lunes, 25 de septiembre de 2017

CARLOMAGNO. REY, ORDEN Y MITO I (Antes de Carlomagno)

HISTORIA








“En viejos relatos nos cuentan muchas maravillas de héroes... Ahora, aquí, leeréis los empeños de hombres valientes”.

Con esta cita de los Nibelungos comienza Harold Lamb su ensayo novelado sobre Carlomagno.

De cómo Carlos, hijo de Pipino el Breve, pasó a ser llamado en latín Carolus Magnus; en alemán, Karl der Grosse; y Charlemagne, en francés e inglés, irán las siguientes líneas.

¿Qué puedo decir de este rey germano?

En el plano militar: que lucha contra ávaros y lombardos, sufre el mítico episodio de Roncesvalles y combate a hierro, sangre y fuego contra los sajones, todo esto en más de cuarenta expediciones armadas durante toda su prolífica vida.

En el plano político-administrativo: que instaura más de 300 condados, “las Marcas” y los duques que las defendían, así como los “missi dominici” (enviados directos del rey), que surcaban el reino y vigilaban la buena aplicación de la ley. Se puede considerar que este sistema será el germen del sistema feudal. Entre las divisiones territoriales cabe reseñar “las Marcas”, una de ellas, la Marca Hispánica, está ahora muy de moda.

En el plano religioso (que convendría unir con el educativo): crea un concepto de iglesia plenamente medieval, utilizando la religión como carta de ciudadanía para formar parte del Imperio carolingio.

En el plano urbanístico seré breve: Aquisgrán.

Azarosa vida la de nuestro héroe, pero todo tiene un origen. Veamos como empieza todo:

LOS FRANCOS ANTES DE CARLOS

BÁRBAROS

Es curiosa la naturaleza de la palabra “bárbaro”, que se considera sinónimo de “salvaje”, “bruto” o “tosco”, aunque su significado primero era “extranjero”, en el sentido de “los que balbucean”, hacían “bar bar” (por la forma de hablar), o de “los que no conocen el griego”… Vamos, que si no eras griego eras un mojón con piernas.

Esta consideración se extendió a los romanos, que llamaban bárbaros a los germanos, descritos así por el senador, cónsul y gobernador romano Cornelio Tácito en su libro sobre Germania:

“Todos los asuntos públicos y privados los tratan armados. Pero nadie usa las armas antes de que el pueblo lo juzgue apto […]. Abandonar el escudo, una vez ganado, es la mayor deshonra, y quien cometió este ignominioso acto no puede acudir a las ceremonias ni a las asambleas”.

Los germanos eran pueblos seminómadas y tenían una organización social constituida por clanes y tribus, conformadas por muchos grupos, entre los que hay que destacar los germanos del norte, ubicados en las costas del Mar del Norte (sajones y anglos); los germanos orientales, asentados al este del río Elba (godos, divididos en visigodos y ostrogodos; vándalos, burgundios y suevos) y los germanos occidentales, situados al oeste del río Elba, donde se destacaban los francos (pueblo más prospero y duradero), alamanes y longobardos o lombardos, (nombrados así por las largas barbas utilizadas por sus hombres).

Su organización era patriarcal, sobre la base de dos pilares vitales: la familia y el antepasado común como un elemento de cohesión. Estos grupos estaban asentados en poblados que practicaban la ganadería, la pesca, la caza y una rudimentaria agricultura, en los tiempos de paz; y el saqueo en épocas beligerantes. Como procedían del norte europeo, la escasez de alimentos y las bajas temperaturas los incitaban a grandes desplazamientos territoriales y al traslado sobre caballos.

Según apuntan los textos germanos primitivos, en la sociedad existían las castas o estamentos, donde los guerreros tenían un puesto privilegiado por ser la estirpe de los reyes, e integraban una asamblea que intervenía en las decisiones políticas. También estaban los hombres libres, que se dedicaban a la artesanía, el comercio, las labores agrícolas y el pastoreo. Al final de esa escala social se ubicaban los prisioneros de guerra, que eran utilizados como sirvientes (más parecidos a los siervos de la posterior etapa feudal que al esclavo romano).

