lunes, 4 de marzo de 2013

Crítica: MIENTRAS NUEVA YORK DUERME (1956) -Parte 1/4-

FRITZ LANG










Estamos ante una de las películas mejor valoradas por su director, uno de los más grandes de la historia del cine, Fritz Lang, especialmente de su etapa americana, junto a “Furia” (1936) y “Los Sobornados” (1953), casi nada. Este detalle es sólo para hacerse una idea del nivel de la obra maestra que vamos a tratar.

Mientras Nueva York duerme” será la penúltima película de Lang en Hollywood, un Lang hastiado, rabioso y desencantado con las formas de hacer las cosas en la “Meca del Cine”, desesperado con las injerencias e interferencias de productores que mutilaban o se inmiscuían en sus obras. Este desencanto se aprecia claramente en esta obra maestra que nos ocupa y más aún la que sería su última película americana, la también soberbia “Mas allá de la duda” (1956).


Sus trifulcas con Bert E. Friedlob, que lo contrató asociado con la RKO para ésta y la siguiente película, fue lo que acabó de decidir al cineasta a abandonar Hollywood. Una crispación que desbordó el vaso de su paciencia, harto de manipulaciones e imposiciones.

Nos encontramos en esta cinta con gran parte del universo personal del director, una cinta completamente reconocible aunque también tenga sus particularidades. Es muy común en las cintas de Lang el uso de un giro brusco de guión o un hecho sorprendente e impactante que lo cambia todo, no hay más que recordar el asesinato de la mujer de Glenn Ford en “Los sobornados” (1953), los finales de “La mujer del cuadro” (1944) o “Más allá de la duda”... así como la imprevisibilidad de la mayor parte de su obra. Aquí aunque la película no sigue exactamente los pasos que parece van a guiarla, los de un psicópata que hay que encontrar, trama que queda en segundo plano para desarrollar las más agudas reflexiones sobre el arribismo y la ambición de los periodistas protagonistas, la historia no presenta esos giros bruscos tan marcados de otras ocasiones. Si mantiene ese estilo de noticiario, de buscado realismo alejado de estéticas expresionistas con las que al director alemán le gustaba encarar sus policiacos, y eso que aunque él renegaba de ello fue uno de los principales precursores de dicha estética que cultivó con el más excelso talento. Este estilo más realista se acentuó en sus últimos films americanos, ya que en los thrillers antinazis, por ejemplo, sí se mantenía una estética muy expresionista. Las dos tramas, aunque una tenga preeminencia sobre la otra, funcionan perfectamente. Un cinta negra sui géneris.


Son reconocibles las influencias de otras obras anteriores del propio autor en “Mientras Nueva York duerme”, por ejemplo “M, el vampiro de Düsseldorf” (1931) con la presencia de un asesino en serie y la creación de una especie de policía paralela personificada en esos cuatro periodistas que se proponen cazar a dicho asesino (en la cinta que nos ocupa por simple ambición personal, en contraste con la protección de su modo de vida de los delincuentes de la cinta del 31). “Deseos Humanos” (1954) uno de los remake que Lang hizo de una película de Jean Renoir (la otra es “Perversidad” de 1945), “La bestia humana" (1938), que adapta la obra de Émile Zola y donde también se usa de cebo a personas que, supuestamente, se quieren. Sobre el tema de los cebos hablaremos más adelante. Por último cabe señalar “Gardenia azul” (1953), ya que también tiene como contexto el mundo del periodismo, en menor grado, y su falta de escrúpulos competitivos. 


Todo esto, entre otras muchas cosas que comentaré, hace evidente que estamos ante una obra personal, reconocible y perfectamente integrada en la filmografía de su autor, siendo además de las más destacadas.




Tras la muerte de Amos Kyne, un sosias de Foster Kane, dueño de una poderosa e influyen empresa periodística, su hijo Walter se hace con el poder, un hijo al que nunca le interesaron los negocios familiares y prefirió la vida de bon vivant gracias a la solvencia económica familiar. Ahora que debe encargarse y para seguir sin tener que preocuparse mucho por el mencionado negocio creará un nuevo puesto, el de director ejecutivo de la empresa, para que sea otro el que dirija toda la corporación. Tres hombres son las opciones que baraja Kyne, Mark Loving (George Sanders), director de la agencia de noticias que tendrá una aliada en Mildred (Ida Lupino); John Griffith (Thomas Mitchell), el director del periódico, que contará con el apoyo de Ed Mobley, nuestro protagonista (Dana Andrews) y conductor del noticiario televisivo; por último el director gráfico Harry Kritzer (James Craig), que lo apuesta todo a su amistad con Walter y a la influencia de su mujer, de la que es amante. Los tres se lanzarán a una carrera despiadada y falta de escrúpulos para capturar a un asesino en serie que comete crímenes sexuales y que atemoriza a la ciudad.


