La segunda película más taquillera del cine español tras "Los otros" (Alejandro Amenábar, 2001), uno de los mayores éxitos
de nuestra historia. Película muy americana en todos sus componentes, cine
catastrófico y de sensiblería excesiva, que es donde radica una de sus
virtudes, visto lo visto, y uno de sus grandes defectos.
“Lo imposible” cuenta la odisea de una familia española que
sufrió de lleno el impacto de un tsunami en la costa del sudeste asiático en
2004. Una historia de separaciones, sacrificios, generosidad y amor.
La película se plantea de inicio con la estructura de
búsqueda, algo que la entronca en cierta medida con el cine de Steven
Spielberg, que ha sido un referente muy usado al hablar de esta cinta de Bayona
y algo que ya se vio en su anterior obra, “El orfanato”.
Es digno de elogio que el cine español vaya apostando
definitivamente por otro tipo de propuestas alejadas de los panfletos políticos
partidistas, manipulados o maniqueos sobre la Guerra Civil, y donde lo hortera,
el sexo gratuito y el mal gusto han sido preponderantes todos estos años.
Cineastas que han mamado de los grandes maestros americanos, clásicos o
modernos, y que apuestan por historias que de verdad conecten con el público.
Esto es germinal aún, pero poco a poco se irán creando grandes historias y
películas. “Lo imposible” es buen ejemplo de todo esto, una cinta de factura
impecable, buena narración, emocionante e intensa que busca el entretenimiento
y provocar sensaciones en el espectador, sin más. El éxito ha sido descomunal.
La historia que cuenta “Lo imposible” es muy básica y
sencilla, una familia separada que busca reunirse. No hay más. Las historias
paralelas que se intercalan durante la narración funcionan con mayor o menor
fortuna, pero a menudo aportan poco más que sensiblería excesiva.
La dirección es digna de un buen artesano, sin presentar
genialidades ni grandes detalles de puesta en escena lleva la narración de
forma fluida, manejando al espectador medio a su antojo hacia donde pretende,
creando el estado anímico perfecto para buscar la lágrima que haga de la cinta
algo especial para ellos.
Se ha comentado muy a menudo que Spielberg era sensiblero y
forzaba las situaciones para conmover, pero lo cierto es que aunque Spielberg
no disimula sus intenciones en ningún sentido, la autenticidad del fondo de sus
propuestas refuta los argumentos en esa línea. Un ejemplo lo tenemos con “E.T. El extraterrestre” (1982), que podéis leer aquí mismo. Con Bayona no ocurre
exactamente lo mismo, es más vacuo y vacío y de sensible pasa a ser sensiblero,
pero su narrativa es eficaz y elogiable. Está todo demasiado medido.
La cinta se inicia presentando a la familia protagonista, una familia que se dispone a pasar unas vacaciones. Lo cotidiano, vidas en transcurso con preocupaciones sobre cambios y futuros que se debaten… Esto lo que pretende es crear un necesario e intenso vínculo emocional, sin existir esta presentación lo que le ocurra a los personajes nos daría igual. Pero además de esto hay una reflexión interesante de fondo, cómo todos los problemas cotidianos, dudas e incertidumbres sobre qué caminos tomar, acaban resultando superfluos e intrascendentes cuando acontece un hecho trágico como el que veremos. En ese momento el futuro, los proyectos y las planificaciones pierden sentido, el único futuro es sobrevivir, encontrar y estar junto a los tuyos. Es decir, eso es lo único por lo que merece la pena desvivirse, lo único verdaderamente importante.
Lo más notable de la cinta está en esta primera parte con
las escenas del tsunami, realmente deslumbrantes y con un presupuesto pequeño
para este tipo de cintas. Muy bien dirigido, impactante, asfixiante, aterrador,
bien rodado y en su extensión desasosegador y desesperante. Transmite a la
perfección el miedo, la desorientación, el pánico y la impotencia que se debe
sentir en un momento así.
Tras esto, la larga búsqueda. Las escenas que siguen a madre
e hijo tras el tsunami tienen una mezcla de fisicidad y depuración estética que
forman una asumible fusión, dolor y sufrimiento light, suavizado por dicha
estética.
Naomi Watts está muy acertada en su papel, un personaje que
no hace más que sufrir, algo que es muy agradecido en el cine. Ewan McGregor es
uno de esos actores que siempre apetece ver, su agradable rostro, su simpatía y
el ser un actor competente hacen fácil la identificación con él. Aquí tiene un
papel menos sabroso que su compañera, pero está correcto. Los niños no
desentonan en exceso.
La cinta empieza y acaba con una hoja de papel en manos de
los protagonistas, de muy distinto sentido, el ocio de la lectura en primer
lugar y el dolor de la tragedia en el final. Nada volverá a ser lo mismo.
