sábado, 27 de diciembre de 2014

Crítica: DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE (1947) -Última Parte-

GEORGE SEATON













Kris es bastante cantarín y, por supuesto, juguetón, al ver que Susan masca chicle habitualmente se le antojará uno, lo que da para otro momento de humor muy bien ejecutado por Seaton, en off.



Los pasos a seguir por el inteligente y barbado Kris serán sencillos, conseguir sus objetivos a través del amor, en este caso del suyo hacia esos amigos con los que parece formar una familia disfuncional, y del que pueda surgir entre Fred y Doris


Todos los personajes están muy bien dibujados, incluso los secundarios o aparentemente anecdóticos. Un gran ejemplo lo tenemos con el juez del caso de Kris. Su presentación, junto a su consejero, que cuestiona su decisión de presidir el juicio contra Santa Claus, explicando el perjuicio mercantil, electoral y político que supondría para él, deja momentos de humor excelente, humor blanco siempre. Por ejemplo, aunque es cuestionable que unos niños tan pequeños, los nietos del juez, estén informados de asuntos legales, conocen que su abuelo juzga a Santa Claus, resultan muy divertidos los apuros familiares de ese juez que no sabe muy bien qué hacer, cuestionado, muy injustamente cabe decir, incluso por su mujer por el hecho de cumplir con su deber, actuar de juez… Un plano secuencia en el entorno familiar del fiscal, que pasará del encuadre general a ir centrándose en el matrimonio que discute, también retratará los apuros del magistrado... El pobre incluso manifestará que Kris le cae estupendamente.





Cualquier hombre que lleve a Santa Claus a juicio es un lunático”.

Pretendo demostrar que el señor Kringle es Santa Claus”.

El fiscal del distrito es republicano”.

Juzgando a Santa Claus.

El juicio en sí deja momentos sensacionales, unos hilarantes, otros brillantes y alguno ilógico. Entre los últimos podemos mencionar el recurso de poner a declarar al propio hijo del fiscal, un tanto burdo y tramposo, es cuestionable que pueda subir al estrado y que falte ese tipo de comunicación en la familia, es decir, que el fiscal no sepa que su hijo ha sido citado, aunque resulte efectivo. Salvado ese punto, el momento donde ese fiscal y padre debe hincar la rodilla ante la sonrisa de su propio hijo para reconocer la existencia de Santa Claus es excepcional, sobre todo porque ejemplifica también el significado esencial de Santa Claus y la propia Navidad.




Otro signo de inteligencia lo tendremos con el fiscal, que una vez obligado a aceptar la existencia de Santa Claus dará un giro a su argumentación, matizando y pidiendo que se demuestre que ese Kris Kringle es el único y verdadero Santa Claus. Un plano general con la satisfacción del fiscal por lo que considera un éxito en su táctica, mientras en segundo plano vemos la decepción de Fred (John Payne), el abogado de Kris, justo antes de anunciarle la venida de las cartas enviadas desde correos, es un gran detalle de dirección.




Otro gran momento, el juez sumergido en cartas para Santa Claus enviadas desde correos, la necesaria cobertura legal que da veracidad a la argumentación de la defensa proveniente de una institución estatal.












Más detalles hermosos, el fiscal saliendo raudo a comprar el casco que su hijo pidió a Papá Noel, a Kris en persona, como vimos, y al propio Kris (Edmund Gwenn), pura bondad, dando las gracias al aliviado juez. Humor blanco y la pura felicidad navideña.


¿Está noche? No puedo, es Nochebuena”. Esa memorable frase, en una cinta tan sincera con el espíritu navideño, en boca de Kris, disculpándose por no poder a cenar con sus amigos, es sencillamente sublime.



El epílogo es perfecto, impecablemente coherente con la tesis desarrollada a lo largo de la película. Regalos para el doctor que lo defendió, justo la máquina que pidió, lo que le hará afirmar que cree en Kris como Santa Claus, personal y profesionalmente. Resulta curioso que Alfred, el chico amigo de Kris que hará las veces de su ayudante, se sorprenda más por encontrarse y saludar al señor Macy, dueño de los grandes almacenes, que por estar trabajando con el mismísimo Santa Claus






Por supuesto, Doris (Maureen O' Hara) llegará al final de su evolución cambiando su filosofía de vida, para satisfacción de su hija y la pasión de Fred. En el camino a casa seguirán las instrucciones precisas de Kris, que les lleva a un camino donde encontrarán la casa de los sueños de Susan, la que le pidió al venerable anciano. Kris Kringle, Papá Noel, hiló fino.



Será en este preciso momento donde tengamos el esperado giro mágico, que de nuevo vuelve a ser realista. El bastón de Kris, del que decían que no se separaba y con el que no le vemos en la escena anterior, aparece allí, colocado oportunamente junto a la chimenea, lugar simbólico de la Navidad, sugiriendo su presencia. No hay forma más sencilla, sutil y depurada de generar esa ambigüedad, la magia navideña de nuevo desde el realismo. Una gozada.






Puede resultar extraño que necesitaran instrucciones para volver si habían ido hasta allí, aunque fuera un lugar que no conocen, supuestamente, si bien la excusa de librarse del tráfico puede colar, pero eso es precisamente lo que sugiere que Kris es perfectamente consciente de lo que hace y de las intenciones de la película.


El mayor problema de la película, básicamente el único, lo tenemos con la relación entre Doris y Fred (John Payne), que tiene una exposición algo confusa en su inicio. Su posterior desarrollo y su conflicto sí están logrados. Este problema radica en que no entendemos cual es su relación previa, con comportamientos algo contradictorios.

El guión, ganador del Oscar y el Globo de Oro, es sensacional. La película también logró el Oscar por la historia y al mejor actor de reparto, Edmund Gwenn, que está magnífico. En realidad todo el reparto está espléndido. Dirección clásica y encanto a raudales, gracias a la buena labor de Seaton.

En definitiva, un clásico del cine, un clásico para la Navidad, que expone a la perfección los valores de tan entrañables fechas y su verdadero significado, retratando la mediocridad de una sociedad que parece negarse la ilusión a sí misma en ocasiones y el absurdo de tal postura. Déjense llevar, disfruten, vivan esta soberbia y encantadora película y hagan lo mismo con las Navidades.




 



Feliz Navidad, cinemelódicos




2 comentarios:

  1. Gracias, Sambo una preciosa película para unas fechas especiales.
    Un beso, y q la magia de la Navidad te alcance…

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    1. Gracias a ti Reina, espero que hayas disfrutado del análisis y lo hagas de las fechas.

      Un beso.

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