
Un día, este perfeccionista y brillante director, va a
agrupar todas sus virtudes y las correcciones que pretenden exponer sus
odiadores y realizará la mayor obra maestra del cine jamás vista… a la que le
saldrán radicales opositores.
“Dunkerque” es otra gran película de Nolan, las más sencilla
y corta de su filmografía (con excepción de su debut), que parece destinada a
convertirse en referente del bélico moderno y a darle el prestigio entre los
académicos que se le ha negado con sus anteriores obras, entre las que hay
alguna obra maestra que otra, a pesar de ser reivindicado por muchos, incluso
por algunos críticos desde sus inicios, como el que esto suscribe, en los
tiempos de “Following” (1998) y “Memento” (2000). Cosas que pasan, porque esta
es puro Nolan en todos los sentidos. En clave casi documental, sólo en
apariencia, Nolan sale airoso desde su concepción cerebral de la narración,
prescindiendo en muchos aspectos del rigor histórico. Tiene mérito haberse metido entre las nominadas, habida cuenta de que se estrenó en verano, fuera de las típicas fechas en las que se estrenan las favoritas. De hecho es la segunda película con más nominaciones, 8: Película, director, montaje, fotografía, banda sonora, diseño de producción, sonido y efectos sonoros.
La operación Dinamo.

30.000 soldados británicos llegaron al mando del comandante
John Moore, que falleció en esta misión precisamente. Unos 15ooo hombres fueron
rescatados por naves de todos los tamaños en las costas de La Coruña, 6.645
murieron durante la retirada. Aquel desastre, aquella derrota, aquella
evacuación, fue vendida por la
propaganda británica, siempre despierta, como una gran hazaña, lo mismo que en
Dunkerque. No lo fue, el comportamiento británico en España dejó que desear,
saqueando, violando y asesinando mientras huían por Badajoz (1812) y San
Sebastián (1813). Pero eso es otra historia.
Es interesante la complementación de esta película con la de Joe Wright, también nominada al Oscar, “El instante más oscuro”. La de Nolan en la batalla, la de Wright en la trastienda. No citaré “Su mejor historia” (Lone Scherfig, 2016), que también habla de Dunkerque, de hacer una película sobre Dunkerque, precisamente, o “Chuchill” (Jonathan Teplitzky, 2017), película también de 2017, que se centra en la figura del Premio Nobel durante 1944… O sí las cito, ya puestos.

Dunkerque contaba con fortificaciones y la playa de arena de
mayor longitud de Europa. Era la última opción cuando los franceses ya no
podían oponer más resistencia a los alemanes, buscando una salida por el Canal
de la Mancha. Estaban completamente rodeados y cercados, como bien lo exponían las octavillas que los alemanes lanzaban a sus enemigos para minarles la
moral. Sólo quedaba la huida y la resistencia.
Winston Churchill ordenó la Operación Dinamo, la evacuación
de las tropas, el 26 de mayo de 1940 a las 23:30 de la noche. Playa y puerto
estaban siendo masacrados por los bombardeos de la aviación alemana, la
Luftwaffe. El rescate era complicado, porque los destructores y barcos
mercantes con los que se procedía sólo podían acceder a la única zona funcional
que quedaba en la marea alta, los espigones este y oeste. Así fue la cosa hasta
el 31 de mayo, con la Royal Navy defendiéndose de los ataques alemanes y
recibiendo soldados, con la Armada haciendo lo que podía transportando hombres. No fue hasta ese 31 de mayo cuando se movilizó a una flota de
barquitos civiles (todo esto se dio a conocer al pueblo inglés a las seis de la
tarde de ese 31 de mayo), cuando se dio a conocer al público la situación y el
requerimiento, si bien es cierto que muchos hombres ya habían sido
evacuados (Nicholas Harmon explica que la valerosa colaboración de estos voluntarios
ayudó a evacuar a unos 26.500 hombres). Es poético, bonito, emotivo, pero lo
cierto es que la venida de embarcaciones civiles en realidad supuso un
porcentaje pequeño del total, del grueso de la evacuación. Tanto el 30 como el
31 y el 1 de junio, fueron los días donde se rescataron más personas. Fueron
nueve días de evacuación, hasta el 4 de junio. Es esta última fase, más emotiva y entrañable, la que más se subraya y
mitifica, exagerándola un tanto. Las pequeñas embarcaciones podían alcanzar más
fácilmente la playa y ayudar al transporte de soldados. Una evacuación en la
que el sacrificio francés sosteniendo el cerco fue clave. Churchill tuvo que
insistir para que la marina regresara a por los soldados franceses, algo que la
Marina Real hizo el 4 de junio.

