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jueves, 29 de noviembre de 2012

Crítica: ARGO (2012) -Última Parte-

BEN AFFLECK









La tapadera evolucionando. Se organizará un evento de prensa para una lectura de guión, se nos mostrará de forma sutil el lugar, un travelling de Affleck paseando, otro más, y el encuadre se abrirá ligeramente para que veamos el rótulo del Beverly Hilton Hotel (aunque antes un plano general también lo mostró). En la producción “Argo” se calcan casi todos los personajes de “Star Wars”, está claro que no se pretende nada original, pero sí efectivo.


En este lugar tendremos un gran plano que ejemplifica todas las ideas señaladas con anterioridad. Un plano sin cortes, un travelling que muestra a un camarero que atiende a Affleck en medio de la parafernalia de la presentación del guión ante la prensa, y que lo seguirá, al estilo Scorsese, Tarantino o Paul Thomas Anderson, hasta el interior de la cocina, donde dejará la bandeja frente a una televisión que sigue noticiando el conflicto en Irán y el tema de los rehenes americanos. Affleck vincula de esta forma y en un solo plano el contraste que supone la tapadera exterior con la realidad que esta oculta en el interior. La ficción y el cine vinculándose con la realidad.


Las televisiones. Los teléfonos.


Aquí es un buen momento para reseñar la importancia de las televisiones, están por todos lados, en cocinas, despachos, casas particulares, como la de Affleck o el propio Lester Siegel. A través de ellas se va siguiendo como están las cosas, así que tienen una función narrativa de gran importancia también. Ni que decir tiene que los modelos de televisiones y demás son otro acierto de esa magnífica recreación de época. Algo parecido sucede con los teléfonos, serán otro elemento imprescindible a nivel narrativo, generador de suspense y vínculo para las relaciones personales. Veremos decenas de ellos y Affleck se fijará sobre manera, los modelos también son una delicia, otro ejemplo de recreación de época riguroso. Veremos a Affleck relacionarse con su hijo con uno, único vínculo entre ellos hasta la escena final. Un teléfono y una televisión, usadas a la vez, inspirarán a nuestro protagonista para la tapadera de la película. Habrá dos escenas donde un teléfono solitario será el protagonista de un contraplano, una para mostrar la soledad del personaje a nivel personal, al llamar a su mujer y que ésta no acuda a la llamada, y otra para la creación de un suspense tremendo en el clímax de la cinta, cuando llamen a la falsa productora para cerciorarse de la sinceridad de los americanos y nadie esté en ese momento en el despacho. Además de todo esto se usarán teléfonos de forma constante.



Affleck usará el montaje paralelo en varias ocasiones, por ejemplo en el momento de la lectura del guión donde al mismo tiempo se mostrarán las reivindicaciones iraníes, los juicios y sentencias a rehenes y fusilamientos fingidos como forma de tortura psicológica.

23 de enero de 1980. 25 de enero de 1980.

Todo sigue su cauce, la prensa se hace eco de la producción “Argo”, el gobierno aprueba el plan de la película de ciencia ficción como tapadera para intentar sacar a los rehenes…Antes de emprender el viaje hacia Irán, Tony Mendez tendrá otros momentos íntimos dedicados a su familia, se quitará su anillo de bodas, para proteger a su mujer, y mirará una foto de su hijo.

Cameo de Philip Baker Hall.

Poco a poco la narración se centrará en los seis diplomáticos acogidos, veremos pequeños retazos de sus relaciones y sentir. Los miedos del matrimonio, las inseguridades de todos, la incertidumbre, la tensión… Una tensión que sigue creciendo y que se muestra con episodios sueltos que impactan y generan el estado emocional adecuado para el espectador, haciendo además comprensible el de los personajes, por ejemplo el asesinato que presencian en la calle.

27 de enero de 1980.

La cara de Jomeini estará siempre presente en fotos o televisores, una presencia constante.

La labor en la dirección de Affleck es mejor que su talento interpretativo, pero eso no significa que éste no exista, a pesar de todo lo que se comenta. Buenos momentos de actor los tendremos en el cansado y resignado rostro Affleck ante las dificultades del proyecto, cuando parece que todo se va a venir abajo o cuando piensa en su familia.

