Tras sorprendernos a todos, especialmente a los amantes de
la novela negra, con la muy documentada y escalofriante “El poder del perro”,
muchos lectores esperan con especial interés las obras de Don Winslow, pero lo
cierto es que el escritor nacido en Nueva York está abonado a la decepción de
la que esta “Salvajes” es buen ejemplo.
En “Salvajes” se eliminan casi todas las virtudes de su
buque insignia, “El poder del perro”, y se subliman sus defectos, que los tenía,
pero quedaban diluidos por la potencia y brillantez de la historia y la gran
documentación que la vertebraba.
Ben y Chon fabrican la droga más sofisticada y de más
calidad del mundo, forman un trío perfecto junto a O. (Ophelia), su compañera
en la vida, la cama y el negocio. Todo va bien hasta que el cártel de Baja
pretende hacerse con su negocio y para ello incluso cortarán cabezas. Cuando
secuestren a O., Ben y Chon deberán aceptar las condiciones del cártel, pagar
20 millones por el rescate o ingeniárselas para rescatarla enfrentándose a tan
poderoso enemigo…
Winslow da la impresión de buscar constantemente el
chascarrillo, o pasar por inteligente con una supuesta ironía, pero su humor es
evidente, redundante y reiterativo, sin gracia en la mayoría de los casos,
funciona mal de manera irregular.
Hay muchos guiños a la cultura americana, bromas y
comentarios que si no conoces los lugares o dicha cultura pueden dejar
frío, un humor enraizado en la cultura autóctona, castizo, sobre lugares y
costumbres que pueden tener gracia si se comprenden en su plenitud.
“Salvajes” es una historia de drogas, crímenes brutales,
narcotráfico, sexo, dinero, vida lujosa, amistad, desvarío, locura hedonista… y
dispersión digresiva.
La narración es tremendamente dispersa, enraizada casi por
completo en la pura y dura digresión con ese supuesto humor como columna
vertebral, con lo que la narración no atrapa en ningún momento ni interesa. La
historia no avanza, uno sobrepasa la mitad del libro y no ha pasado nada, todo
es exposición de circunstancias, anécdotas o descripción de personajes. Todo
apenas planteado. El libro peca de reiterativo en ocasiones, repitiéndose
circunstancias.
Ese humor y tono rezuma cierta prepotencia, una prepotencia
de insufrible superioridad injustificada ya que todo está escrito con brocha
gorda. Pretende ser sardónico, transgresor, en todo momento, de forma constante,
en una orgía de la confusión sin fuerza, y no porque la trama sea compleja, que
no puede ser más sencilla ni estar más alargada, sino por la incomprensión de
sus divagaciones. Es como si sintiera la necesidad de dar su opinión sobre todo
y rebusca y estira ideas con la única excusa de dar esas opiniones…
Además la novela tiene un clímax muy regulero y poco
convincente. Oliver Stone rodó una adaptación en 2012, “Salvajes”, protagonizada
por Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Benicio Del Toro y Salma Hayek
entre otros.
Todo esto da al libro carácter de inmediatez, de ocurrencia
repentina, de presente digresivo que quiere guiñar al espectador con detalles
metalingüísticos, pero todo ello rezuma falta de autenticidad, incluidas las
referencias culturales que coloca.
Winslow padece cierta inseguridad, lo que le lleva a la
redundancia y repeticiones no sólo de situaciones y esquemas, sino a la
excesiva explicación de cosas que habían quedado claras, por ejemplo sus
chistes…
Su “progrerío” vacuo y rancio termina por aburrir, una
locura ideológica que acaba llegando desde no se sabe muy bien dónde al
nihilismo a medida…
Winslow entrega una novela dispersa y difusa que reivindica
la amistad en medio de una despiadada crítica a la vacua ambición de la
sociedad capitalista desvirtuada. No la puedo recomendar salvo que te guste
mucho el autor o seas un fanático de la novela negra… como es mi caso.
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