La sociedad germana poseía un gobierno basado en el Consejo, conocido como el Thing, integrado por sacerdotes y jefes militares, que se reunía en clanes para tomar las decisiones y juzgar los delitos.

CAMBIA LA ECONOMÍA OCCIDENTAL

Debido a la inseguridad en las fronteras romanas se paraliza el comercio y el flujo monetario, teniendo como consecuencia la ruralización de la economía, lo que hizo más importante si cabe a la agricultura.

La necesidad de asentar en las fronteras una población militar para fines de defensa, terminó formando una población de colonos, que poseía ciertos privilegios y muchas obligaciones. La propia decadencia del Imperio romano pone en manos de estos terratenientes mayores facultades administrativas y transforma a sus propiedades en la nueva unidad económica y política, “precursora del señorío medieval”, en pleno siglo IV. En la cúspide de esa cadena social teocéntrica destacaba, también, la nobleza eclesiástica, que era muy poderosa.

El Imperio Romano permitió la subsistencia de los latifundios galos, que prontamente se adaptaron a la organización del pueblo vencedor. La villa gala de la época imperial, con su reserva adherida al propietario, y sus grandes grupos de colonos eran el soporte del régimen de explotación. Este sistema permanece con esa estructura primitiva durante el período de las invasiones germánicas, es conservado por la Francia merovingia y la Iglesia lo introduce más allá del Rhin, a medida que va conquistando esas tierras.

LOS FRANCOS DE LA GALIA (MEROVINGIOS)

Con el derrumbe del Imperio Romano, la provincia de la Galia quedaba dividida en varios reinos. Los francos, ubicados al Norte, eran uno de los pueblos más poderosos. Estos francos eran tribus germanas procedentes de Frisia que entraron a formar parte del Imperio Romano en su última etapa, en calidad de foederati. Ocupaban la actual Francia, más la región de Franconia, en Alemania, y la zona de Bélgica (divisiones geopolíticas actuales de esas naciones y de parte de su identidad cultural).

El término “Galia” empezaba a quedar en desuso; los francos llamaron Neustria (tierra nueva) a los últimos territorios conquistados, mientras que sus posiciones originales eran Austrasia (la tierra del este). A su vez, en Neustria, cabe distinguir la parte del norte, propiamente franca, de la zona sur, la que había sido visigoda, donde las costumbres romanas estaban más arraigadas y que conservó el nombre romano de Aquitania.

El reino franco adoptó la fe católica tradicional y se convirtió en defensor extremo del cristianismo; tenían por costumbre repartir las propiedades entre los hijos supervivientes y entendían sus dominios como una propiedad privada de grandes dimensiones.

En la Francia pre Carlos hay dos dinastías: los primeros, los Merovingios (dinastía que duró tres siglos y fue fundada por Meroveo o Merovée, quien nace hacia el año 390, es proclamado rey en el 448 y muere en el 458) y, posteriormente, los Carolingios, en el siglo VIII, donde estarán los orígenes genealógicos de Carlomagno y del reino que iba a hacer florecer el sistema feudal, característico de la Alta Edad Media.

La palabra “franco” proviene del término “libre”, no aplicable a las mujeres ni a los esclavos, que pertenecían a los hombres de mayor jerarquía.

Sobre el mundo de los francos y los recuerdos de esa civilización, apunta el prestigioso historiador Harold Lamb en su biografía de Carlomagno:

“Su nombre tal vez significara originariamente los Libres o los Feroces. Sus recuerdos como pueblo evocaban una vida difícil entre las brumas de la costa del Báltico. Su legendario rey, Meroveo -hijo del Mar- había sido un jefe tribal que gobernaba por propio deseo y por consentimiento de los clanes, después de haber sido alzado sobre los escudos de los guerreros. Criados en los bosques, abriéndose paso a machetazos en batallas o cultivos desde los eriales del Báltico hacia tierras más benignas y fértiles, habían avanzado lentamente hasta las regiones próximas al Rhin”.

