Nuestros personajes son unos auténticos aprovechados,
viviendo se subsidios, del cuento, del trapicheo y de la vaguería. Allí todos
roban, la hermana Bessie cogerá leña del coche de Jeeter; Henry, el “amigo
relajado”, tocará una especie de maleta también del coche de Jeeter, y la propia
familia Lester acometerá junta el robo con violencia de los nabos a Bensey.
En base a esto le echarán la culpa de sus males a cualquier
cosa, incluido Dios, que aparece de forma constante en la narración. Los
sentimientos de culpa nacerán cuando se sucedan las desgracias, creyendo que
son castigos divinos, interpretando los fenómenos climatológicos como actos
de Dios también, que pretende lanzarles un aviso… Pero nada sacará a Jeeter de
los siete años de vacaciones que se ha dado él y le ha dado a su arado. Cuando Jeeter crea
que todo es inútil, al ver el dinero de Bessie gastado en un coche,
procurará hacer un trato con Dios, una plegaria con amenaza incluida.
De igual forma, Jeeter esconderá en un falso apego a la
tradición el hecho de no emigrar. Para él trabajar en las fábricas, el
progreso, es una deshonra, es un hombre de la tierra, lo tradicional. A lo que
está apegado Jeeter es a no hacer nada, en realidad. Esto no esconde la idea de
las raíces sucumbiendo al progreso, a la evolución. Se personifica de alguna
manera en Dude, el hijo menor, absolutamente descastado y despreciable que
maltrata a su padre sin miramientos.
La escena de la tormenta y la lluvia es francamente
estupenda, muy espectacular. Un fenómeno climatológico que removerá,
ligeramente, la conciencia de la familia, especialmente de Jeeter, por robar los
nabos. Jeeter es el máximo exponente de todo esto, hombre de vigorosos sueños
en una actitud perezosa. Grandes detalles.
El capitán John y su hijo Tim, interpretado por Dana
Andrews, serán el clavo ardiendo al que pretenden agarrarse para seguir con esa
vida. Una admiración reverencial la que sienten por él y su padre, aunque la
decepción no tardará en llegar. El sofisticado empresario es uno de los
personajes más positivos de la cinta, intentará ayudarles dentro de sus posibilidades,
ya que la ruina también se cebó con él y su familia. Un personaje en apariencia
generoso y comprensivo, que parece tener más apego a la tradición y el pasado
que los mismos Lester.
Bessie prometerá bocinas que pueda tocar a su oscuro objeto
de deseo, Dude, interpretado por un William Tracy tremendamente excesivo e
insoportable, la peor interpretación con diferencia para un personaje que
resulta despreciable en cada aparición. El tocamiento de bocinas al que Bessie
invitó a Dude tendrá sus frutos y anunciarán su matrimonio en la casa de los
Lester, donde Ford encuadrará los techos.
“Te prometo que tendrás tu bocina”.
Ford usará en casi todo momento el plano general o el
americano, sin enfatizar la desgracia de Jeeter. Un personaje fácil de
contentar, que se conforma con poco y cambia su semblante de la tragedia a la
felicidad y el buen humor en cuestión de segundos o al ver la posibilidad de
comer una mazorca de maíz.
Ford siempre tendrá momentos solidarios y respetuosos, no
faltos de humor, con Ada (Elizabeth Patterson), la mujer de Jeeter. Así veremos el orgullo de madre frente una chimenea ante la posibilidad de que su hijo, un descerebrado, pueda
ser predicador. Ford, muy ligado a los sueños. Ella es fiel representante de la
mujer fordiana, en ella siempre estará la mirada más sensata y positiva, la
veremos rememorar a sus hijos, los más guapos y los más buenos, intentando
consolarse en los buenos detalles y momentos ante la desgracia.
Y donde en Ada es idealismo en Jeeter será practicidad, maquinando
cómo quitar los 800 dólares que Bessie quiere destinar a comprarle un coche a
Dude… La decepción del lisonjero anciano será grande al ver ese dinero
convertido en chatarra recién estrenada.
El absoluto desprecio
por lo nuevo, por lo útil, por lo viejo, por cualquier cosa, que tiene esa
familia queda escenificado en el asombroso maltrato que Dude propina al coche
recién adquirido, realmente tronchante. Es alucinante la cantidad de perrerías
que se le pueden hacer a un coche en un solo día. Devaluándose a cada segundo.
El futuro destrozando el pasado.
La idea de lo moderno que desplaza a lo antiguo lo
sobrevuela todo, lo comenté con respecto a la idea del trabajo industrial como
solución a la miseria de los Lester, lo vemos en la reticencia de Bensey (Ward
Bond) a casarse con Ellie May (Gene Tierney) por tener 23 años, prefiere la
pequeña de 13; en el coche nuevo que sustituye al antiguo de Jeeter de alguna
manera, ejemplificado en ese momento donde lo arrasa; Bessie se consolará
sustituyendo a su marido por un jovencito; del mismo modo debe entenderse el
absoluto desprecio y humillante maltrato
que Dude propina a su padre, en la seguridad de que él es joven y su padre un
lastre que no aporta nada y del que debe deshacerse. Crueldad a raudales en
esta relación.
“No, además la bocina está bien, suena igual que esta
mañana”.
El lamentable coche que conduce Jeeter al inicio de la
película nos puede recordar a ese corta césped que usó Richard Farnsworth para
visitar a su hermano en “Una historia verdadera” (David Lynch, 1999),
precisamente su película más fordiana.
