Interesante y desconocida película de cine negro, bisagra de
lo que vendría posteriormente dentro del género. Irregular, con ciertos defectos
y lastres, pero con muchos momentos brillantes a nivel de realización,
estético y conceptual. “Blast of silence” es una rareza de gran fuerza que
debe ser reivindicada.
Un asesino a sueldo regresa a Nueva York para cumplir un
encargo, eliminar a un mafioso de la competencia. Parece un trabajo sencillo y
rápido, pero recuerdos y amigos del pasado, del orfanato en el que creció, le
harán titubear en sus mecánicos robóticos y decididos propósitos.
La cinta está escrita, dirigida y protagonizada por Allen
Baron, director desconocido que ocupó la mayor parte de su carrera en la
televisión, rodando capítulos de series tan conocidas como ”Vacaciones en el
mar”, “Los Ángeles de Charlie” o “La tribu de los Brady”. Además dirigió otra
película llamada “Terror in the city” (1964), un drama sobre la infancia que
tiene muy buena pinta pero que no he visto aún.
Uno de los puntos buscados por Baron en la cinta es el
contraste, de ahí que la película narre la planificación y ejecución de un
asesinato pero la ambiente en la época navideña. Las iniciales escenas con
trenes y estaciones por todas partes nos sitúan en un momento de transición en
la vida de Bono.
La película está repleta de exteriores, como si de la Nouvelle
Vague se tratara, tremendamente urbana y con una fotografía extraordinaria, de
estilo documental y que deja unas estampas de Manhattan francamente hermosas
(hay un plano bajo el puente de Manhattan que me gusta especialmente). Así
veremos el seguimiento en coche al mafioso del bigote, que será la víctima.
Todo condimentado con una constante música de Jazz.
De alguna forma la soledad del asesino nos remite a la
posterior y más brillante “El silencio de un hombre” (Jean-Pierre Melville,
1967). También con ese toque urbano y ese psicopático personaje protagonista
nos puede venir a la cabeza la primera época de Scorsese. Además el
protagonista se parece enormemente a De Niro y también a George C. Scott.
Veremos pocos personajes representativos, el suministrador
de armas orondo, los hermanos amigos de infancia de Frankie… El suministrador
es una especie de friki que pasa su tiempo bebiendo y comiendo, ahorrando el
dinero que consigue con sus trapicheos y cuidando a sus cobayas. Se llama Ralph
(Larry Tucker). Guardará sus ahorros en una lámpara, objeto que tendrá un eco
posterior simbólico. Buen personaje y papel, baboso, empalagoso, sucio,
grasiento…
Este entorno y esas fechas no son indiferentes al frío
asesino, el mencionado recuerdo del orfanato, los chavales que viven en él y
que ve desde su habitación, las monjas, la madre superiora… todo le viene a la
memoria, como si quisiera en el fondo que ese pasado volviera él, lo que hará
cuando se encuentre de forma casual con su amigo y su hermana.
Frankie parece querer huir de todo eso, se muestra reticente
a las invitaciones de su amigo, es malo para el trabajo que debe realizar, pero
ver a la chica, Lori (Molly McCarthy), hará que sus defensas bajen. Frankie es
un ser antisocial, no sabe comportarse acompañado, como le ocurre al Travis
Bickle que interpretó De Niro en “Taxi Driver” (1976).
Será invitado a una fiesta de Navidad, allí dará rienda
suelta a su comportamiento antisocial, pero gracias a su amigo y su hermana,
Lori, conseguirá integrarse. Frankie es un monstruo y como tal no sabe comportarse
en sociedad, se encuentra indefenso, inseguro y desubicado, no entiende, como
un Frankenstein con la niña en el lago. Es por ello que malinterpretará las
atenciones y gestos de cariño de Lori, intentará abusar de ella, aunque la cosa
no irá a mayores. El pasado, su relación con los amigos, le confundirá, le hará
creer que es capaz de otra vida, de algo mejor, de no estar solo, ve en Lori el
clavo ardiendo al que agarrarse para dejar de matar, una actividad que
evidentemente le avergüenza, cuando le preguntan por lo que hace prefiere
escabullirse para no contestar, lógicamente. Pronto se dará cuenta de que no sirve para esa
vida, que su forma de ser está destinada a la soledad y el asesinato, se
sentirá traicionado al ver que Lori tiene una relación con otra persona cuando
él intenta que sea su pareja.
La paulatina integración está bien desarrollada, tanto a
nivel afectivo como con su entorno, ese entorno navideño. Su monstruosidad, de
la que es consciente, se siente atacada, amenazada, violenta, por las preguntas
de lo cotidiano, un pasado difícil de armonizar con la “normalidad”.