Para el debate histórico quedarán las razones o motivos por
los que tanto en La Coruña como en Dunkerque los ejércitos que esperaban ser
evacuados no fueron masacrados.
Por lo demás, es evidente que es una mirada idealizada, que
se vanagloria a los británicos, que parece tuvieron comportamientos más que
cuestionables durante la evacuación (no dejaban subir a nadie que no fuera
británico, por ejemplo, incluso con amenazas de bayoneta), que hay omisiones
(algunos historiadores achacan, con parte de razón, con respecto a las incorrecciones
históricas en algunas películas que presumen de rigor, al hecho de que los
asesores históricos suelen ser novelistas más que historiadores), pero no es
significativo, salvo para estrictos historiadores, respecto a los propósitos del
director, que si bien camufla la historia y omite detalles, realiza una gran
obra cinematográfica.

Una supervivencia que lo sobrevuela todo, que es el único
objetivo de todos y cada uno de los personajes, se limiten a huir o a proteger.
El alivio de la supervivencia y el amargo sabor de la derrota.
“La supervivencia no es justa”. “Es asquerosa. Es miedo y
avaricia”.
-Hombre ciego: Eso es mucho.
Supervivencia que lleva a robar unas botas y un uniforme para pasar
desapercibido y poder escapar, que lleva a utilizar a un herido para intentar
montar en el barco que los saque de allí, a expulsar a una persona del barco que
los oculta a sabiendas de que es una condena de muerte…





Hay cierto rasgo de estilo que escenifica muy bien este aspecto concreto, así como el de la abstracción en general. Es el interesante uso que hace Nolan del plano general. Es un plano general donde sitúa siempre en primer plano, a un lado del encuadre generalmente, aunque no siempre, al protagonista con el que nos debemos identificar, mientras deja el resto para la amenaza, el enemigo, la abstracción… El mejor ejemplo lo tenemos en ese plano al inicio del film donde la aviación alemana bombardea la playa y nuestro protagonista se tira al suelo. Observamos su rostro a un lado del encuadre mientras las bombas se van acercando poco a poco a él, ni siquiera vemos el avión, sólo los impactos acercándose, es decir, la amenaza latente llegando.


Es por ello que George (Barry Keoghan), el chico que muere
golpeado accidentalmente en el barco de Rylance, comentará sus anhelos de hacer
algo importante para que estén orgullosos de él, sobre todo en su familia.
Peter (Tom Glynn-Carney), el hijo del señor Dawson que interpreta Mark Rylance,
recordará a su hermano, muerto en combate.
-Para sostener su estructura fragmentada y la idea de
abstracción, Nolan asignará un lugar, un decorado concreto, a cada protagonista. Cápsulas, burbujas que los contienen y definen.
El espigón será el contenedor para el personaje de Kenneth
Branagh, que interpreta al comandante Bolton.
Todos son elementos de transición, como pasarelas, nunca
destinos por sí mismos. El espigón, el avión, el barco. Son el camino para
escapar, como así lo comprobaremos. El espigón para embarcar, los barcos para
llevarlos a casa, el avión para protegerlos…



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