No está nada mal retratada la soledad del personaje interpretado por Beckinsale, incluso rodeada de gente, parece pertenecer a un mundo que no es el suyo, como una princesa en un cuento que no le corresponde. Esto acaba suponiendo una coartada para que se decida a escapar, incluso de esa relación. Por tanto, no hay un romanticismo puro, un impulso mágico puro, si no que vemos que a su personaje le falta algo, no le dan algo en esos momentos, lo que la lleva a reaccionar. Es un aspecto que puede resultar algo incómodo. La lluvia pone rúbrica a toda esta atmósfera y sentimientos del personaje, que por fin tendrá, a la salida del concierto de su pareja, el primer gesto nostálgico hacia aquella persona que conoció una tarde en Nueva York al cruzarse con un cartel de “La Leyenda del Indomable” (Stuart Rosenberg, 1967). Huirá también de allí, como huyendo de posibles señales románticas…
Curiosamente la siguiente escena, donde se menciona el
cartel de la citada película, se inicia con un sonido de polvo de estrellas,
reforzando el aura mágica de la cinta, de este cuento de hadas con reglas
propias.
Todo esto que comento, esa fachada que pretende ocultar su
verdadero sentir, está plasmado visualmente de manera brillante cuando vemos a
Sara a través de un espejo, momento elegido para que veamos por primera vez
cómo la chica mira un billete con la ilusión de que pudiera estar el número de
aquel semidesconcido. Desvelando su verdadero sentir.
La película está salpicada de sencillos y eficaces momentos
de humor, como corresponde a su carácter de comedia, aunque este aspecto tendrá
sus momentos más significados con la aparición de Eugene Levy, que interpreta a
un molesto, extravagante y avispado dependiente. Así la escena donde el amigo
Cusack se deja los cuernos y los cuartos para conocer los datos de Beckinsale a través de su número de cuenta
es divertida.
Sin dar grandes muestras sobre lo que le ocurre, Sara se
tomará unos días para pensar tras el aplazamiento de la boda, quizá el hortera
video de vikingos que grabó su novio tenga que ver, no la podríamos culpar. Así
el viaje que Sara emprende a Nueva York hay que entenderlo más como acto de
propia voluntad que como manipulación del destino, ya que aunque es cierto que
ve un cartel no es algo que podamos considerar raro y al final es ella por
propia voluntad la que decide ir a la Gran Manzana. Un acto del destino hubiera
sido que por motivos laborales o de algún tipo tuviera que ir por obligación a
Nueva York, por lo que queda de manifiesto lo comentado al inicio, que la
voluntad influye tanto o más que el destino en la reunión de la pareja.
¿Se reunirían si ella no decidiera ir a Nueva York? ¿Si él
no decidiera buscarla? Destino y voluntad. Aquí encontramos ciertas
contradicciones, especialmente en el personaje de Sara, cosa que no es del todo
incoherente debido a ese extraño conflicto interno que tiene, contradicciones
que la llevan a ponerse en manos del destino al llegar a Nueva York tras un
movimiento de su voluntad que lo contradice.
La idea de que lo esencial, lo verdaderamente profundo,
puede estar condensado en un simple segundo, es uno de los grandes hallazgos de
la película. Debemos dar más importancia a cada segundo, desperdiciamos muchos
y las cosas más fascinantes e importantes de la vida pasan en unos pocos de
esos segundos. Hay que estar atentos siempre.
La importancia de la amistad y los amigos queda también bien
expuesta en la cinta, Jonathan tendrá a Dean (Jeremy Piven) y Sara a Eve (Molly
Shannon). Los dos amigos serán fieles y aunque reticentes al principio se
involucrarán al máximo para que nuestros protagonistas lleguen hasta el final
con su sueño. Dean, de hecho, pasará de la reticencia a ser el mayor motivador
de Jonathan. Las amigas vagarán por Nueva York y dejarán buenas bromas, como
esa imitación de Prada, Prado… mientras el destino las guía. Allí será donde
reciba la publicidad sobre el campo de golf en el que estuvo Jonathan de un
muñeco con forma de pelota. Ahora el destino sí parece impulsar al personaje.
En estas búsquedas de ambos personajes tenemos los mejores
momentos de humor de la película, en esta parte central de la misma. Por
ejemplo en el campo de golf o con el estrafalario pintor que acogió a Sara en Nueva
York. En el campo de golf y al mismo tiempo que Sara estará el padre de
Jonathan, que dará un pelotazo involuntario a Eve, un nuevo vínculo y contacto.
