sábado, 8 de noviembre de 2014

Crítica: A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS (2013) -Última Parte-

JOEL Y ETHAN COEN












A propósito de Llewyn Davis” es una película profundamente atmosférica, de las más atmosféricas de los Coen, a lo que ayuda la excepcional fotografía lechosa que tiene, obra de Bruno Delbonnel. Fotografía lechosa, neblinosa, nostálgica, melancólica, íntima, casi onírica, que se integra a la perfección con el tono de la cinta y de la música que oímos. Una sensación de intimidad, derrota y mimo sobrevuela toda la narración.




La escena que comienza con un travelling de retroceso siguiendo a la embarazada Jean y al sumiso Llewyn, apesadumbrado detrás de ella, es una de las más brillantes y tiene algunos de los mejores diálogos de la película, uno de los puntos fuertes de los Coen. Es una conversación muy dura, a pesar de sus elementos de humor, donde ella manifiesta que no sabe si el hijo que espera es de Llewyn, pero que ante la duda prefiere no tenerlo por temor a que sea de él… Queda meridianamente claro que para Jean, Llewynes una mierda”. Con todo, se esconde amor detrás de tanto aparente odio, y se trasluce.

Las menciones al doble condón son hilarantes.



La dirección de los Coen es tremendamente depurada y sobria, muy en la onda de la depuración lograda en “Fargo” (1996), por ejemplo. Encuadres sumamente precisos, planos largos estáticos, plano y contraplano estricto en las conversaciones, travellings ocasionales cuando la situación lo requiere para seguir a algún personaje… La escena de la conversación entre Jean y Llewyn, mencionada justo antes, es buen ejemplo de esto.



Jim (Justin Timberlake), conseguirá a Llewyn un trabajo para Columbia, un trabajo de encargo que mostrará la escrupulosidad artística de nuestro protagonista, riéndose e ironizando sobre el tema que les toca cantar, hasta que descubre que lo ha compuesto el propio Jim. Un tema ligero, comercial, insustancial, tonto, pero que venderá como rosquillas. Un surrealista tema sobre Kennedy, los viajes a la Luna y Flash Gordon. Es una escena graciosa, donde Oscar Isaac está muy correcto y Timberlake muy divertido en una broma que tiene algo de autoparódica. Al Cody (Adam Driver), y sus extravagancias, es el tercer miembro de este grupo mercenario formado por Jim. Cody se descubre como un gemelo vital de Llewyn, en cierta medida, cuando nuestro protagonista encuentra una caja de discos como la suya guardada debajo de la mesa de su casa. Hasta su excepcionalidad es frustrada. Ese momento será encuadrado en picado.




La secretaria del agente de Llewyn es un personaje entrañable, como siempre los Coen cuidan de sus criaturas. Anunciará de forma divertida que su jefe está en un funeral de la madre de la prometida de su sobrino… le pilla cerca, vamos.

Diane es la madre de su hijo, que pensaba había abortado, pero que no lo hizo, por lo que es padre de una criatura de dos años que no conoce. Ese anhelo inconsciente parece reflejarse en su responsabilidad con el gato.



La escena de la devolución del gato, donde una pareja enseña a Llewyn una foto de su hijo de dos años, supone un punto de inflexión en Llewyn, que tiene una airada salida de tono cuando la dueña de la casa le haga un coro al tema que canta, lo que le perturba sobremanera, recordándole a su antiguo compañero. Hay una apelación profesional, una paradoja interna en Llewyn, que anhela a su compañero con la misma fuerza que pretende reivindicar su talento en solitario. Además descubriremos que Llewyn, en su infinita torpeza, ha confundido los gatos.




Pensé que cantar era la expresión de alegría del alma”… Sí, pero el bueno de Llewyn muy alegre no es.

¿Dónde está el escroto?

Viaje al infierno.

Esa reacción en casa de los amigos acelera su viaje hacia el infierno, un viaje que se había iniciado antes, pero que aquí tiene su punto de inflexión, la parte más delicada en esa estructura circular. Este viaje se inicia junto a John Goodman y su chófer, visualmente escenificado con ese plano subjetivo desde el coche hacia Llewyn con los cristales enturbiados y una lluvia abundante. Goodman es un provocador, que cuando no está durmiendo se pasa todo el tiempo hablando, contando historias y lanzando desprecios… Los Coen muestran la ajenidad, la separación total de Llewyn hacia sus acompañantes, hacia lo que cuenta Goodman, con un primer plano suyo a un lado del encuadre, mientras al otro aparece Goodman desenfocado, al fondo, en la parte trasera del coche.




