Crítica: TRANSFORMERS 3: EL LADO OSCURO DE LA LUNA (2011)

MICHAEL BAY

"Transformers 3" se divide en dos partes, la primera una hora y media de chorradas sin fin y la segunda una eterna escena de una hora, nada más y nada menos, con la batalla entre los cacharros buenos y los cacharros malos. Una hora. No exagero. Una hora que cacharros retorciéndose, explotando, saltando, diciendo chuminadas y frases trascendentales que marcarán un antes y un después en nuestras vidas como: “los humanos no podrán con nosotros jijiji”. Una hora con tanto cacharro retorcido que no sabes si Michael Bay pretende hacer un homenaje a J.G. Ballard o simplemente es que no da más de sí. Exacto queridos lectores, no da más de sí.

La tercera parte de la saga tiene una ventaja que debió dar una gran tranquilidad a sus creadores y es que si la anterior, que es una de las peores películas jamás realizadas, fue un éxito, la imposibilidad de que ésta fuera peor aseguraba el taquillazo.

Sí, esta tercera parte es mejor que la anterior, cosa sencillísima de conseguir por otra parte, pero es mejor por muy poco. Es mejor porque no puede ser peor.

Centrándonos en la primera parte, la de las absurdeces y chorradas, tenemos una trama sin pies ni cabeza, sin sentido alguno sobre un plan sofisticadísimo de los Decepticons para acabar con el mundo, con los Autobots y traer su mundo al nuestro. Lo mejor que puede hacer el espectador es no analizar muchos las situaciones ni preguntarse por qué han tardado tres películas en ejecutar dicho plan, qué sentido tiene que la clave de todo, Sentinel Prime, haya estado esperando dormido 40 años en la Luna. ¿Por qué no va directamente al grano y dan tantas vueltas para engañar al espectador y presuntamente sorprenderle?… Sí, en "Transformers 3" pretenden sorprender al espectador con elaboradísimos giros de guión, ahí es nada…

Con todo al menos en esta tercera parte se han molestado en intentar manejar una historia, hacer una especie de cosa similar a un guión, que recordando lo que tuvimos que tragarnos en la segunda parte casi te deja patidifuso de la sorpresa. La historia, por supuesto, está horrorosamente contada y peor narrada, pero recordemos a los despistados que dirige Michael Bay, un director al que quisiera ver contando a su hija el cuento de “Caperucita Roja” o “Los tres cerditos”, a ver cómo se las ingeniaba sin meter bombas, explosiones, gritos, chillidos y todo el caos posible en unos sencillos cuentos infantiles. Seguramente si ha contado cuentos a sus hijos éstos padecerán de insomnio.

El comienzo, con la explicación del primer viaje a la Luna, parece más un chiste de Lepe o de Eugenio que otra cosa, si a esto le sumamos la “filosófica” voz en off de Optimus Prime, la risión es completa. A pesar de esto lo cierto es que el inicio es bastante más simpático que en sus antecesoras y puede que en ocasiones levante una leve sonrisa con algunas de sus surrealistas y desmadradas ocurrencias.

La película sigue la misma estructura que las precedentes como es lógico, con un protagonista Shia LaBeouf cada vez más cargante. Minutos donde nos sitúan en la vida del protagonista que va de traje por ahí buscando trabajo, tiene nueva novia, aunque eso lo trataremos más tarde, y sus padres aparecen poco, lo que en el caso de la insufrible madre es un auténtico detalle a tener en cuenta para que la valoración sea mejor.

Bay muestra un gusto supuestamente divertido por los detalles excéntricos de puesta en escena, vacuo totalmente, donde en vez de definir o caracterizar a los personajes producen vergüenza ajena en esa búsqueda patética por resultar gracioso (ejemplo, de entre los miles que hay, las zapatillas que se pone la “jefa” Frances McDormand). No hay nada más lamentable que querer hacerse el gracioso y Bay lo busca en todo momento y con todos los personajes, no hay ni uno que en algún momento no quiera hacerse el gracioso.

