La segunda entrega de “Los juegos del hambre” tiene muchos
elementos superiores a su predecesora, pero es una completa decepción ya que no
es más que una copia simplificada y depurada de la misma, una decepción por cuanto no evoluciona
en la mitología de la saga ni expone nada nuevo, descubriéndose como una vulgar
película bisagra hacia el capítulo final.
Este es el mayor problema de la película, muy grave, aunque
por lo demás mejora a nivel de dirección y acción a la primera parte de la
saga. Este problema al que la película está condena procede de su referente
literario, la saga creada por Suzanne Collins, pero, evidentemente, no deja de
ser un defecto.
Tras ganar los Juegos del Hambre junto a su compañero Peeta,
Katniss Everdeen regresa a casa para disfrutar de las mieles del éxito,
intentando recomponer su rutina. Esta paz pronto se perturbará cuando la pareja
ganadora tenga que emprender la Gira de la Victoria por el resto de distritos,
donde tendrán que fingir ser la feliz pareja de novios que simularon ser para
conseguir ganar los Juegos. Todo dará un giro cuando Katniss descubra que se
prepara una revolución y que la van a obligar a participar en unos nuevos
Juegos del Hambre.
Donde apreciamos las grandes virtudes o mejoras con respecto
a la cinta original es en la dirección de las escenas de acción y en
determinados detalles de la misma. Francis Lawrence se descubre como un buen
artesano en este tipo de cintas de ciencia ficción, especialmente si mezclan la
tecnología y la modernidad con la naturaleza y el primitivismo, futurismo
primitivo, como vimos en la muy aceptable “Soy leyenda” (2007), protagonizada
por Will Smith. Un gato anuncia el inicio del futuro destino de Katniss,
mientras se nos presenta de nuevo a los personajes, Haymitch (Woody Harrelson);
Peeta; la madre, con un magnífico momento encubriendo a su hija, muy sutil, ante
la llegada de los miembros del “espectáculo”; a la hermana…
Antes de comenzar la Gira de la Victoria y que comience la
retransmisión, Katniss (Jennifer Lawrence) y el presidente Snow (Donald Sutherland) se reunirán en
casa de la primera para dejar claros determinados puntos. El presidente no la
cree y quiere que lo convenza, su actitud (su reto con las bayas) y victoria en
los Juegos suponen para él un acto de desafío, lo que la convierte en peligrosa
para el sistema. Ella deberá mantener la farsa, fingir que siente algo por
Peeta aunque su amor esté en principio con Gale. Esa relación basada en la
mentira acabará produciendo un vínculo. La conversación entre ambos
antagonistas está magníficamente dirigida, planos y contraplanos que se hacen
más cortos en las interpelaciones más directas, desafiantes, retadoras y
emocionales, una planificación muy calculada, como cuando se habla de la
posibilidad de exterminar la ciudad, la petición individual de convencimiento o
cuando visionan el video del beso de Katniss con Gale…
El problema en relación a Peeta y su aparente farsa, el puro
teatro del espectáculo, lo tenemos en las caras de Katniss ante las indirectas
del propio Peeta o de otro en relación a sus sentimientos… Parece como si
luchara en su interior por no quererle, eliminando la necesaria ambigüedad.
El gran giro para hacer creíble su relación y asegurarse su
supervivencia será a través de una ingeniosa idea de Peeta, proponer matrimonio
a Katniss en público, creando un vínculo mayor con los espectadores, un gran
golpe de efecto, aunque también algo egoísta.
En su gira la amistad entre Katniss y Peeta evolucionará,
así como irán apareciendo otros viejos conocidos, la superficial Effie
(Elizabeth Banks), Caesar Flickerman (Stanley Tucci)… En el Distrito 11
comenzarán los discursos humanistas de la exitosa pareja, rutinas de la Gira de
la Victoria. En estos discursos, y la habilidad para ellos de Peeta, el vínculo
y la admiración de ella hacia él irán creciendo. Discursos empáticos de
homenaje a los fallecidos en los Juegos. Un vínculo perfectamente escenificado
con ese encuadre de Peeta en primer plano desenfocado y la mirada atenta,
enfocada, de Katniss.
El discurso de Katniss en honor a Rue desembocará en
revuelta, con el signo de los tres dedos y el canto del Sinsajo de todo el
distrito, además de una ejecución aleccionadora al pobre anciano que inicio el
gesto. Las señales revolucionarias se van sucediendo. Pintadas, gestos…
El problema y el artífico cruel de todo esto, es que resulta
imposible ganarse el cariño de la gente con discursos que provienen de personas
que sobrevivieron a sus vecinos, amigos, parientes o amores… cuando no los
mataron directamente… aunque esto último no sea el caso. Una gira anual como opio del pueblo
difícil de asumir.
