La relación entre el tiránico Gannon (John McIntire) y Jeff es simpática,
buenos modales, frivolidad, ligereza en sus conversaciones... Un villano que se
toma todo con aparente deportividad, entre otras cosas porque se siente ganador
al final.
Mann juega magistralmente con las miradas, ya sea para
narrar o para crear tensión. Un ejemplo lo tenemos con las miradas cómplices
entre Jeff y Ronda con el hombre de la cicatriz de testigo.
Es preciosa la escena donde Renee enseña a Jeff a encontrar
oro, íntima y cómplice, donde los celos de la joven van saliendo a la luz,
planteándose un descompensado triángulo amoroso entre ella, Jeff y Ronda. Con
todo, resulta extraña la actitud de Ronda, esa generosidad espontánea e
inmediata con Jeff, que parece ocultar algo, lo que es cierto, pero no con
respecto a sus sentimientos. Es uno de los puntos menos logrados de la obra.
Ronda verá un hombre justo en Jeff, aunque no demuestra serlo especialmente, al
menos en lo que ella conoce, pero a pesar de todo seguirá siendo complaciente
con él. Ambos personajes se atraen y, sobre todo, se admiran. Esto despierta
más celos en Renee.
“Creo que debería haber ahorcado a ese hombre”.
Uno mismo o los demás.
Renee es el vehículo de madurez de Jeff, junto a su amigo
Ben, su conciencia social, podríamos decir. Jeff es un individualista puro,
completamente independiente, que huye de las ataduras. Ben respeta eso, aunque
incitará a Jeff a asentarse, fin último de su pacto, un rancho juntos donde
pasar la vida. El viejo amigo de nuestro protagonista conoce a Jeff
perfectamente, insinuará sus deseos, pero siempre le respetará y se mantendrá a su
lado. Renee es más visceral y clara en la exposición de sus postulados,
reivindicando el cariño del grupo hacia él y la responsabilidad que tendría
Jeff sobre el mismo, algo que nuestro protagonista no acepta.
Este es el gran conflicto filosófico de la cinta y empieza a
plantearse en la íntima escena donde Renee enseña a Jeff a buscar oro.
-Renee: Papá no puede buscar oro y hay que ayudar a las
personas que lo necesitan.
-Jeff: ¿Por qué?
-Jeff: Yo me ocupo de mí, cuando crezcas verás que así es la
vida.
Jeff es un cínico, un desencantado del mundo que irá
madurando hacia otra cosa. Da pocas explicaciones sobre su forma de actuar o
sus mandatos. Jeff, como buena parte de los héroes de Mann, tiene una coraza
emocional para evitar herirse. No todo es malo en Jeff, alberga buenos valores,
es tenaz, honesto, fiel a su amigo aunque independiente, competente… No
reprochará a Ronda que no siguiera sus instrucciones de coger por el valle en
vez de bajo las montañas y elogiará la actitud de la dama, que le corresponderá
con el primer beso en una simpática escena que alimenta el triángulo amoroso.
El beso es recibido con cierta frialdad por Jeff, todo hay que decirlo. Ronda
(Ruth Roman) y Jeff (James Stewart) son desconfiados, de ahí la coraza que
señalé en nuestro protagonista, debido a malas experiencias anteriores, hombres
y mujeres, de ahí su carácter distante, blindado e independiente, sobre todo en
el caso de Stewart.
“Odio el café”.
Todas las conversaciones entre Renee y Jeff son
interesantes, exponen los temas principales de la película y las reflexiones
más agudas sobre los mismos, así como desarrollan las características de los
personajes.
Una vez se inicie el viaje hacia las nevadas montañas de Alaska
se iniciará también la aventura y la acción. El retrato de todo el proceso y el
entorno y mundo de los buscadores de oro y transportistas de ganados, de la
creación de una nación emergente, es sensacional. Los viejos conocidos que
viven a grandes distancias y sólo se ven cuando sus deberes les obligan a
cruzarse, detalles cotidianos, como esa familia que espera al padre que pasa
largas temporadas fuera de casa por su duro trabajo como policía montada, las
labores de los buscadores, los largos y peligrosos viajes… La épica de Mann
resaltada con espectaculares y bellísimas panorámicas en planos generales en
exteriores y en espacios naturales.
Tendremos un primer momento de acción épica cuando Jeff se
escabulla del grupo, al que dejó acampado, para volver al pueblo a recuperar su
ganado. Los tiempos no encajan del todo bien, ya que deja al grupo durmiendo,
una vez anochecido tras horas de viaje, pero cuando vuelve ni Renee ni su padre
están durmiendo, así que resulta extraño y no queda clara la distancia
recorrida ni el tiempo empleado.
La acción se dispara cuando Gannon y los suyos se dan cuenta
de que Jeff se ha llevado su ganado. Nuestro protagonista tendrá la ayuda de
Renee y gozaremos de magníficos planos generales con James Stewart oculto en su
maniobra de distracción, así como para apreciar la envolvente del propio
Gannon, que intenta sorprenderlo por detrás, también con varios planos
generales brillantes. La huida de Jeff resulta algo escapista.
