miércoles, 16 de septiembre de 2015

Crítica: ABIERTO HASTA EL AMANECER (1995)

ROBERT RODRIGUEZ









Estamos ante una absoluta gamberrada para diversión de sus creadores, que mezcla talentosos aciertos, toda la primera parte, con ridiculeces bochornosas, toda la segunda.

Si algo ha quedado claro con el señor Quentin Tarantino es que hace lo que le da la gana, que ejecuta sus proyectos con libertad creativa absoluta sin que le tiemble el pulso, para bien o para mal, hasta el punto de hacer del eclecticismo y la mezcolanza de géneros un rasgo distintivo propio. Aquí se pasea por el thriller de acción y el relato fantástico de vampiros como si tal cosa… Tarantino gusta de sumergirse en el cine de género para transgredirlo, y a su aventura se suma Robert Rodriguez, un director de mucho menos talento, pero similar filosofía, lo que los ha unido en varios proyectos como el que nos ocupa.



Dos hermanos han cometido un robo con varias víctimas mortales. En su huida se encuentran con una familia a la que usarán de rehenes hasta llegar a México para sellar el trato tras el atraco, pero allí sucederá algo con lo que no podían contar. Estas noticias las dará una Kelly Preston que hace un pequeño papel.

Toda la primera parte de la película es muy aceptable, un thriller con brío y muy en la onda de Tarantino, tan es así que podría decirse que la primera parte de la película, la mejor con diferencia, es tarantiniana, mientras que la segunda, mala hasta la náusea, encaja más con Rodriguez.



Abierto hasta el amanecer” es una película discreta, con puntos buenos, la citada primera parte, y otros lamentables, la segunda, pero no cabe duda de su espíritu lúdico y gamberro, de su descaro sin prejuicios y de lo bien que se lo pasaron rodándola todos sus responsables.

Una película que no necesitaba de la desviación de guión para sorprender, ya que iba por buen camino en esos primeros 50 minutos. La desviación de guión siempre se ha considerado un error en el mismo, aunque en muchas ocasiones se hace a propósito, como es el caso. La desviación de guión consiste en plantear una trama que en un punto de la narración se desvía, evidentemente, hacia otro que nada tiene que ver con ese inicio. Esto sucede en “Abierto hasta el amanecer”, que parece homenajear con su propuesta a “Psicosis” (1960), la obra maestra de Hitchcock, y el más ilustre título con desviación de guión en la historia del cine.




Lo que se preveía como un intenso thriller que mezclaría humor y violencia como Tarantino nos tenía acostumbrados, se transforma en un recital gore lleno de salpicones de sangre y otros fluidos entroncando con el género fantástico, en concreto con el relato de vampiros.







La primera secuencia, quizá la mejor de la película, es puro Tarantino. Una larga conversación que va haciendo crecer la tensión hasta disparar la violencia. Ver aparecer a los asesinos de los que se habla hace replantearse toda la escena, creando un repentino y acertado suspense. Por si fuera poco plantea la trama, las circunstancias y define a los hermanos protagonistas. Dentro de los muchos homenajes cinéfilos que podemos observar en la cinta, aquí destaca la mención a “Grupo Salvaje” (Sam Peckinpah, 1969), con la que hay evidentes paralelismos también en el tono, sobre todo de la primera parte. Buen tiroteo con ingeniosos recursos. Un dependiente quemado junto a las palomitas. Estupendo plano general cómico con la tienda estallando ante la indiferencia de los dos hermanos.



En esta primera escena tenemos un recurso estilístico: cortes a planos más cortos para resaltar la amenaza. La primera parte tiene una buena dirección que se viene abajo en la segunda, y es que Rodriguez siempre ha sido un director algo desastrado. Una primera parte que, como digo, podría pasar por tarantiniana, también en la dirección y los recursos, por ejemplo ese plano descubriendo la rehén que oculta el maletero y el eterno plano desde el interior del mismo al abrirse, marca de la casa tarantiniana.


Hay muchos de los fetiches tarantinianos en la película (no se puede negar que el guión es suyo), tantos que se podría sospechar si no metió también la mano en algunos momentos en la dirección, sobre todo en la primera parte. A los planos de los maleteros podemos sumar el travelling que sigue al propio Tarantino fuera de la habitación del hotel hacia la furgoneta; el fetichismo de los pies, con la mirada de excitación que su personaje dedica a los pinreles de Juliette Lewis; las cafeterías, ya sean urbanas o de carretera, tan queridas en el universo de Tarantino, le encanta retratarlas, como la que contiene la escena de presentación de Keitel y sus dos hijos; la mezcla de comedia y violencia; la transgresión de géneros; algunos buenos diálogos…



