Todo aficionado al Hard Rock y en especial al Hard Rock
melódico debe tener este disco y a este grupo entre sus indispensables, porque
estamos ante el germen del género que luego triunfaría y se definiría en los
80, ese Hard Rock melódico y el Hard AOR.
Paul Rodgers, uno de los mejores cantantes que ha dado el
Hard Rock, conocido por ser el líder de los también indispensables “Free”,
fundó “Bad Company”, banda a la que bautizó así en honor a una película, un
western protagonizado por Jeff Bridges, “Pistoleros en el infierno” (Robert
Benton, 1972), junto al guitarrista Mick Ralphs, a los que se sumaron el
batería Simon Kirke y el bajista Boz Burrell. Músicos virtuosos y talentosos
para una de las bandas de más calidad de la época.
Rodgers contó con Simon Kirke, que fue junto a él fundador
de los “Free”, con lo que la cosa quedaba en casa y marcaba un tanto lo que
podía ser el sonido del nuevo proyecto. Paul Rodgers ha estado de actualidad en
los últimos años por ser el vocalista de “Queen” en las giras que el mítico
grupo británico ha realizado. Una asociación que funcionó muy bien, donde se
tocaban éxitos tanto de “Queen” como de las bandas de Rodgers. Siendo un
vocalista distinto a Freddie Mercury, lo cierto es que Rodgers no tiene nada que
envidiar a nadie. Su portentosa voz, llena de potencia, melodía y sentimiento
blusero, es una de las mejores del panorama rockero, sin lugar a dudas.
Aunque el Hard Rock melódico se define, crea, desarrolla,
depura y lleva a la excelencia en los 80 con grupos como Bon Jovi,
especialmente, Europe, Poison y compañía, el germen de ese estilo, su primera
semilla, está aquí, con el debut de “Bad Company”. De hecho, la evolución de “Bad Company”, con
los cambios en la formación y demás, llevó al grupo a un estilo de Rock
melódico claro en los 80, aunque siempre manteniendo su autenticidad de esencia blusera.
El Rock melódico de teclados y sintetizadores y el AOR
tenían exponentes como Journey, Foreigner, Toto, Survivor… Esto se mezcló con la esencia hardrockera primigenia, el peso y la raíz de los Led Zeppelin, sus
ritmos y riffs, la raigambre blusera, fusionándose con esos sintetizadores,
la apuesta decidida por la melodía como elemento esencial, el
lirismo y la comunión armónica de guitarras, teclado y voz principal. Un Hard
Rock más universal y accesible. Eso es lo que trajeron Bon Jovi, Europe y cía,
que lejos de ser esos grupos que no aportaron nada, fueron los creadores de un
nuevo estilo que marcó toda una década en el Rock y que se mantiene fresco y vigente.
“Bad Company” no dio ese paso, pero conservando la esencia
pura del Hard Rock, la raigambre blusera, esa desnudez estilística y en la base
musical, apostó decididamente por la melodía, haciendo de ella algo tan
esencial como la base rítmica. Puro Hard Rock melódico, setentero sí, pero
perfectamente reconocible, aunque faltaran muchos de los elementos que
redondearían y definirían el estilo. Melodía incluso en los temas más movidos. Un
primer paso, en suma. Es por ello que este “Bad Co.” hay que considerarlo un
disco pionero, antecedente de todo un género. Hard Rock clásico con muchísimos toques melódicos, insinuación de lo que vendría.
Este debut de “Bad Company”, que no puede ser mejor, “Bad
Co.”, tiene absolutamente todo lo que se pide a un buen disco de Hard Rock
melódico. Desnudez, riffs de guitarra, himnos imperecederos, melodías
perfectas, estribillos adictivos, temas duros, baladas, un cantante portentoso,
esencia blusera, melodías accesibles…
Un disco corto, de tan solo 8 temas, pero donde no sobra
absolutamente nada y todo es de la máxima calidad. Si “Bad Company” es un grupo
mítico e indispensable en la historia del Rock se debe en gran medida a esta
obra maestra, un disco legendario.
Paul Rodgers a las voces, Mick Ralphs en las guitarras, Boz
Burrel al bajo y Simon Kirke a la batería.