Un viaje que deja buenos detalles de humor aunque resulta algo tedioso. En su buscada atmósfera, conseguida, esta parte de la película presenta ciertos problemas de ritmo. Un plano de Goodman, que parece en las últimas, siendo ayudado por su chófer se encadena con el del rostro aburrido de Llewyn en el coche. Divertidos diálogos entre Turner (John Goodman) y Llewyn (Oscar Isaac) enfrentando el Jazz al Folk, sobre qué puente es mejor para suicidarse, si el de George Washington, elegido por el compañero de Llewyn, o el más tradicional de Brooklyn... Llewyn se revelará contra las provocaciones y malos modos de Turner, aunque sin excesos.





Más humor, la mentira sobre el cigarro de Johnny Five a Llewyn, ese humor sutil y con sordina de los Coen que tanto disfruto. El poema de Johnny Five es una de esas excentricidades que tanto gustan a los directores, un universo interior sensible el del arico chófer.

La idea y conflicto entre lo viejo y lo nuevo es una de las tesis de la cinta, entre la tradición a la que se agarra Llewyn y los tiempos de cambio que se ven a su alrededor. Llewyn no avanza ni evoluciona, viaja sin destino, perdido, algo que podría extenderse a su música. Hay varias menciones a la música antigua o vieja en la cinta, la música que representa Llewyn.




La frontalidad siempre ha sido un rasgo visual característico en los Coen, por ejemplo Llewyn en el váter del restaurante mirando la pintada que reza “¿Qué estás haciendo?” ante la que se siente irremediablemente aludido. Es el preámbulo para la parte más oscura de la película, con la sobredosis de Turner, la lluvia que vuelve a caer, la noche y un viaje hacia un limbo o una especie de infierno inexplorado y aparentemente inescrutable, neblinoso, que desemboca en la detención de Johnny Five y el abandono por parte de Llewyn del falso gato Ulises y el propio Turner, que yace dormido, o quizá algo peor, en el coche.


Johnny Five parecía un Caronte que llevaba al Hades a Llewyn, viaje interrumpido por la policía.

La extrañeza, el misterio, la atmósfera, se hacen con la película. Llewyn, sin llave para llevarse el coche, se nos muestra parado en medio de la nada, perfecto reflejo de su propio transitar, de su propia vida, como si el destino lo hubiera cazado a lazo. Su silueta se oscurecerá mientras hace autostop. Visualmente extraordinaria esta parte, aunque toda la película es muy brillante en ese sentido gracias a la destacada fotografía.



El viaje lleva a Llewyn a “The Gate of Horn” en Chicago, hacia la persona que le citó Troy, Bud Grossman (F. Murray Abraham), que tirará por tierra las últimas ilusiones que tenía. En el camino hacia el recinto, Llewyn meterá su pie en el hielo, en otra demostración de su torpeza, además de suponer un presagio para lo que sucederá en el bar. 




La imagen de Llewyn en plano frontal en medio de la nieve acercándose a cámara, que retrocede sutilmente, es desoladora y de un potentísimo carácter simbólico.


Los Coen nos presentan una América inocente, confiada, con gente que lleva a otra en autostop sin problemas ni preguntas, que dejan conducir sus coches a desconocidos.



En el viaje de vuelta a Nueva York tendremos más planos lúgubres, bañados en nieve y donde otro animal querrá marcar el destino de Llewyn, que se niega a seguir las señales de sus obligaciones, como cuando ignora el paso por el pueblo de la madre de su hijo, Akron. Los animales así señalan sus malos pasos, sus anhelos incluso. Al chocar con uno Llewyn tendrá que parar pero no rectificará su ruta, un animal al que hiere y que vuelve a ser una imagen relacionada con su hijo, con esa renuncia a ir hacia él.



A su vuelta a la rutina de metros y más tránsito sin destino fijo, Llewyn decide abandonar la música, no seguir más ese camino, pero no renunciar al tránsito eterno, apostando por volver a embarcarse. Cansado, resignado, entregándose a un eterno vagar marítimo que lo acoja y no lo zarandee, que lo cuide. Una estructura estilo “La Odisea”, como he comentado, que tiene incluso ese guiño marino, aunque sea una Odisea terrestre.



