martes, 1 de mayo de 2012

Crítica: SLIGHTLY FRENCH (1949)

DOUGLAS SIRK









La figura del director-dictador cinematográfico siempre ha resultado interesante, la exagerada autoridad de estos directores les daba cierto aspecto mítico. Si bien se ha hablado mucho de ellos en declaraciones de actores, analistas, historiadores cinematográficos, el cine no les ha dedicado una especial atención. Fritz Lang, Otto Preminger, Henry Hathaway… directores que convertían sus rodajes en un campamento cuasi militar. Se forjaron una reputación de directores insoportables e intratables que, gracias a su calidad y buen hacer, aumentaba su leyenda. Serían muy interesantes películas sobre estos maestros sin duda.

La que nos ocupa es una discreta comedia musical de Douglas Sirk, sin muchas pretensiones ni artísticas ni de ningún otro tipo, correcta sin más, agradable, con momentos simpáticos, bastante convencional y que tiene como protagonista a un director del tipo que comentamos, un auténtico azote para los actores y todos los colaboradores.

Don Ameche es John Gayle, un brillante y extremadamente perfeccionista director cinematográfico de mucho éxito, que en su exceso de celo profesional y obsesiva minuciosidad acaba provocando una crisis psicológica y de ansiedad en su actriz protagonista, que no puede aguantar la presión a la que es sometida por éste. La amistad de Gayle con el productor no impide su despido ya que la actriz tiene que darse de baja. Por casualidad, en un día de relax paseando por una feria con su hermana, descubre a una chica de increíble talento y versatilidad en las distintas facetas en las que trabaja en la mencionada feria, esto le dará una idea para diseñar una estrategia que le posibilite volver a la dirección de la película.


En varios planos Sirk juega con los espejos resaltando el tema de la falsedad o las mentiras a las que recurren los personajes de Ameche y Lamour, su símbolo.

Dorothy Lamour es Mary O’Leary, una especie de mezcla entre Cenicienta y Galatea del mito de Pigmalión, que ve hecho su sueño realidad al poder ser actriz, de patito feo a princesa, de muñeco de feria a estrella universal. Para ello el personaje de Ameche la educará para hacer creíble su personaje de francesa natal. Lamour está muy natural y fresca, rezuma espontaneidad en todo momento y siempre resulta divertida.

La película que no deja de ser una suma de clichés, no tiene nada original y la evolución y relación de personajes es en casi todo momento gratuita y poco elaborada, en especial la de Ameche y Lamour, donde el enamoramiento de ella pasa a ser un hecho de la noche a la mañana sin más explicación.


Tratándose de una película de Sirk tenemos unos personajes femeninos bien tratados y de mucha importancia, de ahí que resulte satisfactorio el trabajo y personaje de Lamour, pero también el de la hermana de Ameche (Janis Carter), la confidente de Mary y enamorada, a su vez, del productor amigo de su hermano (Willard Parker).

En definitiva, todo resulta previsible y poco original aunque se deja ver. Los números musicales están bien integrados en la trama al estar la película contextualizada en el rodaje de un musical, pero tampoco son algo a reseñar y cortan un poco el ritmo, como suele pasar.

Sin mucho destacable, es un Sirk de lo más discreto en su filmografía aunque no se ve con desagrado.






2 comentarios:

  1. Una de las mayores gracias de Sirk es la elegancia. Incluso en las cintas sin ninguna trascendencia logra una imagen solvente, aún las menos trascendentes son correctas.

    Gracias sensei! Un beso!!!

    R

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  2. Muy de acuerdo R, uno de lo grandes sin lugar a dudas.

    Un beso.

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