“Hemos perdido la iniciativa”.
16:54. La sensación de fatalidad. Tres contra centenares.
Acribillados, machacados, pero el piloto librándose por los pelos…
temporalmente. Es heroísmo puro el de los dos soldados que van a rescatar al
piloto herido del segundo helicóptero derribado. Dos hombres que morirán por
intentar alargar la vida de ese otro… que por fortuna se salvará. Sólo hubiera
muerto uno, ese piloto, de no haberlo hecho.
La muerte de Smith es una soberbia escena que
reivindica la figura del soldado de campo de manera excepcional.
Un ataque enemigo nocturno, con el rescate al grupo recluido
por parte de los Delta desde la retaguardia, y un ataque aéreo a la zona que
debe marcarse desde tierra, hacen avanzar la misión de evacuación con soberbios
momentos de acción.
23:23. El combate para marcar la zona que deben bombardear
los helicópteros y las pasadas de estos son
espectaculares y de un virtuosismo estético y de puesta en escena indudable, repleto de verdes y amarillos. Las balas y tiroteos de forma tangencial,
iluminando la noche con sus fogonazos, logran una atmósfera tan infernal como
fascinante. Uno de los momentos más brillantes de la cinta, estéticamente.
2:05. Apoyos para proceder a la evacuación en una batalla
que durará toda la madrugada por problemas para rescatar a un herido. Aquí
tendremos toques musicales ochenteros. Una misión de rescate al piloto herido
en el helicóptero, atrapado por los hierros, que les tendrá allí hasta las 5:45.
“Danny, nosotros no abandonamos a nadie”.
No se deja a nadie atrás.
La descripción táctica de los movimientos militares es
encomiable, especialmente una vez los helicópteros han caído. Los avances para
llegar hasta ellos guiados desde el cielo, los fuegos de cobertura, los
pequeños comandos rezagados y protectores… El regreso desde el campamento al
rescate del segundo helicóptero derribado, abandonado a su suerte, esperando
ayuda de tierra para no arriesgar otra nave desde los aires… Tácticamente es
muy buena.
El primer helicóptero será acribillado. Los tiroteos en esta
fase están mejor rodados que los iniciales, aunque los saltos de eje siguen
confundiendo. En cualquier caso, el frenesí visual es brutal e incesante.
Los planos aéreos que salpican la narración son realmente
sensacionales. De lo mejor que tiene la puesta en escena.
Un dedo colgando, una simpática y atemorizada familia viendo
pasar a los soldados americanos por su casa, el helicóptero tiroteado por
milicianos, soldados afortunados, pequeños anticlímax humorísticos para
destensar, como las escenas con los dos soldados abandonados… Los actos de
valor, especialmente cuando más miedo se tiene… Hay otra broma con el tabaco
que me resulta muy divertida. Sólo los malos fuman.
“Creo que nos han olvidado”. “No importa”.
La acumulación de peripecias está muy bien medida y
modulada, aumentando la tensión y el dramatismo. Un primer helicóptero
derribado, tiroteos y heridos entre los protagonistas; un segundo helicóptero
derribado cuando todo parecía llegar al límite…
Que algunos de los actores famosos o conocidos mueran pronto
o repentinamente, o se les saque del juego, beneficia la intención de
imprevisibilidad de la película, como ya hizo Scott en “Alien, el octavo pasajero” (1979).
Idealismo.
El idealismo es el principal rasgo temático que subyace en
la película. No es nada explícito ni parece la tesis preponderante, pero es el
más interesante y profundo de todos. Una gran reflexión del mismo, inspirado
subtexto de la película.
El idealismo ni debe ni puede primar como único concepto a valorar por un gobierno, que necesita hacer un análisis mucho más
profundo y exhaustivo para cada decisión. La gente de a pie no siempre lo
entiende, pero resulta imprescindible. Del mismo modo, esto no excusa los
intereses bastardos o mezquinos que los gobiernos puedan tener para sepultar
cualquier atisbo de ese idealismo, aspecto condenable, pero son temas
distintos.
Predicar idealismos es fácil, incluso a menudo demagógico,
pero alcanzarlos y llevarlos a cabo es otro cantar, nada bonito
generalmente.