Recordar que la otra vez que vimos al padre fue en la cena previa a la boda y
allí Dean, el amigo de Jonathan, también mencionaba unos golpecitos en la base
del cráneo, como el que recibirá Eve por dos veces. Es dudoso que sea un detalle
buscado, pero ahí queda.
El director resalta pequeños gestos, esa idea de que cada
gesto es importante, un chicle que se pega, una mano distraída que contacta
con él tiempo después en el mismo sitio, un billete que se introduce en un
monedero, gestos sin aparente importancia que acaban por ser determinantes.
Incluso rozarán el encuentro al lado de “Serendipity”, el restaurante.
Más coincidencias afortunadas y perfectamente admisibles, la
amiga de Sara, Eve, es también amiga de la futura esposa de Jonathan, Halley.
Aquí nos percatamos que ha habido cierta pausa en la
película en cuanto a las coincidencias se refiere, que vuelven a dispararse al
iniciarse la búsqueda mutua. Esta pausa puede desconcertar en cierta medida al
espectador, pero es coherente con la lógica interna de la cinta, que se
mantenía en hibernación hasta que ambos personajes se ponen manos a la obra.
Así los dos tendrán “visiones” sobre bodas, una tienda él, la de la amiga de
Eve, la propia Halley, ella. Eve incluso verá el ensayo de la boda y al propio
Jonathan, hasta será invitada junto a Sara, ausente, a la boda.
La infructuosa búsqueda rendirá a Jonathan, momento en el
que el destino llamará a la puerta.
El mejor momento de la película lo tenemos en el ensayo de
la ceremonia de boda, una escena muy por encima de la media de las que vemos en
las comedias románticas convencionales, tan romántica y coherente con el fondo
como cruel.
Es el momento en el que una vez nuestro amigo Jonathan se ha rendido y asume que su futuro es con Halley (Bridget Moynahan), cuando tras recorrer gran parte de Nueva York siguiendo el rastro de un libro y de la propia Sara, es la propia Halley la que le hace el regalo que menos se esperaba. Como regalo de boda Halley le dará el libro en el que Sara puso su número, el que ha esperado encontrar todo ese tiempo, el que tanto buscaba. Un regalo producto de esa búsqueda en cierta medida, ya que ella se lo regala porque veía que él siempre lo miraba, un detalle de guión francamente magistral… Como dije, era el libro el que tenía que llegar a él, y llegó de forma contundente. Cusack está soberbio en esta escena. Francamente emocionante.
La incredulidad y sorpresa de Dean al ver el libro hace
obligado y lógico que sigan adelante en su búsqueda. Un amigo culto que incluso
cita a Epicteto…
Aquí la historia presenta ciertas debilidades, no
preocupantes, elementos que se añaden que quedan forzados o artificiales, por
ejemplo la confusión que se produce cuando Jonathan y Dean van a la supuesta
casa de Sara, donde hay una chica parecida haciendo el amor con su pareja. No
había necesidad de eso ni de hacerlo así. Es un evidente truco de guión para
alejar a la pareja, poner las situaciones al límite y rendirlo aparentemente.
Este detalle se compensa con la idea de que suspenda la boda posteriormente por
decisión y sentimiento propio, no por haber encontrado a Sara, lo cual es un
gran detalle de guión. Del mismo modo el descubrimiento del billete por parte
de Sara se produce de una manera muy forzada, estirada al máximo, artificial. No deja de ser coherente al llevarlo al máximo y hasta el último momento,
cuando ella va a coger el avión para irse, pero no logra el impacto deseado.
Con un poquito más de elaboración esto último habría sido uno de esos momentos
de tensión romántica perfectos. Con un poco más de elaboración lo imposible se
hace asumible.
La elipsis global, que posibilitó la coincidencia del
billete, nos deja la ruptura simultánea de ambas parejas. Oímos la de
Beckinsale por teléfono y ella misma descubrirá la anulación de la boda de
Cusack.
Es muy bonita también la necrológica del esperanzado amigo,
Dean, que confía en hacer las paces con su esposa y anima a Jonathan a seguir
el camino que ha comenzado, su renacimiento romántico.