George Clooney cumple con suficiencia en su rol de héroe de acción, un héroe poco ejemplar, ya que es un psicópata, como su hermano. Se lo pasa pipa comportándose como un encantador macarra lo más chulo posible. Clooney nos dedica una interpretación trufada de los tics que tenía al principio de su carrera, destacando la sonrisa breve, falsa y nerviosa que le sale cuando algo no va como quiere, y el ladeo de cabeza tan característico en él para todo tipo de circunstancias. En esta primera parte, Clooney se pasa todo el tiempo amenazando con pose chulita…




Seth tiene un rol paternal con Richie, algo que apreciamos en todo momento, por ejemplo cuando le manda ponerse el aparato dental. Juliette Lewis nos regala otro de sus habituales papeles de lolita y oscuro objeto de deseo, en este caso de Tarantino, que tanto frecuentó al principio de su carrera. La escena de suspense para pasar la frontera en la caravana es buena y deja un gran momento con el puñetazo que Clooney propina a Tarantino.






Tarantino se reserva el personaje con los momentos más divertidos, un papel bastante agradecido, un psicópata puro y duro, loco perdido. Ambos hermanos son psicópatas asesinos, pero el que interpreta Clooney tiene autocontrol y sentido común, lo que le lleva a evitar ciertas cosas… de vez en cuando. A este respecto es interesante la conversación que mantiene con el personaje interpretado por Harvey Keitel en el bar “La Teta Retorcida”, acerca de no percatarse de cuándo ya ha ganado. Richie (Quentin Tarantino), por su parte, no tiene filtros, vive en una realidad paralela que adapta a su conveniencia, sin escrúpulos ni límites, con un punto de inocencia incluso. Un pirado peligroso. Con Richie se va filtrando la comedia en la espiral de violencia de manera excepcional, un aspecto que Tarantino domina como pocos.


 “¿Quieres acostarte y ver la tele conmigo?

No hagas lo que hago, sino lo que digo”. Clooney también tiene ramalazos psicopáticos, evidentemente.




No está mal la forma en que se retrata el bestial asesinato y violación del rehén por parte de Richie. Flashes ante el rostro impactado de Seth (George Clooney). Y es que Richie está fatal, como se vio en la primera escena y se confirma en ese espectacular momento que tendrá continuación posteriormente, cuando cree escuchar una petición de sexo oral por parte de Juliette Lewis. Ve y oye cosas para saciar sus instintos sin conflictos morales.

Harvey Keitel interpreta a Jacob, un pastor en crisis de fe tras perder a su esposa que viaja en caravana con sus hijos. Cree en Dios pero ha dejado de amarle. La presentación de todos es con otra larga conversación que plantea las claves de su situación. Los contraplanos para Juliette Lewis serán más cortos.



-Kate (Juliette Lewis): ¿Y qué hay en México?

-Richie: Mexicanos.

La religión tiene una importancia nada desdeñable en la película, usada de una manera bastante interesante, con mucha simbología y referencias.

México siempre ha sido una localización esencial para el western y el thriller, el relato negro. Es la frontera por antonomasia en el cine. Un lugar para protegerse de la justicia, un lugar con lo peor del género humano y la sociedad, pero también con parajes que simbolizan la sociedad más pura e inocente. Aquí se retrata como la puerta del infierno, en esa idea de referencias religiosas que son constantes en la película. Un lugar diabólico que alberga la puerta al infierno, ese antro llamado “La Teta Enroscada”. También habrá lugar para referencias mitológicas.



Tendremos un pastor con crisis de fe, lo que supone una estupenda ironía al situarle en medio del infierno; una chica religiosa que usará acertadamente la cruz como protección, así como otros personajes; agua bendita como arma; mucha simbología demoníaca, que tiene en la serpiente que acompaña a Salma Hayek a su estrella. Jacob, uno de los patriarcas de la Biblia, será el nombre del personaje interpretado por Harvey Keitel; Seth será el nombre del personaje que interpreta George Clooney, un nombre con carácter simbólico también, una deidad de la fuerza bruta, pero también como dios protector en la mitología egipcia; la herida en la mano de Tarantino, perforada dos veces, remite a la crucifixión; hay un poco de Caín y Abel en la muerte de Richie y las resurrecciones vampíricas adquieren un sentido especial, claro… Cancerbero será mencionado en la aspiración de Hayek para Clooney.




La descripción de ese antro infernal que enmarcará toda la segunda parte del film es estupendo, iniciado con una panorámica circular, como la versión demoníaca del “Rick’s Café”. Allí habrá duros camioneros y moteros, bailarinas desnudas y mariachis rockeros, lo que entronca con Rodriguez y su debut en la dirección.


