La película es excesivamente estática, no porque esté
encerrada casi todo el tiempo en el club de Dink y su despacho, sino porque la
cámara apenas se mueve, lo que no es malo, al contrario, pero no hay excesivo
dinamismo en el interior del encuadre para compensarlo. La ambientación del
club es muy buena.
La cena nos lleva al flashback, una cena con música que
invita a rememorar tiempos pasados no del todo placenteros. Recuerdos que se
agudizan con la fecha del champagne que se abre, 1933, el año en el que Frankie entró en presidio. Será el momento en el que se desarrolle la relación entre la señora
Richardson y Dink, que gozan juntos con total descaro aprovechando que la novia
del mafioso empresario está entreteniendo a su amigo.
“Eres tan malo que debería casarme contigo”.
Como era de prever las parejas más afines irán creando
vínculos, Kay con Frankie y Dink con la señora Richardson. En el primero de los
casos, la cena, el baile, los besos y las confesiones siembran la semilla para
una relación que resulta muy precipitada, sobre todo teniendo en cuenta el
enamoramiento que Kay siente por Dink. La conversación más íntima será en
estricto plano y contraplano, con un plano inicial frontal general. Estilo
clásico.
-Dink: ¡Eres como Frankie, una sentimental!
-Kay: Habré cantado demasiadas canciones.
El flashback que presenciamos a la media hora nos retrata el
momento de la separación de los dos amigos. La detención de Frankie, la acción,
el atraco, la promesa que se hicieron ambos, la separación y un retrovisor que
avisa de una nueva persecución…
El conflicto entre los amigos se lanza por subterfugios
legales pasada la media hora, es decir, una fase de exposición brillante y
ágil, pero un posterior desarrollo de distracción que se alarga en exceso antes
de que Frankie descubra las verdaderas intenciones de Dink. Un truco legal que
deja vendido a Frankie. 3000 dólares por 14 años de presidio. Mal negocio.
El plano desde la nuca de Kirk Douglas tras el puñetazo que
le propina Burt Lancaster, nos deja ver a Wendell Corey, que interpreta a Dave,
de frente y esbozando una sutil sonrisa de superioridad y satisfacción. Los dos
sumisos de Dink, la chica Kay y el contable Dave, parecen empezar a reaccionar
con la revolución que promueve Frankie. Nuestro protagonista mirará a todos los
presentes, a los tres, asqueado, aunque la chica no tenga culpa. Esa mala
conciencia provocará reacciones.
El desarrollo de la relación entre Kay y Dink está mejor
llevado y con más coherencia que el de la chica con Frankie. Lógico al tener esta relación un bagaje pasado. Dink será claro,
es un cínico, y utiliza a la señora Richardson de la misma forma que ella le
utiliza a él, así que a la mujer le interesa el matrimonio como fachada social
y también como recurso pasional, mientras que a él, que vive obsesionado con su
negocio, le beneficia dicho matrimonio para el mismo. ¿Dónde deja esto a Kay?
Pues en la cama, Dink pretende casarse con Richardson, pero seguir acostándose
con Kay sin complejos… Todo un caballero. Douglas está excelente en su
frialdad, la escena en la cocina donde le explica esto a Kay es buen ejemplo de
ello. Aquí terminará su relación y Kay despertará de su embelesamiento.
En contraste, como ya comenté, tenemos la relación de Kay y
Frankie, con un repentino y excesivamente apresurado enamoramiento. No funciona
ni es creíble. La escena donde Kay visita Frankie en su habitación de hotel resulta poco creíble porque la pena de
ella por el suceso acontecido es excesiva, sus sentimientos cambiantes,
variables, no son creíbles y están poco desarrollados. No es ni lógico ni
coherente que se comporte así ni sienta así por un hombre al que conoce de un
par de horas… Al menos ella dirá que tardará en olvidar a su ex… un detalle… Mención
aparte requieren las hombreras de Burt Lancaster…
La música tiene una presencia interesante, se vincula con la humanidad de los personajes. La presentación de Kay será con sus manos en un piano, lo que la convierte en un personaje positivo. En la cena entre Kay y Frankie, la música que suena hará rememorar recuerdos y vinculará emocionalmente a la pareja. Dink reprochará el sentimentalismo, humanidad, de Kay, que ella achaca a haber cantado “demasiadas canciones”, algo que el pérfido personaje parece ver factible… Una canción sobre el “amor sincero”, “Don´t call it love”, enmarca una escena donde la señora Richardson medita sobre su futuro matrimonio con Dink aceptando como rival a Kay, un matrimonio que se basaría en todo menos en el amor sincero. Otra canción, “Perdí a mi hombre”, “I lost my man”, será pedida por Richardson a Kay, en una poco sutil, pero brillante, indirecta. La canción “Don’t call it love” volverá a aparecer, pero en esta ocasión ante la atenta mirada de Dink, que informa del desdichado destino de Frankie a Kay en ese preciso instante.
Extraña que una vez se diga que Kay se va del club, o sea,
que se despide, la veamos cantando nuevamente allí…
La antigua banda de Frankie aparecerá en su habitación para
ayudar a su antiguo compañero, aunque de aquella banda sólo queda un miembro…
El más jovencito es el más dicharachero y prepotente.
“Ahora nadie necesita pasta”.
-Palestro (Marc Lawrence): Venderías a tu madre por un
dólar.
