En la sensacional última escena de “Creed”, el gran Rocky
Balboa sube pesadamente la escalera que le convirtió en mito en una de las
secuencias que han pasado a la antología del Séptimo Arte en 1976, que lo
entregaron a la mitología colectiva. El otrora vigoroso y humilde boxeador que
subía los escalones de cuatro en cuatro en plena forma y acompañado por críos de
todo tipo o que culminaba en solitario la subida camino de la fama y la
eternidad, repleto de juventud, ahora, en crepuscular diálogo,
sube uno a uno los escalones junto a su legado faltándole el resuello y con un
esfuerzo de sufrido veterano que ha luchado en miles de batallas. Recordar a
ese boxeador, icono del género y de muchas generaciones, en el auge de su vigor
y su juventud, con toda la ilusión de una vida que estaba por cambiar y que iba
a llevarle a lo más alto, ahora en el crepúsculo de su vida, como mentor de otros que
como él emprenden el mismo camino con las mismas incertidumbres e ilusiones,
una vez ha recorrido su camino y ahora avanza más lento, pero con nuevos retos,
es profundamente conmovedor y emocionante, una rúbrica sublime a una estupenda
película que recupera las esencias, en cierta medida, del "Rocky" original, redondeando una magnífica reflexión sobre el paso del tiempo, el legado, el disfrute
de la vida en sus distintas etapas, nuestras distintas luchas, las vitales, las
personales y las del ring, la evolución y el respeto al origen, que lo es todo.
Es además un guiño y una reflexión sobre el propio cine y
las sagas, sobre los mitos, que emociona porque adquiere su sentido en el
recuerdo del pasado, en el nacimiento del personaje en el 76 y su evolución
futura, jugando y dialogando con ese pasado y aquellas películas. Y es que de
alguna forma recorreremos toda la saga. Un maravilloso final.
El boxeo es el deporte más cinematográfico con diferencia,
pero aunque ha dejado innumerables obras maestras, hace tiempo que ningún título
aparece en lo más alto de las taquillas. Quizá “Cindrella man” (Ron Howard,
2005) y “Million dollar baby” (Clint Eastwood, 2004) fueron los últimos que
destacaron un tanto comercialmente, y eso que ha habido muchos intentos de
muchos países. “The fighter” (David O. Russell, 2010) no cuenta. Hay dos
recientes que sonaron discretamente “Southpaw” (Antoine Fuqua, 2015) y “La gran
revancha” (Peter Seagal, 2013), protagonizada por Sylvester Stallone,
precisamente, y Robert De Niro.
Rocky Balboa es un bendito, la pura bondad. Un ser bueno, bondadoso, de origen humilde, que hace honor al sueño americano, llegando a lo más alto con
trabajo y sacrificio. Si Apollo Creed era el Roger Federer del boxeo, Rocky
Balboa era su némesis, Rafa Nadal.
“Rocky” y sus secuelas son películas de “machos”, que llegan
porque la emotividad procede de la testosterona, la entrañable y emotiva
testosterona.
Origen de boxeador.
Uno de los aspectos que diferencian a este amago de
secuela/remake de “Rocky” (John G. Avildsen, 1976), es el origen del protagonista,
y es que se hace bastante hincapié en ese punto durante la narración, sobre el
habitual origen humilde y callejero del boxeador, que pelea para salir
adelante, para ganarse la vida, un perfil que no coincide en absoluto con
nuestro protagonista, Adonis Creed (Michael B. Jordan), hijo del mítico Apollo Creed, conocido por
todo fan de la saga “Rocky”. Molan los nombres mitológicos...
El primero en recordárselo será el entrenador del Gimnasio
Apollo, que le hablará del estereotipo del boxeador, que lucha para sobrevivir,
por lo que Adonis sería alguien demasiado acomodado para llegar. Se negará a
entrenarle. Aunque querrá reivindicarse, ganando a uno de los boxeadores allí
presentes, el número 6 del circuito, será “apalizado” por el 2 e incluso
perderá su Mustang.
Luego será el propio Rocky, que viendo que tiene estudios no
entiende que quiera dedicarse al boxeo. “Por tu forma de hablar veo que tienes
estudios, así que entiendo que tonto no eres. ¿A quién se le ocurre ser
boxeador si puede evitarlo?”
Más tarde, Bianca (Tessa Thompson), la que será su pareja, incide en el hecho
del habitual origen de los boxeadores. “La mayoría de los boxeadores son… como
de la calle. No digo que seas un blando ni nada, pero no me cuadra. ¿Qué te ha
llevado a boxear?”.
La propia madre no quiere que se dedique al boxeo, como es
lógico, y le da la mejor vida posible para evitarlo, pero el “virus” vocacional
lo lleva dentro.
Cogemos al joven Adonis Creed, hijo de Apollo en una
relación fuera del matrimonio, en 1998. Un chico de carácter peleón enfadado con
el mundo que malvive en un correccional del que le sacará la viuda de Apollo
para convertirse en su madrastra y darle una buena vida. Es magnífico el plano
de su puño beligerante calmándose ante la propuesta de Mary Anne Creed (Phylicia
Rashad). Una magnífica presentación que transmite a la perfección ese carácter legendario
que se pretende con la figura de Apollo Creed, marcada con el apellido en el
título de la cinta. Creed. Una elipsis nos lleva de 1998 al 2015, a México.
Vemos a un joven boxeador conseguir su decimoquinta victoria
sin derrota, pero que en realidad trabaja en una empresa financiera en la que
acaba de ser ascendido y a la que renunciará, como vemos en otra elipsis 12
horas después del combate. Un chico afortunado y adinerado gracias al legado de
su padre y la administración de su madre. Ese origen callejero y humilde que se
supone le falta.