Mientras Nueva York duerme” es otro lúcido ejemplo del talento y profundidad languianos, otro retrato del lado más oscuro del alma humana, de sus peores instintos. Lang negó que su cine fuera pesimista, y no le falta razón. Si bien es cierto que en general su mirada es negativa hacia la humanidad y los contextos sociales que muestra, también lo es que siempre deja una rendija a la esperanza, un destello que, aunque desencantado, es apreciable. Él mismo ponía esta cinta como ejemplo, cómo los personajes más positivos y que luchan por unos principios o mantienen unos valores acaban logrando sus propósitos, aunque el contexto sea profundamente oscuro y negativo, incluso aunque esos personajes tengan luces y sombras. Es por ello que cabe concluir que aunque era un crítico severo y negativo, mantenía en su desencanto cierta mirada romántica y esperanzada hacia, al menos, algunas personas. Eso sí, la definición de “escéptico realista” le va bastante bien.

La cinta es profundamente clásica, Lang no era partidario de mover mucho la cámara, sólo de hacerlo cuando era estrictamente necesario o de forma que pasara inadvertida al espectador, vamos, como la mayoría de los grandes, estas son frases que podría haber dicho Ford o Hawks. Además en los policiacos era partidario de no usar el “método inglés”, es decir, tramas donde no se sabe hasta el final quién es el asesino, él era defensor de mostrar desde el principio todo, no ocultar al culpable y poner todas las cartas sobre la mesa para que el espectador pudiera ver qué hace cada uno.

No me puedo resistir a mencionar, otra vez, la enorme influencia, guardando las distancias estilísticas, que Lang ha tenido en Hitchcock, y los muchos puntos en común que ambos comparten, por ejemplo su gusto por los falsos culpables o las tramas policiacas, aunque en “Mientras Nueva York duerme” no veamos falsos culpables, bien es cierto.

El cine de Lang presenta siempre entornos donde abunda la crispación, el miedo, el temor (“M, el vampiro de Düsseldorf”; “Los verdugos también mueren”, 1943; “Mientras Nueva York duerme”…), la desconfianza y el engaño y donde los confiados, honestos o ingenuos no lograrán sobrevivir o acabarán sufriendo (“Los sobornados”; “La mujer del cuadro”, 1944; “Perversidad”…), para hacerlo es obligado tener el colmillo retorcido, incluso para defender unos ideales o principios que merezcan la pena. Todos estos son temas apreciables en la obra de Lang y en esta cinta en particular, donde la urbe se mantiene aterrada ante la presencia de un asesino en serie. Además la cinta que nos ocupa entra de lleno en esa crítica social tan querida por Lang, sobre todo en muchos de los policiacos o cintas negras (“Furia”, 1936; “Solo se vive una vez”, 1937; “M, el vampiro de Düsseldorf”, 1931; “Los sobornados”, 1953; “Deseos humanos”, 1954…).

Centrándonos en esta película sobre la ambición, el arribismo, la degradación y mezquindad humana... debemos empezar por mencionar en gigantesco y talentoso reparto que tiene, unos actores extraordinarios que dan el tono adecuado a cada una de sus caracterizaciones.



La primera escena es muy hitchcockiana, un suspense perfectamente modulado y donde encontramos esa idea de fatalidad tan imprescindible al director, donde además se muestra la mirada lasciva del asesino (John Drew Barrymore), una mirada que haría las delicias del orondo genio inglés. Lang, aunque muestra esa mirada viciosa, lo hace desde un prisma más objetivo, alejado, del que lo haría el maestro Hitchcock. Un suspense que viene del segundo plano, donde vemos aparecer la silueta, en una sombra, de una mujer. Sombra, que como es de suponer, avanza su desgracia, su inamovible destino de muerte. Lang usará una cámara subjetiva para cuando el hábil asesino penetre en la casa de la desdichada víctima poco después para cometer su crimen. Una escena donde elementos como la sensualidad, la pulsión sexual descontrolada y homicida y un baño, forman un todo perfecto y redondo.




Todo esto tras dos planos de situación, uno donde se nos sitúa, mediante intertítulo, en el lugar y el momento en el que se cometerá el crimen (Nueva York, esta noche, o sea que puede ser cualquier noche), y otro de la calle donde se encuentra el edificio donde se cometerá dicho asesinato.


