jueves, 1 de mayo de 2014

Crítica: IMPULSO CRIMINAL (1959) -Parte 1/2-

RICHARD FLEISCHER














Volvemos a complacernos con el placer de nuevas joyas no tan conocidas como merecerían, pequeños regalos que nos deja el cine clásico, ese pozo sin fondo de virtuosismo y obras de arte. Aquí tenemos una de las mejores obras de Richard Fleischer, pero no de las más famosas precisamente.

Fleischer fue un asiduo del género negro y de intriga en sus inicios, donde el tema del crimen le fascinaba. Obras poco conocidas que iban forjando una trayectoria interesante. “Bodyguard” (1948), nada que ver con la que protagonizó Kevin Costner, “Acusado de traición” (1949), el mediometraje “Ven tras de mí” (1949), “Atrapado” (1949) o las más conocidas “Atraco al furgón blindado” (1950) y “Testigo accidental” (1952), ambas estupendas, son buena muestra de ello. Luego, Fleischer, diversificó sus inquietudes, probando suerte con todo tipo de géneros, westerns, dramas, cintas de aventuras, donde también dejó títulos realmente notables y muy apreciados por todos los cinéfilos como “20.000 leguas de viaje submarino” (1954) o “Los vikingos” (1958), ambas protagonizadas por el gran Kirk Douglas.








Impulso criminal” es un breve retorno al tema del crimen sin que esta cinta se inserte en el género negro puro, ya que tiene algo de thriller, cine negro, cinta de intriga, drama psicológico y drama judicial, todo mezclado y equilibrado de forma realmente brillante. Puede considerarse además esta cinta como un preámbulo para dos de las obras más notables de su director, la famosísima y merecidamente  prestigiosa “El estrangulador de Boston” (1968) y la menos conocida y exitosa, pero igualmente brillante “El estrangulador de Rillington Place” (1971), dos cintas que volvían a recuperar el tema del crimen y los psicópatas, pero dando un paso más allá, coqueteando con el cine de terror, género que tocaría en la parte final de su carrera con “Terror ciego” (1971) o “El pozo del infierno” (1983). Además tuvo una colaboración con Arnold Schwarzenegger con las mediocres “Conan, el destructor” (1984) y “El guerrero rojo” (1985). Un buen director.




En esta “Impulso criminalFleischer deja buena constancia de su talento, un talento expresivo y visual francamente notable. La primera escena sirve de perfecto ejemplo de lo mencionado, un robo en una hermandad, dos amigos cometiendo un delito, reflexiones sobre sus motivaciones, juego con el suspense, con la luz nocturna, un posterior intento de asesinato para rematar la función… dos psicópatas con ínfulas y concepciones nietzscheanas mal interpretadas.





-“Cuando hicimos el trato dijiste que acatarías mis órdenes, que querías que yo te mandase”.

-“Un borracho, ¿quién lo habría sentido?

¿Sabes por qué lo hice Judd? Porque me apetecía, simplemente. Por eso.”







El dibujo y descripción de personajes es excelente, preciso y sencillo, en especial el de los dos jóvenes psicópatas protagonistas, Judd Steiner (Dean Stockwell) y Arthur A. Straus (Bradford Dillman), con dos personalidades completamente distintas, clásico recurso dramático que busca el contraste y la complementación, donde el primero es sumiso y el segundo claramente dominante. Arthur es un psicópata más explícito, Judd parece más manejable aunque irá mostrando sus muchos matices durante la narración. Judd es dependiente, necesita ser mandado, sentirse dominado, hay un evidente elemento homosexual en la relación de estos dos personajes. Artie es extrovertido, visceral, violento, irascible, mientras que Judd es introvertido, controlado, calmado. Ambos provienen de familias adineradas, un tópico en este tipo de cintas con jóvenes ricos e inteligente que sacian su aburrimiento con el crimen original y pretendidamente brillante, encontrando en el crimen la única forma de compaginar diversión y estímulo intelectual. Una lástima la mala focalización de sus virtudes.



Tanto Stockwell como Dillman están muy bien en sus respectivos roles, realizan dos grandes interpretaciones, matizadas y detallistas, muy bien dirigidos. Detalles como la reacción de Arthur cuando Judd hace ruido con la máquina de escribir durante el robo corroboran este punto.

Posteriormente citaré ciertas referencias a películas que tienen planteamientos similares o elementos relacionados con la que nos ocupa, uno de estos elementos es la idea del crimen perfecto como prueba de inteligencia superior, en desarrollo de los mal entendidos conceptos nietzscheanos.