La influencia de Katniss se muestra en pequeños detalles,
como el peinado que la hija del presidente Snow le copia, y todas las de su
clase, así como el comentario de una niña pequeña sobre su intención de ser
voluntaria en los próximos Juegos del Hambre, que iría en la misma línea. Una
auténtica estrella del Rock.
“En llamas”, esta segunda parte de “Los Juegos del Hambre”,
sigue indagando en la mitología y el mundo que ya se nos presentó y desarrolló
en la primera entrega, y lo hace sin exponer nada nuevo, uno de sus grandes
defectos, como he comentado. Un mundo vacuo, pura fachada, que es tan
fascinante y atractivo en muchas cosas como falso, cruel, mezquino y depravado.
Un retrato completo ante el que podemos identificar sin excesivos problemas a
nuestra propia sociedad. Asistimos a la creación de “estrellas de la nada”.
Plutarch Havensbee es uno de los nuevos personajes que se
nos presentan en esta segunda entrega, interpretado por uno de los mejores
actores de la actualidad, tristemente fallecido recientemente, el insuperable
Philip Seymour Hoffman. Él es el jefe de los Juegos y se nos presentará frívolo
y despiadado, retorcido, aunque nada es lo que parece. Como siempre está
magnífico, impone temor sin apenas hacer nada y transmite inteligencia en cada
mirada. Hablará de un “regreso” que suena ambiguo.
Idea de héroe.
No hay mayor héroe que el secreto, el héroe anónimo, sin publicidad ni conocimiento ajeno, el héroe máximo, puro… Se necesita mucho carácter para ser un héroe y a menudo no se es consciente de cuando se puede llegar a ser uno. En otros casos las circunstancias desmienten al que pensaba que lo era… Los villanos creen calar a Katniss, que parece darles la razón con sus opiniones, cuando no ven en ella a una verdadera heroína. La intención de los villanos, una vez nuestra protagonista ha sido convertida en una heroína, un referente, es manejar su imagen, acabar con lo que simboliza, convertirla en uno de ellos, enfrentarla al pueblo, a la sociedad, para minar su esperanza creciente, que vean su indiferencia ante lo que sucede… pero ella ha visto lo que sucede. Por contra, Gale (Liam Hemsworth), sí es un héroe puro, su espíritu es heroico y rebelde.
La misión, como en toda dictadura ante una posible rebelión,
será hacer una campaña del miedo, del terror, saqueando y destrozando al
distrito 12, por ejemplo, el distrito de nuestra heroína. La hermana de Katniss,
Primrose (Willow Shields), demostrará también su valeroso carácter, similar al
de su hermana, heroínas sin saberlo ni quererlo. La escena de los latigazos,
con Katniss protegiendo a su amor, Gale, en teoría, es interesante e intensa.
Katniss y Peeta se ven obligados a participar en unos nuevos Juegos en conmemoración del 75 aniversario de los mismos. Juegos del Hambre
entre ganadores. Conocedores de esto, Peeta pedirá a Haymitch que cuide a
Katniss, ella que cuide a Peeta, y el bueno de Gale al menos se llevará los
besos, íntimos y furtivos.
Uno de los aspectos que más me gustan de esta secuela es el
tratamiento que se hace de algunos personajes, logrando humanizarlos en su
aparente esquematismo y cliché. Se encuentra ternura, bondad y humanidad en
personajes rotos como el borracho Haymitch o la vacua y superficial de Effie, algo que ya vimos en la anterior parte de la saga. Lo
mismo podríamos decir de Finnick, un luchador aparentemente ególatra del que
descubriremos su amor sincero por su mentora, la muda anciana Mags. Dentro de
esta idea de dar mayor complejidad a los personajes es necesario decir que la
mayoría son arquetipos, símbolos, especialmente entre los protagonistas, así
Katniss sería la revolución, un personaje que en esta segunda entrega se define
ya como un claro problema y peligro para el sistema; Peeta (Josh Hutcherson) es
la pureza, además no hay nada que no le pase a él, aunque esa pureza y
humanismo serán las que le haga ganar enteros con Katniss; Gale (Liam
Hemsworth) es el heroísmo en estado puro; Effie pura apariencia vacua; Johanna
Mason el descaro y la sinceridad…
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