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martes, 30 de octubre de 2012

Crítica: PITCH BLACK (2000)

DAVID TWOHY










Buena película de ciencia ficción y terror claramente tributaria de "Alien, el octavo pasajero" (Ridley Scott, 1979). Una más que digna película que conservando todos los tópicos del género consigue alzarse por encima de la media gracias a una historia sencilla contada a través de personajes carismáticos, especialmente su protagonista, y a buenos e interesantes conflictos entre ellos, que mantienen el interés por la historia y lo que les ocurre a la vez que desarrollan ideas interesantes sobre la supervivencia y la naturaleza humana en situaciones límite.

Una nave se ve obligada a hacer un aterrizaje de emergencia en un planeta desconocido. Entre los tripulantes hay un preso peligroso, Riddick, que sobrevive al accidente y escapa. El resto de supervivientes vivirán en tensión por ello, hasta que descubran que esa es la menor de sus preocupaciones. Al producirse un eclipse, cosa que sucede cada 22 años en ese planeta, unas peligrosas criaturas salen a buscar comida...


La idea que cambiar roles vertebra la narración de “Pitch Black”, el peligroso preso acaba  siendo el héroe y el que más claras tiene las cosas, además de ser el que, en su cinismo, muestra los valores y actitudes necesarios para salvarse él y a los demás, y otros, supuestamente representantes de la ley y el orden, se acaban desenmascarando como seres completamente despreciables. Un buen ejemplo lo tenemos en el personaje que interpreta Cole Hauser, Williams J. Johns, que parece representar la justicia y acaba resultando el más desagradable de todos.


Una narración cambiante que sitúa a Riddick como el mayor de los problemas, un posible asesino, para dar la vuelta a la tortilla conforme nos adentramos en la historia.


Su protagonista, un Vin Diesel que aún no era tan conocido y que casi tiene un rol secundario, es uno de los éxitos de la película. Un buen personaje ambivalente, un héroe poco convencional.


Interpreta a Riddick, un magnífico personaje, un antihéroe total con muchas de las cualidades del héroe. Todo en él es carismático, su “semiceguera”, sus gafas, su dura actitud. No tardará en convencer a un buen número de supervivientes de sus buenas intenciones, así como de su necesidad para salir de allí con vida. Fascinará especialmente a las chicas.

De Riddick es la voz over que oímos durante la narración.




Muy bien narrada, con un buen tempo, sentido del suspense y con personajes bien dibujados, la película va creando la tensión con acertados elementos. Estéticamente es brillante y el uso de la noche como lugar para el terror es un acierto. Los referentes son claros, “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1978), “Depredador” (John McTiernan, 1987)... También es muy destacable que no se menosprecie a ninguno de los otros personajes, todos tienen su importancia y una psicología definida. 



Otro de los aciertos de la cinta, como ocurriera en los clásicos referenciados, es que no se abusa en absoluto del gore, el uso de la elipsis y que se prefiera sugerir más que mostrar eleva la calidad del film.


Su ritmo, como mencioné, es tranquilo, lo que le acaba dando una especial profundidad y creando una atmósfera muy adecuada, sin renunciar a su esencia de mero entretenimiento.  La película se detiene para desarrollar personajes y sus conflictos, pero tendrá excelentes arranques de cine de aventuras y suspense. Escenas como la escapada en pleno desierto rodeados por innumerables de esas criaturas es un buen ejemplo, así como el clímax final, donde los dos personajes más positivos, el Riddick de Vin Diesel y la Carolyn que interpreta Radha Mitchell, muestran actitudes diferentes ante una situación extrema, las dos legítimas, y que muestra brillantemente el difuso límite entre la bondad o la maldad, entre el sacrificio y la supervivencia. Una bondad que radica en las intenciones mucho más que en los actos. Cada uno hará lo que su carácter le impulsa a hacer. 







Otra buena escena es el duelo estilo western entre Riddick y el falso policía Johns. Una pelea en la oscuridad con tics al spaghetti western muy interesantes.

Pitch Black” tiene en la mencionada sencillez, en el uso de los elementos habituales para construir una buena narración, una de sus principales virtudes. Así se le sacará un excelente partido a la oscuridad, lo desconocido etc. miedos habituales y universales que aquí funcionan de manera eficaz. Son las escenas de suspense las más destacadas de la cinta.


Particularmente no tenía casi ninguna esperanza en esta cinta más allá de pasar un rato con una película de consumo fácil, algo que siempre gusta hacer de vez en cuando y porque, como es el caso, en ocasiones te llevas gratas sorpresas con películas notables y muy interesantes que te satisfacen y entretienen plenamente. “Pitch Black” da justo lo que promete pero lo da con calidad y talento, respetando al espectador y procurando un entretenimiento consistente. Algo que no es fácil encontrar. 


El guión, dentro de su sencillez, presenta giros que se agradecen, de la peripecia de caer en un planeta desconocido a la tensión creciente con las situaciones donde las criaturas nocturnas son las protagonistas. Elementos que se van añadiendo para lograr esa acertada y claustrofóbica atmósfera. A esto se añade los conflictos entre los propios personajes, que a menudo acaban siendo más peligrosos que los depredadores nocturnos y uno de los grandes aciertos del guión y la película. La buena elaboración de los personajes, incluidos los tópicos con la niña y los seres indefensos, hace que te intereses por ellos, clave para el buen funcionamiento del film.



Sin descubrir nada nuevo y con los referentes a flor de piel, presenta más virtudes que defectos, tanto a nivel estético como de fondo.

La estética y el juego entre el día y la noche, la virtud de Riddick de poder ver en la oscuridad, lo que lo asemeja a los agresivos bichos, gracias a una operación en los ojos, el recurso de usar el punto de vista subjetivo del protagonista y de los bichos para que veamos cómo ven ellos etc. dan un look personal a la cinta. Un buen estilo visual propio. La saturación lumínica de la película en el día, el crepúsculo, el anochecer y los mencionados recursos nocturnos, dan muchas opciones para experimentar al director David Twohy. Un planeta que cambia de color de forma casi constante, escenas anaranjadas, azuladas…



Se pueden sacar un buen número de reflexiones, la solidaridad bien entendida, lo fácil que resulta cuando todo viene de cara, pero que desenmascara a las personas cuando no es así. La supervivencia, el sacrificio gratuito, la idea de que la vida propia es igual de importante que la ajena y por ello el absurdo de muchos de esos sacrificios… Muchas reflexiones de este tipo nos deja la película.




Sus juegos visuales con la cámara, muchos gratuitos, los trucos de montaje sin venir a cuento, son defectos típicos de estas direcciones modernillas con los que hay que lidiar, pero no impiden que se disfrute en general. Otros aspectos como los tópicos habituales están integrados de forma adecuada. La presencia de una niña, aunque otro niño muere, el eclecticismo racial sumado a los recursos para crear golpes de efecto y sustos... La niña y un religioso se salvarán, lo que no gustará a algunos, aunque resulta un buen final.


Vin Diesel se muestra extremadamente competente, este tipo de papeles le van como anillo al dedo y su actitud chulesca y humor cínico son una buena marca de identidad. Una buena figura actual para el cine de acción.

Por encima de la media de cintas de este estilo.