sábado, 6 de agosto de 2011

Crítica: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (1939) -Última Parte-

VICTOR FLEMING




-PERSONAJES-


Escarlata O’hara




Es uno de los mejores personajes de la historia del cine. Superficial, vanidosa, egoísta, mimada, ambiciosa, manipuladora, pero también fuerte, valiente, decidida, con un carácter a prueba de bombas y una dignidad desbordante, la verdadera dignidad que radica en la capacidad para levantarse aunque te maltraten, pisoteen, humillen o arrastren por el fango. Lo tiene absolutamente todo, es una viuda negra, femme fatale, niña mimada, ambiciosa mujer de negocios, despiadada rompecorazones…



Escarlata no sabe lo que quiere pero sí sabe que quiere lo que no tiene, es su principal ambición, mantener su ego de niña mimada correspondido. Al ver como Ashley Wilkes se va a casar con otra ese ego se siente ultrajado. En la primera escena, al oír el nombre de Ashley de forma indirecta no se preocupa lo más mínimo, pero al saber que se va a casar no concibe cómo es posible que lo haga, sabiendo como ella sabe que Ashley la ama. El interés por Ashley es evidente, pero no tiene nada que ver con un enamoramiento verdadero. La modernidad de este personaje es asombrosa, atrevida, escandalosa y transgresora, como muchas de las cosas de la película. Dice lo primero que se le pasa por la cabeza, auténticas barbaridades que no piensa de verdad, pero no tiene problema alguno en pasarse las formas y las consideraciones del resto por el forro de las narices. Apasionada, pide a gritos un hombre que la dome, autoritario y que la domine, es lo que busca aunque no lo sabe. Por eso en la escena donde un borracho Rhett Butler se deja de monsergas, la coge, la ordena, la obliga y la sube por las rojas escaleras hacia la habitación para tener el polvo más salvaje que han tenido ambos en la vida, la cara de Scarlett al día siguiente, entre pícara, fascinada, avergonzada, aniñada y pervertidilla por el recuerdo de todo lo sucedido la noche anterior, cuando un semental Butler la sometió a voluntad, no puede más que sorprender por su riesgo y atrevimiento para la época, nada menos que 1939, para muchos el mejor año de la historia del cine. La interpretación de Vivien Leigh es de una modernidad increíble, más actual que la mayoría de las que se ven ahora. Engloba muchos de los grandes valores americanos, y muchos de sus peligros, esa ambición, individualidad, falta de escrúpulos en muchas ocasiones, ese carácter emprendedor y lucha constante…


Escarlata quiere el ideal (Ashley) por el mero hecho de serlo, porque se supone que es lo mejor, y por ello envidia a Melanie, porque es lo que se debe ser pero ella no es. La envidia y la tiene manía al mismo tiempo que no puede dejar de apreciarla. Melanie es lo que ella cree que se debe ser. Al final asume su naturaleza y que no hay un ideal absoluto, sino uno para cada uno. Rhett es el suyo.
No puede haber dudas de que Rhett es, y siempre fue, su verdadero amor, aunque ella sinceramente no se diera cuenta. Es en la escena final donde adquiere la lucidez, antes navegaba en la continua confusión, como en la neblina de la escena final que todo lo inunda y que para ella acaba resultando purificadora. La escena de la fiesta a la que asiste de luto y su mirada de satisfacción al verse elegida por Rhett en la puja que tiene lugar es significativa. Una pareja vestida de negro siendo el centro de todas las miradas, generalmente acusadoras en aquella sociedad biempensante. O la siguiente cuando dice que no le besará y se rinde, con sombrero de adornos verdes en la mano, sumisa a recibir un beso que al final Rhett le niega.

Es atractivo divagar sobre el final abierto de la película, pero a mí no me cabe duda de que Escarlata reconquistará a Rhett, ya lo ha demostrado, es una superviviente, cuando quiso algo lo logró, salvo a Ashley, quizá porque en su interior algo la frenaba, porque algo la impedía ir contra Melanie de forma manifiesta, porque en el fondo sabía que no era eso lo que quería y buscaba, pero el hecho es que cuando ella tiene un propósito suele lograrlo.

