jueves, 23 de julio de 2015

ROBERT B. PARKER: El Manuscrito Godwulf

LITERATURA












Estupenda novela negra postclásica en cuanto a su publicación y ejecución, en cuanto a la época en que fue escrita, pero muy clásica en todo lo demás, en su concepción, idea y estilo, en su influencia recogida. Una saga que comienza con este título creada por un alumno aventajado del gran Raymond Chandler, Robert B. Parker, y que tuvo un tremendo éxito, hasta el punto de que se creó una famosa serie televisiva, que seguro muchos de vosotros recordaréis, en los años 80: “Spenser, detective privado”, protagonizada por Robert Urich.


Parker escribió 35 novelas del detective Spenser, su personaje más famoso, primo hermano de Philip Marlowe y con toques de Sam Spade e incluso Mike Hammer, que también tuvo su propia serie televisiva.

Todo en esta novela y en el estilo de Parker nos recuerda al maestro Chandler, una influencia imprescindible para el escritor, de hecho sus vínculos no acaban aquí, ya que debido a ese estilo tan tributario del maestro, se le encargó concluir la novela inacabada de Chandler,  "Poodle Springs". Además escribió una segunda parte para “El sueño eterno”, otro clásico imprescindible de uno de los mayores talentos de la literatura americana y de la novela negra.

Spenser es casi un sosias de Marlowe, el clásico detective duro, idealista, solitario, irónico, cínico, de réplica fácil y brillante que da ese toque de humor inteligente a sus intervenciones y al conjunto de la novela. La influencia de Hammer radicaría más en la relación de Spenser con las mujeres.

La estructura y planteamiento de la novela también sigue patrones chandlerianos, una estructura típica de la novela negra clásica además, donde sólo cambia el entorno y la modernidad de los tiempos en los que se desarrolla. Una historia plenamente urbana y encuadrada en el ambiente universitario, que está bien mostrado. La novela negra siempre al pie de la calle, de la actualidad. Boxeo, crímenes, mafia, alcohol, corrupción, tráfico de drogas, asesinatos, infidelidades, asociaciones radicales y antisistema, la ciudad… son algunos de los ingredientes que contiene esta entretenida novela.

La estructura mencionada, con dos casos aparentemente distintos que acaban convergiendo, es un clásico en las novelas de Chandler, una estructura típica suya.

Parker nos presenta una América que parece haber perdido la inocencia, una inocencia que añora. Una América que ya no es lo que era y a la que se contrapone la figura de nuestro protagonista, nuestro detective cínico, hastiado con lo que le rodea, desencantado pero idealista, es decir, aquella concepción de Quijote que se observaba también en Chandler. El mundo corrupto de la novela negra. Un universo que se desarrolla a través de elementos clásicos del género, un asunto nimio en apariencia que acaba adquiriendo una dimensión global con lo más oscuro de la sociedad, retratando la corrupción social, política, policial… Así nos centramos en el ambiente universitario, que como he comentado está muy bien mostrado, con la Universidad como caldo de cultivo ideológico, el blindaje, el corporativismo, la inmunidad de los profesores y dirigentes universitarios, la fauna universitaria de alumnos estrafalarios, de alumnos competentes, las asociaciones psicodélicas y demoniacas en la universidad… Lo underground. Un antiguo idealismo corrompido.

A todo esto se enfrenta la figura individualista del detective. La clásica individualidad americana en la figura de Spenser, sobre todo en contraste con la policía y sus conflictos. Irónico, cínico, hastiado, duro, desencantado, solitario, idealista, lúgubre, taciturno, triste, de decidida honestidad, protector de damas en apuros... el clásico detective de la novela negra clásica. Un detective al que le gusta comer y cocinar además, posible influencia para el Carvalho de Vázquez Montalbán, el detective gastronómico, aunque ambos detectives aparecieron el mismo año, 1972. Un detective con sus errores, aunque poco importantes en la trama, nada que manche su competencia. Su soledad y su éxito con las mujeres también quedan perfectamente expuestos.

Esa independencia con respeto a su entorno es mostrada de una forma muy simpática por Parker, con los innumerables aparcamientos que de su coche hace Spenser en la novela, siempre en zonas prohibidas e ilegales.

Parker se descubre con un buen observador detectivesco y nos regala interesantes matices de la vida urbana, de su soledad, de sus rutinas... Todo esto da profundidad a la novela y sus personajes. Un detallismo que también es descriptivo, respetando el punto de vista subjetivo de Spenser, siguiéndole en todo momento, relatando en primera persona, algo habitual en la novela negra clásica. Los registros a estancias son buen ejemplo de ese detallismo, aspectos clásicos del relato negro. La estética oscura, nocturna, sabrosa, también es clásica y muy atractiva.

Además de los clásicos elementos del relato negro tendremos un buen número de referencias culturales: escritores como Joyce Carol Oates, el escritor medieval Richard Rolle, Geoffrey Chaucer, la feminista Germaine Greer, Helen Gurley Brown, Milton y su “El paraíso perdido”, Robert Frost, Dante y “La divina comedia”, Ian Fleming, “La obra del tiempo” y “La aguja” de Gammer Gurton; actores y películas como Stepin Fetchit, Buster Keaton y “El Maquinista de la General” (1926), Ann Sheridan, Brian Donlevy, homenajes a “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942) o “Tener y no tener” (Howard Hawks, 1944), Ronald Colman, Fred Astaire y Ginger Rogers; filósofos como Herbert Marcuse; personalidades como Sacco y Vanzetti, el espía John  André o el soldado Nathan Hale; músicos como Leonard Bernstein; pintores como Van Gogh, Gauguin, Maurice Utrillo; nazis como Adolf Eichmann; personajes como Beowulf, Sherlock Holmes en “El perro de los Baskerville”, James Bond


En definitiva, una atractiva y reconocida novela negra postclásica, pero muy clásica en su concepción, que sin ser ninguna genialidad satisfará con creces a los amantes del género.




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