La tensión general perfectamente modulada se recreará y sublimará en escenas concretas que se multiplican según avanza el film. Una de ellas la tenemos en la aduana a la entrada de Affleck en Irán.

La labor de Affleck y el discurso metalingüístico del film se redimensiona. Un actor interpretando a un agente secreto que se hace pasar, actuando, por un productor de cine.


A su entrada en Irán Tony Mendez verá un ahorcado, una imagen que recuerda a aquella cinta interpretada por Clark Gable, “Los implacables” (Raoul Walsh, 1955), donde también se veía lo mismo y el personaje decía “Al fin nos acercamos a la civilización”. También habrá alguna ironía, como el “Kentucky fried chicken” en las calles de Irán.

El ministerio de cultura iraní se tragará, por el momento, la tapadera. Mendez tiene vía libre para seguir con el plan.


En un par de ocasiones, y siguiendo con ese juego metalingüístico con respecto al cine, veremos aparecer a un sosias de Jack Nicholson hablando brevemente con Lester Siegel y con John Chambers. Además es un placer oír las bromas cinéfilas de Siegel, por ejemplo con respecto a John Wayne.

La narración se vuelca cada vez más en los seis diplomático huidos, en los progresos del plan, las dudas, las discusiones, las negativas a asumir el riesgo que pide Mendez… Así llegaremos a otra de las escenas cumbre de la cinta, repleta de suspense y tensión. El arriesgado paseo por el Bazar.



Hagamos nuestra película”.

En esta secuencia sale todo el talento de Affleck a relucir, una dirección que potencia al máximo el suspense hasta hacerlo casi insoportable, algo que logrará mejorar aún más en el clímax final. El director explota al máximo todos los elementos, estira las situaciones y crea otras nuevas con la intención de llevar la tensión al máximo. Todo empezará en la misma furgoneta y su encontronazo con una muchedumbre. Luego se codearán con la multitud en el mismo Bazar, que rodeará a nuestro angustiado grupo de diplomáticos cinéfilos. Les veremos fotografiando y siendo objeto de miradas inquisitivas y sospechosas, protagonistas de un conflicto por una foto perdida en una tienda, fotografiados por otros a su vez, crispados por ser extranjeros en una acalorada discusión de la que salen a duras penas, hasta llegar a la embajada zarandeados y agitados. Planos subjetivos, panorámicas bruscas, travellings, inestabilidad en los encuadres, montaje paralelo con la visita de unos iraníes a la embajada canadiense… Una dura prueba y una magnífica escena.




Affleck les hará un examen para comprobar el conocimiento que tienen de sus nuevas identidades. Un Affleck que tiene cualquier cosa menos un look latino, como correspondería al papel que encarna.

Cuando todo parece lanzado, desde Estados Unidos frenan el plan, se suspende, pretenden hacer una intervención armada… Affleck les dará la noche libre y les incitará a divertirse un poco. Él por su parte se irá a reflexionar solo a casa. En su camino al hotel verá un coche ardiendo que casi se funde con su rostro, la perfecta imagen para mostrar su estado anímico. Como rúbrica a esta secuencia Affleck volverá a recurrir al montaje paralelo, donde veremos dos borracheras, una alegre y placentera, la de los diplomáticos, y otra depresiva, la del propio Affleck en soledad.


Los iraníes por su parte avanzan cada vez más en el reconocimiento concreto de los seis diplomáticos fugados, lo que hace obligado salir de allí cuanto antes.

Por la mañana el bueno de Tony Mendez verá todo de forma distinta y con decisión. Una determinación que se verá reflejada en la mirada de Affleck, que levantará su vista mientras mira por la ventana y la música crece exponencialmente, indicando que la suerte está echada. Los sacará de allí esa misma mañana, pase lo que pase.



La dirección nos sigue dejando placenteros travellings para nuestro deleite. Entre estos cabe destacar uno circular en el que el personaje de Bryan Cranston debe reivindicarse ante su superior. En él veremos que la cámara se sitúa a su lado, dando toda la importancia al jefe, pero mediante el travelling circular se pondrá al lado del jefe, engrandeciendo a Cranston, remarcando su predominancia y dominio en la escena, que su postura será la que se mantendrá.