El idealismo son ideas bonitas que todos firmamos, pero para
llegar a él se necesitan muchos matices y saber blindarse ante el horror del
camino hasta alcanzarlo. Saber que para conquistar un ideal hay que renunciar a
otros muchos personalmente. El ideal simbólico se logra en una gran cantidad de
casos gracias a que muchos individuos ceden los suyos, sus principios, valores
e inocencia por ellos. Hay dolor y desmitificación detrás de cada ideal
conquistado al terror. Es la lección que
el personaje de Eric Bana le dará al interpretado por Harnett.
“El idealismo aumenta en proporción directa de la distancia
que nos separa del problema”. John Galsworthy.
Los distintos idealismos están condenados a la decepción
porque no suelen aceptar matices ni sacrificios más allá de la idea pura. Es decir, nadie es capaz de plantearse qué se
acabará exigiendo de cada uno de nosotros para llevar a cabo un ideal,
exigencias que pueden provocar renunciar a los propios principios, ideas o
educaciones que hemos afianzado en la vida y que a la hora de la verdad no todo
el mundo es capaz de asumir. Es más, incluso aceptando todo ese sacrificio,
queda clara la idea de que el idealismo, como tal, no existe en esos casos, ya
que dista mucho de ser bonito, obligando a hacer grandes monstruosidades para
un bien mayor. Sobre estas complejidades habla “Black Hawk derribado” a través
de varios de sus personajes, que definen en sus caracteres distintos puntos de
vista y versiones de ese idealismo que es fácil de predicar, no tanto de ejecutar.
-Josh Harnett representaría el idealismo puro e
intelectualizado, del que se ríen sus compañeros en muchos momentos por este
motivo. Él es un ranger. Él sí es consciente de lo que hay detrás, pero
intelectualmente, como concepto, entiende los horrores y por eso ve la
necesidad de combatirlos, está ahí por eso, pero al enfrentarse a la realidad
el impacto en él será brutal.
-Eric Bana es el idealista perfecto. Ya pasó por otros
niveles de idealismo. Puede aparentar ser un kamikaze, pero no lo es en
absoluto, simplemente ha vivido y asumido el horror, los sacrificios, las monstruosidades
y barbaridades que hay que hacer por ese bien mayor, por la justicia, por un
mundo algo menos oscuro. Por eso es el que vuelve al infierno. De no tener unos
ideales definidos jamás volvería. Bana ha adquirido el blindaje imprescindible para
acometer todo lo necesario, un blindaje que le falta a Harnett. Él es la pura
determinación. Eso es lo que tiene que hacer y lo hace. Punto.
En Hoot (Eric Bana) se ponen las frases más significativas.
“Estás pensando. No lo hagas. Porque tú no puedes decidir a
quién hieren, ni quién puede caerse de un helicóptero. No depende de ti. La
guerra es así”.
“… no entienden por qué lo hacemos. No entenderían que es
por el hombre que está a tu lado. Es por eso. No hay nada más”. El
compañerismo y la camaradería. Nunca tan fuerte como en lo militar.
-Orlando Bloom tiene un papel pequeño, él representaría el
idealismo inconsciente. Le gusta la idea, le gusta disparar, pero no acaba de
entender todo lo que hay detrás de eso que le apasiona. Por ello su aventura
será breve, incluso tragicómica, cayendo herido antes de empezar siquiera.
-Ewan McGregor no tiene idealismo alguno, prefiere evitar
todo ese horror, pero es un hombre práctico. Si le toca acometer una misión, la
hará y no se planteará lo que pudo, debió o habría sido de no estar allí. McGregor
es la practicidad y el valor. Sus progresos heroicos crecen a pasos agigantados
durante la película, un asumido heroísmo que va desde la temerosa resignación
hasta la valentía pura y dura. Le echa huevos McGregor… Será el café. Su
amistad con Sanderson (William Fichtner) es entrañable, uno de los aspectos
dramáticos que más me gustaron.
-Tom Sizemore es el heroísmo sin idealizaciones.
Profesional. Se pasea por los tiroteos como si las balas no hicieran daño. Un
auténtico crack. Siempre parece enfadado y tranquilo, poseedor de una
sorprendente frialdad. Las balas silban a su alrededor sin que se inmute y
trata las heridas de bala como si fueran picaduras de mosquito. Soberbio su
momento pidiendo al herido conductor que pise el acelerador… Aunque deja otros muchos.
