miércoles, 2 de octubre de 2013

Crítica: BLAST OF SILENCE (1961)

ALLEN BARON










Interesante y desconocida película de cine negro, bisagra de lo que vendría posteriormente dentro del género. Irregular, con ciertos defectos y lastres, pero con muchos momentos brillantes a nivel de realización, estético y conceptual. “Blast of silence” es una rareza de gran fuerza que debe ser reivindicada.

Un asesino a sueldo regresa a Nueva York para cumplir un encargo, eliminar a un mafioso de la competencia. Parece un trabajo sencillo y rápido, pero recuerdos y amigos del pasado, del orfanato en el que creció, le harán titubear en sus mecánicos robóticos y decididos propósitos.





La cinta está escrita, dirigida y protagonizada por Allen Baron, director desconocido que ocupó la mayor parte de su carrera en la televisión, rodando capítulos de series tan conocidas como ”Vacaciones en el mar”, “Los Ángeles de Charlie” o “La tribu de los Brady”. Además dirigió otra película llamada “Terror in the city” (1964), un drama sobre la infancia que tiene muy buena pinta pero que no he visto aún.

El inicio de la cinta es impecable, francamente excepcional y atrapa al espectador con una contundencia sorprendente. No hay piedad, es duro y directo al rostro. Un nacimiento relatado por la omnipresente, y en ocasiones cansina y redundante, voz over. Gritos de parturienta y descripción, dura, del que será nuestro protagonista y su vida. Todo con una pantalla en negro con un pequeñísimo punto de luz al fondo, punto de luz que descubriremos es la salida de un túnel, un orificio que se abre según nos acercamos en el tren en el que vamos, como si del parto relatado y escuchado se tratara. La presentación de Frankie Bono (Allen Baron) es en un plano inclinado y en ligero contrapicado, perfectamente adecuado como retrato del carácter que nos ha ido relatando la voz over, violento, solitario, rabioso, de ira contenida…




Uno de los puntos buscados por Baron en la cinta es el contraste, de ahí que la película narre la planificación y ejecución de un asesinato pero la ambiente en la época navideña. Las iniciales escenas con trenes y estaciones por todas partes nos sitúan en un momento de transición en la vida de Bono.


La película está repleta de exteriores, como si de la Nouvelle Vague se tratara, tremendamente urbana y con una fotografía extraordinaria, de estilo documental y que deja unas estampas de Manhattan francamente hermosas (hay un plano bajo el puente de Manhattan que me gusta especialmente). Así veremos el seguimiento en coche al mafioso del bigote, que será la víctima. Todo condimentado con una constante música de Jazz.


Se nos retrata con precisión los pasos de la planificación del asesinato, la pausa y la calma, la paciencia, sin precipitación, teniendo en cuenta cada circunstancia, cada detalle, con exhaustividad, sin dejar nada al azar. Meticuloso y metódico.



De alguna forma la soledad del asesino nos remite a la posterior y más brillante “El silencio de un hombre” (Jean-Pierre Melville, 1967). También con ese toque urbano y ese psicopático personaje protagonista nos puede venir a la cabeza la primera época de Scorsese. Además el protagonista se parece enormemente a De Niro y también a George C. Scott.



Veremos pocos personajes representativos, el suministrador de armas orondo, los hermanos amigos de infancia de Frankie… El suministrador es una especie de friki que pasa su tiempo bebiendo y comiendo, ahorrando el dinero que consigue con sus trapicheos y cuidando a sus cobayas. Se llama Ralph (Larry Tucker). Guardará sus ahorros en una lámpara, objeto que tendrá un eco posterior simbólico. Buen personaje y papel, baboso, empalagoso, sucio, grasiento…



Referencias al orfanato y travellings continuos que además de mostrarnos la ciudad, lo urbano, como contenedor de soledades, nos desnuda la de Frankie con detalle. Una amargura desoladora en esos largos paseos con el trasfondo navideño. Esperas, seguimientos, soledad rodeado de gente, travellings que contrastan el desencanto solitario del asesino con la felicidad y jolgorio de la gente en la Navidad y los villancicos. Planos donde la música de Jazz queda sustituida por la navideña, un extraordinario detalle. La noche, su silueta vagando, como una sombra, como un muerto, por las calles…



Este entorno y esas fechas no son indiferentes al frío asesino, el mencionado recuerdo del orfanato, los chavales que viven en él y que ve desde su habitación, las monjas, la madre superiora… todo le viene a la memoria, como si quisiera en el fondo que ese pasado volviera él, lo que hará cuando se encuentre de forma casual con su amigo y su hermana.

Frankie parece querer huir de todo eso, se muestra reticente a las invitaciones de su amigo, es malo para el trabajo que debe realizar, pero ver a la chica, Lori (Molly McCarthy), hará que sus defensas bajen. Frankie es un ser antisocial, no sabe comportarse acompañado, como le ocurre al Travis Bickle que interpretó De Niro en “Taxi Driver” (1976).


Será invitado a una fiesta de Navidad, allí dará rienda suelta a su comportamiento antisocial, pero gracias a su amigo y su hermana, Lori, conseguirá integrarse. Frankie es un monstruo y como tal no sabe comportarse en sociedad, se encuentra indefenso, inseguro y desubicado, no entiende, como un Frankenstein con la niña en el lago. Es por ello que malinterpretará las atenciones y gestos de cariño de Lori, intentará abusar de ella, aunque la cosa no irá a mayores. El pasado, su relación con los amigos, le confundirá, le hará creer que es capaz de otra vida, de algo mejor, de no estar solo, ve en Lori el clavo ardiendo al que agarrarse para dejar de matar, una actividad que evidentemente le avergüenza, cuando le preguntan por lo que hace prefiere escabullirse para no contestar, lógicamente. Pronto se dará cuenta de que no sirve para esa vida, que su forma de ser está destinada a la soledad y el asesinato, se sentirá traicionado al ver que Lori tiene una relación con otra persona cuando él intenta que sea su pareja.