Todos los personajes de la película, o casi todos, muestran una sobriedad y estoicismo muy marcado, definitorio. Un ejemplo, el padre de Llewyn, que es presentado en una hermosa escena que resalta la incapacidad comunicativa del protagonista de una forma convencional, recurriendo a su música para hacerlo. Allí logrará emocionar a su padre y hacerle rememorar su pasado como marinero, un tema sobre pescadores. En su mirada evocadora sentiremos la emoción del padre.




A su vuelta, redondeando este periplo circular, Llewyn culpara al mundo de sus propios errores, por ejemplo a su hermana, Joy (Jeanine Serralles), a la que vuelve a visitar para recuperar unas cajas que él mismo mandó tirar porque necesita una licencia que allí guardaba. Jean se mostrará más receptiva, comprensiva, incluso le ofrecerá la posibilidad de un trabajo que Llewyn rechazará, decepcionado con todo, con la música.




Toda posibilidad de escape, de huida, se le cierra, llevándole a repetir el mismo periplo, el mismo infierno, hasta que Llewyn decida enfrentar sus errores, sus equivocaciones, un Sísifo cantante de Folk. Por eso la marina también le será vetada, el destino cruel, al perder su licencia. Hay algo del destino, pero también del propio subconsciente y sentimiento de culpa en lo que le ocurre a Llewyn, en este viaje circular por su infierno a medida.

Así Llewyn volverá a armarla en el bar y volverá a recibir una paliza al día siguiente en el mismo callejón, como al inicio de la película, por humillar a una pobre mujer que cantaba en ese momento. El círculo infernal completado, una estructura en forma de vinilo Folk. Oír al dueño del local que se “tiró” a su adorada Jean es el desencadenante de esto, un sacrifico de Jean para que lo contrataran de nuevo. Llewyn lo tiene todo frente a él, pero es incapaz de cogerlo, por ejemplo el amor de Jean, dispuesta a acostarse con otro para ayudarle.




En este regreso transitando los lugares que habíamos visitado antes, volveremos a la casa de sus acogedores amigos a los que perdió su “odisiaco” gato Ulises, que lo recibirán con los brazos abiertos a pesar de lo ocurrido. Anunciarán que Ulises volvió solo, como buen gato mitológico, e incluso le pedirán disculpas y se pondrán a su disposición para acogerle y ayudarle en lo que necesite.


La única variación aparente en esta fase será que logrará que no se le escape el gato al salir de la casa de los amigos en esta ocasión… Una mejora… o no.




Hay un homenaje cinéfilo a una cinta Disney en relación al propio periplo, La Odisea, de Llewyn, un cartel de la película “El viaje increíble” (Fletcher Markle, 1963), cuya trama se relaciona a la perfección con la de Ulises e incluso Llewyn, tres mascotas perdidas que deben encontrar el camino a casa solas.






En su última actuación compartirá la recaudación con la leyenda, el éxito personificado, que le pasa de forma tangencial, como todo a Llewyn, el amor, el trabajo, la estabilidad... Una leyenda apellidada Dylan. Dylan canta “Farewell”.








La estructura de la película no es la de un simple círculo, sino la de una cadena de círculos que se entrelazan, definiendo el inferno vital de Llewyn.


Todo el reparto está notable, con mención especial para Oscar Isaac, que hace una encarnación excepcional, destacando su trabajo en las actuaciones musicales.


A propósito de Llewyn Davis” es la historia de un hombre que no puede huir de su derrota, de sus fracasos. Un melancólico viaje en tono Folk, una odisea minimalista y cotidiana.

Otra buena película de los Coen, aunque palidece al lado de sus grandes títulos.






4 comentarios:

  1. Alguien q no puede huir su derrota y fracasos…vaya vaya.
    Gran trabajo Sambo. Estupenda y detalladísima explicación
    Muchas gracias.
    Bss

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    1. No te incluyas que no. Sí, creo que es una buena descripción, siempre elige el camino que le lleva la mismo sitio.

      Gracias a ti, Reina.

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  2. Hola master¡¡¡

    A pesar de que me manifiesto poco, te voy siguiendo.

    Te traigo deberes. Recién llegado del cine de ver Interstellar. Me ha parecido una jodida obra maestra. A ver si se pone pronto con ella.

    Un saludo.

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    1. No lo dudes, Taillon, esa es fija en este blog jajaja. Me pones los dientes largos. Mediocre no creo que sea.

      Un saludo, crack

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