viernes, 1 de junio de 2012

Crítica: LOS VERDUGOS TAMBIÉN MUEREN (1943) -Última Parte-

FRITZ LANG










Los personajes de Lang a menudo se enfrentan a la sociedad establecida, a sus leyes, suelen ser personajes que en muchas ocasiones navegan en el límite de la legalidad o son impulsados por el destino, el fatum, tan imprescindible en el cine de Fritz Lang, a ese límite, cuando no encuentran respuesta en la ley y deben actuar por sí mismos.

Generalmente también optarán por entregarse, por distintos motivos y con distintos resultados, aunque suelen estar abocados a un destino fatal.


En nuestro protagonista se insinúa cierta influencia cristiana, un hombre sobre el que recae el peso de una sociedad, sus acciones y su culpa son pagadas por todos, posteriormente Lang le dará la vuelta al hacer de la sociedad un todo que se rebela.

Una vez más, como ya ocurriera en “Furia” (1936) y en “Sólo se vive una vez” (1937), una mujer empujará al protagonista a delatarse, a entregarse.

Siguiendo uno de los referentes mencionados, el acoso que recibe Nasha en el barrio nos recuerda al linchamiento de la sociedad con el personaje de Spencer Tracy en esa obra maestra que es “Furia”. En esta ocasión será interrumpido antes de que la cosa llegue a mayores.



La mentira.

Como he comentado antes, la mentira es casi un salvo conducto de supervivencia, Vanek mentirá a todo el mundo, incluso sobre su identidad, Nasha hará lo mismo, incluso a su propio novio al que engañará en una representación de infidelidad, y en la conclusión toda la sociedad checa al completo recreará una farsa inundada de mentiras para salvar a los suyos y condenar a los delatores.

Los malvados se van sucediendo, al interpretado por Reinhold Schünzel, le sucederá avanzada la película hasta cobrar una importancia total, Alexander Granach en el papel de Alois Gruber, inspector de la Gestapo.


La segunda parte de la cinta se hace mucho más oscura, tenebrosa, las sombras se multiplican a la vez que la dimensión de la narración de amplia, como comenté. Veremos la sombra de los barrotes de la cárcel, la del nazi amenazante, la de los protagonistas, todo huele a muerte, a violencia, a conflicto. Una vez más un magistral uso de la puesta en escena y de las sombras, haciendo un todo con la narración por parte del gran maestro Fritz Lang.



El gusto de Lang por los seriales también se deja entrever en ese ingenio infinito para salir de los apuros de la trama, un ejemplo lo tenemos en la escena de la falsa confesión entre Vanek y Nasha.

Las películas de Lang siempre destacan por contener giros imprevistos de guión, uno o varios, que trastocan la trama de forma excepcional.

El pertinaz y tozudo sabueso nazi, Gruber, no cejará en su empeño.

La delación, las traiciones, las venganzas por la delación, los intentos para hacer confesar por distintos medios, serán temas recurrentes en ambos bandos, así tendremos una de las mejores escenas cuando el grupo de la resistencia que se ha visto delatado, sospechando de uno en concreto, que efectivamente es el delator, inventan un ingenioso truco para desenmascararle, es la escena de la risa delatora. Magistral.


También encontramos similitudes con “M, el vampiro de Düsseldorf” (1931), más allá del auto homenaje mencionado anteriormente,  en ese almacén donde se reúne la resistencia… “Los verdugos también mueren” parece a veces una amalgama de cintas anteriores del director. No ya en aspectos de trama sino también en recursos técnicos, como el montaje sonoro, por ejemplo. Como en “M, el vampiro de Düsseldorf”, toda la sociedad ira contra el asesino, en este caso un delator que además no es culpable de lo que se le acusa.

El tema del falso culpable es imprescindible en Fritz Lang, como también lo es en Hitchcock, un director con el que tiene muchísimos puntos en común, aquí se le da una vuelta de tuerca magistral.

La moral de los actos de la sociedad puede resultar cuestionable y Lang hace una reflexión sobre el sentido de esa moral y su persistencia en las situaciones límites o injustas.

Volviendo al tema de la diversificación en las historias de Lang, este hecho provoca que en muchas ocasiones el protagonista pase tiempo sin parecer en escena por este mismo motivo cuando Lang acomete este tipo de narraciones, en esta cinta tenemos un buen ejemplo de ello.


Los verdugos también mueren” es una película especialmente significativa en la filmografía de Fritz Lang porque tiene un ánimo transgresor con respeto a los temas más clásicos del director. Así, si bien es cierto que se distinguen la mayoría de ellos se les da la vuelta como se ha explicado en algunos momentos, por ejemplo en ese falso culpable con el que no nos identificamos, más bien al contrario, nos identificamos con los que lo hacen ser un falso culpable (aunque tenga otras culpas), con la colectividad que condena a un traidor que despreciamos. Aquí el destino es fatal, pero no para el protagonista, aunque el final no sea precisamente feliz…


La escena donde se hace un montaje de varios campanarios repletos de relojes resulta liberadora a la vez que anuncian muertes, como la del amigo de Vanek y Nasha herido, una muerte que se sucede con la sombra de ambos protagonistas sobre el cadáver del mencionado personaje. La atmósfera es cada vez más opresiva y agobiante, las escenas de suspense se suceden, la del herido en la farsa infiel de Vanek y Nasha, la de la muerte de Gruber… las sombras siguen inundándolo todo mientras la sociedad al completo miente desesperadamente en un perfecto engranaje para condenar al delator Czaka (Gene Lockhart).


Lang omite las masacres en cadena, salvo un disparo a alguien que intenta huir que sí mostrará. Un gesto de pudor. Masacres como chantaje para que se entregue el asesino de Heydrich.