-Skinner (Mickey Knox): ¿Por qué no? Y ella a mí.
La escena donde Frankie, junto a sus hombres, pretende
recuperar lo que considera suyo es divertida. Lo que pretende hacer por la
fuerza, como en sus tiempos delictivos, se le vuelve en contra en un aluvión de
tecnicismos, un caos de asociaciones, corporaciones, sociedades y contratos que
superan al bueno de Frankie. No comprende nada. Dave, el contable, se mantendrá
en medio del trío, reseñándose su posición, pero deberá decidir de qué lado se
posiciona. Habrá un ligero contraplano que vincula a Dave con Frankie, aviso de
lo que acontecerá. Una buena secuencia que escenifica el cambio de los tiempos,
de la sencillez de los años 20 y principios de los 30 a la complejidad
burocrática de los 40…
La película retrata
con brillantez minimalista esos cambios en América, en la delincuencia, la
mafia, ahora formalizada, legalizada, utilizando al sistema. Los underground,
los desubicados, los fuera de juego, los inadaptados, son personificados por el
personaje que interpreta Burt Lancaster, un rey caído.
Un paralelismo claro con la llegada del ferrocarril en el
oeste, de la ley, aquí con la abolición de la Ley Seca y el término de la
guerra callejera de mafias y el contrabando, generando un nutrido grupo de
personas que se quedaron en el camino, que debían adaptarse o morir, quedarse
al margen del nuevo sistema, desarraigados…
No todo cambia, los métodos mafiosos de presión y violencia
se reducían, pero se recurrirá a ellos ante cualquier rebelión o problema, así
actuará Dink con Frankie en un error táctico. Una tremenda paliza en un
callejón nocturno y solitario.
“Dave tiene cerebro, pero no estómago”.
-Dan: Hace 15 años era el mejor.
- Camarero: ¿Y qué?
La caída al infierno de Frankie tiene sus cosas buenas, como
es la reconciliación y alianza con Kay y Dave, que se suman a su causa.
La rebelión de Dave (Wendell Corey), surge de su
arrepentimiento por ayudar a Dink, por su mala conciencia ante la situación de
Frankie. Él lleva las cuentas y conoce todo el entramado de Dink y éste no quiere
dejar cabos sueltos, lo que le lleva a la violencia, a ajusticiarle, en un
error de bulto.
La parte final es la más pobre y mediocre de la cinta.
Frankie convertido en falso culpable sin saberlo siquiera. Nuestro
protagonista habla de dejar de ser perseguido, en su inconsciencia de estar
siéndolo, sin saber que le persiguen por el asesinato de Dave. Las coincidencias
benefician a Frankie, que se entera en tiempo récord de que le persiguen, así
como se libra de casualidad de la detención. Un plan con la ayuda de Nick
Palestro, un coche, un taxi situado en una iglesia, un falso llanto pensando en
Dave para eludir a la policía y una visita al villano Dink…
En el clímax también tenemos debilidad y buenos momentos
visuales. Una puerta que parece abrirse sola. Cuando más interesante se ponía
la cosa llega la decepción con una resolución facilona en la escena de la casa
de Dink, en la oscuridad y con los disparos a ciegas, forzado y artificioso.
Cuando más difícil se le pone a Frankie más escapista resulta su resolución…
Soluciones simplistas y forzadas, facilonas, tras forzar suspenses gratuitos,
como en los controles, el que hace la ronda, sin que Dink haga nada. Si el
villano está bajo control el suspense no se siente en ningún momento… Un Kirk
Douglas desprotegido a merced de Lancaster…
Lo del recibo no acaba de quedar claro, firman un recibo por
un pago a Frankie (Burt Lancaster), pero no vemos copia, con que Dink lo rompa…
Un truco que será usado luego… La confesión que se fuerza a dar a Dink (Kirk
Douglas) es bajo presiones, por lo que legalmente el villano tiene razón en sus
argumentos de defensa, pero se ve que había que terminar la película con
rapidez, por lo que se pone todo a favor de nuestro héroe. Resulta irritante
que un tipo tan frío y cerebral como Dink, que tiene salida legal y puede pagar
abogados de prestigio, pierda los papeles repentinamente, buscando que le maten
sin más. Una decisión que parece tomar entre las sombras.
El moralismo redentor que verbaliza Lancaster en el final
resulta simplista y forzado. Como si
quisieran terminar la película rápidamente.
Resulta lamentable que la película se caiga tan
estrepitosamente en los últimos 15 minutos, cuando mejor se ponía la cosa.
No es un mal título, le falta algo de vigor y agilidad
interna en la puesta en escena, pero posee una buena dirección y un gran uso
del encuadre. Resulta estimulante y aceptable hasta la parte final, donde
pierde pie desgraciadamente. Aún así es un correcto título negro que aprueba
sin alardes pero sin problemas.
Bueno, pues me quedo con los encuadres, el fabuloso B/N y dos actores de renimbre: Lancaster y Douglas, porque eso q decías de la chica como hmna pequeña de la Bacall yo no lo veo!! Jajaja!!
ResponderEliminarGracias y un beso
Pues el parecido físico es evidente, reseñado en múltiples ocasiones!
EliminarBesos.
Yaloseee!!! Pero es q la Bacall…
EliminarBacall me parece más bella y carismática, pero no era mejor actriz, eh!
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