Entre todas estas cosas, la trama histéricamente confusa, la puesta en escena excéntrica, las por lo que se ve, habituales digresiones sin sentido de Bay, tenemos explosiones, robots que destrozan cosas o son destrozados, chatarras asesinas y parlantes, escenas de acción sin lógica, una absurda emboscada al inicio… Lo de siempre, no vaya a ser que el espectador se duerma si cada 3 minutos no explota algo.

Lo de la emboscada a los Autobots del comienzo clama al cielo, una escena sin ton ni son que no se sabe bien que busca ni para qué está ahí, salvo para lucir presupuesto.

Supongo que muchos de vosotros lo que queréis es que vaya al grano, es decir, la sustituta de Megan Fox ¿está buena?, ¿lo hace mejor?, ¿es más guapa, enseña más carne? Pues bien, está muy buena, lo hace mejor pero aunque es una chica guapa (Rosie Huntington-Whiteley) no lo es más que esa actriz digna del teatro isabelino que es Megan Fox. Tiene una cara que es una mezcla entre Cameron Díaz y Esther Cañadas, con muchos morritos y tal.

Se insinúa un triángulo amoroso que no va a ningún lugar en esa característica simpleza y superficialidad que sobrevuela todo lo que tiene que ver con personajes humanos en las cintas de Michael Bay.

Es de reseñar el gusto que tiene Bay por los escenarios y decorados rocoso-futuristas, que hemos podido ver en esta saga o en ”Armageddon” (1998), por ejemplo.

Todos los personajes de la cinta, y hay muchos, son auténticos esquizofrénicos, desfasados, excéntricos, histéricos, parecen colocados con éxtasis o cualquier sustancia excitante hasta ponerles al borde del colapso. Un mundo alocado y estúpido.

Bay, como siempre, recurre a su habitual estilo speedico para que el espectador piense lo mínimo posible y además no tenga en cuenta las múltiples lagunas de guión y chorradas sin fin que plantea. Todo es gratuito, sin fundamento y si por lo menos entretuviera, tendría un pase, pero por mala fortuna eso tampoco ocurre. Nadie sabe por qué pasan las cosas, cómo se llega a los sitios, ni nadie tiene el detalle de explicarnos las innumerables coincidencias.

Los robots son de una tecnología avanzadísima y tienen unos recursos casi ilimitados pero se ve que Dios no les dotó de discreción, tienen la posibilidad de espiar, acabar con los buenos en cualquier momento, de hacerlo todo sin que nadie se dé cuanta, pero los robots, los malotes especialmente, prefieren hacerse notar, ego robótico supongo, y aplican un principio Decepticon, que aunque en la película no se mencione no puede ser de otra forma: Si vas a hacer algo hazlo destrozando y haciéndote notar. Siempre será mejor el ruido que la eficacia.

La mencionada locura de los personajes encuentra su clímax en muchos momentos del protagonista y sobre todo en la actuación de John Malkovich, que no puede hacer más el ridículo. Es evidente que Bay se toma todo esto a pitorreo pero la vergüenza ajena no nos la quita nadie, como ejemplo la escena con los rusos…

Lo mejor que puede hacer el espectador es no atender demasiado a la historia, sino empezará a preguntarse por la lógica de lo que acontece, una lógica que no existe ni en la, supuesta, trama de Sentinel Prime, ni en la de los pilares teletransportadores, ni en todo lo demás. Lo mejor es recrearse en el montaje ultra-híper-mega sincopado, donde los planos más largos Bay los dedica a las transformaciones de los robots, ya que cuando esto no ocurre se pone nervioso y cambia el plano cada 5 o 6 segundos máximo y a disfrutar.

Los efectos especiales y las escenas de acción son, evidentemente, muy espectaculares aunque a menudo confusas. Lo cierto es que se saca todo el partido que se puede a la eterna escena final de más de una hora, intentando recuperar el espíritu de la original, aunque suene a choteo.

Michael Bay, como Tony Scott, lo flipa en colores con los cielos anaranjados, si no pone uno en sus películas tiene picores nocturnos, ansiedad y sesiones extras de psicólogo. Quedan muy bonitos y pretenden dar un tono emocional profundo. Lo de bonitos sí, lo del tono profundo, es broma.