Una peculiar fauna autóctona, muchos duros y muchas téticas, aunque Rodriguez se centrará en algunos personajes de forma especial, como ese Sex Machine que interpreta Tom Savini. Son bastante queridos por Robert Rodriguez los personajes que sustituyen alguna parte de su cuerpo por armas, como ya vimos en “Planet Terror” (2007). Sex Machine cubre sus genitales con una pistola tuneada. De camarero tendremos a Danny Trejo, que será un fijo del director, el incombustible “Machete”…

 “¿Eres tan perdedor que no te enteras cuando has ganado?

Sex Machine. Encantado”.


El momento cumbre de la película, iconográfico, llega casi a la hora de metraje y lo protagonizan Salma Hayek y su enorme serpiente, que se marcan un espectacular y sensual baile para nuestro deleite. Sencillamente deslumbrante, la exuberante Salma. Una soberbia secuencia, una magnífica canción y un momento excelso con la entrada de la guitarra eléctrica.




Y tras el maravilloso baile de Salma el sorprendente giro de guión a la hora de película en otro estallido violento. Una vampirita llamada Salma acompañada de otros vampiros ávidos de sangre, una mano perforada nuevamente como tentación sanguinolenta, con reminiscencias a la crucifixión y chorradas a tutiplén en un desenfreno cómico y gore. Gore barato y supuestamente divertido que roza el ridículo en casi todo momento. Las escenas de acción son muy mejorables, así como los efectos especiales ochenteros y artesanales que son de serie B o Z. Vampiros que se quedan mirando en segundo plano esperando a que los protagonistas decidan matarlos, o que se limitan a gruñir mientras los protagonistas los ajustician torpemente… En este sentido la muerte de Danny Trejo resulta patética, por ejemplo. Esos momentos de paz para que los protagonistas charlen rodeados de cientos de vampiros, se supone, porque luego sólo vemos alguno suelto... Mal rodado todo, nunca se sabe donde está nadie ni a que se dedican mientras los protagonistas miran o se tocan las narices... Los centenares de murciélagos pasan a convertirse en unos pocos vampirillos que mueren de mala manera… ¿Por qué se supone que los vampiros esperan media hora, cumpliendo los tiempos anunciados por Keitel, antes de acercarse a la puerta tras la que se ocultan los protagonistas? ¿Algún motivo especial? Respetuosos vampiros que dejan que vayan matando uno a uno a sus compañeros sin intervenir, especialmente con el lento Clooney, que debe atravesarlos con una perforadora y sacarla antes de volverse a por el siguiente. Las historietas del de Vietnam para distraer y hacer un estúpido gag humorístico antes de que se arme el Belén al romperse la ventana para que entren los murciélagos, con varios de los protagonistas mordisqueados… Toda esta parte resulta tan bochornosa como ridícula. No puedes ni tomártela a broma. Desastrosa.





Hay varios homenajes cinéfilos, ya cité alguno  como “Grupo Salvaje”, pero hay más. Se menciona a un clásico de los mata vampiros, Peter Cushing, del mismo modo que se recitan frases que parecen referenciar a algún clásico como “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942) o “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979). El siervo de Dios.

¿Por qué de todos los antros apestosos que debe haber en México hemos quedado en este?

¡Mátame!




Una pena, porque la cosa prometía en principio y con un poco más de esmero podría haber quedado algo potable. Con todo, gracias a algunas escenas iconográficas tuvo un éxito tremendo que desembocó en dos secuelas… El final en un templo azteca remata el film. Buena banda sonora con nombres como  Stevie Ray Vaughan o ZZ TOP. No merece mucho la pena salvo por la primera parte del metraje y por conocer un pelotazo de los noventa.



6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. A mí siempre me pareció un remake loco de Psicosis bajo el tamiz Tarantino-Rodriguez, ni más ni menos. El plano final, bastante bonito por otra parte, donde por fin se revela El MaL me parece muy parecido al similar en el que Bates sonríe como una calavera.

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    1. Por cierto ¿qué quieres decir con lo de Siervo de Dios?

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    2. Perdona el retraso, José! Pues puede ser, la estructura es similar y ese final, en el que haces una estupenda comparación, bien podría ser análago. Lástima el resultado de una y otra.

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    3. También me desconcerté al leerlo así suelto jaja. Se refiere a una frase de Keitel cuando se dispone a luchar contra los vampiros, justo con la referencia de Peter Cushing, otro matavampiros.

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  2. Estoy de acuerdo. Vi la película de niño y me gustó mucho. Ahora que la vuelvo a ver me doy cuenta que lo que me impactó de la peli fue la primera parte, hasta que entran a México. La segunda parte es pobrísima, pero pienso que así lo quisieron Rodríguez y Tarantino: un estallido de gore surrealista.

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    1. Tienes razón, la segunda parte, siendo una mediocridad, parece estar buscada, lo que la redime en cierta medida, pero nunca la salva, porque lo cierto es que no hay por donde cogerla jeje.

      Un saludo!

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