En sus orígenes, los francos se dividían en dos grandes grupos, con nombres derivados de ríos: los salios (del Yssel, en Holanda) y los ripuarios (“habitantes de las orillas del Rhin”, en latín). Neustria y el norte de Austrasia estaban dominadas por los francos salios, los cuales adoptaron la lengua latina, al igual que los burgundios. En cambio, los alamanes y los francos ripuarios conservaron su lengua germánica, pero ya en tiempos de Carlomagno estaban demasiado mezclados para diferenciarlos.

Son pueblos descendientes de Meroveo, mítico jefe militar franco, que da nombre a la dinastía. Su primer monarca, más real, fue Clodoveo I (466-511). Hay historiadores que dudan de la existencia de Meroveo, era algo muy habitual en el mundo antiguo iniciar tu saga con un ser mítico de poderes extraordinarios, como bien hacían griegos y romanos. 

Moviéndonos en esta fantasía sobre el origen la Dinastía Merovingia, algunos estudiosos plantean que proceden de las tribus de los sicambros (apodo con que nombraban a los francos), situados en territorios germánicos y que pronto comenzaron a denominarse francos, cuando se desplazaron hacia la zona norte de la actual Francia. El vacío de poder de Roma, provocado por la invasión de los hunos, fue aprovechado por los sicambros para asentarse en Francia y Bélgica, concretamente en los grandes bosques de las Ardenas (Ardennes, en Bélgica, Luxemburgo y una parte de Francia) y Lorena, creando el reino de Austrasia.

El libro del cronista galo-romano Gregorio de Tours, “Historia Francorum” (Historia de los francos), que es del 594, cuenta que los Merovingios eran reyes con grandes melenas, que creían que su poder residía en el pelo y no querían cortárselo.

Su cultura se caracterizaba por el desarrollo de un arte propio, con el empleo de la piedra y el ladrillo en construcciones muy sencillas. Se distinguieron más por el desarrollo de la orfebrería y la pintura mural sobre frescos y miniaturas, aunque hoy se conservan pocos ejemplos.

CLODOVEO I (481-511) Y SUCESORES

Bajo el rey Clodoveo I, fundador de la Dinastía Merovingia, hijo de Childerico I (458-481) y la reina Basina de Turingia, el poder del reino franco crece, estableciéndose la capital en la región de Soisson.

En el año 486, Clodoveo destituyó a Siagrio, último gobernador romano de la Galia, y somete a los alamanes, que habitaban las tierras orientales, en la batalla de Tolviac (496).



La leyenda dice que pudo derrotar a su enemigo gracias a la invocación a Dios que hizo su esposa, ferviente cristiana. Influido por su mujer, la princesa burgundia Clotilde (que después sería Santa Clotilde), Clodoveo adopta la fe de Cristo mediante su bautismo en el día de Navidad del año 496, junto su hermana y tres mil principales guerreros en la catedral de Reims.

Esta conversión le consigue una alianza con el Papado, ganándose a los pobladores galorromanos, que lo ayudarán a derrotar a los visigodos en Aquitania (batalla de Vouillé, 507) y a los francos ripuarios, teniendo el camino libre para convertirse en el líder germano de la Galia en el año 509, cuando unificó a los francos, convirtiéndose en el gobernante muy poderoso de Europa Occidental.

Clodoveo unió a los francos salios, del norte del Rhin, con los francos ripuarios, del bajo Rhin, y a los alamanes. Su territorio abarcaba entonces la mayor parte de la actual Francia y el suroeste de Alemania.