Rhett Butler






La sonrisa irónica, su cinismo romántico, su porte espectacular, el aplomo en todas las circunstancias, la indiferencia a los prejuicios sociales… Un personaje mítico, egocéntrico, presuntuoso, seguro de sí mismo, inteligente, valiente... La evolución de Rhett es maravillosa, despreocupado y mujeriego, inmoral y afín a la señorita Escarlata a la hora de enfrentarse a esa hipócrita sociedad, se torna en marido fiel, padre preocupado por su hija y por mantener las buenas relaciones y apariencias una vez está casado y con familia. En un primer momento aparece descreído, cínico, atrevido, pero lo fascinante en el tratamiento de Rhett no es ya sólo su evolución sino que se aprecia, entiende y discierne su madurez. Evoluciona porque madura de forma natural, no deja de ser lo que es, sólo crece en matices, sigue siendo cínico e irónico, fascinador, pero las responsabilidades, que ceda al matrimonio y, sobre todo, el nacimiento de su hija cambia sus prioridades, ahora no piensa en él en exclusiva, aunque nunca dejará de ser una parte importante de su pensamiento, ahora la primacía de sus interés está en su hija. Si para ello debe comportarse como un hipócrita y aparentar la respetabilidad que siempre le dio igual, formar parte de esa sociedad a la que ridiculiza y desprecia, lo hará sin ningún problema. Rhett, al contrario que Escarlata, no es manipulador, es explícito en su carácter, con muchas similitudes con Escarlata, pero donde ella tendrá un comportamiento más femenino, más indirecto, manipulador, él siempre dirá las cosas sin remilgos y manifestará sus sentimientos sin ambages, entre otras cosas porque los tiene mucho más claros. Escarlata vive confundida a ese respecto por sus pulsiones y obsesiones. Rhett no. Se entienden y se conocen, quizá él la conozca más que ella misma, pero muchas veces le confunde (como no).




Siempre logra desenmascarar a Escarlata, ella siente que es transparente para él, algo que la perturba y ofende pero también la atrae y enamora. Rhett la tiene totalmente calada y no tiene complejos a la hora de decirle la verdad que nadie se atreve, o simplemente ve, en toda su crudeza.
Rhett Butler tiene más de un punto en común con el Rick Blaine que Humphrey Bogart interpretara en “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942). La escena donde sale llorando, y que Gable no quería rodar precisamente por esa circunstancia, es extraordinaria, mostrando toda la vulnerabilidad del personaje en su conversación con Melanie. Fue la propia Olivia de Havilland la que convenció al galán para que hiciera la escena con lágrimas en los ojos.



Ashley Wilkes




Íntegro, honesto, educado, sensato, bueno… y tentado por la chica más guay de la pandilla de amigos a la que todos querían conquistar y la que parece inaccesible. Una chica que deseaba como todos porque era la más divertida, la más guapa, la más fascinante, pero que en la madurez, aunque su atractivo siempre es tentador, es consciente de que una relación con ella no iría a ninguna parte, una tentación a la que es difícil resistirse y que confunde. Escarlata es la mismísima confusión en persona, la provoca y la vive en sus propias carnes, sólo cuando muere Melanie, Ashley se da cuenta de dónde estaba situado su verdadero amor. La muerte de Melanie, como si de un regalo final se tratara, elimina el velo que todos parecían llevar para que logren, por fin, aclarar muchos sentimientos.


