Es una lástima que un thriller de planteamiento tan
prometedor se caiga tan escandalosamente al final de todo. Un juego de ingenios
y venganzas, personajes inteligentes, un villano excelente y ambiguo,
reflexiones morales interesantes… que en el último tercio apuesta por la salida
apresurada y facilona, contradictoria incluso con todo lo visto anteriormente.
Un thriller que prometía ser maquiavélico y retorcido y al
final se desinfla, quedando para el recuerdo ciertos raptos de ingenio sin más…
“De nada sirve lo que sepamos si no podemos demostrarlo”.
Esta frase usada por Nick ante Clyde, será devuelta por este último al abogado
en su siguiente encuentro.
Con la traumática y truculenta muerte del preso que iba a
ser ajusticiado, empiezan los sucesos extraños. El inicio y una calculada
venganza.
Clyde usará fármacos, primero para hacer más dolorosa e
insufrible la ejecución del condenado y luego con su compañero, para dormirle y
poder torturarle a gusto.
Se va definiendo así la moral estricta del protagonista, que
sólo titubeará brevemente en su firme determinación, cuando se mencione a su
mujer y su hija, a cómo aceptarían ellas los actos que comete y su forma de
proceder. Clyde juega con la balanza de la justicia a su antojo.
La figura de Clyde Shelton va adquiriendo tintes míticos. Un
auténtico superdotado de extraordinaria inteligencia, de la que va haciendo
gala y además nos verbalizan en referencia a su pasado.
“Es un estratega nato”. “Si os quiere muertos, estáis
muertos”.
“¿No sólo sabemos quién ha sido, sino que está encerrado y
sigue cargándose a gente?” “Voy a acabar con esta puta justicia corrupta de
mierda”.
No sería tanto el problema si no fuera por la minimización,
vulgarización y ridiculización de la inteligencia de Clyde, tan supuestamente
genial que nos habían mostrado. Y es que lo que pedía el cuerpo y la propia
inercia de la película es que ganara Gerard Butler, o sea, Clyde Shelton, en
plan “Seven” (David Fincher, 1995), pero en el último tercio, a última hora,
director y guionistas parecen arrepentirse muy forzadamente.
Era coherente que le saliera bien todo a Clyde tras una
planificación de 10 años y una inteligencia exagerada. Aunque en realidad cuesta creerse casi todo.
Hay muchos aspectos cogidos por los pelos, desde el juicio
inicial a ese juego psicopático que se trae Clyde, pero donde más
inconsistencias hay es en el fracaso final del villano. Muchos de estos se
perdonan por lo interesante de la propuesta, aceptando las oportunas elipsis
donde se evitan demasiadas explicaciones para que la historia avance sin
problemas, pero en la resolución no se puede ser tan comprensivo, porque es
donde se decide todo y donde se debía concretar la propuesta.
Un hombre con todo pensado, que tiene cámaras por todos
lados, menos en su centro neurálgico de misiones, donde por no tener no tiene
ni alarma… El descubrimiento de la propiedad y los túneles es también muy
oportuno… ¡Y qué decir de toda la resolución en el clímax del ayuntamiento! La escena del cementerio
también resulta artificiosa. No es tanto una cinta tramposa como artificial.
Lo de los segundos extra una vez se activa la bomba para que
Nick huya vigorosamente de allí, tras dar la réplica definitiva, que no puede
faltar, también es un detalle…
Las reflexiones morales que suscita la película daban para
mucho, pero se quedan en casi nada, lo que resulta bastante frustrante porque
es una pena, ya que con el planteamiento, muy bien tirado, daba para mucho más.
Escama un poco el tópico de relacionar venganza con
fascismo. Creo que es hora de evolucionar e hilar algo más fino. Mucho más
fino.
No, no estamos, precisamente, ante “Sed de mal” (Orson
Welles, 1959) en su crítica y reflexión sobre la ley y la justicia.
Un hombre tan inteligente como Clyde acaba convertido en un
terrorista fanático que lo entrega todo a un mensaje superior, convirtiéndose
en lo mismo que odia o contra lo que lucha o se rebela. Más allá, va contra el
sistema, lo que justificaría todos sus actos...
Esa comprensión de Nick hacia el personaje de Clyde ¿se
limita a la venganza directa, a la que se acomete contra los culpables o a qué?
Nick pierde algunos amigos, pero acaba redimido y feliz con
su familia, con lo que moralmente se le apoya en su tránsito, quedando bastante
indefinida su evolución moral. Se supone que ya no negociará con asesinos,
pero, ¿lo hará por principios o duda de la capacidad de la ley?
Toda la supuesta reflexión sobre la ley y la justicia
resulta completamente vacua. ¿Qué defiende o pretende? ¿Define la ley como algo
a superar? ¿Es la justicia pura sin necesidad de ley algo censurable según
determinados parámetros? Cumplir la ley puede llevar a la injusticia, pero ¿qué
pretenden decirnos en la película al respecto al cuestionar decisiones que
entran dentro de la coherencia? Confusa y diluida en sus conceptos.
-Nick: Ya no hago tratos con asesinos, Clyde. Tú me lo
enseñaste.
-Clyde: ¡Por fin!
“Un ciudadano ejemplar” se disfruta hasta en sus aspectos
más incómodos hasta el tercio final. Pretende pervertir o subvertir el cine
carcelario de evasión, el de psicópatas y el de venganza, todo en uno,
recurriendo a un villano que prefiere ser encarcelado para mover sus hilos
desde allí… Una película entretenida que pudo ser mucho más. Una oportunidad
perdida pero un título estimulante, a pesar de todo.
“Nunca había visto a nadie cavar un túnel hasta la cárcel”.
Dedicada a @Sen_house. Espero te haya gustado.









La vi en el cine y me dejó impresionado, luego la he revisado un par de veces...un peliculón planteando cosas muy bestias...aunque el final, inevitablemente, es decepcionante...buen blog, amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Espinete! Esa misma sensación tuve. Te atrapa y luego... Un saludo!
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