En este caso Lori representa el ideal de lo que le está
prohibido. Sus palabras sobre conocer a una chica, crear un hogar y una
familia, se le clavan como cuchillas a Frankie, lo retratan como el ser
solitario y vagabundo que es, ajeno e imposibilitado para todo eso, inexperto
en el trato social, incapaz.
Frankie seguirá con la planificación para matar a Troiano,
el mafioso de bigote. Fijará el objetivo y el lugar donde cometer el asesinato,
pero cada vez tiene menos ganas de hacerlo. Se arrepentirá y querrá dejarlo
ingenuamente, cuando cree que tiene posibilidades con Lori, el desengaño le
llevará a cumplir escrupulosamente con su “deber”. Troiano es un hipócrita,
engaña a su mujer en fechas navideñas, apariencia familiar feliz el día de
Navidad y desenfreno amoroso con la amante el día después. Como tantos. Ese
agravio a la familia aumentará el odio de Frankie, le ayudará, una familia es
lo que en el fondo anhela. Lo más cercano que estuvo de tenerla fue en el
orfanato.
Troiano (Peter Clune) cumple años el 26 de diciembre, lo celebrará, como
comento, con su amante. Esto nos lleva a una intensa escena en un bar, donde
Frankie sigue a su objetivo. Lamentablemente Ralph también estará en dicho bar,
lo que acarreará problemas, no es tan tonto el hombre como aparentaba. Una
escena con un montaje cada vez más sincopado, al ritmo frenético de la música,
los bongos, la canción, las risas… todo es rítmico y de tensión creciente,
incluso veremos un brindis donde todos, incluidos Frankie y Ralph, beben a la
vez sin participar en él. El chantaje no tardará en llegar, el gordo Ralph
pondrá sus cartas sobre la mesa, quiere más dinero. Lo cierto es que se nos ha
presentado a nuestro asesino como el mejor en lo suyo, disciplinado, brillante,
metódico, pero la realidad es que lo que vemos no acaba de ser así, comete
errores que le llevan a estar entre la espada y la pared. Una brillante escena.
A Frankie no le queda otro remedio que hacer lo que mejor sabe hacer, matar a Ralph. Será paciente y esperará su momento, veremos más travellings, que aumentarán la tensión, de Frankie siguiendo a Ralph. Vimos que Ralph era fuerte en la escena del bar, donde gana pulsos de dos en dos a sus amigos, pero lo cierto es que la ingenuidad de la escena y su comportamiento llaman la atención, sobre todo porque acaba de amenazar a un asesino a sueldo… Dejará la puerta abierta y se tumbará plácidamente a dormir. Aunque reaccionará, de poco le servirá. En su habitación veremos las sombras de sus ratas, un mal presagio para Ralph. La escena será muy violenta, con hacha incluida, poco sutil, y Frankie matará a Ralph con la lámpara en la que antes vimos que guardaba su dinero. Víctima de su avaricia, un objeto que acaba tornando en simbólico.
Se usará dos veces el recurso estilístico de ver como el
personaje de Frankie se acerca a cámara hasta taparla, como el plano inicial
pero al revés, del nacimiento a la muerte. El segundo de ellos será un plano
fijo largamente sostenido, la bajada a los infiernos ya no tiene pausa, la
muerte se acerca, el final del trayecto, la última parada.
Las escenas sobre la planificación del asesinato son muy
buenas, un ejemplo significativo lo tenemos en la preparación del arma, una
escena detallada y minuciosa, que ensimisma y fascina. Todo adornado con música
de saxo.
A pesar de todo, el proceso redentor de Frankie resulta
pobre, excesivamente esquemático.
Los picados y las escaleras aparecerán, el conflicto, la
violencia… En su huida se nos mostrará un nuevo contraste, la limosna que
Frankie le da a una monja, limosna tras cometer un asesinato, inconsciente búsqueda
de perdón.
Un perdón que no llegará. La escena final será para el
castigo a nuestro protagonista, que cae, de forma tremendamente ingenua, en una
trampa. Busca cobrar lo que se le debe, pero el pago será la muerte. Una escena
con fenómeno climatológico simbólico y real, ya que la tormenta y el viento que
vemos son reductos del huracán Donna, que asoló la costa en 1960. Una tormenta
que escenifica la turbación del personaje y el ajusticiamiento que está a punto
de recibir, con un clímax que mostrará su muerte en el fango. Todo a ritmo de
Jazz, siempre presente. La sordidez, la muerte solitaria y amarga, como fue su
vida.
Interesante película que pudo influir más de lo que parece
y que resplandece como una cinta bisagra del cine negro clásico y lo que sería
el género en los 70.
Cómo m gustan estas pelis d gangsters en b/n q traes.
ResponderEliminarPedazo de encuadres, por cierto.
Gracias sensei!!
Es bastante interesante y creo que influyente. Scorsese la vio fijo.
EliminarGracias a ti Reina.