Melanie Hamilton




Lejos de ser un arquetipo de la bondad, Melanie es un personaje de enjundia y consistencia extraordinaria. Bondadosa, comprensiva, generosa, inteligente, fiel, su bondad no es un mero contraste con la personalidad de otros personajes, una metáfora de un concepto o idea, sino que la definen dentro de otros mucho matices. No es un personaje plano, esquemático, es capaz de mentir, de mostrarse firme, de justificar un asesinato y comprenderlo. De modos dulces, suaves y delicados Melanie es absolutamente adorable, un personaje individualizado, humanizado y definido que es verdaderamente bueno, como se dice varias veces en la película. La interpretación de Olivia de Havilland va de menos a más. Al comienzo parece una Heidi sureña, pero conforme su personaje va matizándose más se reconoce un excepcional trabajo de la actriz.



Hay un momento significativo en la película que define los verdaderos sentimientos de algunos personajes. Es cuando Ashley regresa de la guerra. Se dibuja, empequeñecida, la figura de un soldado que se dirige a la casa, como tantos otros a los que Escarlata, Melanie y todos los miembros de Tara ayudan en lo que pueden. Escarlata y Melanie miran, la primera hace un comentario quejumbroso ante la cariñosa mirada de Melanie, pero ésta última, en un vistazo, sí distingue a su amor. Primero sospecha y luego la certeza sube a su rostro, mientras que Escarlata sigue indiferente aunque extrañada por la reacción de Melanie. Como en la escena final de “El imperio del sol” (Steven Spielberg, 1987), donde es la madre la que reconoce al hijo incluso antes que su padre, siempre la madre (no implica que no haya amor por parte del padre, sólo distinto), aquí es Melanie, el verdadero amor de Ashley, la que de verdad lo quiere más que a nada en el mundo, la que lo reconoce. Melanie es igual de rebelde que puedan serlo Escarlata o Rhett, sólo que de otra forma. Igual que ellos, se pasa las convenciones por el mismo forro de las narices.
La parte final, el último tercio, sufre un pequeño bajón al sustituir la intensidad y progresión dramática por la acumulación de situaciones impactantes (muerte de la hija de los protagonistas, aborto, muerte de Melanie). Nada importante, sobre todo cuando ese último tercio, incluido su final, contiene algunas escenas y momentos memorables, inolvidables o que están por derecho propio en la antología del cine, como las frases “Francamente querida, me importa un bledo”, ahora con el nuevo doblaje cambiada por “Francamente querida, eso no me importa”; la de “…realmente mañana será otro día”, que junto con la de “A Dios pongo por testigo…” son algunas de las más recordadas de la historia del cine. La muerte de Melanie, que se produce fuera de campo, es otro maravilloso momento.
Una película que puede ser cuestionable por ciertos aspectos de su “ideología”, de su fondo, en esa visión idílica, superficial, falsa, manipulada de la vida sureña y la esclavitud, pero que desde un punto de vista conjunto, como obra global, dramática, artística y técnicamente es excelsa.


 





Ponle nota a la pelicula "Lo que el viento se llevo"
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7 comentarios:

  1. Estupenda la descripción de personajes, aunque en Ashley te falta añadir soso, jajaja :)

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  2. te dejo mi blog, quizás te parezca interesante
    http://elcinesmipasion.blogspot.com

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  3. Perfecto, ahora me paso. Un abrazo.

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  4. Genial como siempre. Escarlata es insufrible y fascinante x esa determinación. Ya puestos, podrían haber hecho como en Gigante, ya que tb pienso q,una vez Con los pies en la tierra, podría ser una pareja cuya vida, sin tantos convencionalismos en esa sociedad en la q una guerra transforma, Daría mucho de sí....

    Ashley y Melanie son unos siesos, aunque hayas explicado tan bien como siempre mil matices.

    Y Gable siempre será el actor que mejor domina su media sonrisa para seducir con maneras de galan pero terrenal como pocos.. Hasta en Misfits, ya mayor, (y donde m gusta más q nunca Marylin) está impecable

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  5. Muchas gracias Reina, ¿te has leído las 4? Si es así gran mérito y muchas graciaaaas. Uno de los grandes personajes de la historia sin duda. Muy grande la película.

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  6. Francamente querida, me importa un carajo...
    Dicen los que hablan inglés que así de soez es el I dont give a damn que le espeta Rhett al final.

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