La película está salpicada de varias set pieces que
pretenden hacer un fresco sobre temas y sentimientos que aparecen en las
desgracias, comportamientos humanos, así como retratar el suceso en su globalidad,
con bastante acierto. Veremos la pequeña trama del niño rubio que recogen
madre e hijo protagonistas, que tendrá final feliz; la del francés y su
generosidad ofreciendo su móvil sin apenas batería; la búsqueda, en una trama
de estructura igual a la de la película, pero a pequeña escala y diversificada,
del hijo mayor, Lucas (Tom Holland), por el hospital a familiares de los
convalecientes… Todas ellas pretenden ofrecer un fresco general sobre esa
situación excepcional y de desgracia, pero no con intención documental, sino
para enfatizar las emociones, poner al espectador en el punto emocional
adecuado y extraer hasta la última lágrima en el momento justo. Estas set
pieces funcionan de forma eficaz pero resultan poco naturales. De nuevo emociones
excesivamente manipuladas y edulcoradas, sensibleras. La entrega, el
sacrificio, la solidaridad, el amor, la familia, son temas que se tratan y se
subrayan durante toda la trama, con eficaz emotividad y exceso de sensiblería.
Una vez más demasiado calculado todo.
Otra búsqueda, la de Lucas a su desaparecida madre en el
hospital, presenta aspectos kafkianos, pero no acaba de funcionar del todo
tampoco. Excesivamente artificiosa.
Uno de los aspectos visuales más reseñables llega con ese
montaje paralelo donde María (Naomi Watts), como la virgen, y
otra mujer compañera de cama en el hospital, se juegan la vida. Veremos el
quirófano preparándose para las intervenciones y volveremos al tsunami visto en
primera persona por María. En esta escena tenemos el que es el plano de la
película, foto de los carteles incluso, cuando María renazca, suba a la
superficie, agarrándose a la vida con esa mano que brota del agua, escenificando
un parto, un nacimiento… Una vuelta a la vida, como así fue.
Las escenas donde madre e hijo vagan sin un rumbo definido
están algo estiradas y caen en el ensimismamiento de un anuncio de compresas
depresivo. Con todo, el talento visual y la claridad en el objetivo que tiene Bayona logran que todo llegue a buen puerto. Si bien la emoción puede resultar
algo artificial, no se puede negar que ha conectado con el público, lo cual es
una excelente noticia y promete futuras experiencias igual de placenteras si
Bayona mantiene estas credenciales.
Como ya hiciera en su anterior trabajo, “El orfanato” (2007),
la familia y la búsqueda son piezas claves de la narración. Si en su opera
prima eran unos padres, especialmente la madre, los que buscaban desesperadamente
a su hijo desaparecido, aquí todo será más épico y diversificado, ya que serán
todos los miembros de una familia los que se busquen los unos a los otros,
logrando el ansiado reencuentro al final como catarsis emotiva a tanta tensión acumulada.
El milagro, lo imposible.
Estos dos temas son muy spielbergianos, un director que
parece uno de los referentes más evidentes del realizador español. Buena cosa.
El trabajo interpretativo es muy correcto, a Naomi Watts le
valió una nominación al Oscar incluso, y la dirección es competente, si bien
sobran pinceladas musicales excesivas y demasiados planos New Age presuntamente
poéticos que, como he comentado, contrastan con la dureza de la historia para
hacerla asumible, pero que resultan poco auténticos.
En cualquier caso, si te gusta el cine de emociones en todos
los sentidos, no dejes de apostar por esta cinta que ya ha
marcado un hito en el cine español.
Acertadísimo traerla el día de du estreno en TV.
ResponderEliminarInteresante lo q explicas acerca de un cierto nuevo rumbo del cine español, aunq sea balbuceante y caiga en errores. Ojalá traiga más títulos dignos de alabanza.
Dicho esto, mira, yo no la voy a ver. Demasiado sufrimiento aunq acabe bien. Y eso q me gusta mucho Ewan McGregor.
Pero muchas gracias. Tu información y tus explicaciones son siempre útiles. Nunca sabes cdo vas a encontrarte en una conversación cinéfila!!
Jajajaja!!
Bss!
Jajajaja qué crack. La verdad es que te entiendo, hay pelis que por su planteamiento, si te las tomas de determinada manera, incomodan más que hacen disfrutar y claro, esta es un poco agobiante jejeje
EliminarBesos!
Como siempre, muy buena crítica.
ResponderEliminarYo sí la vi en el cine y me gustó, pero tampoco la doy un 10. La gente me decía que salías llorando a moco tendido y, o yo soy muy dura o no me impactó tanto como debería....jajaja
Como bien dices, las secuencias del tsunami...dan escalofríos!
Felicidades!
Pues precisamente porque te conozco sé que no es porque seas dura, porque te conozco sé que eres sensible. Es una peli que no acaba de transmitir autenticidad, y puede que muchos capten o captemos eso, sin más :))
EliminarEl tsunami es lo mejor, eso sí transmite el horror en todo su esplendor.
Gracias, Merce. Un besazo, bueno, dos.
Esta película fue de esas que me dejaron un poco a medias, cuando fui a verla habia escuchado tantísimos comentarios que al sentarme en la butaca pensé que era una de esas que me marcaría y aunque tiene alguna escena impactante no esta dentro de mi catálogo de cintas imprescindibles.
ResponderEliminarTus comentarios me parecen muy certeros.
Me pasó básicamente lo mismo, yo procuro no leer ni escuchar nada, especialmente desde que escribo más de cine, pero a veces es inevitable oir cosas, que no tienen por qué provocar el objetivo buscado curiosamente, pero sí influir.
EliminarNo es para tanto, pero tiene su pase.
Muchas gracias por tu comentario, Sara.