Un monstruo saboreando lo cotidiano. Un monstruo sufrido y apaleado por lo cotidiano.

La paulatina integración está bien desarrollada, tanto a nivel afectivo como con su entorno, ese entorno navideño. Su monstruosidad, de la que es consciente, se siente atacada, amenazada, violenta, por las preguntas de lo cotidiano, un pasado difícil de armonizar con la “normalidad”. 

En este caso Lori representa el ideal de lo que le está prohibido. Sus palabras sobre conocer a una chica, crear un hogar y una familia, se le clavan como cuchillas a Frankie, lo retratan como el ser solitario y vagabundo que es, ajeno e imposibilitado para todo eso, inexperto en el trato social, incapaz.



Frankie seguirá con la planificación para matar a Troiano, el mafioso de bigote. Fijará el objetivo y el lugar donde cometer el asesinato, pero cada vez tiene menos ganas de hacerlo. Se arrepentirá y querrá dejarlo ingenuamente, cuando cree que tiene posibilidades con Lori, el desengaño le llevará a cumplir escrupulosamente con su “deber”. Troiano es un hipócrita, engaña a su mujer en fechas navideñas, apariencia familiar feliz el día de Navidad y desenfreno amoroso con la amante el día después. Como tantos. Ese agravio a la familia aumentará el odio de Frankie, le ayudará, una familia es lo que en el fondo anhela. Lo más cercano que estuvo de tenerla fue en el orfanato.


Troiano (Peter Clune) cumple años el 26 de diciembre, lo celebrará, como comento, con su amante. Esto nos lleva a una intensa escena en un bar, donde Frankie sigue a su objetivo. Lamentablemente Ralph también estará en dicho bar, lo que acarreará problemas, no es tan tonto el hombre como aparentaba. Una escena con un montaje cada vez más sincopado, al ritmo frenético de la música, los bongos, la canción, las risas… todo es rítmico y de tensión creciente, incluso veremos un brindis donde todos, incluidos Frankie y Ralph, beben a la vez sin participar en él. El chantaje no tardará en llegar, el gordo Ralph pondrá sus cartas sobre la mesa, quiere más dinero. Lo cierto es que se nos ha presentado a nuestro asesino como el mejor en lo suyo, disciplinado, brillante, metódico, pero la realidad es que lo que vemos no acaba de ser así, comete errores que le llevan a estar entre la espada y la pared. Una brillante escena.





A Frankie no le queda otro remedio que hacer lo que mejor sabe hacer, matar a Ralph. Será paciente y esperará su momento, veremos más travellings, que aumentarán la tensión, de Frankie siguiendo a Ralph. Vimos que Ralph era fuerte en la escena del bar, donde gana pulsos de dos en dos a sus amigos, pero lo cierto es que la ingenuidad de la escena y su comportamiento llaman la atención, sobre todo porque acaba de amenazar a un asesino a sueldo… Dejará la puerta abierta y se tumbará plácidamente a dormir. Aunque reaccionará, de poco le servirá. En su habitación veremos las sombras de sus ratas, un mal presagio para Ralph. La escena será muy violenta, con hacha incluida, poco sutil, y Frankie matará a Ralph con la lámpara en la que antes vimos que guardaba su dinero. Víctima de su avaricia, un objeto que acaba tornando en simbólico.



Se usará dos veces el recurso estilístico de ver como el personaje de Frankie se acerca a cámara hasta taparla, como el plano inicial pero al revés, del nacimiento a la muerte. El segundo de ellos será un plano fijo largamente sostenido, la bajada a los infiernos ya no tiene pausa, la muerte se acerca, el final del trayecto, la última parada.


Las escenas sobre la planificación del asesinato son muy buenas, un ejemplo significativo lo tenemos en la preparación del arma, una escena detallada y minuciosa, que ensimisma y fascina. Todo adornado con música de saxo.



A pesar de todo, el proceso redentor de Frankie resulta pobre, excesivamente esquemático.

 

Una vez todo está planificado llega la ejecución del asesinato. La sombra de Frankie lo presidirá, una sombra premonitoria, del asesinato que va a cometer y de su propia muerte. Troiano llevará un osito de peluche, un nuevo juego de contrastes, la inocencia y la perversión unidas.

Los picados y las escaleras aparecerán, el conflicto, la violencia… En su huida se nos mostrará un nuevo contraste, la limosna que Frankie le da a una monja, limosna tras cometer un asesinato, inconsciente búsqueda de perdón.




Un perdón que no llegará. La escena final será para el castigo a nuestro protagonista, que cae, de forma tremendamente ingenua, en una trampa. Busca cobrar lo que se le debe, pero el pago será la muerte. Una escena con fenómeno climatológico simbólico y real, ya que la tormenta y el viento que vemos son reductos del huracán Donna, que asoló la costa en 1960. Una tormenta que escenifica la turbación del personaje y el ajusticiamiento que está a punto de recibir, con un clímax que mostrará su muerte en el fango. Todo a ritmo de Jazz, siempre presente. La sordidez, la muerte solitaria y amarga, como fue su vida.


Interesante película que pudo influir más de lo que parece y que resplandece como una cinta bisagra del cine negro clásico y lo que sería el género en los 70.


2 comentarios:

  1. Cómo m gustan estas pelis d gangsters en b/n q traes.
    Pedazo de encuadres, por cierto.
    Gracias sensei!!

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    1. Es bastante interesante y creo que influyente. Scorsese la vio fijo.

      Gracias a ti Reina.

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