Como comenté, Lang dará mucha menos importancia a la trama policial del asesino en serie y se centrará en la de los periodistas y su ambiciosa lucha repleta de mezquindades, en contra de lo que podría parecer tras ver la primera escena.


Lang pocas veces rueda de más, su concisión, depuración y pulcritud es asombrosa, aquí en un solo plano veremos el cadáver, a un policía haciendo su trabajo y un mensaje en la pared, “pregunten a madre”. De esta forma tan escueta logra definir absolutamente todo tras el asesinato, lo que ocurrió y que estamos ante un asesino perturbado y en serie.



Sin solución de continuidad Lang nos introducirá en la agencia de noticias y nos irá presentando a todos los personajes que nos acompañarán durante la narración, Dana Andrews, George Sanders, Ida Lupino, Thomas Mitchell… todo con la misma concisión.




El asesinato ya es noticia.

Amos Kyne está enfermo, el gran empresario y dueño del emporio periodístico Kyne siente que debe buscar un sucesor, su elegido es Ed Mobley (Dana Andrews), pero el presentador del noticiario de televisión no parece muy ambicioso y rechaza la propuesta. Esta es fascinante, así como la dirige Lang. Nos mostrará a un nervioso Andrews porque debe salir en antena y esa reunión, junto a los otros directores de los distintos medios de comunicación de la empresa Kyne, lo va a retrasar. Cuando encienda la televisión para saber cuánto tiempo le queda, tras mirar el reloj, Kyne morirá en segundo plano… la urgencia ahora será otra.





En la cama, cuando Amos recrimina a Loving lo poco que parece preocuparle la muerte de una persona, ante el despreocupado comentario de éste, y el director de la agencia de noticias se dirige raudo a ponerse manos a la obra, observaremos la mirada algo asqueada de Dana Andrews a ese personaje por el que no parece tener un especial apego. Son de esas sutilezas languianas que hacen sus películas tan grandes, definen personajes y relaciones casi en segundo plano.



En la escena anterior Lang concreta de forma perfecta todas las relaciones, la amistad entre Andrews y Mitchell, el amor de Andrews hacia Nancy Liggett (Sally Forrest) y su atracción hacia Mildred (Ida Lupino), la amistad entre Mitchell y Sanders... además de los primeros apuntes de sus personalidades. El egocentrismo de Sanders y Andrews, la visceral pasión periodística de Mitchell, la sensualidad de Lupino, la firme honestidad de Sally Forrest


Con su habitual concisión, Lang mostrará visualmente la muerte del jefe del emporio apagando el gigantesco luminoso con su nombre que vimos al inicio.

3 comentarios:

  1. Sensei, sabes qué me fascina? La capacidad de sugerir del B/N.
    Crees q de haber podido elegir, Lang se hubiese decantado x el color? Es una pregunta q me hago. Con un estilo tan…expresionista (?) igual hubiese restado fuerza a la imagen.
    No sé si pesimista. U optimista informado, pero sí es cierto q su cine es denso. Con mucha carga reflexiva. Con lo puritanos e hipocritones q don a veces los yankis, no me extraña q el bueno de Fritz acabase de ellos hasta el gorro…

    Ida Lupino. Me chifla ese nombre.

    Gracias por traer a los clásicos. Aprendo mucho; y me queda tanto…te envidio Sambo!!

    Muchos besos!!!

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    1. Muy buenas Reina, pues sería interesante saberlo. Lang rodó en blanco y negro pudiendo hacerlo en color muchas películas y por trama que creo él elegiría ese formato en ocasiones. Él siempre se mostró reacio a que se le considerara expresionista, esta película no lo es, es muy documental. No sé hasta que punto eligió el blanco y negro pudiendo elegir color en ocasiones, si lo hizo por presupuesto o porqué, pero en sus tramas más negras y oscuras con predominio de sombras yo creo que elegiría el blanco y negro. En la actualidad sería distinto ya que el color se ha impuesto, pero antes, donde se jugaban las dos bazas, es posible que eligiera uno u otro según la historia o quizá por imposición... Tambien se puede jugar con las sombras y tener ese toque expresionista, del que renunciaba mucho, en una cinta a color.

      Soy muy fan de Lupino jaja.

      Gracias a ti, muchos besos.

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  2. la vi dos veces por tv, debe hacer como veinte años que no la emiten. basada en un echo real, el verdadero asesino murio hace pocos años en prision.creo que la buscare en el emule.

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