PETER WEIR
El magnífico guión de “El club de los poetas muertos”, escrito por Tom Schulman, contenía la idea de que el personaje principal, el profesor Keating, tuviera la enfermedad de Hodgkin y acabara muriendo por ella. El productor estaba de acuerdo también.
El talento indiscutible de Peter Weir se aprecia incluso en los detalles más pequeños, su visión clarividente, la seguridad en sus ideas y principios, que mantienen un rigor que pocos autores han logrado, sus insobornables principios, que siempre muestra en su cine, lo convierten sin ningún género de dudas en unos de los mejores autores actuales.
Extrañamente y aunque la gran mayoría de sus películas son grandes éxitos de crítica y público no es tan conocido como otros nombres con muchas menos cualidades y méritos.
Quizá su estilo invisible y sumamente clásico, su elegancia en la dirección, sin alardes, y no haber sido actor tengan que ver con ello. Una infravaloración lamentable que espero el tiempo corrija.
Ante la decisión de matar a Keating, Peter Weir se opuso sin dudarlo un instante. El cine de Weir se vertebra en una serie de ideas, principios y elementos innegociables que aparecen en casi toda su filmografía de forma deslumbrante. La libertad, la defensa del individuo, la naturaleza, un liberal absoluto. La naturaleza siempre como lugar simbólico donde el hombre se muestra en su esencia, él mismo, en libertad y desarrollando su individualidad.
El planteamiento que Weir suele incluir en sus películas es el de un individuo en un entorno hostil, o en el que no se adapta por ser distinto. (“El Show de Truman” de 1998; “Único testigo” de 1985; “La costa de los mosquitos” de 1986…), en la que nos ocupa esto no es una excepción.
El argumento que usó Weir, y que se mantuvo finalmente, es que incluir una enfermedad terminal en el personaje desvirtuaría el tema de la libertad, el final no se entendería y se confundiría el concepto e idea que se quería transmitir. Si los chavales se levantan, resultaría muy fácil hacerlo ante una persona que se muere, no por lo que representa su mensaje, además de existir una contradicción al incitar a los chavales a una serie de actos y batallas de las que él no padecerá las consecuencias directamente, sabiendo que morirá pronto con seguridad.
Esa claridad de ideas es ejemplar en un director de talento excepcional.
“El club de los poetas muertos” es una película sobre la búsqueda de la propia individualidad, que no está reñida con la integración en un grupo siempre que este grupo la respete. La búsqueda de la libertad.
Weir usa múltiples metáforas visuales sobre esto haciendo montajes paralelos donde se incluyen, por ejemplo, pájaros volando y los chicos bajando las escaleras, todos uniformados, unos en un lugar libre y otros en un lugar cerrado pero ambos sin personalidad individualizada, sometidos al grupo. Keating hará que ese carácter gregario se rompa, en palabras de Weir, “pondrá nombres a los pájaros”.
La vinculación de la naturaleza con la libertad siempre está presente en Weir, así tenemos la huida marítima de Truman, la de Allie Fox en “La costa de los mosquitos”, la de John Book en “Único testigo”, la vemos en los personajes de “Master and Commander” (2003) o “Picnic en Hanging Rock” (1975), en la reciente “Camino a la libertad” (2010)…
Aquí se ve meridianamente claro en el lugar que el grupo afín a las enseñanzas de Keating elige para sus reuniones, una cueva nevada en medio de la naturaleza, el escenario perfecto para dar rienda suelta a su libertad. La naturaleza vinculándose con la libertad que sería el estado natural del hombre.
Otro de los temas vertebrales del cine de Weir es el de las apariencias, la falsedad, la ficción contrapuesta a la realidad. En “Único testigo” Harrison Ford se hará pasar por un Amish, Truman vivirá en un mundo que es todo falsedad, pura ficción, “Matrimonio de conveniencia” cuenta la historia de la farsa de un matrimonio para conseguir una serie de objetivos… En “El club de los poetas muertos”, las apariencias lo inundan todo, un mundo donde el principal valor está en mantener las apariencias y ocultar cualquier atisbo que se salga de la regla. Además se incluirá el tema del teatro como forma de quitarse las máscaras, de liberarse, el mundo de la ficción catártico ante una realidad insoportable.
“El club de los poetas muertos” es una de las películas más exitosas dentro de una filmografía bastante exitosa, como comenté, y que alberga todo el universo weiriano, una cualidad que tienen la gran mayoría de sus películas, que son exponentes de todas sus obsesiones e ideas, de su filosofía y concepción de autor, en todas encontramos la mayoría de sus principales preocupaciones, si no todas, tratadas desde puntos de vista distintos y con una enormidad de matices.
John Keating, ex alumno de un estricto colegio inglés, regresa como profesor para el nuevo curso. Su particular método de enseñanza, que busca que el alumno encuentre su individualidad y aproveche el momento, chocará con la rígida estructura e ideario del colegio de igual manera que fascinará a muchos de sus alumnos.