Los rasgos estilísticos más reconocibles y reseñables de la cinta no tardan en aparecer. La conversación entre hermanos, Judd y Max (Richard Anderson), es soberbia y repleta de encuadres virtuosos, con significación y un uso del decorado que profundiza en el conflicto, las relaciones y la psicología de los personajes. Una gran puesta en escena. Así veremos a un pájaro disecado entre los dos hermanos cuando se mencione el interés de Judd por la ornitología, un personaje poco sociable que sólo parece estar a gusto con su amigo Artie. Fleischer usará un contrapicado leve y algo oblicuo para la defensa que hace Judd de su amigo. Del mismo modo en cuanto la conversación se haga más intensa y visceral Fleischer situará a sus personajes en la escalera, un clásico lugar simbólico para los conflictos.





En esta conversación vamos viendo más aristas y matices del personaje de Judd, su mala relación con su padre, el cual no aparece en ningún momento y al cual cuestiona su interés por él. Se da a entender que Judd siente falta de afecto por parte de su familia, tan solo su hermano se preocupa por él, aunque Judd responderá enfrentándose. También veremos con posterioridad el entorno familiar de Arthur, donde actuará como un hijo modelo, usando su estatus y familia como mera fachada.

El manejo que hace el director de los encuadres, posiciones de cámara y ángulos es espléndido a nivel de significación y expresividad.

En clase Judd mostrará toda la decisión y prepotencia que ya le vimos con su hermano, pero que no muestra cuando está con Arthur. Allí le veremos discutir con su limitado profesor acerca de Nietzsche, al cual entiende de aquella manera. Algo que aunque tratado de forma simplista da cierto sostén filosófico a las motivaciones de los personajes. En realidad Judd y Arthur se consideran superhombres nietzscheanos, pero en realidad son ambiciosos, prepotentes, egocéntricos, fanfarrones, necesitados de reconocimiento… vamos, muy lejos del superhombre. Por supuesto Judd se sentará en la parte más alta de la clase.




Además Judd hablará de Platón, firmando sus opiniones acerca de la ordenación social, con los niños criados por el estado, un filósofo bastante opuesto a Nietzsche, en un nuevo ejemplo del batiburrillo filosófico de la película y de la mentalidad del bueno de Judd.

Dos personajes se añaden a la narración, una parejita modesta y trabajadora, Sid (Martin Milner) y Ruth (Diane Varsi).


  


Seguiremos a Sid en su trabajo como periodista principiante. En un solo plano lo veremos manejarse por la redacción de un periódico y pasar de un intrascendente artículo sobre ratones a tener que recoger información sobre niños ahogados y asesinados, un contraste brutal. Otro contraste lo tenemos a continuación, cuando Sid va a ver el cuerpo del niño asesinado al depósito y el joven periodista se ve afectado por la visión de ese cuerpo inerte del pequeño mientras que el médico actúa con rutinaria frivolidad. El niño queda en off salvo por un brazo que aparece fugazmente. El crío no se ahogó, fue asesinado y las gafas que caen del cuerpo serán clave en la investigación, no encajan, son demasiado grandes para ser del pequeño. El médico está encantado de conocerse con su puro y la posibilidad de enseñar el cadáver a todo el mundo.

-Periodista: ¿Podríamos ver el cadáver?

-Médico: ¡Claro que sí!









La relación entre Ruth y Judd es interesante, ambigua y confusa, se supone novia de Sid pero su trato con Judd coquetea con la infidelidad a su novio y parece ir más allá de la amistad y la comprensión hacia un personaje marginal y solitario como el que interpreta Dean Stockwell. En su primera conversación, en una reunión del grupo de amigos en un bar, los planos de Judd serán algo oblicuos, lo que comienza a resaltar la difusa mentalidad del chico, su perturbación, mientras que los de Ruth serán más centrados. En otro momento de esta reunión, una vez el grupo al completo se sienta en la mesa, veremos otro plano inclinado, desnivelado, en esta ocasión para encuadrar a Artie, aunque incluyendo también a la pareja formada por Sid y Ruth y manteniendo a Judd en la parte derecha, la más cercana a nosotros, ensombrecido, apurado, avergonzado. Artie en la parte superior, dominador, Judd en la inferior, oscurecido, sometido. Otro magistral ejemplo de la fuerza visual, expresiva, de Fleischer.






Aquí descubriremos que las gafas encontradas en el cuerpo del niño son de Judd, la torpeza del inteligente. El tono dramático aumenta debido al secreto de los dos amigos y la ira de Artie al conocer el dato… Como contraste Fleischer terminará la escena con un detalle de humor cuando la pandilla se la juega al bondadoso periodista, Sid, largándose para que éste pague la cuenta. Amigos aprovechados.