Can’t Get Enough: Mítico riff de guitarra para el puro Hard
Rock con sabor añejo. Ritmos ágiles y Rodgers surcando melódicas estrofas,
puente donde la percusión aumenta la intensidad y llegar al estribillo, que nos
deleita con su sencilla melodía, recitando el título del tema varias veces, sin
variar el tono. Transiciones con el riff y la batería y reanudamos nuestra
estructura. Tras salir del segundo estribillo llegamos a una parte instrumental
melódica que torna en un punteo melódico
y reiterado. Todo crece. El tono en el estribillo, que se había mantenido
estable con respecto a las estrofas, ahora cobra vigor y fuerza, con Rodgers,
ahora sí, subiendo también el tono y empezando a meter improvisaciones. Puro sabor
hardrockero con una percusión exquisita y llena de feeling. El último tercio es
excelencia musical, improvisación vocal lanzada y la guitarra acompañando en
armonía con sus punteos melódicos. El sabor del Blues y el Rock clásico con
melodía. Cambio de ritmo final y más improvisación. Un clásico excelso,
imprescindible y majestuoso. Una gozada.
Rock Steady: Desde el mismo inicio del tema nos zambullimos
en el Hard Rock de pura esencia blusera. Tanto el riff como la sabrosa batería
de ritmos pesados entroncan con el Blues de forma indiscutible y buscada. Se
saliva sólo oyendo esa batería y el riff. Rodgers sigue esa misma tendencia con
su intervención en las primeras estrofas. Cambio de ritmo para el puente, que
define una melodía mucho más clara, para romper en un breve estribillo que
recita el título del tema, estribillo clásico del Hard. Coros se incorporan en
las nuevas estrofas, sumando elementos al sabor hardrockero y blusero del tema.
Tras repetir estructura por segunda vez salimos al solo de guitarra, un solo
que es puro sentimiento blusero. Sensacional el acompañamiento de la batería de
Kirke. El puente y el estribillo, unidos sin casi diferenciación, aparecen de
nuevo hasta el final del tema, donde volvemos a disfrutar de las
improvisaciones vocales virtuosas de Rodgers. Uno de los temas menos melódicos
del disco y que muestra su esencia blusera con más claridad.
Ready For Love: La primera balada
del disco sigue la senda anterior, una balada muy blusera. Sensual y sugerente
inicio con platos predominantes. Bellas primeras estrofas y aparición del
piano. Puente y estribillo sencillo, igual que los anteriores, recitando el
título de la canción y con algo más de brío hardrockero. Exquisitas estrofas de
vuelta, sutil piano ocasional, puente y regreso al estribillo con apuntes de
órgano. Parte instrumental muy atmosférica y embriagador piano que te mece
delicadamente. Como despertando del trance volvemos al puente y al estribillo,
ahora con otro apoyo vocal y donde las improvisaciones de Rodgers comienzan a
hacer de las suyas. Los platos vuelven en el último tercio a cobrar
protagonismo junto al piano y los sutiles quejidos de Rodgers como despedida
perfecta.
Don’t Let Me Down: Una balada indispensable. Un regalo para
los oídos. Puro sentimiento. Hay un toque religioso, eclesiástico, en ese
inicio con los coros femeninos, el piano, la expectante percusión y la
atmósfera… Rodgers va destapando las primeras y hermosísimas estrofas, pura
melodía llena de peso y sentimiento con un eco especial. El estribillo irrumpe
suplicante, como si de una plegaria fuera. Un estribillo sencillamente
perfecto, bellísimo, donde la melodía lo es todo, ya que la letra se limita a
recitar el título, salvo un añadido al final del todo. Un estribillo con coros
femeninos además, acentuando ese aire religioso. Apuntes de guitarra se
inmiscuyen entre los coros, la sutil base de ritmos y la voz de Rodgers en las
nuevas estrofas. De nuevo en el estribillo con una base rítmica esplendorosa
y muy melódica, acompañando a la línea principal a la perfección. Fase
instrumental con duelo entre el saxo de Mel Collins y la guitarra de Mick
Ralphs. El impaciente estribillo vuelve a aparecer antes de que el solo de
guitarra termine para introducir improvisaciones de Rodgers a los coros
femeninos que ejecutan Sue y Sunny. Placer supremo. La parte final, con esa
portentosa batería de ritmos solemnes, como si de un himno se tratara, es la
culminación a esta joya maravillosa. Uno de los grandes temas de este disco sin
fisuras.