Como comenté, al menos en esta tercera parte han intentado hacer un sucedáneo de guión metiendo giros previsibles y absurdos, pero que denotan cierto interés por aparentar algo de trabajo en la historia. Sólo por este detalle su valoración merece subir con respecto a la anterior secuela.

Todos y cada uno de los personajes de la película son exactamente iguales, no hay diferencias, salvo que alguno está con los malos como el “Doctor Macizo” de “Anatomía de Grey”, Patrick Dempsey, y otros con los buenos como nuestros protas, LeBeouf, Rosie Huntington-Whiteley, Turturro etc. Todos tienen el mismo tono histérico, disparatado y alocado en pleno colocón hipertrófico. Ahí tenemos a la buena de Frances McDormand intentando aparentar dignidad en un personaje igual de estrafalario que el resto y con una evolución del mismo digna de estudio.

La puesta en escena y labor de dirección de Michael Bay está nuevamente bajo mínimos, siempre que no está explotando o destrozando alguna cosa, que es donde verdaderamente se siente cómodo, no sabe mover a los personajes que van por la pantalla sin saber muy bien qué hacer cuando no tienen que correr o saltar, esto cuando no están haciendo chorradas directamente, como ejemplo tenemos la escena del bombardeo Decepticon y al bueno de Patrick Dempsey y la chica en la terraza mirando pero queriéndose meter en la casa para protegerse… ¡Qué bochorno!

Esta incapacidad de Bay es realmente divertida en los momentos emotivos, como es genéticamente incapaz de transmitir ninguna emoción ni de mantener un plano más de 5 segundos, cuando se quiere poner sentimental o emotivo pone musiquita triste, melancólica, para que pillemos la idea. En esos momentos es cuando más entrañable me parece el bueno de Bay. Las escenas más divertidas son, precisamente, esas en las que los personajes se ponen serios, en medio de toda esa histeria y parafernalia Bay nos pretende meter escenas dramáticas que son la risión. Tronchante de verdad, muy conseguido, las mejores partes de humor.

En la banda sonora Linkin Park o My Chemical Romace.

Inverosimilitudes a tutiplén, como el engaño de la muerte de los Autobots y demás. Explosiones, bombas, saltos, disparos, cacharros desmembrados se van sucediendo mientras tanto.

Otro punto algo positivo es que en esa búsqueda por el tono de la primera parte, también mediocre pero mejor cinta, se recurre a cierta oscuridad en ciertas fases, sacando también mejor partido a los efectos.

Otro punto culminante de esta bazofia son los diálogos y frases memorables que nos dejan algunos de los personajes. Todos los diálogos son absurdos, Bay incluso se recrea en ellos haciendo de las digresiones continuas en la primera parte de la película, y en la saga en general, algo así como un rasgo de autor o característica intrínseca de la misma. Diálogos para enmarcar. Esto de las digresiones, que era el mejor punto de “Dos policías rebeldes” supongo que pretenderá aplicarlo todas las veces que pueda… Un nuevo Hawks, un nuevo Tarantino…

“Te seguiré hasta el final de los tiempos”; “Los humanos no podrán con nosotros”; “El mundo os necesita”… Es un no parar y no me lo invento, se dice en la película.

Toda la confusión de la trama de los pilares resulta intrascendente en esa interminable batalla final donde llama la atención que en ese derroche de medios ésta se resuelva con un mini ejército humano cuando el mundo está en peligro, unos cuantos soldados y una ciudad desierta. Eso sí, espectacular derroche de efectos especiales.

Mala con ganas, con personajes que desaparecen sin más, como el de Malkovich que no se sabe qué utilidad tiene, un Bay que sigue intentando tirarse con la cámara a sus actrices, una prota que está buena y sale con grandes escotes y mínimas faldas y a la que además no hay forma de mancharle ese vestido blanco, y el mismo estilo insufrible para una historia estúpida. Eso sí, si te gustaron las anteriores con ésta fliparás.