Al estilo Welles.

He comentado los recursos visuales que va mostrando Fleischer para aumentar la expresividad y profundizar en sus personajes y psicologías. Tendremos otro grandísimo ejemplo en la intimidad de Judd, donde habrá una auténtica orgía de planos oblicuos y desnivelados, en lo que es el perfecto retrato de esa mentalidad perturbada. Además los pájaros disecados nos recordarán a “Psicosis” (1960), la obra maestra de Alfred Hitchcock, con otro psicópata como protagonista. La escena será junto a Artie, con lo que dichos planos están más justificados, una conversación de psicópatas. Fleischer sigue a sus personajes, sigue su rastro con esos planos en ángulos marcados. La conversación entre Artie y Judd es magnífica y está rodada a la perfección. El juego de Artie con “Teddy”, un osito de peluche, para hacer sentir a Judd rechazado, maginado y humillado, mientras los dos nos van explicando cómo ocurrieron los hechos, es perfecto. Un gran conflicto dramático que sigue desarrollando las personalidades de ambos personajes. La entrada del hermano en la habitación también será en plano oblicuo, un total enfrentamiento.





En una escena posterior, de nuevo en la habitación de Judd, como siempre que estemos en ella, volveremos a ver planos inclinados, desnivelados, mientras la pareja de amigos maquinan e incluso planean un nuevo crimen, usando encuadres oblicuos, ligeros picados y contrapicados que definen a la perfección la inestabilidad psicológica de la pareja. Esta escena termina con un encadenado que la enlaza con el supuesto crimen que han planeado, matar a Ruth, que Judd mate a Ruth.




Un travelling iniciará la siguiente escena, acercándose al coche conducido por Judd, uniendo a los dos personajes mientras buscan una coartada para salir del apuro. La escena termina con Artie entrando en su casa, alejándose de Judd, marcando distancias con su amigo.




“… Las gafas no son mías”.

La escena donde Artie manipula al jefe de policía resulta tremendamente artificial, primero porque es absurdo que se den datos básicos de la investigación delante de los periodistas y luego porque la conversación entre Artie y el policía es de una ingenuidad y credulidad extrema por parte del agente. Fiarse de alguien que estuvo en el colegio hace cuatro años resulta casi surrealista… Una de las pequeñas debilidades del guión.

De hecho el policía seguirá comentando el caso con Arthur en varias ocasiones, ¿por qué hace semejante cosa?



Con todo esto Artie logrará que se expulsen a profesores con casi toda seguridad y se hará hincapié en la presión social para conseguir un culpable al caso. El poder de las apariencias también es clave en esta parte de la trama, al ver como ese psicópata es un respetable miembro de la comunidad del que nadie se atrevería a sospechar.





La relación de Ruth con Sid es igualmente extraña, en ocasiones parece más su hermana que su pareja y se pasa el tiempo preocupada por ese ser extraño que es Judd, coqueteando y dejándose querer. Comenté que había un evidente componente homosexual en la relación que Judd mantiene con Artie, esto lo verbalizará el propio Sid cuando hable de la masculinidad de Judd. Artie por el contrario tiene más fascinación por el poder, por sentirse dominador, no existe en él ese componente homosexual, al menos no de forma tan evidente a como lo vemos en Judd.









 



Dedicada a mi admirado Pepe William Munny, que me hizo ver esta joya.



2 comentarios:

  1. Tengo que reconocer que fue un poco fortuito el encontrar esta película entre otras muchas y elegirla. Conforme pasaba el metraje, tenía vagos recuerdos de haberla visto de niño. Me gustó mucho y disfruté viéndola, pero el final, con ese discurso soberbio e incontestable del enorme Orson Welles, me dejó noqueado y atónito. Me impactó tanto que, como recordarás, me dirigí inmediatamente a ti para comentarte mis sensaciones. Un placer y un honor que te acordaras de mi. Sabes que te tengo muy alta estima. Tú análisis, como siempre, fuera de categoría por ser una joya única en cada una de los películas que revisas. Todo un lujo y un aprendizaje superior y ameno. Un fuerte abrazo, amigo.

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    1. Lo recuerdo perfectamente querido José, al poco la vi siguiendo tu recomendación, con mi prima además, y quedé encantado, veía que tenía un análisis muy interesante. Mañana tocaremos el discurso de Welles que, como dices, es espectacular.

      Muchísimas gracias por tus palabras y por pasarte por aquí. Un abrazo muy fuerte.

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