Bad Company: El piano inicial, con sus breves notas, ya
avisa un tema rockero. Con las teclas, alguna insinuación guitarrera y la voz
de Rodgers se va definiendo la espléndida melodía. Un piano que también corre a
cargo del gran Paul Rodgers. La siguiente estrofa añade elementos, una tímida
percusión basada en los platos, que podría funcionar a modo de puente, ya que
el estribillo llega con fuerza junto a la guitarra rítmica y la batería
golpeando fuerte. Un estribillo basado en el título del tema y una frase extra
pero de melodía muy definida. Estamos ante otro clásico imperecedero. De nuevo
la suavidad en las estrofas con toques de platos y el piano de base. Es un tema
muy bello a nivel lírico en sus estrofas. De nuevo en el estribillo, Rodgers y sus improvisaciones y detalles vocales nos deleitan. Solo de guitarra
con distorsión manteniendo el ritmo y estribillo para encarar el último tercio.
Puro Hard Rock con sabor clásico y melodía. Toda la parte final está ejecutada
en éxtasis rockero, improvisando, dejándose llevar con la guitarra y la voz de
Rodgers más un cambio de ritmo. Otro de los clásicos del disco.
The Way I Choose: Uno de mis temas preferidos del álbum, una
balada impecable, el tema más largo de todos. Una balada clásica setentera y
hardrockera llena de sentimiento desbordado, nostálgico y sincero. Puro
lirismo con enjundia. Melódicas guitarras, tranquila batería y deliciosas
estrofas llenas de autenticidad. El estribillo, en un tono más agudo, es una
auténtica maravilla, el más melódico y largo de todos los del disco.
Sencillamente perfecto, es difícil que no te emocione. El acompañamiento
melódico, evocador, recuerda a pasados veranos, y su fusión con la excelente
base rítmica de batería y bajo, son pura excelencia musical. La vuelta por las
estrofas deja unos momentos de un lirismo exquisito, difícil elegir qué momento
es mejor, si estas estrofas o el estribillo, que vuelve con eco en la voz
principal y coro sutil. La parte instrumental corre a cargo de los saxos, a los
que se superpone la extraordinaria voz de Rodgers con una intensa y emotiva
estrofa. Delicado solo de guitarra, muy melódico, que sirve de transición para
el nuevo estribillo, más intenso a la voz del gran Paul Rodgers. Una vez acaba
llega la improvisación, con los saxos sosteniendo la melodía, la guitarra
dejando apuntes y Rodgers sentidos quejidos. Imprescindible.
Movin’ On: Otro hit del disco. Latente batería que estalla
para dar entrada a un impaciente Rodgers. Puro Rock clásico de estrofas alegres
y estribillo divertido. Ideal para ir en coche, transmite alegría, fiesta y
positividad. Para motivarse. Se encadenan las estrofas con el puente y el
estribillo de forma absolutamente natural y fluida. La rockera guitarra
acompaña con alegría. La guitarra será también la que sirva de transición para
la repetición de la estructura. Coros fiesteros a mitad de tema y estribillo
con arranques rítmicos e improvisaciones de Rodgers, así como apariciones de una
guitarra que acto seguido se marcará un solo con wah wah. El ritmo sube y con
él las ganas de brincar. Último tercio con Paul Rodgers pletórico a las voces
improvisando por el estribillo. El tono de la percusión cambia para ir
despidiendo este simpático y sabroso tema. Es la canción más cortita del disco.
Una joyita más.
Seagull: El último tema es una balada acústica de suprema
calidad. La guitarra abre el camino para que la voz de Rodgers recorra su senda. Un tema muy Folk. La voz de Rodgers, perfectamente afinada y melódica
como siempre, nos lleva hasta un exquisito estribillo de reminiscencias celtas
y ligero tono épico. Es una preciosidad de tema. En el segundo estribillo se
añade una pandereta que eleva aún más el momento, la única percusión que oímos.
Un estribillo que se alarga con estrofas extras, el otro estribillo largo del
disco. Inmersos en este placer navegaremos hasta el final del tema, tristes
ante el abandono de la acústica que significa el final del disco.
Un clásico indiscutible, un disco perfecto sin ningún tema
flojo que por derecho propio debe estar en toda antología rockera. Con más de 5
millones de copias vendidas. Un álbum que convirtió al grupo en referente e
icono, algo lógico ya que trabajos de esta calidad merecen colocar a sus
responsables en lo más alto. Gracias a este disco “Bad Company” siempre serán
recordados por los rockeros, aunque no es su único buen trabajo, la calidad de
la banda por sus distintas fases siempre ha sido alta e incontestable. Una
banda, un disco y un cantante que están merecidamente reconocidos y en lo más
alto. No puedo deciros más, si aún no habéis escuchado este clásico de los 70
no sé a qué esperáis, además y por desgracia, dura poco más de media hora.
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