Mostrando entradas con la etiqueta superhéroes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta superhéroes. Mostrar todas las entradas

viernes, 20 de julio de 2012

Crítica: CHRONICLE (2012)

JOSH TRANK







Estamos viviendo en la época de esplendor del cine de superhéroes, y no me refiero con esplendor a la calidad de sus  películas, que también las ha habido muy brillantes, sino al número de ellas que se están realizando. Con el desarrollo de los efectos visuales los estudios han apostado fuerte por el mundo del cómic y los superhéroes, hasta tal punto que hemos visto desfilar a los más famosos e imprescindible que todos conocemos. Superman, Spiderman, Hulk, Thor, Batman, Iron Man, X-Men, Los 4 fantásticos, Linterna Verde

Matizaría que más que el cine de superhéroes estamos en un boom del cine de “súper poderes”, en el que nuestra película encajaría perfectamente.


Como en “El protegido” los protagonistas de “Chronicle” no son superhéroes famosos, son anónimos que se encuentran con algo que los dota de unas cualidades excepcionales. Lo más llamativo de la cinta es su apuesta visual, una intención de darle un toque amateur, indie y cuasi documental, que se mezcla con los mejores avances tecnológicos en efectos especiales. Esto nos lleva a uno de sus más evidentes referentes, “Monstruoso” (Matt Revees, 2008), que por cierto tendrá segunda parte. La película no esconde que sigue los patrones clásicos del cine de superhéroes, chavales normales que se encuentran con algo, quizá radiactivo, que les altera y dota de todo tipo de capacidades. Lo que varía en “Chronicle” es que vemos como, al contrario que las cintas clásicas de superhéroes, ese poder no siempre es bien gestionado, ya que son simples adolescentes que se encuentran con algo excepcional, inmaduros, en entornos complicados, llenos de complejos etc. lo que lleva a que el uso de esos poderes no sea exactamente con la intención de salvar el mundo, sino con intereses mucho menos elevados y más egoístas.


Son tres los chavales que adquirirán estos poderes aunque uno de ellos será el narrador principal durante la mayor parte de la película. Usando su cámara personal nos irá llevando en todo momento por lo que él ve. Ese es el principal rasgo estilístico de la cinta, una cámara subjetiva constante es lo que, como en la mencionada “Monstruoso”, le da ese carácter documental. Este chico se llama Andrew (Dane DeHaan), vive en un entorno difícil con una madre muy enferma y un padre alcohólico que le maltrata, éste se convertirá en el “villano” de la función.


Matt (Alex Russell) y Steve (Michael B. Jordan), son los otros dos chicos que también lograron poderes.

Esta falta de responsabilidad, de chavales que se dedican a hacer travesuras para ir probando sus poderes, donde poco a poco esa falta de responsabilidad se va haciendo más peligrosa, nos recuerda aquella frase de “Spiderman” que decía “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Es común que en las cintas de superhéroes se recurra a una frase de este tipo para resumir la carga filosófica de la historia y el personaje, vulgarizándolo en extremo.



En esta línea de irresponsabilidad nos viene a la cabeza otro referente no muy lejano, “Hancock” (Peter Berg, 2008), donde Will Smith era un superhéroe borracho y no muy responsable tampoco.


El narrador es interno y casi siempre subjetivo, veremos lo que ve la cámara que llevan los chavales, aunque en ocasiones dicha cámara volará sola guiada mentalmente por ellos. Este rasgo estilístico resulta cansino e incomodo en su abuso, además de bastante artificial en múltiples ocasiones. La idea es dotar de mayor verismo al cine de superhéroes, como digo, una intención realista.



 
Matt, el que se convertirá en héroe y antagonista de nuestro villano protagonista, hará varias referencias filosóficas a Schopenhauer y Platón, con su mito de la caverna. Estas referencias tendrán que ver con la trama en sí, el verdadero conocimiento del yo una vez adquieran los poderes, el desarrollo de los sentidos, el mundo sensible, para alcanzar conocimiento…

Maltrato estudiantil, que será vengado, complejo y timidez, que serán superados, retraimiento y rencor hacia el padre que tendrá respuesta… todos estos aspectos tendrán a Andrew como protagonista en esa evolución hacia su desbocada locura casi nietzscheana de la parte final.


Un lugar extraño, un suceso extraño, una cosa extraña… como en tantas películas de superhéroes, sin explicación, lo cual es un buen detalle, en una fiesta, es lo que acaba dando los poderes a nuestros protagonistas, que al día siguiente empiezan a notar los cambios.





Unos poderes que unen a estos tres chavales en amistad, aunque los complejos e inseguridad emocional de Andrew la pondrán siempre en tela de juicio.

Andrew usa la cámara como escudo contra el mundo, lo protege y da seguridad contra ese mundo que siempre ve hostil, sólo muestra su cariño con su madre enferma y padece la agresividad de su padre bebedor. Por todo esto nunca acaba de creerse la amistad que los otros dos chavales, uno de ellos su primo, le profesan, siempre se muestra inseguro y cuando entiende el poder que tiene se hace despiadado.













La idea de centrarse en el villano, que en principio no lo es, da un punto de vista original a la cinta, como ya logró Shyamalan en “El protegido” (2000).

Temas como el poder, la inmadurez, la responsabilidad, los sentimientos, la novedad… se van desarrollando e interactuando según van evolucionando los personajes y aumentando los poderes.



Matt y Steve tomarán sus poderes como un plus increíble, algo positivo con el que hacer grandes cosas o simplemente disfrutar. Por el contrario Andrew irá transformándose en alguien más oscuro que ve en esos poderes el vehículo para sacar su frustración interior. Esos poderes son lo más importante, trascendente y definitorio de su vida. Es interesante esa idea porque ciertamente algo así debe ser lo más importante, la cuestión es cómo gestionarlo. Tan lastimoso, guardando las distancias, es un mal uso de ese poder como un uso banal, usar mal el talento como desperdiciarlo.


Uno de los aspectos más interesantes es la experimentación con los poderes, algo que no siempre se puede apreciar en las películas más convencionales de superhéroes por las prisas, y sobre lo que se suele pasar de puntillas. Esa experimentación es importante y va definiendo caracteres, además de acentuar el realismo que busca la propuesta.


En la película todo el mundo se graba, la chica con la que intenta ligar Matt también tendrá una cámara presente, en otro artificio para hacer posible la narración. Un mundo sesgado, sólo visible en lo que puede captar una cámara y a la vez una forma de protegerse del mundo por parte de los que las usan.

En cualquier caso los esfuerzos por resultar natural con el tema de las cámaras son vanos, resulta artificioso en esa búsqueda naturalista.




En la parte final, cuando nuestro protagonista ceda a su locura nietzscheana abusando de esos poderes que compensan sus complejos simplemente porque puede, la película se hace violenta y verdaderamente oscura. Inquietante. Un giro disfrutable. Aquí los efectos especiales lujosos contrastan con su aspecto naturalista. Venganza, rencor, complejos. Una amistad enfrentada y destrozos por la ciudad son algunos de los ingredientes que vemos en esta parte final.


Todo villano tiene su antagonista, y viceversa, un descontrol que debe ser remediado.

Se intuye cierto apresuramiento en el desarrollo de los personajes a pesar del buen clímax final, aunque vemos que Andrew poco a poco se va haciendo más sádico su descontrol final requería algo más de pausa. Matt por el contrario aparece algo más desdibujado, reacciona por obligación.





De todas formas es de elogiar una propuesta que pretende ser novedosa, que puede resultar de honestidad cuestionable en ese uso de grandes efectos especiales con look indie pero que ofrece un punto de vista fresco.