He mencionado ocasionalmente la importancia de lo táctil,
del contacto, el vínculo que se genera en la pareja según ambos van tocando
objetos que han sido tocados por el otro. Esto llegará al clímax con el
encuentro final, el contacto piel con piel y el beso, una vez se ha dejado
atrás el miedo al “¿y si no…?”.
Las elipsis en medio de un beso suelen gustar mucho en los
relatos románticos, así veremos a nuestra pareja un año después, un aniversario
en el mismo lugar donde se conocieron comprando guantes. Es una lástima no oír cómo
se cuentan todas las cosas, las coincidencias, que los dos tocaron el número
23 del ascensor y todas esas cosas, aunque sabemos que lo habrán hecho, pero ya
puestos a entregarnos al romanticismo… ¿por qué no un poco más?
Por lo demás estamos ante una comedia romántica muy bonita
y, lo más importante para entender plenamente su coherencia interna y
decisiones, un precioso cuento de hadas, donde salvo echar en falta cierta
elaboración en algunos momentos y algo más de profundidad en los conceptos
expuestos, el destino y la voluntad personal, funciona a la perfección, plantea
interesantes preguntas y enamora sin contemplaciones.
Una bella propuesta para creer en el amor y el destino,
eficaz y maravillosamente interpretada, con mención especial para la pareja
protagonista, la encantadora Beckinsale, es muy gracioso y simpático su gestito
cuando se pone “tontita” de llevarse la mano a la boca y sonreír, y el siempre
notable John Cusack, que hace la mejor interpretación de la cinta. Dos actores
y dos personajes que no coinciden más de 15 minutos en pantalla, desde que se
separan al inicio no vuelven a juntarse hasta el último momento. Otra
originalidad.
Además en la banda sonora podemos disfrutar de John Meyer,
David Gray, Louis Armstrong, de Bob Marley escribiendo para Annie Lennox, de
St. Germain… una buena banda sonora Pop.
Una comedia romántica que no nos permite soñar es menos
película.
Dedicada a mi prima Nora, a la que espero haya complacido esta dosis de romanticismo navideño.
"Debemos dar más importancia a cada segundo, desperdiciamos muchos y las cosas más fascinantes e importantes de la vida pasan en unos pocos de esos segundos. Hay que estar atentos siempre."
ResponderEliminarPues sí.
Bueno, se acabó la dosis romántica. Bien estuvo.
Muy de acuerdo en q el desamor no está, y es obviar la otra cara del asunto, aunq comprendo q hacer ver el dolor del abandono no le interesaba mucho al director…el enamoramiento es romántico, pero tremendamente egoísta, y deja atrás todo y a todos por alcanzar el objeto del deseo. En primera persona es épico, visto desde fuera puede resultar hasta reprobatorio.
Detesto los siniditos de polvo de estrellas. Me parece de un Barbie q tira para atrás. Un primer plano sostenido y un plano de una cara q sonríe bien interpretada me parece más adulto. Pero claro…quién soy yo…
Gracias, Sambo, por traer una peli de estas características. Como dices: "Una comwdia romántica q no nos permite soñar, es menos película."
Estoy segura de que a Nora le va a encantar este análisis. Un beso para ella!.
Y bss para ti.
Sí que resulta cruel ese desamor, no ya reprobatorio, pero esa consecuencia está, ocultarla chirría.
EliminarJajajaja es un guiño, es muy cuento de hadas sin serlo, no me disgusta como se juega con esa ambivalencia.
Me alegra que te haya gustado Reina. Besos
Me ha encantado el análisis. Desde luego es un indispensable en navidad.. es la máxima exponencia de la frase "el destino baraja las cartas y nosotros jugamos"
ResponderEliminarCreo que ella decide ir a Nueva York porque desea cambiar el destino, o mas bien dejar de creer en el...
Muchiskmas gracias por dedicarme estas tres maravillosas entradas
Un millon de besos
Es muy posible, necesita confirmar sus dudas, pero hay muchos actos de voluntad además del mero juego del destino, sí.
EliminarUn placer!! Un besazo!
Excelente crítica. Es mi película favorita de todos los tiempos. Ademas creo en el destino. Mi ex novio y yo estábamos separados y él vio esa película el mismo día que yo la vi. Meses después hablamos y me dijo que esa noche vio la película imaginándose que yo la veía también.
ResponderEliminarMuchas gracias Michelle! Bonita historia la que cuentas, casi un cuento de hadas, normal que te guste tanto la película. Un abrazo :)
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