Clodoveo convirtió a París en la capital del reino franco. Expulsó a los visigodos de tierras galas, fundó la Iglesia Católica de las Galias y contó con el reconocimiento del emperador bizantino, que lo hizo delegado en Occidente.

Falleció el 27 de noviembre de 511, y según una costumbre salia, repartió el reino entre sus cuatro hijos (Childeberto, Clodomiro, Clotario y Teodorico), quedando seccionados sus dominios en Austrasia, Neustria, Burgundia (actual Francia, el norte de Italia y casi toda Suiza) y Aquitania. Fue enterrado en la iglesia de Santa Genoveva, que mandó construir. Allí permaneció hasta la Revolución Francesa, cuando profanaron sus restos.

En la repartición de la herencia, Childeberto obtuvo Neustria y fijó su capital en París; Clodomiro gobernó la zona del Loira medio, con capital en Orleáns; a Clotario le tocaron las zonas del Escalda (río que atraviesa Francia, Belgica y muere en el Mar del Norte) y del Mosa,  estableciendo su capital en Soissons; Teodorico administró Austrasia, desde Reims.

Ahora llegamos a un clásico de los germanos: la partición del reino para que los vástagos (en este caso son cuatro) luchen entre sí, se disputaron los territorios, dilapiden el patrimonio de su padre, debiliten el reino y no puedan conservar la unidad que Clodoveo había dado al reino franco…

SUCESORES DE CLODOVEO

Clotario, hijo menor de Clodoveo, era Rey de Neustria (511-561), Rey de Orleans (532-561), Rey de Borgoña, compartido con su hermano Childeberto (534-558), y monarca de Austrasia y de París, se propone volver a unificar el reino de su padre con numerosas campañas militares. Así consigue su objetivo en el año 558, pero a su muerte estos reinos volvieron a separarse.

Clotario II (584-629), reunificó el reino franco derramando mucha sangre. Las fronteras de sus dominios se extenderían desde los Pirineos hasta Frisia y desde el océano Atlántico hasta Baviera, Hesse y la Franconia. A su muerte deja en el trono a su hijo Dagoberto I.

Dagoberto I (603-639), sería el último gran monarca merovingio. Construyó  monasterios y fortaleció el poder regio. En 632 Borgoña y Aquitania están bajo su control, es el rey merovingio más poderoso y respetado en todo el Occidente.

APARECEN LOS MAYORDOMOS

A finales del siglo VII, el reino franco estaba en pleno ocaso por las guerras civiles y las luchas de poder. Su extensión era Galia, parte de Renania, Alemania, Turingia y miraban hacía Frisia, Sajonia y Baviera.

De alguna forma, esto fue desembocando en cierta dejación y delegación por parte de los monarcas en otras figuras. Por ejemplo, el rey Dagoberto II (652 - 679), que apenas gobernaba pues había delegado esas sus funciones al mayordomo de palacio, quien estaba secundado ya por la nobleza (se viene la época feudal).

¿En qué consistía el cargo de Mayordomo de Palacio?

La palabra deriva de “major domus” o cabeza de la casa, una especie de alto cargo, valido o primer ministro. Estos funcionarios son los encargados de dirigir realmente el ejercicio y la burocracia de palacio. Con el tiempo irán creando una corte paralela, siendo de facto los verdaderos dirigentes del reino, quedando el monarca como una figura decorativa y suntuaria. Entonces el reino Franco tenía tres partes: Austrasia, Neustria y Borgoña, al frente de las cuales estaba un rey fainéant o rey holgazán.


Este poder paralelo (recuerden: nunca se debe tener un Estado dentro de un Estado) acabará dando un golpe de efecto y tendrá el poder real y el nominativo. Este hecho se personificará en Carlos Martel y Pipino, pero eso da para otra historia…



Por LLEVADOR DE BOTIJOS


Lee aquí las anteriores entradas sobre Carlomagno.



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