguir gallinas,
correr por las calles, enfrentarse a la propia imagen ante el espejo, correr
tras furgonetas… Las escenas del hospital son entrañables, así como los
cuidados de Adonis a Rocky.
“Nosotros las hacíamos con una mano (las flexiones)… Yo no
digo nada”. “Con la campana no acaban las clases, Doni. Con la campana empieza
el infierno”. “Bastante bien… las gallinas no son lo que eran”. “No se aprende
nada hablando. Mientras hablas no escuchas”. “Tuve una Harley pero me caí y
desde entonces decidí ir a pie”. Rocky es como mi abuelo, no daba segundas
oportunidades a cacharros o animales…
-Rocky: Relativamente.
…
-Adonis: ¿No decías que estaba cerca?
-Rocky: Sí, pero no tanto…
Adonis irá aprendiendo tanto la técnica como la psicología.
Broncas, orgullos, testosterona… trabajando la fuerza física, la velocidad y la
fuerza mental.
“Si estuviera otro en mi esquina… no lo haría. Pero te tengo
a ti”.
El tema de la enfermedad de Rocky es el gran punto dramático
de la película. Ver a Rocky luchar otra batalla que no se produce en el ring.
Stallone está magnífico en su reacción a la noticia, más perturbado por el
recuerdo de lo sucedido con Adrian que por la noticia en sí, lo que le lleva a
rendirse en primera instancia. Igualmente estupendo está cuando disimula con
Adonis.
Hay un punto de egoísmo en su negativa a tratarse, como le
hace ver Adonis, ya que desprecia el vínculo y el cariño que el chico le tiene
y que él tiene al chico. Desprecia esa nueva familia que se ha gestado. Es el
momento más cruel de Rocky, aunque se arrepiente inmediatamente, víctima de la
tensión.
“Si yo lucho, tú también”.
Toda la estructura del film y muchos de sus giros y
fundamentos esenciales nos remiten al “Rocky” original. Incluso la chica, una
joven cantante que también es un ser roto. Quizá no un patito feo como Adrian,
en esa hermosísima relación que protagonizó con Stallone, donde dos seres en
apariencia mediocres, del montón, demuestran que no lo son, especialmente juntos. En
esta ocasión, Bianca, que es la chica, tiene un problema auditivo, una pérdida
de audición progresiva, en una cruel ironía con lo que es su pasión: cantar y
componer. Dos seres vulnerables que se encuentran y comprenden. Como vulnerable
era Adrian.
Cantando acabará seduciendo a Adonis, en una coincidencia
que parece marcada por el destino. Bianca es algo maleducada y debe tener fama
de arisca…”Buena suerte, tío”.
Su relación evolucionará con algún altibajo sin muchos
problemas, encontrando la complicidad en la música de ella. Música y besitos…
Se enfadarán cuando Bianca descubra de quién es hijo Adonis y también por la
bronca que monta el día de su concierto, con un cruel rechazo quitándose los
audífonos tras la puerta.
Cuando Adonis obtenga su primer triunfo se filtrará su
identidad. En el previo al combate tendremos una escena en pantalla partida por
el decorado, donde en un lado del encuadre observamos el calentamiento previo y
en el otro las gestiones y tratos a cuenta del combate.
El humor salpica la narración, desde las intervenciones de
Rocky al apretón de Adonis previo a un
combate… También le quita trascendencia al asunto el chico motero tras conocer
que Adonis es hijo de Apollo.
Volvemos al gimnasio de Mick; los entrenamientos; esa escena
de la carrera de Adonis en chándal gris hasta el gimnasio, donde le espera Rocky
en la ventana insinuándose la banda sonora clásica; las menciones a Apollo,
sus combates con Rocky; Adrian, Paulie; el novato que combate contra el número
uno… continuos homenajes a la saga y en especial a la cinta original, de la que
es casi un calco.
Tras el combate frustrado entre el número uno y el número
dos, Conlan contra Wheeler, por una pelea previa, le llegará la oportunidad a
Adonis. Es el gran combate. Una estupenda secuencia de acción. Primer asalto
para Conlan, Adonis que se rehace, tercero para Conlan, los siguientes igualándose…
Cayendo y levantándose, recibiendo pero aguantando… La emoción “testosterónica”.
“Luchas contra ti mismo, él sólo está en medio… ¡Quítalo de
en medio!” “Tiene el corazón de su padre”. "Tengo que demostrarlo... Que no soy un error".
Un gran combate que reivindica, aunque de manera mucho menos
convincente que la original, la mítica del perdedor.
Es lamentable y un desgraciado error el uso que se hace de la banda sonora, abusando del Hip Hop, esa música que, respetando a los que les guste, no soporto y además parece el antídoto perfecto para lo que requiere el film, adrenalina épica, renunciando casi absolutamente a su banda sonora clásica, que aparece fugazmente en la parte final y desaparece casi inmediatamente cuando la cosa iba a ponerse intensa… Todo el mundo sabe que las apariciones de la banda sonora de Bill Conti pone los pelos de punta a todo amante de la saga o el Séptimo Arte. Una de las bandas sonoras deportivas más célebres, junto a la de “Carros de fuego” (Hugh Hudson, 1981) y, desde luego, la más épica.
En cualquier caso, “Creed” ha resultado un éxito de crítica
y público, justificado, ya que se trata de una buena película, un reboot que ha
funcionado a la perfección recogiendo la trama de la original y modernizándola
un poco. Tanto es así que ya está en preparación su secuela, “Creed 2”, para
2017, que contará con Michael B. Jordan, y que podría traernos a Carl Weathers
de regreso a la saga y que en flashback lo viéramos junto a Rocky de nuevo, al
estilo “El padrino 2” (Francis Ford Coppola, 1974).
Una buena película de aliento clásico, narrada con
solvencia, sin prisas ni pausas y con virtuosismo en la cámara, aunque aporte
poco y no entregue nada especialmente novedoso, resultando previsible aunque
entrañable.
Pues oye, igual hasta le doy una oportunidad.
ResponderEliminarHay una cosa (entre tantas!) q me gusta de esta casa tuya y tus análisis: eres justo. Lo que está bien, se dice. Mainstream aparte. He de reconocer q no le había hecho mucho caso a la peli, pede a la nominación.
Y lo que no está bien, también se dice. Y a veces hace q llore de risa…
Gracias, pues, como siempre.
Bss
Muchas gracias, se intenta serlo. Es complicado quitarse prejuicios siempre. Me divierte hacer reír, en cuanto puedo intento practicarlo jaja. Esta no era muy humorística jaja
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