En el inicio con las escenas de preparación para el nuevo curso se da una idea del entorno en el que se moverán los alumnos, un colegio con un gusto extremo por la disciplina, el orden, la formalidad, las apariencias, una ceremonia seria, severa, e incluso fría, un entorno escolar que no admite deslices. Luego vemos a los alumnos despidiéndose de sus familias, entornos familiares que en muchos casos son similares al del colegio y ante el cual muchos alumnos deben guardar las formas también. El gusto por el detalle de Weir es excepcional dedicando tiempo a los alumnos más jóvenes que temen quedarse en el colegio y lloran desconsolados con sus padres.
No tardamos en comprobar el contraste al ver a los alumnos en soledad, relacionándose entre ellos, Todd (Ethan Hawke) es nuevo, compartirá cuarto con Neil (Robert Sean Leonard), ahora en la serie “House”, y ya no nos parecen robots, al verse solos rezuman vitalidad. El resto del grupo lo completan el chulito Charlie (Gale Hansen), el formal y estudioso Meeks (Allelon Ruggiero) y el romántico Knox (Josh Charles). Cameron entra y sale del grupo pero no se le considera parte de él porque se le ve como un pelota, Weir aquí ya toma partido y marca claramente las personalidades y como irán evolucionando y reaccionando ante las circunstancias. Todd es tremendamente tímido e inseguro, agobiado por la presión de estar a la altura de su brillante hermano que fue un gran alumno del prestigioso colegio, y al que más le costará soltar las cargas cuando Keating inicie su trabajo con ellos. También será el que más satisfacción encuentre. Neil es un chico correcto y formal, muy normal y el principal protagonista, que captará de forma absoluta las ideas que Keating propone. Keating así queda como un personaje vehículo, participa en la película de forma tangencial al grupo, como una deidad que sobrevuela la estancia de los chicos en el colegio en todo momento. Aunque Keating no esté en escena su influjo siempre está presente desde el momento en que aparece con los chicos. Por tanto el personaje de Keating (Robin Williams) es sólo el mecanismo para la evolución y expresión de las ideas que defiende Weir. Conocemos poco de él, salvo su pasión por la enseñanza que le aleja de su pareja, ya que se ven obligados a estar a distancia.
Vayaaaaaaa...ignoraba la confrontación que habían tenido por el hecho de que el profesor Keating tuviera la enfermedad de Hodgkin...
ResponderEliminarSin dudarlo le pongo un 5!
Me encanta esta película, y por ende esta crítica :)
Esperando la segunda parte!!
Un saludo tiennno mozo.
ResponderEliminarBuena peli. La búsqueda de ese idealismo que cada uno tiene dentro está muy bien lograda. No imagino a otro que no fuese el histriónico Robby haciendo el papel, ende luego.
Lo que encuentro es una película muy de género, casi demasiado, de la férrea educación inglesa y sus consecuencias. Es una mentalidad muy anglosajona, tanto que a veces nos parecen extraterrestres en su comportamiento los profes y demás cabezas pensantes de ese cole. En ese aspecto peca de demasiado "localista".
Pero en fin, una muy buena peli, donde cada personaje es un mundo en sí mismo, la profundización psicológica es buena, muy buena diría incluso.
Esperando estoy que el muchachico bueno se lleve a la chica después de recibir un tiro en el hombre (joer, me parece que me equivoqué de segunda parte de peli, ésta es la de los Pitufos II - the answer - )
Gracias Norita, curiosidades que a los fans seguro que os gustan. Un placer satisfacerte.
ResponderEliminar"Pues yo" jajaja. Buen nombre crack. Los Pitufos 2 es una secuela de las andanzas de Messi?
Esta peli me forjó como adolescente y como outsider también. Outsider porque es muy difícil anhelar ser un librepensador en una sociedad que pretende que sigas a los demás corderos sin pensar demasiado, y reconozco que la rebeldía de mi adolescencia está un poco perdida ahora.
ResponderEliminarPero he llorado a moco tendido con ese "Si, capitán, mi capitán" dónde todo el mundo se pone sobre las mesas. Raudo hubiera montado yo en una de esas mesas para saludar a quién me infunde valor, anima mi creatividad y me incita a seguir un mundo lleno de esperanza y de belleza.
Carpe Diem, amigo!!
Nos emocionó a muchos, Daniel. Peter Weir es muy grande.
ResponderEliminarNacho:Muchos me han hablado muy bien de esta pelicula Mr sambo haber si un dia me la veo y ya te cuento.Un saludo.
ResponderEliminarCreo que te gustará bastante!
EliminarNacho:Gracias por animarme a verla Mr sambo pero he oido que tambien tiene mezcla de drama ¿no?
EliminarEs un drama.
EliminarNacho:Muchas gracias.
EliminarNacho:La vi el viernes y esta genial.
ResponderEliminarMe alegra que la disfrutaras.
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