De aquí al final tenemos un clímax alargadísimo de suspense de primer nivel, digno heredero del maestro Hitchcock, como he citado en varias ocasiones.

El viaje al aeropuerto, la confirmación de los billetes que parece no llegar nunca, una tensión en aumento ya desde el inicio. Son tres los controles que deben pasar. Lo iraníes reconociendo a uno de los seis diplomáticos en el grupo que se hacía pasar por equipo de rodaje. La comprobación de las fichas blancas y amarillas, donde parece que no habrá salida y donde Affleck maneja el sonido a la perfección, ocultándolo casi por completo mientras los controladores dudan y surgiendo cuando dan su aprobación y sellan el documento. Los juegos de miradas, las esperas…



Otro teléfono solitario, en esta ocasión en la oficina, ya comentado. El último control, y más difícil, con la guardia revolucionaria. Los malos modos, la nueva espera, el no dejarlos salir, los dibujos de la falsa película, los iraníes corriendo para avisar sobre quienes son, la comprobación a la desierta oficina donde Siegel y Chambers no están, el teléfono solitario que vuelve a sonar… El teléfono que se descuelga en el último momento, el acceso al avión, la marcha de la camioneta que los debe llevar al mismo que no entra… La subida al avión, la persecución de los jeeps y coches de policía iraníes al mismo… El avión elevándose por fin.



Una secuencia absolutamente magistral para un clímax excelente que pone los pelos de punta. Cerca de 20 minutos sublimes.



Es increíble la liberación que se siente y comparte con los personajes cuando éstos lo celebran una vez se saben a salvo. La identificación y tensión que logra Affleck con lo que ocurre en pantalla implica al espectador de forma total. Todo adornado con una bonita música. Momentos muy emotivos.




Una vez llegamos a la feliz resolución con homenajes varios, unos públicos y otros secretos, toca poner fin al trayecto de la trama secundaria, la de la historia personal de Tony Mendez.

Un gran plano desenfocado al actor según se acerca a la casa de su mujer que se hace nítido al llegar a la puerta, una bandera estadounidense ondeando y un emotivo abrazo lo resuelven todo.

“¿Puedo pasar?”

El cine liberador triunfa, la ficción creada como salvadora e incluso redentora para nuestro protagonista. En “Argo” además de todo lo comentado, el tema de la familia subyace con fuerza, en el fondo de todas las acciones del protagonista está presente su familia, siempre presente. Incluso la idea de la farsa con la película de ciencia ficción se le ocurrirá hablando con su hijo que estaba viendo “La conquista del planeta de los simios” (J. Lee Thompson, 1973), como ya comenté. De hecho el regreso a casa, a su país, de los diplomáticos redundaría en esta idea, hay cierta connotación familiar en su regreso, la patria como familia de cada uno y se relaciona con la del propio AffleckEs más, Affleck parece identificarse de tal modo con esta misión por ese sentir compartido. Reivindicación total y absoluta del cine y la ficción.

Los planos finales confirman todo esto y esa reivindicación metalingüística del cine, padre e hijo junto a los muñecos de películas de ciencia ficción, de Star Wars, de Star Trek, que tiene el pequeño en sus estanterías.

Los rehenes fueron liberados 444 días después del secuestro, John Chambers fue condecorado y Tony Mendez regresó con su familia, viviendo en paz en Maryland. Este último intertítulo saldrá en el momento en que entra en plano uno de los storyboards realizados para “Argo” (que Affleck se guarda con toda la intención en vez de devolverlo), en concreto uno del héroe en una nave junto a un pequeño, quizá su hijo, regresando, posiblemente, a casa. Una vez más la identificación entre esa ficción que es “Argo” y la vida de Affleck parecen coincidir de pleno en ese plano final.



Vemos a George Clooney en la producción. Pero sobre todo vemos el talento de un joven director que ha callado muchas bocas, Ben Affleck, también productor de la cinta. Uno de los grandes títulos de este año, sin ningún género de dudas.


¡Hay que Argoderse!