“¡Estos tíos lo que quieren es que nos maten!”.
Una de las grandes virtudes de esta película que elogia y
homenajea a las fuerzas armadas y el ejército, es la importancia que se da a
cada hombre, perfectamente resaltada y sobre la que se hace constante hincapié.
Precisamente es esa importancia que se da a cada hombre la que propicia los
problemas, la que complica todo, sencillamente porque los accidentados de los
helicópteros quedan expuestos, por lo que sus compañeros arriesgarán sus vidas,
y muchos las perderán, por intentar rescatarlos. Un respeto a cada persona y a
cada cadáver. Puede parece absurdo, pero es sensacional.
Valores que se aprecian, defienden y demuestran en el, por
algunos, denostado ejército, que no se ven en la vida cotidiana.
Vitoreados en tonos azules y recibidos por inocentes niños,
en contraste con el muerto que vimos antes, nuestros protagonistas llegarán al
oasis del estadio como maratonianos, exhaustos por el esfuerzo de haber recorrido
toda esa distancia a pie. De la muerte a la vida simbolizada en niños.
Un epílogo emotivo en honor a la víctimas, como Eversmann
(Josh Harnett), velando y diciendo adiós a su compañero (hay que decir que no parece
muerto ya que le tiemblan los párpados), hablándole como si estuviera vivo.
El 2 de agosto de 1996 mataron a Aidid. Un hecho real con
nombre verdadero y homenaje a los 19 soldados americanos fallecidos.
Todos los aspectos técnicos son magníficos, empezando por la
dirección, los intérpretes y la fotografía, y terminando por la música de Hans
Zimmer, que deja momentos espléndidos y variados (por destacar uno, el relevo
de Bana en la misión, al inicio).
“Black Hawk derribado” no tiene historia, es casi un
documental sobre una incursión bélica, el horror de la misma y los grandes
valores que las motivan y surgen de ellas. Una película brillante técnicamente a
la que los progres odiarán por su defensa sin fisuras del ejército y los
militares, una profesión que merece todo el respeto y admiración.
Una estupenda obra de Ridley Scott.
Ya saben: No se abandona a nadie.
Genial segunda parte. Gran exposición sobre el idealismo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Gracias por este análisis!!!
Bss
Gracias a ti, Reina.
EliminarHola Mister,
ResponderEliminarNo puedo mas que asomarme a agardecerte otro fenomenal trabajo, sobre una de mis películas bélicas favoritas de los últimos años. Estoy totalmente de acuerdo con el 4.
Y como ya han comentado, la exposición sobre el idealismo, es genial.
Tengo que apuntarte, que en tu análisis de la primera parte, cometes un error, llevado por la mala traducción de la versión en castellano. En la versión en castellano, hablan de helicópteros Spectre, que no existen. El Spectre, es un avión de transporte Hercules artillado, que es la mejor arma de la época, para conflictos contra insurgentes, como en el acaban inmersos. Un avión de este estilo, les habría ahorrado problemas, de ahí el pesar de los militares, cuando no se lo ceden para la operación.
Mi escena favorita del film, es el sacrificio de Gordon y Shughart por rescatar al piloto del 2º Black Hawk, la he visto 100 veces y siempre me emociona la épica del momento.
Como final, te diré que he visto recientemente, 13 horas: Los soldados secretos de Bengasi y es la hermana joven de Black Hawk Derribado, siguiendo un plan similar Michael Bay, narra una historia bélica, con el mismo ritmo y valores que su predecesora.
Como siempre, un placer.
Un abrazo.
Qué alegría verte por aquí, Vicent! Muchas gracias por la corrección, desconocía lo del Spectre y, como dices, me dejé llevar por el doblaje. Con tu aporte queda aclarado y completa el análisis perfectamente.
EliminarEsa concepción épica y ese sacrificio, tan incomprensible para los que van predicando "idealismos" y demagogias, es profundamente emotivo, como dices, y se da en el ejército y el mundo militar muy a menudo.
Al final voy a tener que ver a Bay. Con la manía que le tengo no me pierdo ni una suya jajaja.
Un abrazo fuere.