Es lógico el conflicto con su madre, que vio morir a su
marido en el ring, cuando le dice que ha dejado su trabajo para dedicarse a
boxear… Una ruptura que tiene lugar en una escalera simbólica (escenifican
conflictos). Madre e hijo no vuelve a coincidir en pantalla, pero su relación
seguirá evolucionando hasta recomponerse en un estupendo detalle de guión.
“Creed” habla de la familia, de su necesidad, de la
necesidad de arraigo y raíces. Familias que no siempre son biológicas, que
están ausentes y de las que sólo queda el recuerdo o de las que se forjan de la
nada y con amor.
Cuando Rocky rechaza tratarse su cáncer y desprecia su vínculo con Adonis, la ira regresa al chico, que vuelve a sentirse rechazado, lo que nos remite a la primera escena en el correccional. Esto lleva a la idea de que en la familia está la coherencia y el sentido común, es cuando nos mantenemos centrados y somos nosotros mismos, que el desarraigo trae el caos y el descontrol, nuestro lado oscuro. Michael B. Jordan está magnífico en esa escena en la cárcel.
La comunión familiar llega con el clímax, la silenciosa
reconciliación con la madre, que le manda el calzón de su padre con su apellido
bordado y su complicidad a través de la pantalla de televisión.
Buscando las raíces.
Si bien el dolor de Adonis y su lucha no procede de su
origen humilde, de algo físico, no significa que carezca de sufrimiento. Ahí
radica buena parte de la tesis de la cinta. Todos sufrimos y luchamos, unos por
circunstancias económicas o sociales, otros por asuntos personales y que se
combaten desde el interior, psicológicamente, una lucha interna contra nosotros
mismos, que puede resultar tan dolorosa como cualquiera.
Adonis lucha contra la sombra de su padre, contra sí mismo y
su posible mediocridad, contra la idea de que nadie le quiso, de que nació
producto de un error… Busca redimirse y encontrar a un padre fallecido de
alguna manera. Lo busca aunque lo niega, lo busca en todo lo que hace.
“Parece que quieras aferrarte a lo que queda de él”.
Es esa búsqueda la que lo lleva a dejar su cómodo y exitoso
trabajo, a dejarse llevar por su vocación, a obsesionarse con el boxeo, a pasar
sus ratos libres viendo en youtube (broma de metaficción, imitando los movimientos
de Rocky en la segunda pelea contra Apollo), los combates de su padre con Rocky,
a buscar al propio Rocky para que lo entrene… Empezar una vida y labrarse un
camino buscando al padre mientras lo niega, quitarse su sombra de encima
llegando a lo más alto por sí mismo. Por eso renuncia al apellido inicialmente
para, una vez redimido, aceptarlo con normalidad.
Adonis acusará la soledad y eso a la vez le movilizará,
encontrará a Rocky y se lanzará a pedir una cita a Bianca.
En plano secuencia.
Ryan Coogler se descubre como un virtuoso de la cámara, uno
de sus rasgos de estilo más destacados, además de su gusto por lo sentimental.
Su estilo es sobrio y clásico, muy seguro, con planos y contraplanos estrictos
para conversaciones y una puesta en escena espléndida para la acción y los
combates, perfectamente planificados y coreografiados, con una cámara que se mueve
con agilidad sin excesos presuntuosos de manera virtuosa.
El uso del plano secuencia es lo más destacado, visualmente
hablando, de la cinta. Hay varios muy vistosos, como al inicio del film donde
ascendemos a un ring en México para ver pelear por primera vez a Adonis. O en
descenso, cuando Adonis se levanta en la noche para llamar la atención a ese vecino
que molesta con su música alta y conocer a Bianca. Otro ascenso en plano
secuencia, de la calle subiendo al nuevo gimnasio para seguir los
entrenamientos junto al equipo de Rocky.
En la carrera de Adonis durante un entrenamiento, con la
banda sonora clásica de Rocky insinuándose, y que termina en el gimnasio con
Rocky en la ventana, tenemos un travelling circular de camaradería. La misma
planificación tenemos en la previa al combate por el campeonato del mundo, un
travelling circular sobre Rocky y Adonis con las últimas instrucciones y
fortalecimiento psicológico. Ese travelling se alarga, con algún truco, hasta
que subimos al ring.
Pero donde todo se sublima es en el combate contra el
número 4 del ranking, compañero en el gimnasio de Mick, al que el entrenador dedica
todo su tiempo. Dos asaltos enteros hasta el K.O en un solo plano sin corte. Da
gusto: naturalidad, sin subrayados, una escena soberbia y espectacular. Es
divertida la celebración posterior, donde prometen destrozar la ciudad y todo
queda reducido a una peli, “Skyfall” (Sam Mendes, 2012), un helado y un
sueñecito de Rocky con Adonis y Bianca. Al menos luego tendrá sexo el vencedor…
Un ejemplo perfecto del uso del plano y el contraplano lo
tenemos en la conversación en el restaurante entre Adonis y Bianca, con planos
más cortos en la mayor complicidad. Uno de perfil antecede a la pregunta
personal de Adonis a Bianca sobre su audífono.
Interesantes reflexiones. Muy interesantes. No me interesó nunca la saga de Rocky, pero he crecido con ese mito; me parece acertadísimo el análisis temático de ese icono y del paso del tiempo.
ResponderEliminarEsperando la 2/2.
Gracias!!
Bss
Gracias, Reina. Yo vi las pelis en mi adolescencia, luego le perdí el hilo, pero su repercusión es incuestionable. Es emocionante en ese sentido.
EliminarBesos.