Esta cinta está basada en un hecho histórico como es el asesinato de Heydrich y las represalias que el pueblo de Lídice pagó por ello, aunque aún no se tenían, ni mucho menos, todos los datos al respecto. De hecho la realidad superó con creces lo aquí expuesto.

El retrato de los alemanes es despreciable, no sólo por sus actos, conocidos y vistos en mil películas, sino también por los pequeños gestos y detalles de los que los dota Lang. Ritter (Reinhold Schünzel) y su cinismo, su naturalidad, su forma de comer, su fingida amabilidad y gestos de pereza cotidiana, el oficial que sale al final de la cinta y que se mira un repulsivo grano en el espejo… elementos esperpénticos, grotescos, que redondean el retrato.


La duda es otro tema muy presente en el cine de Lang, aquí nuestros dos protagonistas dudan sobre qué es lo mejor que pueden hacer y sobre cuál es el mejor proceder, Nasha está a punto de delatar a Vanek y éste se plantea muy seriamente entregarse… por poner algún ejemplo.

Otro de los grandes aciertos de Lang es no crear estúpidos en el bando alemán, a la batalla intelectual que propone la sociedad checa en esa mentira conjunta, los alemanes y el propio Czaka contestarán también con brillantez, de hecho el tenaz Gruber no cejará en ningún momento en su empeño e incluso estará a punto de dar al traste con todo.

El reparto está muy correcto aunque no sean actores de primera fila o especialmente famosos, quizá Anna Lee se muestre algo excesiva en algunos momentos, especialmente en la primera parte del film.

Los verdugos también mueren” reivindica la identidad nacional checa en un mensaje y una idea aplicable a cualquier nación, especialmente en momentos tan dramáticos como los que acontecen en este magnífico thriller de Lang.


Pocas fisuras se pueden poner, quizá un exceso de idealismo, aunque muy matizado, en esa comunidad tan solidaria, aunque resulta creíble, y que la diversificación haga perder cierta fuerza a los personajes, algo que quizá fuera el propósito de Lang, además de ser un recurso que el director usaba en ocasiones, ya que una vez el espectador se ha habituado a unos personajes puede provocar cierta confusión en ese sentido, muy relativa en cualquier caso.




Muy pocas veces pinchó en hueso Fritz Lang, y ésta, que quizá no es una de sus obras más conocidas, es una muestra excepcional de la maestría de la que era capaz con cualquier tema y en cualquier película, una bella película sobre la solidaridad de un pueblo de calidad excelsa.

Grandísima película de uno de los más grandes. 

 





4 comentarios:

  1. Efectivamente, un gran acierto que los alemanes no son en absoluto estúpidos a la vez que son extraordinariamente malvados y crueles.

    Y aquí es cuando voy a mencionar una cuestión que tiene alguna relación con lo que decía TDK. Entre otras muchas cosas, una de las cosas que me gustan de esta película es que los nazis son plenamente malvados y de ningún modo estúpidos. Contrasta con algunas de las actuales en las que pretenden presentarnos a los nazis como pobrecitos que estaban engañados por Hitler y Goebbles, a veces incluso poniendo musiquitas y planteando escenas como si los malos fueran los aliados.

    Como en la "Operación Valkyiria", que nos presentan al protagonista como si fuera un santo ingenuo. Como si ese golpe de Estado fuera hecho en nombre de las grandes virtudes. Un jamón, se trataba de terminar la guerra antes de que Alemania quedara aún más arruinada y de que pudieran llegar los rusos, era una mera cuestión de salvar lo que quedaba de Alemania y detener la pérdida de jóvenes alemanes cuando ya la victoria era imposible jugando la carta ante los aliados de la amenaza comunista. No había nada de acabar con el nazismo ni nada buenista, leches. Apagué la película en el primer minuto, cuando escribe el soldado esa carta tan "Disney". "El Hundimiento" es otra película que dejé de ver, porque el inicio y un par de escenas vistas por youtube me hacen pensar que el planteamiento es "uy, si los alemanes no sabían qué era el nazismo, uy, si sólo era Hitler, los demás sólo tenían miedo porque tenía muy malas pulgas". ¡Váyanse a tomar por el culo! (perdona, pero es lo más suave que puedo decir).

    Lo mejor de "El Hundimiento"

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  2. Jajajaja Rojo4 perfectamente explicado. Nada que perdonar, no merece menos el tema.

    Lo que comentas sobre la naturaleza de los alemanes aquí es así, una gran diferencia con otras películas que creo no se hacen así con malas intenciones en su mayoría sino por torpeza.

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  3. Ya, no creo que haya ninguna mala intención; simplemente me parece muy buenista, digamos. Pero sobre todo muy cobarde. Es no querer enfrentarse con el hecho de que se haya podido caer en aquello en una época de supuesta "mayor educación" y progreso de la humanidad.

    Es el mito de que somos mejores que los antiguos. No, somos los mismos energúmenos. Antes se decía que los trenes se alimentaban con niños, que ir a más de 20km/h era mortal... hoy internet es una trampa para las niñas, los transgénicos son veneno, los móviles dan cáncer de cerebro...

    Martin Heidegger fue nazi y era una de las cumbres de la filosofía del momento.

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  4. En ¿Vencedores o Vencidos? se trata este tema, sobre hasta qué punto la sociedad sabía, se hacía la tonta, hasta que punto sabían los mandos...

    Rojo4, muy cierto es que la sociedad alemana de la época nazi pasa por ser una de las más cultas que ha habido... Escalofriante.

    Supongo que en ocasiones se hará para potenciar el conflicto dramático o exponer un arrepentimiento de determinado personaje, en los demás casos torpezas mayúsculas.

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