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lunes, 22 de julio de 2013

Crítica: UN FUNERAL DE MUERTE (2007)

FRANK OZ










Frank Oz, un director que siempre ha apostado por la comedia, nos regala una de sus mejores obras con esta comedia negra tremendamente inspirada. Una estupenda y divertidísima cinta en la que Frank Oz demuestra, una vez más, su talento para el slapstick. 

La muerte del padre de una familia inglesa reúne a los hijos y demás familiares. Poco a poco irán apareciendo secretos y personajes de una doble vida bastante inesperada del difunto, a la par que rencillas familiares. 


Muchos de los actores cómicos americanos más reconocidos han trabajado con Frank Oz. Ahí tenemos a Steve Martin, al que vimos en un memorable papel secundario en una de las joyas del director “La pequeña tienda de los horrores” (1986), y que ha trabajado en multitud de ocasiones con él, “Un par de seductores” (1988) junto a Michael Caine, “Esposa por sorpresa  (1992) o “Bowfinger, el pícaro” (1999) junto a Eddie Murphy. Bill Murray protagonizó junto a Richard Dreyfuss “¿Qué pasa con Bob?”, película que me desquicia por momentos, y Kevin Kline protagonizó la exitosa y divertida “In & Out” (1997). 



Oz ha tocado otros palos con títulos como “The Score” (2001), un thriller, o “La llave mágica” (1995), una fantasía infantil.




Oz usa todos los recursos disponibles para la comedia, donde prima el gag y las situaciones rocambolescas más que los diálogos ingeniosos. Un humor negro que toca todos los palos, desde bromas sexuales, escatológicas, drogadictas y numerosos gags visuales, sacando todo el partido a las situaciones planteadas, que son muchas y realmente divertidas.



Totalmente alocada se disfruta desde el mismo inicio con las partes más sutiles, con las dialogadas y con las de peor gusto, todas son divertidísimas. Un humor negro sano y sin complejos, una gratísima sorpresa en el mundo de las comedias que muy a menudo suelen decepcionar en estos tiempos que corren. Con un subtexto más profundo y soterrado de lo que parece, como en las buenas comedias, los gags son lo verdaderamente importante y todos funcionan. Incorrecta, gamberra y sofisticada a la vez. Los actores, poco conocidos y que transmiten elegancia y dignidad, acaban siendo un acierto más de la cinta. 




La primera escena, con la confusión del ataúd para el funeral, marca ya el tono. Una mezcla de seriedad y surrealismo que acaba por convertirse en un tremendo acierto. El tono solemne del funeral queda tirado por los suelos con el gag de la confusión.
Esta producción británica se beneficia de las acertadísimas interpretaciones de sus actores, con Matthew Macfadyen a la cabeza. Él interpreta al sobrio hijo del difunto y su seriedad contrasta con la locura que le rodea, algo que vertebra esta comedia y es el gran acierto de la misma.



Alan Tudyk, como Simon, se lleva buena parte del lucimiento. Son innumerables las situaciones cómicas que un drogado en un funeral puede crear y Oz le saca el máximo partido.

Enanos y chantajes sexuales, bromas con paralíticos y su necesidad de ir al baño, resurrecciones repentinas… De todo hay en esta magnífica comedia.


Ver la reacción del escrupuloso y aprensivo Andy Nyman, que interpreta a Howard, al ver que tiene excrementos en la cara o al enano (Peter Dinklage) saltando en un clímax de felicidad sin límites en el sofá tras haberse tomado unas pastillas de ácido, provocan la carcajada generalizada.



Son gran cantidad los momentos que hay para enmarcar dentro de la comedia alocada, una de las comedias de las que se puede decir que hacen gracia, y para ello no tiene complejos en recurrir a lo que sea.

Dentro de todo este humor negro Oz reflexiona sobre los convencionalismos, el poder de las apariencias y su inutilidad, los prejuicios y cómo la defensa de lo supuestamente correcto es absurda, sobre todo cuando por su protección se acaban haciendo auténticas burradas bastante más censurables. Ideas básicas muy bien tratadas y desarrolladas que permiten pasar un rato tremendamente divertido.



El guión y los enredos están perfectamente creados. La dirección de Oz es magnífica, sabiendo poner en escena a la perfección para potenciar sus gags, desarrollarlos para que el clímax de cada uno resulte lo más efectivo posible. Detalles tan sencillos como mostrarnos a un personaje, Howard, tremendamente aprensivo, pasándolo mal por tocar cualquier cosa en una situación donde debe acabar llevando a un abuelo en silla de ruedas al baño para allí mancharse a base de bien, es el perfecto ejemplo de cómo planificar, desarrollar y terminar un gag por todo lo alto. Si esa mancha en su cara fuera a otro personaje no tendría el mismo efecto. Su uso del segundo plano a través de notables encuadres es de lo más brillante de la puesta en escena.





De igual manera la resurrección de Peter, el enano, es una auténtica genialidad, que no por esperada resulta menos efectiva.



Grandísimo guión y dirección.

Todos los personajes son mezquinos, tienen tantos defectos como virtudes, gente de valores estrictos y demasiados prejuicios haciendo barbaridades. Chantajes, sobornos, celos, mezquindades, mentiras, enanos homosexuales, ocultaciones de muertes… Lo más negro de la naturaleza humana, que como en toda buena comedia se saca de forma divertida y con humor muy negro también.

Un funeral de muerte” es una apología en contra de la normalidad, de la formalidad, de las apariencias etc. cuando son utilizadas de forma inútil. Aquí son totalmente pervertidas con oscuros secretos, dobles vidas y caracteres desconocidos.



Neil LaBute hizo un remake americano en 2010 totalmente prescindible.

Si buscas una comedia actual con esta seguro pasarás un buen rato. Si no te ríes en algún momento seguramente tendrás una depresión grave…

Hilarante y descacharrante.