Esta escena, con el sonido de la campana incluido, sólo
tiene la función de unir a Renee al grupo que va a Alaska y así seguir desarrollando
el triángulo amoroso.
Como en todos los grandes westerns de Anthony Mann, “Tierras
salvajes” también presenta estupendos giros de guión, como esta escena
reseñada, el regreso para recuperar el ganado de Jeff, coherente además con la
personalidad del personaje y que le sirve para incluir a Renee de forma natural
en el grupo.
-Ronda: ¿Por qué lo has hecho?
-Jeff: Porque me disparó a mí.
Es un tiroteo en plano general, tangencial al grupo de nuestros
protagonistas, ante el que Jeff intervendrá, o mejor dicho, se acercará y sólo
actuará cuando, efectivamente, le disparen a él… O quizá se trate de esa coraza
que presentó una pequeña fisura y no pudo evitar involucrarse en una
injusticia, el robo a unos inocentes. El caso es que esta escena pone la sombra
de la sospecha sobre Ronda de forma definitiva, descubriéndola como una villana
más en el entramado de Gannon.
La llega a Dawson, el pueblo al que se dirigían, confirma la mala imagen que tiene Ronda entre los lugareños, revelándose que es la protegida de Gannon. Allí asistiremos a una subasta y la crítica al capitalismo despiadado de Mann se hace patente, aunque el director luego acaba dotándola de mayor profundidad. Jeff venderá su ganado, pero será Ronda la que más puje, dejando decepcionados a los lugareños que creían que podrían conseguirlo para comer buenos filetes y chuletones de vaca y no de oso, como estaban acostumbrados. Ronda tiene más dinero, con lo que no le supone problema pagar 3 dólares. Mann acaba redefiniendo su crítica al capitalismo atroz centrándola en los monopolios y la falta de competencia, ya que Gannon y Ronda tienen un mecanismo de chantaje y presión para monopolizar toda la riqueza, hacerse con todas las concesiones, el peor caldo de cultivo. Esto también define a Jeff, que no mira más que por su bien, ignorando necesidades ajenas y vendiendo al mejor postor, algo en absoluto cuestionable, al contrario. El tema del libre y voluntario mercado y la competencia seguirá con la venta de concesiones para buscar oro, el negocio para todos… salvo cuando hay totalitarismo, chantajistas, camorristas y monopolizadores… Jeff comprará una concesión para decepción de Ben (Walter Brennan), que pretendía irse ya con el dinero de la venta del ganado a por el rancho de sus sueños en Utah junto a su amigo.
Los fundidos que reinician la historia con música vigorosa
son numerosos, utilizados por Mann para cambios de tercio, puntos y aparte. En
cambio, utilizará el encadenado para el desarrollo de secuencias, set pieces,
como este tema de la venta del ganado, el pago y los negocios varios del
pueblo.
Debo decir que la puesta en escena clásica, recreando
ambientes, recurriendo a lo artesanal, me hace salivar, es otro mundo y otra
calidad, que jamás será superada. Aquí tenemos múltiples ejemplos.
“Odio los filetes”.
Amistad.
Un plano de la montaña donde los buscadores de oro ponen
todas sus esperanzas comienza la nueva escena precedida de un fundido a negro,
evidentemente. La descripción con planos generales de los trabajos de los buscadores
de oro y sus procedimientos es maravillosa. El tozudo Jeff y Ben con su
incontinencia verbal en busca de una mayor prosperidad aún.
La amistad entre Jeff (James Stewart) y Ben (Walter Brennan)
es a prueba de bombas. Incluso aunque el primero incumpla su palabra, el viejo
Ben depende de su amigo y no es capaz de separarse de él. Esta amistad queda
simbolizada en la campanilla y la pipa que Jeff coloca a Ben en la escena
anterior. Esta pipa volverá a aparecer
en la escena de la cabaña donde Ben plantea a Jeff quedarse en Dawson junto a
sus amigos, donde se sienten integrados y aceptados, queridos. Su renuncia al
pueblo y sus nuevos amigos es pura lealtad a Jeff, que seguro también siente el
gusanillo por quedarse, por esa camaradería y vínculo con esa gente, lo que a
la vez lo convierte en el principal motivo, quizá, que le impulse a marcharse.
Miedo y coraza, sentir que se resquebraja su radical individualismo e
independencia. Miedo a sentir demasiado afecto.
La sonrisa del gran Walter Brennan es la más limpia, pura,
sincera y entrañable que se ha visto en celuloide.
“No necesito que me ayuden, no quiero que me ayuden. Yo
cuido de mi, y si quieres… también puedo cuidar de ti”.
La forma de narrar de Mann me fascina, con datos de los
personajes que van salpicándolo todo casualmente en apariencia, sólo en
apariencia, porque en realidad es un medido guión y una medida puesta en
escena, repleta siempre de inteligencia.
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