Ford dejará constantes detalles de inmenso talento, por
ejemplo en esa maravillosa elipsis temporal en la que vemos a Jeeter en el
mismo sitio donde lo tiró Dude al agredirle varias horas después. Desolación
mezclada con humor, siempre el humor. Es un perfecto retrato de la desoladora
unidad familia de los Lester, una soledad con espíritu positivo, dura en su
frivolidad.
El personaje solitario y casi mudo de Ellie May es
interesante. Deseosa de un marido no es consciente de su potencial. Veremos al
personaje interpretado por la hermosa Tierney adquirir conciencia de su belleza
al verse reflejada en el coche en un bonito momento.
Puro Ford.
A pesar de que el tono distendido y satírico pueda llamar la
atención estamos ante una cinta puramente fordiana, así “La ruta del tabaco”
vuelve a ser una reflexión sobre la familia, la necesidad de la misma, su
importancia social, vertebradora. Para Ford la familia, con sus problemas,
disfunciones, todo lo que se quiera, es
vital, el gran pilar americano. Una gran parte de los héroes fordianos son
hombres con una misión para mantener a su familia unida, para recomponerla o
evitar que se rompa. Serán solitarios, pero el sentimiento familiar estará
profundamente arraigado, por ello será su misión vital, por poco que quede de
esa familia. Para Ford la amenaza a la familia es la mayor que pueden sufrir sus héroes, sus personajes, y los sacrificios para mantener dicha institución en pie,
los más valorados.
El ser inadaptado en un lugar o una época es otro tema muy
fordiano y que aquí está claramente presente.
Un nuevo ejemplo del magistral uso del plano general lo
tendremos a la llegada de Jeeter, Bessie y Dude en el coche de este último a la
ciudad. Allí veremos cómo alguien toma la matrícula del coche en un cebo que
tendrá continuación posteriormente.
Jeeter es eternamente optimista, siempre tendrá alguna idea,
y siempre la tendrá sentado plácidamente en un porche.
“¿Veis la rueda de repuesto? No sirve para nada, sólo se pueden
usar cuatro a la vez”.
Por supuesto Ford dejará detalles de gran observador,
observador costumbrista en este caso: el toque a la pluma con la que se firma
un contrato para rubricarlo, la fascinación que produce a nuestro trío
expedicionario en la ciudad la modernidad que supone la luz eléctrica… Una luz
inspiradora, y es que Jeeter encuentra inspiración en cualquier cosa… Lanzará
los pantalones de Dude, como hacía Wayne en “Río Bravo” (Howard Hawks, 1959)
con las medias de Dickinson, por la ventana. Una sombra anticipará el robo de
los mencionados pantalones, detalles expresionistas de Ford que se suman al
humor costumbrista de las luces que va encendiendo Jeeter a su apresurado paso.
El infalible y sublime talento de Ford, captando esa inocencia dentro de la
picaresca, especialmente con el protagonista, Jeeter.
Por más que Jeeter (Charley Grapewin) invente historias y
modos para lograr el dinero que necesita para evitar el desahucio sin tener que
trabajar, todo le sale mal. Las plegarias a Dios no son oídas y la mala suerte
se cebará con él: el hombre al que vimos tomando nota de la matrícula a su
llegada frustrará la compra del coche… Es lo que tiene intentar vendérselo al
sheriff. Allí los himnos religiosos y evasivos de Bessie (Marjorie Rambeau) no
funcionarán y podremos disfrutar, por fin, de cómo alguien patea al insufrible
Dude (William Tracy).
El ritmo que Ford impone a la cinta es trepidante,
magnífico, sin freno, equilibrando su crítica social, profunda, y el humor, con esos vagos
desesperados y optimistas, la crisis, las pocas soluciones, donde no se buscan
culpables ni se busca la sensiblería con las desgracias, sin víctimas. Es
igualmente brillante cómo Ford mantiene el tono distendido en un contexto tan duro,
cómo es capaz de huir del panfleto, de la demagogia y de la sensiblería con un
sentido del humor siempre presente y que sólo tornará taciturno en la parte
final.
Ya no hay vuelta atrás, Jeeter gastó todos sus cartuchos sin
éxito y su mujer, Ada, responderá con la consabida dignidad y resignación. El
estoicismo fordiano.
“… no recuerdo todos sus nombres… porque eran muchas”.
Por su parte, Bensey (Ward Bond), una vez su joven mujer de
13 años lo ha abandonado, cederá, pese a sus reticencias iniciales, a intentarlo
con Ellie May (Gene Tierney), gracias a la convincente palabrería de Jeeter,
que sigue velando por su familia a su modo hasta el final. Bensey la acepta
como si de ganado se tratara… Ellie May estará encantada con la decisión.
Lo fascinante de este asilvestrado personaje es que además
de las burradas nos deleitará con románticos y cursis recuerdos sobre su fugada damisela.
“Es muy mayor para casarse”.
“Bueno, está bien. Dile que se lave y mándamela”.
Ward Bond está magnífico y muy divertido en ese rol,
realmente espectacular y haciendo gala de una fuerza tremenda, como en ese
memorable momento en el que encaja la bofetada de Dude para luego devolverla y
volcar su desastrado coche mientras llora. Esos detalles imborrables del
maestro Ford.
Madre mía. Hay más cine en un solo plano d esta peli q en varios films patrios de esos tan exitosos sobre apellidos…
ResponderEliminarMe encanta tu análisis.
Disfrutando mucho.
Gracias x tu trabajo! Refrescante premio para jornadas largas y densas de trabajo!!!
Bss,
Y refrescantes son tus comentarios, animan mucho. Muchas gracias, Reina!
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